PARTE 05

NATALIA

—Estás loca, es lunes y no tengo ganas de tomar un trago—Lo único que quiero es llegar a mi departamento y descansar, los pies me están matando.

—Que aburrida eres Natalia, no iremos a una discoteca si no a cenar y beber unos mojitos que daño te haría un trago a base de hierbas. —Pone puchero como sabiendo que solo eso funciona, no puedo creer que use la técnica de una niña como Madison.

—Mañana tengo que trabajar y muchas cosas que hacer además que tengo cita con el abogado que me puso el señor Del Solar. —Trato de protestar, pero sé que es en vano.

—Te juro que será dos horas a lo mucho

— ¿Dónde sería?

Ahora estoy en un restaurante de lujo, juro que me siento fuera de lugar gracias a Dios por lo menos me puse un vestido decente

—Parezco tonta, pero no lo soy, Julia Azucena Garza Cervantes ¿Qué hacemos realmente acá? Entre tanta gente rica y a kilómetros se nota que un vestido de esos pagó la renta del mes y me sobra. —Mirando hacia todos lados, debe ser muy caro comer aquí.

—Está bien no te mentiré, estoy saliendo con un hombre que parece un sueño por lo guapo que esta, que parece demasiado bueno para ser verdad, así que pienso que tiene esposa o se enreda con su secretaria por eso estoy acá descubrí que hoy tiene una y si me está engañando quiero pescar en el acto y —La interrumpo, La julia que yo conozco no es así.

—Que paranoica eres Julia llegar a este extremo. —Le reprocho.

— ¿Es en serio, Natalia? Tú me lo dices a mi

Ella tiene razón, como la puedo juzgar cuando yo estoy metida hasta el cuello en tu tema parecido.

—Tienes razón amiga no diré nada más al respecto.

Ella está delante de mí mirando el menú, cuando veo que presiona los puños pensé que atravesaría el pobre menú

—Ahí está con una plástica en mini falda.

Quería reírme un poco, ya que ella tenía puesta también una minifalda cuando volteo ligeramente tapando mi rostro con el menú puede ver que es la tipa esa de la mañana, la que me quiso sacar del concurso.

Veo que mi querida amiga se va a levantar a hacerle el escándalo de su vida. De golpe se sienta.

— ¡Carajo! Casi hago el escándalo de mi vida—Está con las mejillas rojas.

— ¿Ahora qué? —No entiendo.

—Es que iba a arrastrar a la tipa por todo el lugar por tocar lo que es mío, pero veo que viene con, Natalia no voltees.

Los seres humanos tenemos esa costumbre tan peculiar de no hacer algo y vas y lo haces. ¿Alexander? ¡Dios mi corazón se va a salir de mi pecho! Quedo literalmente con la boca abierta, es él es mi Alex

ALEXANDER

Acabo de ver una preciosura de espaldas, tiene silueta de muñeca, es raro me sentí cuando pase por su lado, no llegue a ver su rostro porque se lo oculto, pero con lo que vi puede embelesar a cualquier hombre.

—¿Qué tanto miras Alexander? —¿Eso sonó a reclamo?

Estoy subiendo a mi avión, el sol cae sobre mis ojos e incómoda, voy subiendo los escalones me sorprende que no haya nadie esperando por mí, ni siquiera oigo al motor estar encendido, todo es tan extraño, sumándole que, al subir, veo que todo está a oscuras, me estoy desesperando por la situación tan poco usual que estoy presentando, la puerta se cierra de golpe.

—¿Dónde está el capitán? ¿Qué estupidez es esta? — Nadie responde, me quito el saco y saco la corbata, estoy siendo paranoico, cuando unas manos acarician mi espalda, es como si ellas hicieron que mis pies se clavaron al piso del lugar, como si mi voz hubiera desaparecido, solo escucho un murmullo y orden a la vez, mi corazón late con fuerza, no entiendo por qué me estoy sintiendo y portando de esta forma, no es normal, mucho menos como mi piel se escarapela, cuando siento sus dedos meterse por debajo de mi camisa, de un momento a otro ya no la tengo puesto, no es lógico, pero tengo ganas de darme la vuelta y ver su rostro y a la vez no quiero hacerlo.

—No digas nada Alexander, deja que te lleve al cielo—Su voz tan sensual como tentadora, ese tono que me envuelve como droga, sus manos van bajando hasta sentirla cerca al borde de mis caderas, se sienten frías siento que gruño, aunque no estoy seguro. De pronto sus manos han tomado como presa mi miembro, una erección ha aparecido de manera automática, cierro los ojos disfrutando su toque, es como si nunca hubieran hecho algo como esto y ella me estuviera dando aquello que siempre quise tener, sus mansos van y vienen, alrededor del tronco, que está duro y con una erección hasta dolorosa. No puedo evitar apoyarme en las paredes de la avioneta, soy un hombre de metro ochenta que está siendo dominado por una desconocida, siento sus pechos pegarse a mi desnuda espalda, siento su boca besar, no soy un hombre de eyaculación rápida, pero esta mujer sea quien sea hace que todo lo que conocía o pensaba conocer se esfume, no puedo más, no resisto más, gruño esta vez me puedo oír haciéndolo hasta que mi semilla se esparce en sus dedos, mi respiración es algo compleja, pero a los segundos se va normalizando por decirlo de alguna manera, voy recobrando la coherencia y lucidez.

—¿Quién eres? — Ahora puedo girarme, pero ella está de espalda vuelvo a repetir la pregunta, pero al abrir la puerta la luz entra de golpe y afecta un poco mi visión

—Soy algo así como un ángel para ti Alexander

Un fuerte ruido me despierta, estoy sudando y con una erección bajo mis pantalones de dormir, esas palabras vienen a mi mente “Ángel” y su espalda es lo que también recuerdo, la puedo reconocer como la espalda de aquella chica del restaurante cuyo rostro no logre a ver en aquella cena me dejo intrigado por un instante me imaginé teniendo sexo con una desconocida, que pareció que salió huyendo, la vi  alejarse de como alma que lleva el diablo hacia el baño de damas sin siquiera dejarse ver, estuve tentado a seguirla, pero al tratarse de una reunión de negocios me vi imposibilitado, es extraño que una desconocida cause el efecto que ninguna otra o eso quiero creer.

Tengo que reaccionar estoy loco, no puedo andar soñando con una desconocida, pero se siente tan bien y decido darme una ducha fría, no es normal como me estoy sintiendo solo por un sueño, necesito follar a   mi asiste y sacar tantas tonterías de mi cabeza. Alexander Graham no tiene sueños húmedos con desconocidas, porque puede tener a la mujer que quiera hasta la del restaurante si me da la gana.

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