AMIGAS

CAPÍTULO 4

Isabel sonríe, finge que recibir aquella noticia no le dolió pero si fue de gran impacto en su corazón, sin querer se había hecho ilusiones ese día con algo que se veía tan lejano que el golpe al aterrizar fue peor.

Francia es una mujer gentil, su madre le ha enseñado que a pesar de tener dinero ahora deben ser humildes deben ser parte de la ayuda a la sociedad así que poder ayudar a una mujer como Isabel la hace sentir bien consigo misma, le exige a María que ella sea la encargada de atender la habitación que usa con su prometido, la mujer tiene que acceder a las órdenes de la única heredera del hotel.

—¿Cuéntame más de ti?¿Cuantos años tiene tu hijo?- pregunta ella emocionada mientras come una manzana, al ver a Isabel se siente bendecida pues ella ha tenido todo a manos llenas mientras sus manos son suaves y tienen unas largas uñas, las de Isabel están desgastadas por su trabajo, se ve agotada mientras que ella acaba de despertar y de tomar un baño de burbujas, esos pequeños detalles son los que su madre le repite debe apreciar en vez de fijarse en su enfermedad.

Isabel le cuenta un poco de su vida y la conversación se hace cada vez más larga, intenta cortar con la charla pues tiene miedo del regaño de María, sin embargo Francia llama a la mujer y le informa que Isabel se quedara con ella toda la mañana

— ¿Sigues con tu novio?— Francia está llena de preguntas, la vida de Isabel es tan diferente a la de ella que le causa una gran curiosidad.

— No, los dos terminamos hace algún tiempo así que desde hace mucho no tengo una pareja estable - Isabel se siente intimidada pero se da cuenta que aquella joven de dinero solo quiere una amiga con la que poder hablar.

—¿Vives sola?— pregunta Francia que parece estar demasiado interesada en la vida de la mujer, a lo que Isabel le cuenta un poco de la terrible relación familiar que tiene con su padre y hermana.

Desde el día que la echo de a casa ella decidió que su padre habia muerto para ella, no esperaba una buena reacción sabía que era un hombre violento pero tampoco pensó que la echaría a la calle sin remordimientos, Irma es el único intermediario entre los dos pero ninguno quiere saber del otro, su padre la aborrece aunque irónicamente desde que Samuel llegó a su vida lo adora como si fuese su hijo, por su parte Isabel le da un dinero mensual a Irma por cuidar a su hijo mientras ella trabaja y un dinero extra para ayudarle a su padre sin que el lo sepa quedando Irma cómo la gran hija ante sus ojos.

Las dos charlan durante varias horas, es la primera vez que Isabel siente no hizo nada en el trabajo y es que su jornada laboral de 8 horas más una de descanso es tan agotadora como si trabajada 16 horas, entro al hotel siendo una joven, tenía que llevarle la leche y los pañales a su bebé y fue una vecina que trabajaba en la cocina del lugar la que hablo para que ella trabajará en el lugar compareciendo a la joven que en ese momento trabajaba vendiendo cosas en las calles con su bebé en los brazos aguantando hambre, frío y sed.

—¿Que vestido usarás para la fiesta de disfraces?— pregunta Francia mientras saca del clóset los cientos de vestidos que tiene para presumir un poco de la opulencia de su familia.

— No tengo ningún vestido, no creo que pueda ir a la fiesta mi hermana no puede cuidar de Samuel a esa hora — Isabel estaba ilusionada por ir pero tenía que regresar a su realidad el de una madre, una que estaba sola y no podía darse el lujo de divertirse aunque sonará anticuado era la verdad.

— Por supuesto que tienes que venir —Francia sonrió y la tomo de las manos 

— creó que has puesto un nuevo dilema que debemos resolver, hablaré con papá y con Franco no sería mala idea tener una guardería en el hotel, no solo para la fiesta si no permanente —.

Isabel siente una gran alegría en su pecho, sabe que de se así le alcanzará mas el dinero, además podrá vigilar a su hijo, puede inscribirlo en una escuela cercana e ir por el a la hora de la comida — Créame que muchas mujeres como yo se lo agradecemos — sonríe la mujer.

— Deberías dejar de tratarte como si fueras una señora, eres casi de mi misma edad así que tienes que volver a ser coqueta — Francia le pasa un vestido corto y sensual — Pruebatelo — la empuja hasta el baño.

Isabel se siente nerviosa al tener aquel delicado vestido en sus manos, jamás había tocado algo tan caro y mucho menos lo había usado, manda saliva mientras busca como colocarselo.

Sale del baño con aquel hermoso vestido rojo muy ajustado al cuerpo que revela aún tiene una silueta hermosa sin importar que ya tiene un hijo, sigue siendo una mujer bella que esta escondida detrás del mandil — Me da mucha vergüenza, jamás podría pagarle un vestido de estos — ella no quiere usarlo, no se siente cómoda con el presente de Francia aunque sabe lo hace con cariño.

— Date una vuelta, te ves hermosa, ahora ponte este — le pide mientras le quita el vestido dejándola en ropa interior, un gesto algo atrevido teniendo en cuenta que las dos no se tienen la suficiente confianza pero Isabel calla.

Franco abre la puerta y la ve , sus ojos se abren y sus labios se humedecen, el cuerpo de Isabel está solo cubierto por una hermosa lencería blanca , pero le impresionar la perfección de su cuerpo, puede trazar en su mente cada línea que dibuja aquella esbelta figura.

— Lo siento — es lo único que pueden decir sus labios pero sus ojos dicen lo contrario, de arriba a abajo ve a la mujer perfecta.

Francia sonríe mientras Isabel se tapa con pudor y avergonzada — Colócate el dorado — le ordena y la joven lo hace con rápidez —¿Como crees que se le ve este vestido?— pregunta Francia dejando sorprendidos a Franco e Isabel, pues la mujer actúa como si nada hubiese pasado como si aquel accidente fuera algo normal, es obvio que ella le tiene una confianza excesiva a su prometido.

— Se ve muy hermosa — es lo único que puede decir Franco antes de salir de inmediato de la habitación, lo que acaba de ver dejara a Isabel metida en su cabeza mucho más tiempo.

Isabel se siente incómoda con lo que pasó: — No sé preocupe por mi, ti conseguiré un vestido para esa noche — entra al baño para colocarse su uniforme, siente que su corazón late con rápidez — Tengo que ir a trabajar, después hablamos — se despide y se va de inmediato al ascensor.

Las puertas se abren y allí está Franco que por error y los nervios de lo que pasó oprimió mal el botón y el ascensor regreso al punto de partida, ella entra y se siente avergonzada, los rostros de los dos están rojos — Lo siento Isabel, no sabía que estaba pasando si no hubiese llamado a la puerta — Franco siente que su corazón late con rápidez e intenta controlar que su masculinidad no crezca bajo el pantalón.

Ella suspira y mueve la cabeza en negativo para que el no se preocupe — Solo fue un accidente— suspira intentando salir del ascensor pero Franco la toma de la mano y sin pensarlo dos veces le da un beso.

El beso es suave y tierno, sus lenguas juegan en la boca del otro mientras un hilo de saliva cae por sus barbillas, las puertas se abren y ellos se separan, de inmediato Isabel se va corriendo de allí, el corazón late a mas de mil por hora, ese beso fue tan pero tan sensual que llegó a sentir como sus pantaletas se mojaban.

Franco está en la misma situación, tiene que cerrar rápidamente la puerta del ascensor para que nadie vea como su masculinidad erecta resalta sobre sus pantalones, es la primera vez en toda su vida que pierde la cabeza en un instante, que una mujer que acaba de conocer le provoca mil emociones.

Francia cierra la puerta de la habitación, saca de su cartera una tarjeta y llama desde su celular al número que aparece allí, está algo nerviosa — Doctor Sebastián, ¿Puedo ir a su oficina?— pregunta mientras bebé un trago.

—¿Que pasa señorita Francia? Nuestra cita es hasta dentro de un mes — el hombre mira su agenda, sabe que Francia es una paciente de prestigio pero necesita saber porque de su urgencia.

— ¿Recuerda el tema del que hablamos? Bueno ya encontré a la candidata perfecta para que mi prometido embarace — suspira la mujer.

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