4. Te gusta lo rudo

Violeta era decidida y el simple hecho de que Dylan se lo pusiera difícil la encendía. Era el primer hombre que ansiaba tenerlo, y no pensaba dejar que se le escapara solo porque era su profesor. Así que en un ágil movimiento alcanzo el cuerpo de Dylan quedando prácticamente sobre sus brazos, el profesor intento separarse de ella pero sus delicados brazos se enroscaron de su cuello.

—¿Me tienes miedo, Dylan? —Susurra muy junto de su boca.

—¡No! lo único que quiero es que se mantenga alejada de mí.

—¿Por qué? ¿Acaso tienes temor que de que termines enamorándote de mí?

—No albergaría sentimiento por una niña mimada como tú—Contesta de manera fría.

—¿De verdad?

Sin previo aviso Violeta abalanza sus labios contra los de su profesor invadiendo su boca con la lengua, no es que fuese muy experta en la materia pero estando cerca de Dylan la llevaba a cometer actos que ni ella misma creía poder hacer. Lo besó con voracidad, comiendo la carne de sus labios con afán. Por suerte para ella, había sido correspondido aquel roce tan placentero.

Es que la muy condenada besaba como los mismos dioses, ¿Dónde carajos había aprendido a besar de esa manera? Tan buena era haciéndolo que le era imposible separarla, lo problemático de la situación era que si continuaba unido a esos carnosos labios la erección de sus pantalones sería tan grande que no conseguiría bajarla solo con un baño, iba a tener que requerir de algo más poderoso para aplacar sus deseos más primitivos.

Dylan no estaba dispuesto a dejarse someter por Violeta, reuniendo su fuerza de voluntad tomo la cintura de su alumna volviendo su cuerpo en un giro para terminar pegándola contra la pared, el impacto hizo que la muchacha abriera los ojos para mirarlo sorprendida. Dylan tomo sus muñecas y con una leve presión  la hizo girar con ambas manos detrás de su espalda.

—¿Qué haces? —Pregunta al sentir la presión en sus manos y el pesado cuerpo de Dylan aplastando el de ella.

—¿Te gusta jugar? —Susurra Dalton sobre su oído—Te crees muy ruda, pero solo eres una cría.

—¿Y qué piensas hacer al respecto? —Lo reta sonriéndole de medio lado.

No se lo podía creer, parecía  como si ella estuviera disfrutando que la tratara de ese modo. Por más que intentara entenderla no lo conseguía, estaba frita de la cabeza… entonces dada esa fracción de minuto de distracción que tuvo Violeta la utilizo para voltear las cartas a su favor. Rápidamente se liberó de las garras de Dylan para empujarlo con fuerza  hasta que cae sobre el sofá.

Sin perder esa oportunidad, Violeta lanza su cuerpo quedando a horcajadas sobre el regazo de Dylan. Y para esta joven Morgan fue agradable descubrir que había logrado obtener que su preciado y reservado profesor tuviera una erección. Eso le produjo satisfacción, después de todo no le era indiferente.

—He conseguido ponerte duro, ¿Qué tienes que decir al respecto? —Pregunta restregando su cuerpo contra el de Dylan de manera seductora—Porque no dejas de hacerte el duro conmigo.

Pero el profesor no tenía nada que decir, la verdad es que las palabras se habían esfumado de su cerebro para ese entonces. Su erección ya era más que enorme, estaba casi que desnudo con esa mujer que no paraba de frotar su cuerpo con lo que lograba derrumbar las pocas defensas que le quedaban contra sus intentos de manipulación. Si se podía ser más valiente que eso para aguantarse las ganas de no revolcarla en el suelo hasta hacerla gritar que se detuviera entonces, entonces necesitaba que le dieran clases urgentes porque sospechaba que no resistiría por mucho más tiempo.

Para el momento en el que Violeta acerco su lengua a la comisura de los labios de Dylan, la joven saboreo la boca de su profesor de manera tentativa. Se aseguraba de mantenerlo expectante a sus próximos movimientos, era divertido para ella jugar con él. Porque aunque negara que no estaba cómodo con sus actos ella muy en el fondo sabía que lo estaba disfrutando.

Eso era demasiado, el juego de Violeta era muy peligroso para su lívido quien ya no resistiría un juego más. Era un hombre adulto, no estaba para esos juegos. Guiado por sus instintos Dylan termino quedando encima  Violeta encarcelando su cuerpo con sus brazos.

—No juegues con fuego cuando sabes que te puedes quemar, niña—Rugue con voz gruesa.

—¡¿Qué?! —Pregunta la castaña atónita por su contesta.

Sin recibir una respuesta a cambio los labios de Violeta fueron tomados de manera salvaje por Dylan quien dejo todo el peso de su cuerpo sobre el de ella, las manos de Violeta quedaron reposando sobre su pecho y por un momento sintió como si ella intentase apartarlo. Pero era muy tarde para eso,  se había metido en la boca del lobo así que tendría que atenerse a las consecuencias.  

Las manos de Dylan descendieron hasta sus muslos los cuales apretó con fuerza, mientras que su boca se comía la de Violeta sin permitirle tomar una bocanada de aire o quizás quejarse. Prontamente sus expertas manos subieron hasta la pretina de sus pantalones buscando el botón de los jean el cual aflojo de inmediato hasta consiguió bajar la cremallera. Metió ambas manos por el borde de la pretina y de un solo jalón los bajó dejándola expuesta de cintura para abajo.

Dylan no supo descifrar con exactitud la expresión de Violeta, pero sea lo que fuese no le importaba. Si ella quería jugar rudo, le enseñaría que no debía jugarse con hombres mayores… que alguien de vez en cuando le diera una sopa de su propio chocolate a una Morgan no quería decir nada… abrió las piernas de Violeta de par en par.

—¿Qué… que haces? —Tartamudea.

Pero Dylan no le responde, solo inclina su cabeza hasta la feminidad de Violeta una que no mas al verla quedo prendado de ella. Por todos lados tenia escrito inocencia, era obvio que esa chica jamás había estado con un hombre ¡claro! Hasta ese momento… acerco su boca a los pliegues de su sexo y con sumo cuidado lamió el interior de la misma con delicadeza, ella se arqueo ante el roce aferrándose del sofá.

—¡Demonios! —Exclamo al experimentar aquella sensación tan nueva.

Dylan seguía lamiendo su sexo cada vez con más ambición, proporcionándole ese placer que ella tanto deseaba. Hasta que lo consigue, ya que justo unos minutos después Violeta comenzaba a estremecerse abriendo más las piernas para él, de sus labios solo se oía ese gemido tan erótico que encendería la sangre de cualquier hombre… su boca se estaba llenando de su esencia la cual se dispuso a absorber por completo, era tan dulce y empalagosa, difícilmente un hombre podría separarse al probar un néctar tan cándido.

Al separarse de los muslos de Violeta, Dylan se fijó en el rostro sonrojado de la joven. Se imaginó que ella no se esperaba nada como eso esa noche, era muy chica pero también era una mujer… se puso en pie ajustando la toalla de su cintura, al menos no la había perdido. Se fija que Violeta abría los ojos para observarlo, la ayuda a ponerse torpemente en pie y luego empieza a vestirse. Ella le dedica una sonrisa que ocasiona que Dylan frunza el ceño.

—Ya obtuviste lo que querías, ahora ya te puedes ir de mi casa. Y espero no volver a verte, y con respecto  a tu propuesta. Te diré una cosa, no me puedes chantajear, no pienso convertirme en tu juguete.

—¿Qué? —Pasmada por su respuesta, Violeta no paraba de parpadear.

—Te di lo que querías, ya no tendrás más de mí. Eso es todo, ahora vete ya conoces la salida.

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