4. Nuevo hogar.

Ya era entrada la noche cuando Elisa comenzó a sentir que los tragos que le robaba a Emanuel comenzaron a golpearle la cabeza, veía borroso y a sentir el clásico mareo.

Dejó la última copa en la mesa con todo el contenido, no se quería emborrachar, tenía muchas cosas en las que pensar como para andar por ahí creyendo que era la mejor bailarina.

Hacía rato que no veía a Emanuel, así que dio con la mirada un repaso a todo el salón y lo encontró en el fondo, estaba sostenido del hombro del maestro de ceremonias, parecía muy ebrio.

Con el paso más firme que fue capaz de disimular atravesó toda la pista de baile, chocando con algunas parejas que se contoneaban al ritmo de una canción de salsa que Elisa no logró reconocer y cuando llegó tuvo que sostenerse del brazo del hermano mayor de Emanuel que estaba con ellos, el hombre tenía las mejillas rojas y el cabello suelto le llegaba casi hasta la cintura.

—Mira nada más —dijo agarrando a Elisa por la cadera —La princesita también está borracha, parece que sí tiene más en común con mi hermano de lo que pensaba — Elisa intentó no vomitar, a cada segundo que pasaba se sentía más ebria.

—Ya me quiero ir —dijo, Emanuel sostenía una copa que se resbaló de su mano y se rompió.

—Este idiota ya no puede más —dijo el maestro de obra a Alexei.  Elisa trató de recordar su nombre, pero no pudo, tal vez ni se lo habían dicho.

—Agradece que esté de pie, Noel —respondió Alexei—, ha bebido mucho —luego se dirigió a Elisa que trató de mirarlo a la cara, pero perdió el equilibrio —¿Del uno al diez qué tan borracha estás? —le preguntó y Elisa se quedó pensando.

—Ya me quiero ir —le suplicó y el hombre sonrió.

—Supongo que eso es un diez, vamos niñita, los llevaré a casa.

Todo lo que pasó de ahí en adelante, Elisa lo recordó por fragmentos: escaleras, ascensor, calle. Cuando la empujaron al asiento trasero del auto se golpeó la cabeza, luego durmió un rato y despertó cuando Alexei la cargaba a través de unas escaleras oscuras.

Al llegar a casa Alexei tuvo que ayudar a Enmanuel llevándolo de un hombro, el borracho no colaboraba, así que con mucho esfuerzo lo tiró sobre el colchón, luego fue el turno de buscar a la flamante novia.

—Pesas más de lo que aparentas , niñita —le dijo Alexei y Elisa no logró contestar, Alexei a ella si la cargó, así que el umbral de la habitación en su noche de boda la cruzó en brazos de su cuñado, pensó Elisa con gracia, luego sintió que la dejaron caer en una cómoda y mullida cama, junto a un cuerpo grande y cálido.

Los novios causaban risa, eran dos borrachos bien vestidos, Alexei sacó su teléfono celular y enfocó la cámara.

—No hagas eso —dijo paloma entrando a la habitación cuando vio las intenciones de su hermano mayor, Elisa los escuchaba discutiendo y se hubiera quejado, pero el sueño la reclamaba.

Noel se unió a los hermanos que peleaban por tomar o no fotografías.

—Se ven muy sexis, ¿no? —dijo Noel — vamos Paloma, deja que tengamos una foto, — Elisa no escuchó nada más, poco después se hizo un silencio y una oscuridad pesada, y cuando Elisa abrió los ojos ya no había nadie, estaba oscuro y tenía frío, e instintivamente se apretó contra el cuerpo cálido que tenía al lado.

 Cuando despertó, lo primero que sintió aparte de las náuseas fue el anillo en su dedo, nunca había usado ninguna clase de joyería, no le gustaba, así que la sensación del metal contra su piel se sintió extraña, ajena; un estorbo incómodo, como un tumor.

Estaba en una habitación amplia, de colores grises y con algunos cuadros colgados en las paredes. Se sentó en la cama, estaba sola, las sábanas blancas completamente revueltas y un par de almohadas era lo único en ella.

Alguien le había quitado el vestido de novia, y aparte de la ropa interior, tenía una camisa grande de botones, era la camisa de Emanuel, de eso estaba segura, recordaba su olor. De repente le dio miedo, ¿acaso habían estado juntos?

¿Cómo había llegado allí? Trató de recordar, pero solo le llegaron fragmentos. Todo lo acontecido el día anterior parecía una pesadilla, un sueño malogrado y por pedazos que no lograba juntar o encajar. Se miró el dedo donde el anillo de plata brillaba, tenía una decoración de oro.

Miró una puerta entre abierta y Elisa corrió hasta ella, vio con placer que era el baño y dejó todo el contenido de su estómago en el inodoro, no era mucho, a decir verdad, pero dejó hasta la última gota.

Se sentó en el suelo y recostó la espalda en las frías baldosas, el baño era blanco impoluto, con una pared corrediza de cristal que dividía la ducha y un enorme espejo empotrado sobre un lavamanos amplio con unas cuantos objetos de aseo, nada más.

 Elisa pensó que Emanuel era muy simplón para ser rico, cualquiera pensaría que encontraría cosméticos y toda clase de fragancias, solo tenía lo básico y necesario. Se lavó la cara y salió de nuevo a la habitación, su maleta estaba tirada de cualquier manera junto a la cama, pero no tenía ganas de cambiarse, tenía náuseas y dolor de cabeza, y solo se le antojaba un vaso de limonada.

Salió de la habitación caminando despacio, había un corredor que conducía a unas escaleras, y cuando las bajó llegó hasta una enorme sala, casi vacía, solo había un mueble para una persona frente a un televisor de unas cien pulgadas; era enorme, no había nada más, los colores grises predominaban y había una ventana tan grande como una pared que daba a la calle, igual que en la habitación. Era un lugar hermoso, un departamento enorme y lujoso, aunque un poco vacío.

La cocina estaba junto a la sala separadas únicamente por una barra americana con un par de sillas altas. Dentro de la cocina, todos los electrodomésticos eran de última generación, y cuando Elisa vio la hora en el microondas, casi le dio un infarto, era la una de la tarde, ¿En serio había dormido tanto?

Se acercó a buscar un vaso para tomar agua, esperaba que Emanuel no se enojara porque anduviera agarrando sus cosas, pero tenía la lengua pegada al paladar. Cuando pasó por la barra vio un periódico y una nota, y en el periódico creyó ver un rostro familiar. Se detuvo en seco y agarró el papel, estaba escrito con una letra a mano y cursiva muy linda:

“Te dije que funcionaría”

El rostro familiar que Elisa había visto en el periódico efectivamente era el suyo, y cuando fue consciente de eso el susto le arrebató todos los síntomas de la resaca que tenía encima.

Estaba en primera plana, había una foto de ella con su vestido de novia, se veía rara, como si no fuera ella. Leyó el encabezado.

“¿Quién es la misteriosa y atractiva joven que le ha robado el corazón a Emanuel Alcántara, el empresario más importante de Latinoamérica y el, hasta ayer, soltero más codiciado?”

Con manos temblorosas,  Elisa abrió el periódico y llegó hasta la página donde había todo un artículo sobre su boda, y una foto de ella y Emanuel bailaban muy juntos en medio de la pista.

“Poco se ha sabido sobre el compromiso del joven empresario Emanuel Alcántara con su hasta ahora desconocida novia, la boda surgió de repente y solo los medios de comunicación más exclusivos fueron llamados a la ceremonia.

Desde el año pasado, cuando el nombre del empresario se hizo conocido por su gran fortuna, y su atlético cuerpo y cincelado rostro rodaron por las redes haciendo temblar el corazón de cada internauta, ha estado en boca de todos, convirtiéndose por la revista: “corazones alegres” en el soltero más codiciado del año.

Las polémicas del hombre comenzaron cuando se revelaron las fotos íntimas de él besándose con una chica en una popular discoteca de la ciudad de Medellín. Que uno de los empresarios más importantes del país se viera en tremendo Show sacudió por completo los noticieros y las revistas de chisme de todo el continente, pero de eso ya hace un año, y no se había vuelto a saber del misterioso hombre hasta el día de ayer, cuando en las redes sociales explotaron con imágenes de su boda, pero entonces, ¿Quién es la misteriosa joven esposa del heredero del imperio Alcántara-Adrigal?”

Había una fotografía de ella, donde se veía bien su rostro en una definición que la asustó.

“Nos hemos tomado el tiempo de leer los comentarios sobre la misteriosa chica en las redes sociales, donde se compartieron miles de opiniones como las siguientes:

—Es tan terriblemente guapa que no parece real.

—Esa si está a la altura de Emanuel.

—Yo creo que Emanuel la importó de otro país, porque parece una princesa.

—Llevalo a la luna por mí.

La redes no se hicieron esperar exaltando la belleza de la joven, pero no se sabe más allá de eso sobre la peculiar pareja, por el momento, se sabe que su celebración se convertirá en la boda del año, y ellos como pareja provocarán más de un suspiro. ¿Qué pasará con esta interesante historia?”  Elisa dejó el periódico sobre la barra y se quedó mirando un rato por la ventana.

—miércoles.

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