1. ¿Dónde firmo?

La cámara fue encendida, y una pequeña luz titilante anunció que su cara estaba siendo grabada. Provocando que Elisa se acomodara en la silla, sintiéndose sumamente incomoda, se cruzó de brazos protegiendo su cuerpo del frío que de repente le había entrado. El hombre, de piel blanca y cabello canoso, se sentó frente a ella y los separaba sólo una mesa de metal que estaba tan fría como el ambiente.

El hombre sacó un bolígrafo y escribió en silencio apoyado en la superficie de la mesa. Elisa miró a todo los lados, la habitación era de color gris, sin ninguna ventana y con un fuerte olor a moho y polvo, un bombillo de luz blanca le daba al lugar un ambiente deprimente. 

—¿Comenzamos? —Pregunto el hombre de voz profunda, y le hizo dar un respingo sobre la silla. Asintió con la cabeza sin estar demasiado convencida y se apretó con más fuerza los brazos, —Señorita, cuál es su nombre completo. —Tras terminar de hablar se aclaró la garganta, puesto que tenía la boca seca y la lengua se le quedaba pegada al paladar. 

—Elisa… —dijo sumamente nerviosa y como temía, le salió en un tono bajo y rasposo —Elisa Valencia — ratificó y el hombre asintió, luego escribió en la planilla. 

—Dígame, Elisa, ¿Sabes por qué hacemos esto? —preguntó y él asintió. Desde que había visto el anuncio en las noticias, Elisa tuvo la irresistible curiosidad de indagar al respecto, buscando en cada blog, en cada pequeño recóndito lugar de internet, que le diera la más mínima información al respecto, y su tenaz búsqueda de información le tenía allí, sentada frente a aquel hombre desconocido, y aunque sabía que esa podría ser la solución a todos sus problemas, no podía dejar de imaginar que le estaba vendiendo el alma al diablo.

—Están estudiando como una familia disfuncional, afecta directamente en el comportamiento violento de las personas —manifestó como un robot, nerviosa y rápido y el hombre sonrió recostándose en su silla.

—Parece que has investigado. —Elisa asintió, incapaz de pronunciar alguna palabra —C.E.R.B.E.R.O, es un proyecto de investigación que va a cambiar al mundo —continuó el hombre con una seguridad arrolladora. —Nuestro estudio pretende demostrar cómo una familia disfuncional afecta el desarrollo de cada individuo, convirtiendo a la persona en un organismo violento dentro de la sociedad, con traumas y altamente incapaz de servir a la comunidad, —Elisa sonrió mientras asentía con la cabeza, no le importaba nada de aquello, ni lo que el programa CERBERO tenía destinado para la humanidad, ni una charla de sociología mientras se moría de los nervios sentada en una incómoda silla. Ella sabía la única razón por la que estaba allí, y aunque le avergonzara pensarlo, el proyecto era lo único que podría sacarla del abismo en que se sentía atrapada, y no le importaba en lo más mínimo sobre qué se tratara mientras lograra salvarle la vida a su madre. 

—Lo siento — se atrevió a interrumpirlo cuando se disponía a hablar sobre la psicología de los niños y como influyen las figuras paternas en su desarrollo, y la interrupción pareció molestar al hombre, que frunció por una milésima de segundo el entrecejo y luego regresó a su gesto frío y neutro.

—Sí, dígame, señorita —la instó, con una media sonrisa.

—¿Sí pagarán a los voluntarios por participar? —trató de no sonar desesperada, pero se le fue el aliento en cada palabra. El hombre cruzó lentamente las manos sobre la mesa y la miró con una expresión que Elisa no logró identificar.

—Bien, te explicaré cómo funciona esto, —Elisa asintió y trató de guardar silencio mientras el hombre comenzaba a explicarle —Si decides trabajar con nosotros, te haremos un par de entrevistas más, y basados en tus resultados, te buscaremos una pareja emocionalmente compatible, se casarán, y tendrán que vivir juntos durante un año completo—Elisa asintió, eso ya lo había investigado —Si después del año, los resultados de compatibilidad son positivos, se procederá a la crianza de hijos.

—¿Cuántos años durará la investigación? El hombre torció la cabeza.

—Todo depende de la crianza de cada bebé, esperamos termine en siete años, ocho con el primer año de compatibilidad —Elisa se frotó las manos sudorosas en el pantalón.

—El contrato de compatibilidad se puede terminar después del año, ¿cierto? —ya estaba sentada en el borde de la silla. El hombre se tomó un tiempo para contestar mientras miraba la planilla con expresión fría.

—Si la prueba de compatibilidad es negativa, sí, pero no pasará, por eso seleccionamos a parejas biológica y emocionalmente compatibles —Elisa se acomodó en la silla y cerró los ojos mientras respiraba. Solo tenía que aguantar un año, un año en que no tendría que preocuparse por la vida de su madre y en el que podría planear una solución a su patética y triste situación financiera. 

—Bien, ¿Dónde firmó? —el hombre se frotó la manos.

—Primero hay que aclarar algunas cosas —volteó un par de hojas de la planilla que apoyaba en la mesa —Elisa se sintió más relajada, intranquila, pero relajada, sintió que una enorme presión se escapaba de sus hombros —Bien, en caso de que el año de compatibilidad sea exitoso, se procederá con los tratamientos de fertilidad de ser necesario—Elisa asintió con seguridad, seguro que eso no sería necesario.

—¿Con quién tendré que casarme? —El señor levantó la mirada de los papeles y esbozó una sonrisa amable.

—Después de tus evaluaciones, buscaremos un hombre con quien seas compatible, no te preocupes por eso, lo sabrás en un par de semanas — asintió, tenía tantos nervios que le temblaban las manos —entonces, ¿comenzamos? —Elisa no tuvo más remedio que asentir. 

Tras el vidrio, oculto entre las sombras, un hombre de cabello rubio y ojos verdes que brillaron con aprobación meneó la mano en el aire al doctor que estaba a su lado, se ajustó la corbata y miró a Elisa una última vez.

 —La quiero a ella —dijo y desapareció por la puerta.

Más tarde Elisa llegó a casa, observó la fachada humilde del lugar, las paredes tenían humedad y la pintura se caía a pedazos. ¿Cómo había sido capaz de hacer eso? ¿De entrar a ese experimento? Apenas entró, vio el pálido rostro de su madre y recordó por qué lo había hecho. 

La diabetes de su madre le impedía trabajar, y los medicamentos y la dieta necesaria que la mantenían viva eran muy costosos y no le alcanzaba para tanto, ¿Acaso tenía otra opción?, casarse con un desconocido a cambio de la vida de su madre. La mensualidad que el programa CERBERO le pagaría sería suficiente para no preocuparse por eso, al menos por un año.

La mujer la recibió sin hacer demasiadas preguntas, Elisa ya estaba acostumbrada a salir a buscar trabajo a cualquier hora del día.

Esa noche recostó la cabeza en la almohada y no pudo dormir por el enorme vacío que se instaló en su pecho. Cuando despertó al día siguiente con el contrato del programa CERBERO preparado para firmar, el vacío se hizo más grande. 

Una semana después, Elisa estaba sentada con su madre en la sala de la casa esperando atentamente el sonido de la puerta.

— Entonces — le dijo su madre — ¿vendrán a recogerte de tu nuevo trabajo como diseñadora en el periódico hoy? — Elisa asintió, odiaba mentirle a su madre, pero de lo contrario no le permitiría participar del programa y Elisa estaba dispuesta a lo que fuera por salvarla. 

Dos fuertes golpes en la puerta las hicieron saltar del susto, y luego se miraron a los ojos, en un silencioso adiós.

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