Rosa Amarga
Rosa Amarga
Por: Luna Martínez
Capítulo 1: Cambios inesperados

Estando acostada junto a mis dos hermanos me despiertan unos gritos, me asomo al balcón del segundo piso y miro que en la sala está mi mamá discutiendo con mi padre,  porque la falta de dinero se nota a gritos;  el dinero que gana mi padre estando en las fuerzas armadas se lo gasta en bares con sus amigos del ejército en mujeres y licor, sin tener conciencia de que mis hermanos y yo los necesitamos, mi padre sale y se va muy enojado como si nosotros tuviéramos la culpa de su mala suerte, mi madre si sienta en un sillón, rompiendo en llanto que hace que se me rasgué el alma al verla así que bajó corriendo por las escalas y la abrazo muy fuerte.

—Tranquila mamá que nosotros saldremos adelante, como sea aquí estamos luchando —le digo a mi mamá en llanto—. Desde que yo pude caminar, te he ayudado a ti y a mis hermanos, te acuerdas mamá que en este mismo sillón dormimos con mis hermanos hasta que con mucho esfuerzo y trabajo compramos la primer cama usada, te prometo que junto a mis hermanos saldremos bien, vete tranquila a trabajar ya que te han llamado nuevamente del ejército, piensa  que con ese dinero que te den en tu servicio de enfermera terminamos de pagar nuestra casa, ya que estamos en mora unas cotas de la casa y el banco no la puede quitar.

 Mi mamá después de hablar conmigo hace su maleta, la acompañó a tomar el autobús con lágrimas,  nos prometemos que ella no nos olvidará y que yo lucharé por mis hermanos, regresó a la casa con mis hermanos y les preparó sopa con lo poco que queda en nuestra cocina y salgo a ayudar a los  del mercado a cambio de comida, algunos de ellos son arrogantes y groseros pero para mis hermanos y para mí cualquier cosa que pueda llevar a casa de comida es lo máximo, cae la noche y logró conseguir muy poco, mis hermanos están llorando de hambre,  les preparó un poco de sopa y guardo lo que quedó para el día siguiente, me  levanté muy temprano con todos los ánimos para seguir trabajando por ellos, me baño  y me pongo un hermoso vestido que mi mamá me regaló de mi décimo cumpleaños, voy a  calentar el desayuno,  levanté a mis hermanos y los hice bañar se vistieron y fuimos a servir  a la mesa y nos sentamos juntos a comer, era un momento tranquilo nos mirábamos pero sin decir palabra alguna solo sonreímos ya casi terminamos con el desayuno  y llamaron a la puerta no tenía ni la más mínima idea de quién podría ser, me levanté de la mesa y voy a la puerta al abrir eran los abogados del banco, de repente me puse helada por qué ya lo sabía de aquellas cuotas en mora de nuestra pequeña casa.

—Soy el abogado del banco, necesito a tus padres pequeña niña y es muy importante ya que traigo conmigo una orden de desalojo. —Mi cara cambia completamente.

Corro al mercado donde una señora muy buena y le comento lo que nos está sucediendo y ella va conmigo a casa logra convencer al abogado y nos da hasta el mediodía para desalojar nuestra casa, llorando junto a mis hermanos sacamos las cosas y nos fuimos a un hotel ilegal, allí nos recibe un señor de muy mala clase y nos quita las pocas cosas de valor a cambio de unas noches en aquel lugar, solo quedándonos con un cobertor para pasar las noches heladas y unas ollas para la preparación de la poca comida; en aquel lugar no estábamos seguros porque allí habían personas en la habitación de al lado con muy malos aspectos que parecían malos.

Pasaron los días y con ellos las noches pagas en aquel lugar llevándonos a trabajar para pagar a diario, la noche en aquel lugar pasaba rápido yo solo pensaba como hacer para no quedarnos con mis hermanos en la calle.  Ya alcanzados por la falta de comida y el gruñón del hotel, me doy por obligada a vender una joya que mi mamá me dió, ella me recomendó que no la fuera a perder por qué era herencia de mi abuela, con el dinero que nos dieron por la joya compramos comida y pagamos unas noches más quedando tranquilos por unos meses. 

Debido a malos entendidos con el esposo de la señora del lugar en dónde me daban trabajo, por el momento me quedé sin trabajo, es decir nuevamente quedamos a la deriva para completar llegó al hotel veo en la puerta al dueño de mal humor y con una mala cara.

—Que bueno que ha llegado, le he estado esperando desde muy temprano pregunté por usted a sus dos hermanos, pero no son más que unos malcriados y groseros muertos de hambre que ni saben contestar. —El señor no dejó decir nada cuando nos pidió que nos fuéramos.

Henos aquí otra vez sin dinero y sin nada nos han echado a la calle en búsqueda de un lugar donde pasar la noche, mis hermanos estaban llorando por el cansancio por tanto caminar en la calle de un lado a otro,  ya nos habíamos dado por vencidos, nos acomodamos en un callejón ya  era muy tarde de la noche y no podíamos dormir por el sonido de los autos que pasaban a altas velocidades, de repente se escucha un estallido haciendo que quedáramos mis hermanos y yo sentados del estruendo, nos levantamos con mis hermanos a ver qué había  pasado y ahí estaba, un auto muy lujoso que se le había estallado un neumático, en el venía un hombre muy bien vestido con un llamativo y brillante sombrero un traje como el que se veía en la telenovelas de actor de Hollywood en su mano un bastón que en la empuñadura tenía un gato labrado.

—Maldita sea mi suerte, preciso se me rompe el neumático cuando él para nada de mi conductor se enfermo, ahora tendré que ensuciarme mi hermoso traje cambiando este mugroso neumático —. Aquel hombre sonaba muy molesto.

Les digo a mis hermanos que aquí está la oportunidad de dormir esta noche en un lugar caliente y quizá con suerte podremos tomar una taza de bebida caliente, ayudándole a ese señor a cambiar ese neumático y así él nos dará algo de dinero, le dijimos al señor y él nos mira de arriba a abajo.

—¿Qué ustedes me van a ayudar a cambiar mi neumático? —, habla aquel sujeto con ironía.

Con entusiasmo mis hermanos y yo le decimos que si a cambio de algo de dinero ¿pero díganos su nombre señor?

El hombre suelta una sonora carcajada. —Mi nombre es Thomas Blanco y por supuesto si ustedes me ayudan yo les ayudo,  ya qué voy muy deprisa a una reunión que me traerá muchos beneficios, ¿cuál es el nombre de ustedes? —, cuestiona levantando una ceja.

—Mucho gusto señor Thomas mi nombre es Cynthia Sáenz, mi hermano Julio Sáenz y Antonio Sáenz. —Mis hermanos y yo como pudimos le cambiamos el neumático, mientras lo hacíamos le conté nuestra historia,  él se conmovió de nosotros y la sorpresa vino cuando terminamos con mis hermanos de poner el neumático nuevo.

—Miren, yo más que dinero los invito conmigo y  me cuidan el auto mientras yo salgo de la reunión y hablaremos de un lugar que les va a gustar mucho.

Mis hermanos y yo quedamos con la sonrisa más grande del mundo al escuchar lo que nos dijo el señor Thomas, en camino mis hermanos y yo mirábamos por la ventana del lugar. 

Al llegar a aquel lugar de la reunión lo primero que hizo el señor Thomas fue traernos de comer para cada uno una enorme bandeja de comida, del hambre que teníamos mis hermanos y yo devoramos esas bandejas en menos de nada.

—Mira Cynthia, el destinó nos está cambiando gracias a este señor Thomas hemos comido bien y él ha dicho que nos va a dar algo más —decía Julio, mi hermano.

—Solo espero que no sea grosero ni que nos vaya a golpear, hemos pasado por muchas cosas y eso sería lo que nos faltaría —contestó Antonio, mi otro hermano.

—¡Será que nos quiere hacer algo! —exclamó Julio mirando a Antonio.

—¡Hermanos huyamos pronto…! —dice Antonio con un fuerte grito.

—Basta  ya —les dije a mis hermanos—. Ya dejen su paranoia, que si no hubiese sido por el señor Thomas estaríamos sin comer nada y en la cochina calle, ya hemos pasado por mucho y al escuchar lo que nos dice el señor Thomas no lo diría una mala persona, se le nota a la distancia de que es una muy buena persona lo único que nos queda es confiar en él.

Pasó el tiempo y el señor Thomas nada que salía de aquella reunión a la cual él tenía tanta prisa de llegar, al fin salió tenía una enorme sonrisa.

—Muchachos estoy muy feliz el negocio por el cual he estado esperando por muchos años me ha llegado gracias a ustedes he cumplido mis sueños. —Da uno que otro aplauso.

—¿Entonces nos dará mucho dinero? —dijo Antonio.

—¡Cállate Antonio no seas maleducado, acaso eso se te ha enseñado en casa! —le contesta Julio.

Yo solo me quedé callada de la vergüenza con el señor Thomas.

—No se peleen muchachos que yo les voy a ayudar, subanse al auto que iremos a comer en un lugar muy bonito —decía Thomas con una sonrisa.

Yo no me lo podía creer todo lo que Thomas nos estaba diciendo, era un sueño después de tantas malas cosas que nos habían pasado desde niños, llegamos a un lujoso restaurante mis hermanos y yo nos sentamos muy incómodos, ya que todos los que se encontraban allí nos observaba de pies a cabeza con una cara de pregunta de qué establo salieron, el recepcionista del lujoso restaurante no nos quería dejar entrar.

—¿Qué pasa acaso cree que no le vamos a pagar por la comida y los servicios?, ¡Déjese de eso y llevemos a la mejor mesa de este lugar! —, dijo Thomas con una cara de decepción por la atención del recepcionista.

—¡Miren cuánta comida! Quisiera comerme toda! —Asombrado decía Julio

—Pidan lo que deseen —Contestó Thomas entre risas .

Yo no sabía qué decirle al señor Thomas,  todo lo bueno que se estaba portando con nosotros. Al terminar la cena quedando tan satisfechos nos tiramos sobre el señor Thomas dándole un fuerte abrazo en agradecimiento, no sabíamos qué decir quedando mis hermanos y yo en silencio.

—Muchachos no se preocupen que yo les daré una sorpresa más esta noche. —Nos miramos y fue inevitable sonreír. 

—¡Otro regalo! —dijo Antonio. Miro a mis hermanos que están tan engatuzados por los obsequios.  

—Si muchachos después de lo que hicieron por mí se lo merecen salgamos de este restaurante y vamos al auto iremos a otro lugar que se que les va a gustar mucho.

—Señor Thomas no se ponga en tantas molestias con mis hermanos y yo o ¿acaso nos piensa hacer algo malo?

—No jamás les haría algo a usted ni a sus hermanos lo que quiero es ayudarlos no dude de mi, no pierdan esta gran oportunidad ya qué pueden tener un mejor futuro.

—Lo siento señor Thomas no era mi intención ofender, estoy muy agradecida y más por ayudar a mis hermanos.

—Claro, por supuesto —dijo Julio

—Es verdad señor Thomas no ha sido fácil las cosas para nosotros,  así que nos cuesta creer en tantas cosas buenas que usted hace por nosotros —le dijo muy serio Antonio.

—Nada de eso muchachos les prometo que no les haré mal alguno —dijo Thomas con una sonrisa. 

Sin pensarlo ese día todo cambió. Y la nueva Cinthya resurgio. 

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