Vuelve a mi (serie artistas )
Vuelve a mi (serie artistas )
Por: Orla
Prólogo

Angelina dio vuelta la fuente para ir a saludar a Ryan por su cumpleaños. Toda la noche pareció que estaba evitándola y ella quería abrazarlo y decirle que le deseaba lo mejor del mundo. Pero cuando llegó a la esquina, escuchó una conversación que habría deseado nunca oír.

—Ya lo sé papá, estoy saliendo con ella, además es la hermana de mi mejor amigo. No podía dejar de invitarla.

— No tengo problemas con su hermano, ¿pero ella? ¡esa chica es adoptada, por favor! Y encima está enferma. No puedes estar con alguien débil. ¿Entiendes? ¿Quieres que yo me encargue de ella? Debes terminar con ella lo más pronto posible.

—¡No! Yo lo haré papá, entiendo perfectamente lo que dices. Es débil. Déjame a mi decírselo, Gina piensa que yo siento lo mismo que ella, pero ya es hora de acabar, como tú mismo lo has dicho. 

—Bien dicho hijo, tú necesitas una mujer fuerte, no necesitas tener que cuidarla y estar pendiente siempre de ella en caso de que empeore.

—Ya entendí papá. Ahora déjame continuar con la fiesta.

—Ve y diviértete...

Gina salió corriendo sin que nadie se enterara que ella estaba allí.

Cuando iba cruzando el pasto, la detuvo una amiga y extrañada le dijo

— Estás bien? ¿Te sucede algo?

— ¿Que? No, claro que no. Estoy un poco cansada, nada más. Los tragos que tome... Tu entiendes.

— Claro... Quieres que te lleve? La fiesta ya está aburrida.

— No, gracias. Traje mi coche.

— Mi... Está bien, Conduce con cuidado, nos vemos la próxima semana...

Gina no había tomado nada en realidad, estaba deshecha por lo que escuchó. Llevaba tiempo saliendo con Ryan, iban a la universidad juntos. Bueno, más o menos.

Creyó que él verdaderamente le quería, pero no la defendió, es más dijo que la había invitado por ser hermana de su amigo, y que la relación entre ellos era unilateral. Entró a su habitación y se largó a llorar. Si, era adoptada, pero eso no significaba que era menos que nadie, amaba a su familia y ellos a ella. Además, no tenía la culpa de estar enferma. 

Habían descubierto su enfermedad cuando ella tenía trece años, había ido a competir a Washington y en plena carrera se había desmayado. Cuando la reanimaron, la llevaron inmediatamente a urgencias.

Luego de muchas pruebas, le diagnosticaron un soplo en el corazón. Sabiendo esto, sus padres la llevaron a una institución especializada en cardiología. Estaban muy preocupados y ella también. 

La pusieron en tratamiento y le dijeron que debía reducir su actividad física considerablemente. Iba a revisión todos los meses y sus padres se ponían más y más tristes porque ella no daba señales de mejorar, los medicamentos la mantenían a raya; no empeoraba, pero tampoco mejoraba. Toda la energía que utilizaba en las carreras y maratones a las que asistía las volcó en el arte. Siempre le gustó dibujar, pintar, pero a partir de ese momento se dedicó enteramente a perfeccionarse, sus padres la alentaban y le compraban todas las herramientas para que ella pudiese hacerlo. Ya estaba en su segundo año en la universidad y era una de las primeras de su clase. 

Y en cuanto a que era adoptada, tampoco tenía la culpa, recordó cuando lo descubrió.

~~~~~~~~~~~Flashback~~~~~~~~~~~

Cuando ella y Dylan tenían nueve años, sus padres fueron llamados a la dirección a causa de un disturbio en que estaban involucrados sus hijos. Dylan había peleado con unos chicos más grandes y Gina, queriendo defenderlo, se metió en la pelea apoyando a su hermano. Cuando la directora y los padres de ellos le preguntaron la razón del pleito Dylan contestó: 

—Estaban insultando a mi hermana papá, tú me dijiste que debo cuidarla, defenderla. Y esos chicos vienen molestándola desde hace tiempo. Gina no les hace caso, pero hoy estaban mintiendo y dijeron que yo no tenía por qué defenderla, que ella era una intrusa en nuestra familia. ¿Verdad que mienten mamá? ¡Gina es mi hermana y familia! — terminó gritando él. 

—Cálmate Dylan… hablaremos en casa. — dijo el padre de los niños y se dirigió a la directora del establecimiento— Nos llevaremos a nuestros hijos ahora señora. Debemos tener una charla.

Fueron hasta su casa en silencio hasta que Gina lo rompió suplicando entre sollozos 

—Dylan no hizo nada mamá, fue mi culpa, si yo los hubiera ignorado como siempre… pero esta vez dijeron que yo no soy de ustedes, que soy una intrusa. Dylan no tiene la culpa de nada. 

—Tranquila cielo, no estamos enojados; por el contrario, estamos orgullosos de ustedes. Son los mejores hijos que podríamos haber tenido. Se defendieron mutuamente y eso hacen los hermanos. —Tenemos que hablar con ustedes de algo muy importante— comentó el padre— pero queremos que sepan que nada de lo que les digamos cambiará lo que son. Son hermanos de corazón y nadie cambiara eso. 

Cuando llegaron a la casa Olivia, la madre, sentó en su regazo a Dylan y Jacob, el padre hizo lo mismo con Gina. Olivia comenzó diciendo 

—Hace más de nueve años estábamos en Europa, habíamos ido de vacaciones, yo ya estaba embarazada de siete meses. Queríamos volver antes de dar a luz. Pero el parto se adelantó; habíamos presenciado un accidente y aparentemente el susto lo provocó. Junto a nosotros, en urgencias, había una muchacha que también estaba por dar a luz. Nuestros hijos nacieron casi al mismo tiempo. 

La joven nos contó que no sabía qué hacer, que sus padres la obligarían a darla en adopción y jamás la vería de nuevo. Lloraba a mares y nos dio mucha pena. Con tu papá, hablamos con ella y le sugerimos que nos permitiera adoptarla teníamos medios para hacerlo y podríamos criarla sin ningún problema, la chica era muy joven, apenas diecisiete años, una niña— miró a Gina— esa joven es tu madre Gina. Ella estuvo de acuerdo. Dijo que, si bien no podía quedarse contigo, deseaba que fueses feliz. Le enviamos fotos tuyas todos los meses para que vea lo hermosa y feliz que estás. 

Tramitamos tu adopción, cariño y te convertiste en nuestra hija legalmente. Dylan— miró al niño— tu eres nuestro hijo de sangre, y Gina es hija y hermana del corazón. Son nuestros hijos y los amamos más que a nada en el mundo. 

—Pero seguirá siendo mi hermana siempre no? No quiero que se vaya con su otra mamá. ¿Verdad que no te irás, Gina? Esos chicos son tontos. Tu eres y seguirás siendo mi hermana siempre, ¿lo prometes? — alzó su dedo meñique de promesas. 

—Claro que sí. Ustedes son mis padres, mi hermano. Los amo muchísimo. — dijo ella abrazándolos 

Sus padres los miraban y se maravillaban de los niños a los que habían educado. Eran una familia y ningún chismorreo cambiaría eso.

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Al otro día era domingo y la familia de Ryan iría a comer con la suya. Se preguntó si la terminaría antes o después del almuerzo. Dijo que iba a ser fuerte, el no merecía que estuviese sufriendo, sería su primer desamor sí, pero lo superaría. Por suerte era vacaciones, y no tendría que verlo en la universidad.  

Se despertó al mediodía, su hermano tocó su puerta suavemente. 

—Pasa, estoy despierta. 

—Qué pasa enana? Te fuiste pronto ayer, apenas si te vi. 

—Me dolía un poco la cabeza, nada más. 

—Mmm… Ryan te estuvo buscando toda la noche. ¿No le avisaste? 

— No lo encontré y me fui. Me olvidé de mandarle un texto. 

—Haré como que te creo. ¿De verdad está todo bien? ¿Te sientes bien? — preguntó dudoso él. 

—Todo perfecto. Ahora bajo. 

Gina se duchó, arregló y fue hasta donde estaban todos reunidos. Saludó a sus padres y a los invitados, cuando ella iba a saludar a Ryan, el dio vuelta la cara y ella terminó besándolo en los labios. Se sorprendió porque no solía demostrar cariño frente a su padre ya que evidentemente no aprobaba su relación. Lo ignoró y fue a sentarse junto a su padre. 

Después que terminaron de almorzar ella se fue hasta su habitación, no quería estar cerca de Ryan y de su padre. Luego de unos minutos, escuchó un suave golpe en la puerta y dijo 

—Pasa Dylan, está abierta— la puerta se abrió, pero oyó una voz demasiada conocida 

—No soy Dylan, Gina. Tu hermano me dijo que te encontró rara. 

— No, no es nada. Estoy algo cansada 

—¿Por qué no me contestaste mis llamadas ni mensajes de texto? ¿Estás enojada? 

—Para nada. Me olvidé de cargarle batería, sabes como soy de distraída. —dijo tratando de ser indiferente a su presencia 

—Mmm… lo sé. Te invito al parque, ¿quieres? — dijo con una mirada extraña 

—Claro, ¿me pasas a buscar o nos encontramos allí? 

—Nos encontramos allí si te parece.

Cuando Ryan se fue, ella soltó el aire. No soportaba más la presión. ¿Creyó que ya iba a terminarla y la invitaba al parque? Tal vez quería terminar con ella en un lugar conocido por ambos. Si en ese mismo día no le decía nada relacionado a su noviazgo, ella misma sacaría el tema. Le diría que escuchó lo que habló con su padre y le preguntaría por qué la engaño tanto tiempo.

Luego de unas horas se puso ropa cómoda y se fue hasta el parque. Llegó hasta la piedra donde siempre se encontraban y lo que vio le partió el corazón. Ryan, besando a una chica apasionadamente. Seguramente hizo algún ruido, porque la chica se dio la vuelta y le miró maliciosamente. 

Gina salió corriendo y no paró hasta llegar a su casa. Su madre la vio llegar alterada y la siguió rápidamente hasta su cuarto. 

—Mi amor, ¿qué pasó? 

—Que me rompieron el corazón mamá, me lo rompieron en mil pedazos— dijo llorando ella. 

Ryan se dio cuenta perfectamente el momento en que Gina llegó y por eso precisamente le dijo a la chica que lo besara como si lo anhelara. Era una actriz que había contratado para de esa manera hacer pensar a Gina de que la engañaba. 

Su padre llevaba meses diciéndole que debía terminar la relación con ella, que no era buena para él, que no sabían de donde había salido, ya que, según él, su madre podría haber sido una cualquiera, una drogadicta, etc. 

Generalmente lo ignoraba, pero cuando amenazó que el mismo se encargaría de ella, ya no le gustó nada. Le dijo que, si el no terminaba con ella, quitaría la financiación a la fundación que era de su madre. 

Y él no permitiría aquello, su madre había trabajado muchísimo para levantarla, buscar subvenciones y fondos para la misma.

Sin embargo, cuando vio como Gina los miraba, como veía que ellos se besaban, se arrepintió totalmente. Ninguna fundación, ninguna amenaza valía el dolor que vio en sus ojos. La amaba y lucharía para remediar su acto de cobardía.

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