Capítulo 2

Bryce estaba solo ahora tomando otro trago y preguntándose ¿qué diablos había pasado hacía un momento? No podía olvidar aquella imagen de su asistente con aquella blusa empapada y esos grandes pechos en un diminuto sujetador color negro, amenazando con salir de su encierro. Obviamente las chaqueta un poco grande que usaba a diario, habían estado escondiendo sus encantos.

Se removió incómodo y la imagen de ella gimiendo en su cama mientras la tomaba vino a su mente. Luego se reprendió por pervertido, esa chica no tenía más de veintidós años, y él era bastante  mayor que ella. Por no hablar de que ya tenía una hija, y él no deseaba nada con mujeres que eran madres. Demasiado compromiso, se decía siempre.

— ¿Puedo pasar?—escuchó la voz de Nicole.

—Si, por supuesto—la vio aparecer con una blusa nueva, de color azul oscuro esta vez. Se le veía muy bien, y hacia juego con sus ojos.

—Bueno parece que hemos solucionado el percance.

—Muchas gracias, por la blusa. No sé cuánto costó, pero se la pagaré.

—Déjate de tonterías, Nicole. Es un regalo, como todo lo que hay en esa habitación, para la persona que sea mi invitada por mí.

—Entonces le agradezco mucho por el regalo.

—De nada. Por favor siéntate, y acompáñame mientras terminamos de planear lo de la reunión. Todavía falta un rato para llegar.

Ella pensó que era el momento justo para hablarle de su propuesta, aunque ahora ya no estaba tan segura. Sin embargo debía hacerlo por su pequeña. —Quería hablarle de algo y creo que ahora podemos discutir el tema, si le parece.

— ¿Que sería?

— ¿Todavía está buscando usted una persona que lo ayude en la asa que tiene fuera de la ciudad?

—Sí, todavía. —le extrañó su pregunta— ¿Por qué?

—Bueno, es que quiero pedirle que me acepte a mí, para el trabajo.

Él se echó a reír ¿Es una broma?

—No, no lo es. Tenga por seguro que soy una persona muy responsable y aseada. Sé cocinar y mantendré todo organizado.

— ¿Es que te has vuelto loca?—la miraba incrédulo— No tengo dudas de que eres una persona aseada y organizada. Pero mi asistente y no necesitas trabajar de ama de llaves. Sin hablar de que ese sitio queda en la mitad del bosque y a pesar de que tiene todas las comodidades, sigue estando bastante alejado de la ciudad, e incluso del pueblo más cercano.

—Créame, lo necesito. Tengo…algunos problemas financieros en este momento y debo ahorrar todo el dinero que sea posible.

—No es mi problema que no sepas administrar tu dinero, Nicole—su gesto era de total indiferencia.

Ella sintió rabia por esa acusación cuando era la mujer más ahorrativa y organizada del mundo y él lo sabía. —No todos los que pasamos por problemas de dinero, somos personas irresponsables. Pero bueno tampoco somos millonarios ¿verdad? No tenemos todo con un chasquido de los dedos. —dijo sin tapujos.

—Cuidado, Nicole—sus ojos ahora la miraban fríos.

Ella se recordó a si misma que no podía salirse de sus casillas, necesitaba ese otro trabajo y debía convencer a su jefe de que era la persona indicada, no de lo contrario. —lo siento.

 Bryce la miró enfadado y volvió al tema del que hablaban antes—Yo necesito a alguien  adecuado para esto. No puedo estar pendiente de decirle a la persona lo que debe o no hacer porque estaré trabajando encerrado en mi estudio y no quiero perder mi musa.

Él siempre decía que era su musa la que lo inspiraba para hacer las campañas extraordinarias que se le ocurrían y por la que no solo era famosa la empresa sino que le pagaban miles y miles de dólares.

—Lo sé, pero en verdad puedo hacerlo. Además si mira el lado práctico de las cosas, al tener su asistente en su casa, no tendrá que estar llamándome, pues estaré a solo unos pasos para lo que pueda presentarse.

Él pareció pensarlo mejor— ¿Y estás segura de que podrás con ambas cosas?

—Por supuesto, no habrá problema alguno.

— ¿Pero con quien dejarás a tu hija?

—Chloe se queda conmigo—dijo muy seria— a donde yo voy, ella va. Su jefe todavía no sabía que Chloe era su sobrina, pues en todo lado Nicole se encargaba de decir que era su hija, porque así la sentía. Al final de cuentas la había adoptado y eso era lo que aparecía en el registro de la bebita. La gente no tenía por qué saber la historia de su vida, o lo que sucedió para que su bebé ahora estuviera con ella.

—Entonces eso será un problema—dijo Bryce impasible. Nicole se esperaba esa respuesta. No se lo imaginaba sintiendo empatía por una madre soltera.

—No lo será. Ella es una bebé muy tranquila, y no pone problemas para nada. Mientras ella duerme puedo hacer algunas cosas y las que no, las haré con ella en mi espalda. Solo es cuestión de ponerme un Fular, y listo. Para ella será como una aventura. Incluso en mi casa lo hago de esa forma y nunca hay problema.

Él la miró extrañado— ¿Qué diablos es un Fular?

Ella sonrió. Por supuesto que él no sabría lo que era. —Es un cargador de bebé, pero no tan aparatoso como los normales. Estos son de tela resistente y para mí, son más cómodos.

—Ummm, ya veo—comentó como si todavía no entendiera el concepto. —Pues si eso te permite hacer tus tareas de manera eficaz…

— ¿Qué tanto puede ser preparar las comidas y atender sus llamadas?

—No lo sé, eso sería algo que tendrías que averiguar.

— ¿Quiere decir que tengo el trabajo?—preguntó esperanzada.

—Te respondo mañana.

                                                          *****

Una semana después su jefe le confirmaba que lo acompañaría a su casa de campo y le daba una lista de sus deberes junto con las respectivas advertencias de no hacer jamás ruido, de no interrumpirlo y de estar siempre disponible, a cualquier hora para lo que necesitara. Nicole casi lo abraza de la emoción, era un muy buen pago el que recibiría y se esforzaría por hacerlo muy bien.

El viaje fue en auto y ella pudo ver la hermosa vegetación y los paisajes de los alrededores, mientras hubo carretera. Luego llegaron a una entrada alta y vigilada por cámaras y algunos hombres de seguridad. Al abrir la reja, les dieron la bienvenida y el auto siguió derecho por un camino que los adentró cada vez más en un enorme bosque, de árboles tan altos y frondosos que no dejaban mucho espacio a la luz, lo que al principio le causó aprehensión. Se veía oscuro de lo espeso que era, sin embargo, cuando llevaban varios kilómetros, todo se fue despejando y entonces comenzaron a subir una colina que pasados unos cinco minutos, dio paso a una enorme mansión con arcos y ventanas amplias. Con una fachada en ladrillo, que estaba en su mayor parte cubierto por enredaderas, tenía en la entrada un camino de piedras y su techo era abovedado. Vio a su hija que miraba todo como intentando reconocer el entorno, pero al salir del auto, la vista más hermosa la esperaba. Se podía ver las montañas a lo lejos y el cielo más azul y hermoso. Chloe le dio una hermosa sonrisa y supo que a su hija le gustaba tanto aquel lugar como a ella.

Se preguntó dónde estaría Bryce, pues ella había llegado en un auto aparte y él viajo primero, el día anterior. Sus maletas fueron llevadas a otro lugar y estaba algo confundida. El chofer le dio unas llaves y le dijo que ella se quedaría en la casa que estaba en la parte de atrás de la mansión. Cuando fue a verla, con Chloe, y tomó el pequeño camino de piedra que conducía hasta allí, quedo maravillada, al observar una cabaña de madera, tan bonita como la de los cuentos de hadas. Era preciosa y dentro de ese bosque se veía perfecta.

El interior de la cabaña era todavía mejor. No era enorme, pero tenía lo indispensable para ellas dos. Había tres dormitorios, uno con cuarto de baño y otro cuarto de baño adicional, para las otras dos habitaciones.  Una salita acogedora,  con un sofá, dos sillones en los mismos colores y una chimenea. Un comedor de madera de roble con la parte superior en vidrio, y sillas a juego en madera. En la esquina una cocina pequeña, pero con todos sus electrodomésticos de última generación. Hasta una máquina de expresos tenía, ella siempre había querido una de esas, y cada mañana probar un café de sabor distinto. Obviamente era un lujo que no podía darse en su casa, pero aquí, sí que lo haría, sonrió como si tuviera ocho años. Se asomó por la parte de atrás y encontró un cuarto más. Este era bastante grande, y La sorpresa fue mayúscula, al ver que tenía todo tipo de juegos; de mesa, billar, también máquinas y hasta un mini golfito.

Vio una nota en la mesa y la tomó. Al abrirla vio la letra de su jefe dándole la bienvenida y explicándole que una de las habitaciones tenía una cuna y otras cosas de bebé, de las que él no tenía la menor idea, pero que afortunadamente Rachel, su mejor amiga, sí. Le decía también que esperaba que se sintiera cómoda y que cuando terminara su estadía allí, se sintiera libre de llevarse todo, pues a él no le serviría para nada. Luego le indicó que se instalara, y después fuera a verlo a la mansión.

Nicole sintió que su corazón se derretía ante aquel gesto, sobre todo porque él no era una persona de niños, ni muy familiar, por eso significaba más para ella.

— ¿Qué te parece, mi amor? —le preguntó a su hija— ¿No es una casa hermosa?—la miró emocionada, mientras se dirigía a la habitación que habían acondicionado para la bebé. Y efectivamente habían puesto de todo, la cuna, una mesa de cambio de ropa y pañales, y otras cosas más que estaban en cajas todavía y que después con tiempo, vería de qué se trataban. Pero agradeció al cielo el buen corazón de su jefe y de Rachel. Aprovechó para hacerle un cambio de pañal a la pequeña, que estaba fascinada viéndolo todo. Luego fue a prepararle un biberón y comenzó a buscar en su bolso la leche. Después de eso, fue a buscar una olla donde calentar y mientras abría cajones, notó que había de todo. Entre esas cosas, varios tipos de leche para bebé, compotas y muchísima comida de todo tipo; dulces, paquetes, enlatados, y cosas frescas en la nevera.

¡Por Dios, esto es demasiado!, se dijo. Estaba avergonzada por las molestias, pero al mismo tiempo agradecida. Tomó el biberón y comenzó a dáselo a la bebé para que estuviera sino dormida, al menos calmada por un rato, y así poder ir a ver a Bryce. Luego, ambas partieron a ver al jefe.

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