Capítulo 3

Ana

— Estoy aquí para llevarlos a la manada del rey milenario. Por favor, formen grupos de veinte. Cada bruja se encargará de trasladarlos a través del portal— Al pasar el portal, llegamos a un hermoso castillo donde el beta Gael nos vuelve a agrupar y nos da una regla.

— Por respeto a la familia real milenaria, nadie puede utilizar su audición lobuna — todos comienzan a hablar en voz baja. Un carraspeo nos hace prestar atención de nuevo.

— Ni siquiera el príncipe tiene permitido usarla. Además, el alfa milenario, los guardias y yo los protegeremos— nos hace señas para que lo sigamos.

— Padre— tomo su mano.

— Adelante— nos señala el beta Gael. Al pasar las puertas, entramos a una sala hermosa. Las paredes son de color crema y los muebles son negros, azul oscuro y gris.

— Bienvenidos alfas y familias — nos saluda una mujer hermosa de ojos grises y piel blanca. Parece tener unos 26 años.

— Luna— el beta Gael hace una reverencia y todos lo seguimos.

— Nada de Luna, me llamo Sofía — nos sonríe, es una mujer muy agradable — Por favor, tomen asiento— nos acomodamos.

— Este lugar es her...—

empieza a decir Lían, pero es interrumpido.

— Injusto — se siente un aura poderosa.

— Dime qué es injusto que una manada se destruya por un trío de inmaduros— mi padre, Antuan, Oliver, Lían y yo nos miramos. Con la mirada les pregunté qué pasaba, pero ellos solo encogieron los hombros.

En ese momento, aparecen tres hombres desnudos.

¡Dioses, se escaparon los dioses!

Asly se pone inquieta. No sé por qué.

*Asly, ¿qué pasa?* pregunta mi loba, mientras la luna se acerca al hombre más guapo, un hombre musculoso con ojos verdes.

— Hijo...— dice la luna Sofía, poniendo sus manos en las mejillas de él. Él solo responde:

— lo sé, madre— le da un beso en la mejilla y se va por unas escaleras. Los otros chicos se van, no sé a dónde.

— No se preocupen— seguimos así durante una hora más. Las empleadas nos sirven algunos aperitivos. Un hombre de 27 años se acerca a la luna Sofía y la besa, un beso que demuestra amor y necesidad. Al separarse, él suspira y la mira a los ojos. Sus ojos son de color negro.

— ¿Estás bien?— interroga la luna. Él solo asiente con la cabeza y vuelve a besarla. Cuando se separan, el color de los ojos del hombre son de un intenso verde.

— Buenas tardes— su voz es gruesa y su mirada es intimidante e imponente.

¡No puede ser, él tiene doce mil años! Diosa luna, yo quiero uno igual para mí.

*Deja de hablar tonterías, Asly.* dice de mal humor, pero el alfa nos interrumpe.

— Soy el alfa real milenario, mi nombre es Erick. Ella es la luna real milenaria Sofía— todos hacemos una reverencia.

— Talía, Ángela y Mar les indicarán dónde dormirán. Las lobas sin mate dormirán en el harem — todos murmuran.

— Es una regla de este lugar. Solo a ese lugar entra la luna y ningún lobo tiene permitido ir allí. Por favor, sigan a las empleadas— todos se levantan y comienzan a seguir a las empleadas. A las lobas sin mate las llevan por un pasillo gigantesco en las paredes hay cuadros de lobos y algunos donde está el alfa, un niño y la luna sonriendo.

Llegamos a unas puertas de color café. Hay unas lobas a cada lado de la puerta. Ellas abren y el lugar es gigante. Hay varias camas separadas por cortinas blancas.

— Pueden dormir en la que sea de su gusto— nos dicen.

Cada una elige una cama y organizamos nuestras cosas. Después de terminar, Talía amablemente pregunta quién quiere tomar una ducha. Algunas de nosotras aceptamos y nos dirigimos a un amplio baño donde podríamos asearnos y satisfacer nuestras necesidades. Me duché durante media hora y luego me puse un elegante vestido negro que llegaba hasta mis rodillas, con un escote en forma de corazón. Al salir del baño, no encontré a ninguna loba ni a Talía.

— ¿Qué hacemos? Este lugar es enorme y no sé cómo llegar al comedor— le balbuceo a mi loba, sintiendo ganas de llorar.

* No te preocupes, utiliza tu olfato para buscar el aroma de Talía y así podremos guiarnos* responde mi loba mientras doy vueltas por la habitación.

* No podemos hacer eso, recuerda que el beta dijo que estaba prohibido* le digo golpeando la pared. Salgo y busco entre los pasillos, un poco distraída, cuando tropiezo y caigo encima de alguien.

— Mía— declara el hombre de ojos verdes con una hermosa sonrisa. Mi corazón se acelera, mi loba suprema quiere tomar el control. Cierro los ojos y suspiro profundamente, percibiendo un olor a chocolate y vainilla. Asly aúlla de felicidad.

— Tuya— me separo de él un poco, pero me toma de la cintura y me acerca más a su cuerpo.

— Mmm... ¿me puedes soltar?— le miro y veo que sus ojos verdes están oscuros, casi negros.

— Tenemos que levantarnos, estamos en medio de un pasillo— suelta lentamente mi cintura, como si no quisiera que me escape. Me levanto y él hace lo mismo, me ofrece su mano y me arrastra hacia un lugar más apartado. Llegamos a una habitación y me jala hacia la cama, acercándose a mí. Él toma mi cintura y yo muevo la cabeza hacia un lado, dándole acceso a mi cuello donde él huele y deja pequeños besos que envían una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.

— Mía— murmura mientras muerde un poco. Yo solo suspiro e intento alejarme, pero él me aprieta más. Diosa Luna, ayúdame a salir de esta situación.

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