Capítulo 2

Mi corazón se detuvo. El apretón en mi mano aumentó y miré a mi hermana que tenía los ojos brillosos pidiendo ayuda. ¿Pero qué podía hacer?

Todos aplaudieron emocionados la elección del futuro novio, excepto nosotras. Mi padre sonrió calculadoramente pensando en todos los beneficios que iba a sacar de este matrimonio, mi madre fingía estar contenta, pero sus ojos reflejaban aburrimiento y los Tonelli, ellos estaban felices a excepción de Lucciano.

El capo dejó su copa y se acercó a Gianella estirando sus manos. Mi hermana las tomó y aceptó el abrazo que le dio.

-Bienvenida a la familia –dijo Tonelli.

Nella asintió e intentó sonreír pero no contestó. Eso provocó enojo en mi padre que la fulminó con la mirada. Carraspeé llamando la atención de ella y disimuladamente moví la cabeza hacia nuestro padre.

Captando la indirecta mi hermana habló.

-Gra…gracias señor Tonelli.

-Tímida ¿eh? descuida. Te acostumbrarás a la familia –respondió Tonelli.

Mi madre se limpiaba una falsa lágrima y padre solo apretaba los labios no satisfecho con la respuesta de mi hermana. Lucciano se acercó a Gianella y tomó su mano.

Sacó una cajita de su bolsillo y mostró el anillo de compromiso a mi hermana. Los labios de Nella temblaron, aún así sonrió dejando que Lucciano le pusiera el anillo.

Todo era un desastre, nada había salido como esperaba y encima, ahora debía idear un plan para que mi hermana saliera de esto. Aprovechando que todos miraban a la “feliz pareja” bebí de un trago lo que quedaba en mi copa para bajar la amargura que se había instalado en mi garganta.

Los demás aplaudieron y Lucciano besó la mano de su prometida antes de alejarse a su asiento.

Una campana sonó anunciando la cena y nos levantamos para ir al comedor. Gianella estaba temblorosa por lo que apoyé mi mano en su espalda.

-Recomponte –susurré en su oído. –Padre te observa y no está contento.

-¿Qué voy a hacer? –preguntó bajito.

-Yo lo resolveré, no dejaré que te cases con él. Algo se me ocurrirá.

Ella asintió y sonrió. Si algo sabía con certeza mi hermana, es que siempre cumplía mis promesas. Aunque tuviera que matar a Lucciano, no me importaba y jamás podía dejar que Nella se casara con ese hombre.

La cena transcurrió sin mucho drama. Solo los viejos y el hermano de Lucciano hablaron sin parar. Gianella apenas probó bocado, moviendo de un lado a otro la comida. Intenté animarla pero se veía desgraciada. Con los hombros hundidos y la mirada baja.

Por otro lado Lucciano comenzó a ponerme nerviosa, no dejaba de mirarme y entrecerrar los ojos. Intenté evitarlo pero su vista sobre mí me erizaba y cada pocos minutos lo observaba de reojo para ver si dejaba su intensa revisión. La última vez que lo miré tenía la mano en la barbilla y pasaba su pulgar por su labio inferior. Ni siquiera quería imagina que podría estar pasando por su cabeza.

Cuando terminó de servirse el postre, Lucciano se levantó sorprendiendo a todos.

-Padre, debemos retirarnos –dijo.

Su padre lo miro sin entender y Lucciano movió la cabeza hacia la puerta. Tonelli carraspeó y se levantó de la mesa, seguido por su esposa e hijos.

-Excelente noche Paolo, tus hijas son unas bellezas y estoy muy contento con que una forme parte de mi familia –expresó Tonelli y extendió su mano.

Mi padre se levantó y aceptó la mano de capo.

-Fue un placer cerrar negocios capo –respondió padre.

Apreté mis labios indignada. Nos trataban como objetos y no se molestaban en ocultarlo. Alejé el plato frente a mi molesta, hizo ruido y levanté la vista asustada por si habían escuchado, pero todos se estaban retirando de la mesa sin prestarme atención. Suspiré y me recosté sobre la silla. Soplé hacia arriba quitando un mechón de pelo que me estorbaba y giré mis ojos.

Una noche horrible y encima Gianella seguía sentada junto a mí, apática, mirando el plato frente a ella. Apoyé mi cabeza sobre su hombro y al hacerlo noté la figura en la esquina del comedor, junto a la entrada de la sala. Lucciano estaba recostado sobre la pared y me mirada.

Levanté una ceja interrogante esperando alguna pregunta o palabra. Él sonrió de lado y se dio la vuelta marchándose.

-Que loco –murmuré.

La puerta se cerró y escuché los pasos de mi padre volver. Eran inconfundibles y sabía que estaba enojado. Moví a mi hermana para que reaccionara.

-Prepárate –dije algo asustada por ella.

Padre volvió al comedor y se acercó a mi hermana levantándola del brazo. La llevó a la sala y los seguí con miedo.

-¡¿Qué demonios les dije ayer?! –preguntó enojado.

-Que debíamos comportarnos –contestó bajito mi hermana.

Me acerqué a padre.

-Todo salió muy bien padre, Lucciano eligió a una de nosotras –dije con miedo.

-¡POR SU FÍSICO OBVIAMENTE, NO GRACIAS AL COMPORTAMIENTO DE TU HERMANA! –gritó.

Levantó la mano y abofeteó a Gianella haciéndola caer sentada en el sillón.

-¡Papá no! –grité. Corrí hacia mi hermana pero él tomó mi brazo y me alejó.

-Jamás imaginé que tú, Gianella, faltaras a mi autoridad. De hecho creía que tú –me señaló. –sería la que causara problemas y sin embargo fue lo contrario.

Tomó el rostro de Gianella y lo apretó.

-Espero que de ahora en adelante te comportes cariñosa con Lucciano porque sino estarás en problemas jovencita. No quieres enojarme Gianella, arruina esta boda y pagarás muy caro.

Dicho esto soltó a mi hermana y se fue furioso a su oficina.

Me acerqué a mi hermana y la abracé mientras sollozaba desconsolada. Mamá nos observaba desde la cocina y no pude evitar molestarme. Desde nuestra adolescencia se ha mantenido al margen. Entiendo por qué, de pequeñas siempre nos defendía y se llevaba la peor parte, pero una vez que cumplimos los trece años decidió dejarnos solas. Sabía que era por miedo a lo que padre podría hacerle, la última paliza que obtuvo la dejó en el hospital con una brecha en la cabeza y moretones por todo el cuerpo. A partir de ese día la responsabilidad de evitar golpizas caía en nosotras. Aún así, sabiendo sus motivos para no intervenir, me era difícil evitar enojarme. Era mi madre, debía protegernos de todo y estar cuando la necesitemos.

-¿Qué voy a hacer? –preguntó Nella entre sollozos.

-Shh aquí no, vamos arriba.

La ayudé a levantarse y subimos al segundo piso. Entramos en mi dormitorio y  mientras me quitaba las sandalias y el maldito vestido, mi hermana se tiraba sobre la cama a llorar.

Me estaba cansado un poco su llanto, debía ser un poco más fuerte. Si así esperaba salir de este problema le iría muy mal. Cerré la puerta con llave y me volví hacia ella.

-¿Quieres dejar de llorar? –pregunté molesta.

Ella levantó la cabeza y negó.

-¿Qué voy a hacer Gianna? Lucianno va a matarme, padre va a matarme y…

-Tranquilízate y déjame pensar. Nada resolvemos contigo moqueando sobre mi acolchado.

Mientras ideaba algún plan tomé del vestidor un pijama y me vestí nuevamente. De camino a la cama vi la foto que tenía frente al vestidor. Mi hermana y yo fuimos a la playa en una de las pocas vacaciones que padre había tomado. Todos se reían ya que no podían reconocernos porque teníamos el mismo bikini. Fue una idea tonta que se nos ocurrió y bromeamos todo el día haciéndonos pasar una por la otra.

Abrí mis ojos cuando caí en la idea.

-¿Cómo no se me ocurrió antes? –exclamé.

Gianella se incorporó y me miró limpiándose las lágrimas.

-¿Qué?

Señalé la fotografía y moví las manos obviando la idea, pero mi hermana no captaba nada.

-Juego de gemelas…-dije a ver si ahora entendía.

Ella abrió sus ojos y negó rotundamente.

-Es una locura ¿Y si Lucianno se da cuenta?

-No lo hará, ese día ni siquiera nuestros padres pudieron saber quién era quién. Funcionará.

-No sé Gianna, podrías ponerte en peligro con los Tonelli.

Me senté en la cama.

-Nadie notará la diferencia, estoy segura. Descuida.

Pensé que iba a poner algo de resistencia, pero asintió enseguida y me abrazó.

-Gracias hermana.

-Por ti, lo que sea Nella. Eres mi otra mitad –dije emocionada.

Besé su cabeza y ambas nos recostamos en la cama.

-¿Duermes aquí? –pregunté.

-Sí.

-Tenemos dos semanas para planear hasta el último detalle. Tendrás que dormir aquí y yo me iré a tu dormitorio. Debes hablar con Matteo cuanto antes. Después de mi boda desaparezcan. –le exigí.

-Lo haremos, no te preocupes.

Suspiré pensando en el plan. Esperaba que todo saliera bien, de lo contrario estaríamos las dos muertas. La mafia no perdona traiciones como la que íbamos a cometer y aún menos embarazos fuera del matrimonio. Te convertías en una paria social, si no morías “accidentalmente” antes, claro.

-¿Qué piensas de Lucciano? –pregunté.

-Realmente no le presté atención pero parecía intenso –contestó ella.

-Creo que estaba enojado, me asustó un poco. No paraba de mirarme con gesto de furia o fastidio, no pude interpretarlo del todo. La verdad es difícil de leer.

-¿Te preocupa que sea como padre? –preguntó Gianella.

-Estoy resignada a que todos son así, nos han golpeado desde que tenemos memoria hermana. No será diferente con Tonelli. Aunque presiento que está en la misma posición que nosotras.

Nella frunció el ceño.

-¿A qué te refieres?

-Creo que también fue obligado a casarse. Se notaba que su interés era mínimo y solo quería largarse de la cena cuanto antes.

-Es posible, tiene casi treinta años y un padre por retirarse. Tonelli debe haberlo presionado. Un capo debe estar casado y producir herederos –explicó Nella.

-Tonelli quiere asegurar su apellido antes de retirarse –dije.

-Exacto.

-Entonces querrá un nieto cuanto antes –susurré asustada.

Estaba ideando un plan suplantar a mi hermana en la boda, pero olvidé la parte fundamental de un matrimonio. El sexo. Nunca lo había hecho y me asustaba que Lucciano fuera el encargado de mi primera vez. No lo conocía y lo poco que he visto de él solo me provoca miedo. Un poco.

-Es posible si lo que pensamos es cierto.

Mi hermana tomó mi mano y la apretó animándome.

-Tal vez tienes suerte y es un buen marido. Podrías llegar a quererlo.

Solté una carcajada muy sarcástica.

-Lo dudo hermana, realmente.

-La esperanza es lo último que se pierde Gianna, te has sacrificado por mí. Estoy segura de que tu valor será recompensado.

La miré muy seria.

-¿Desde cuándo dices frases como esas? El embarazo te está afectando el cerebro.

No aguantamos la risa y terminamos carcajeándonos en la cama. 

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo