Capítulo 5: Una propuesta

—Gracias por traerme.

Agarró la manija de la puerta para bajarse.

—¿Qué estás estudiando? —preguntó Dan deteniéndola. Casi ignoró y se bajó de todas formas. Necesitaba un tiempo a solas para asimilar lo que él le había dicho y el hecho de que no había posibilidad de que su padre recuperara su trabajo.

—Administración de empresas —dijo al fin—. Voy en mi tercer año, aunque debería estar en mi último año. Tuve que dejar los estudios por un tiempo cuando mi madre… —Se interrumpió al darse cuenta de que estaba diciendo más de lo que debería. Siempre prefería mantenerse reservada sobre sus asuntos. No quería, ni necesitaba la compasión de nadie—. Como sea, ya me tengo que ir. No tengo mucho tiempo.  

—¿Estarías interesada en trabajar para mí?

Lo miró como si le hubiera salido otra cabeza. No podía entender cómo funcionaba la cabeza de ese hombre.

—¿Hablas en serio?

—Siempre lo hago.

—¿Cuál es el truco?

—Ninguno. No tienes que responder ahora. —Dan se inclinó hacia ella y tomó la manija de la puerta.

Su cercanía la puso nerviosa. Después de todo no era indiferente a su atractivo.

Él la miró a los ojos y se olvidó de lo que habían estado hablando. Su aroma la envolvió y se humedeció los labios antes de saber lo que estaba haciendo. Dan miró sus labios y luego cerró el espacio que los separaba.

No era la primera vez que alguien la besaba, aunque el beso de un joven inexperto y ebrio en su primer año de universidad no se podía comparar en nada a ese. Dan parecía saber lo que estaba haciendo. Empezó suave como una caricia, pero pronto se volvió más demandante. No le sorprendió que las mujeres anduvieran detrás de él y si no tenía cuidado pronto sería como la mujer que había visto en su oficina, ante el recuerdo algo de sentido común apareció en su cabeza.

¡¿Qué diablos estaba haciendo?!

No estaba en sus planes ser el juguete de ningún hombre rico. Ya tenía demasiados problemas en su vida, no iba a sumar uno más a lista.  

En el momento en el que Dan colocó una de sus manos en su cintura, mordió su labio. Podría simplemente haberlo empujado, pero quería demostrar su punto.  

Él se hizo para atrás lanzando una maldición.

—Será mejor que mantengas tus manos para ti mismo si no quieres que también salgan lastimadas. —Fue un milagro que su voz saliera tan clara—. No cambie a un idiota desconocido por uno conocido. Si tu proposición incluye cosas como estas, no hay nada que pensar.  

—Eso estuvo fuera de lugar. —Eso no se parecía en nada a una disculpa, pero lo tomó. Dan no parecía ser de las personas que saben cómo disculparse—. No volverá a suceder. Llámame en cuanto tengas una respuesta.

No se molestó en volverse a despedir de él y bajó de su auto. Apenas lo hizo el carro arrancó y desapareció a toda velocidad.

—Idiota —murmuró antes de darse la vuelta para ir a la biblioteca.

Tenía muchos trabajos acumulados y poco tiempo para terminarlos. Debido a su economía le era difícil comprarse la mayoría de libros, así que se la pasaba en la biblioteca cada vez que tenía un momento libre.

Sentada y con un libro en manos, seguía sin poder concentrarse. Sus pensamientos regresaban una y otra vez a la propuesta de Dan, así como al beso que le había dado. Decidió olvidarse de lo último, aunque había sido bastante bueno… No, eso no importa, se regañó.

Lo que si lo hacía era la propuesta y si la iba a tomar.  Sopesó los pros y los contras. Necesitaba el trabajo y no había mucho que pensar; pero, incluso si comenzaba a trabajar para él, su principal problema no se solucionaría. Todavía necesitaba el dinero para el lunes; aunque, por otro lado, rechazarlo sería una completa idiotez. Todos querían un puesto en Industria Hotelera Harris.

No podía seguir así, no había avanzado con sus deberes aún.

No tenía tiempo para lamentarse por su situación, menos cuando una buena oportunidad estaba frente a ella. Asegurarse un mejor trabajo podía ayudarla a enfrentarse a lo que se venía.

Una vez tomada su decisión se apresuró en acabar con su trabajo. Estaba cansada cuando por fin terminó. Esa mañana se había tenido que levantar temprano para ir a su trabajo.

Afuera casi había oscurecido cuando abandonó la biblioteca. Sacó su celular y miró el número del cual había recibido un mensaje de Dan la noche anterior. Estaba por llamarlo cuando su celular comenzó a vibrar en su mano. Casi lo lanzó al suelo pensando que se trataba de él, luego se dio cuenta que eso ilógico.

El identificador le mostró el nombre de su papá y contestó de inmediato. Nunca se sabía cuándo podía tratarse de una emergencia.

—Hola, papá. ¿Pasa algo?

—No, cariño. Solo quería saber si seguías en la biblioteca.

—No, acabo de salir; pero tardaré un poco en volver. Debo ir a un lugar primero.

Pensó en preguntarle sobre la verdad de su despido, para confirmar que Dan no le había mentido; pero no le tomó mucho tiempo darse cuenta que tal vez él no se lo había dicho porque se sentía avergonzado. O quizás, solo quizás, había sido acusado erróneamente. Skylar sabía qué clase de persona era él y lo responsable que siempre había sido con su trabajo, era difícil creer que había cometido un error tan simple. 

Apreciaba lo que Dan había averiguado, pero no iba a creer fácilmente en la versión que le había dado. Confiaba en su padre.

—Está bien. Por cierto. Tengo buenas noticias —dijo él llamando su atención—. Conseguí un trabajo, no es un lugar tan bueno como el anterior y el sueldo apenas es la mitad de lo que ganaba antes, pero…

—Ya es algo. Eso es genial, papá.

Él soltó un suspiró.

—El banco me llamó ayer, pero no logré contestar. —Como el día anterior no había llegado a casa, no había hablado con su padre sobre eso—. Sé que estás ocupada, cariño; pero no sé si puedes pasarte por allí para saber que quieren. Pensaba ir yo mismo, pero tengo que presentarme a primera hora en el trabajo. Seguro que es para presionarnos con el pago, tengo que encontrar la manera de pagar los montos atrasados.  

Debió aprovechar ese momento para decirle que ella si lo sabía, es solo que no quería arruinar el estado de humor de su padre.

Quizás el día siguiente.

 —Tranquilo, yo me encargo.

—Gracias, cariño. No sé qué haría sin ti.

—Somos un equipo.  

Se despidió de su padre y terminó con la llamada.

Ahora más que nunca estaba segura de que había tomado la decisión correcta. Dan podía ser un idiota y mujeriego, pero ella necesitaba el dinero y podría aprovechar el trabajo para hacer sus propias averiguaciones. Era un ganar-ganar.

Marcó el número de Dan y quedaron en verse en su departamento. Skylar no estaba muy cómoda con la idea, pero aceptó de todas formas.

—Adelante —le dijo él cuando llegó a su piso.

Observó el lugar, incluso su casa era más pequeña que aquel lugar. Pero parecía tan impersonal. No había nada allí que le diera vida al lugar.

—Bonito lugar —dijo por cortesía.

—Cuando mientes, la verdad escapa a través de tus expresiones. —No lo contradijo, no tenía sentido—. Mi despacho está por aquí —indicó él antes de guiarla hacia allí.

Aprovechó el momento para observarlo, estaba usando una ropa más casual y, aunque eso debería hacerlo lucir menos intimidante, no funcionaba. Quedaba claro que el aura de poder emanaba de él y no de lo que usaba.

—¿Deseas algo de beber? —preguntó él sentándose detrás de su escritorio e invitándola con la mano a sentarse del otro lado.

—No, gracias. Estoy bien.

—Entonces vamos directo a lo que viniste. —Dan le explicó todo lo que debía de hacer como su empleada. Skylar no dejó que ningún detalle se le escapara—. Tu horario no interferirá con tus horas de clases, pero habrá noches que tendremos que quedarnos hasta tarde. No soy un jefe paciente, así que espero que hagas todo bien y no tener que repetirte las cosas una y otra vez.

Él hablaba como si ya fuera un hecho de que iba a trabajar para él, ni siquiera había preguntado otra vez.

—Aún no acepté trabajar para usted —dijo tratando de que él no tuviera todo el control. Aunque era un hecho que después de escuchar más sobre el trabajo, no había manera de que no aceptara.

—Ambos sabemos que lo hiciste en cuanto me llamaste —respondió el con total seguridad.  

Su maldito ego llegaba a ser insoportable. Aunque también era bueno que tuviera algún defecto.

Él sonrió de lado como si hubiera sabido lo que pasaba por su mente.

Idiota. Lo insultó en su mente mientras esbozaba una sonrisa. ¿A ver si podía leer eso?

Se recordó que era su jefe y que debía estar agradecida con él por la oportunidad. Y lo estaba. Eso no le impedía insultarlo de vez en cuando para evitar pensar en lo atractivo que era.

—Gracias por la oportunidad y daré mi mejor esfuerzo.

—Seguro que sí, nunca acepto nada menos. Ahora que eso está arreglado, quería comentarte que la dueña del club me llamó hace un rato, quería saber porque me lleve a su empleada.

Se mordió la mejilla interior. Tal vez había sido mala de ignorar las llamadas de Laurie.

—Yo no trabajo para ella.

—Eso no es lo que ella parecía pensar. ¿Qué hacías allí, Skylar? Y esta vez no tienes más opción que responder. Quiero estar seguro que no me estoy metiendo en ningún problema al contratarte.

—No tiene nada de qué preocuparse.

—Juzgaré eso por mí mismo.

Se debatió entre mandarlo al demonio y perder el trabajo que apenas había conseguido o decirle la verdad. La elección no fue difícil.

Cuadró los hombros y lo miró directo a los ojos. Le diría lo que quería saber, después de todo no estaba avergonzada por tratar de hacer lo necesario para ayudar a su familia.

—Necesito dinero, así que acepté participar en la subasta. —Estaba segura de que Dan sabía de qué subasta hablaba, después de todo él conocía el club.

Si él se sorprendió por la revelación que acababa de hacer, no lo demostró.

—¿Para qué necesitas el dinero?

—Eso no es asun… —Él alzó una ceja—. Mi familia tiene una deuda con el banco y estamos atrasados, perderemos la casa si no la pagamos.

Dan abrió la gaveta y sacó una chequera.

—¿Cuánto? —preguntó con el lapicero en mano.

—¿Qué?

—¿De cuánto estamos hablando?

—No hay manera de que reciba dinero de usted. No sé lo que espera a cambio; pero solo para dejar las cosas claras, no me acostaré con usted.

Él la miró como si lo aburriera.

—No soy de los hombres que le gusta explicarse, pero lo haré por esta vez. No necesito pagarle a ninguna mujer para que se acueste conmigo, ellas vienen libremente. —Skylar casi podía ver la arrogancia emanando por sus poros—. Y no le estoy regalando este dinero, lo pagará con su trabajo. Considérelo un préstamo. Pese a lo que dicen las personas, no soy un completo insensible. ¿Está todo claro ahora?

Guardó silencio por un segundo antes de asentir.

—Entonces ¿cuánto?

Skylar le dijo el monto y él comenzó a escribir como si no fuera nada.

—Aquí tiene. Acérquese el lunes a primera hora a recursos humanos, ellos le esperaran con su contrato y luego venga a verme para comenzar.

—Está bien.

—Y señorita, Skylar. Mantenga su celular siempre encendido.

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