Cae porque Cae

Erika Camel

Salí de New York en medio de una terrible nevada. El frío me calaba hasta los huesos y me hacía sentir melancólica y abstraída. La nieve siempre me transportaba a aquel invierno en que mi madre murió, después de haber luchado por años contra una penosa enfermedad. Aunque era bien pequeña,aún me llegan varios recuerdos con la suficiente nitidez como para saltarme las lágrimas.

Intenté fervientemente de apartar esos pensamientos tristes de mi cabeza, como cada vez que me abordaban los recuerdos desafortunados de esa época.

Me sentía emocionalmente agotada, después de cada discusión con Mark. Ya esa relación no me  hacía feliz, en el pasado al menos actuábamos como un equipo, pero para como estaban las cosas, cada segundo parecíamos enemigos en vez de una “feliz pareja”. Yo era parte de su imagen pública, y de esa forma él insistía en tratarme.

Ahora,  por costumbre estaba llevando una vida de m****a, donde pocas cosas me daban alegría. Esas pocas cosas se podían resumir en mi padre, Julie, y mi trabajo. Lo demás me lo untaba como mantequilla, para que me resbalara y pasara de largo.

Sobre todo a Mark y su forma insana de intentar manipularme. ¿Qué tipo de hombre era él que no dejaba de subestimar mi carrera, o de menospreciar mi comportamiento?. Lo mejor era haber terminado esa relación de una buena vez o terminaría envenenándome el alma, o envenenándolo a él, en el peor de los casos si tenía que seguir aguantando.

El vuelo al fin despegó, y a pesar del terrible clima fue bastante tranquilo. Luego de ocho horas en   las cuales dormí bastante, aterricé en Francfort, obligándome a dejar atrás mi deplorable estado de ánimo.

Tan pronto llegue a Alemania un automóvil de alquiler de lujo con chofer me esperaba. Esos eran los detalles que hacía a Julie la Ninfa suprema de las Asistentes ejecutivas. Ella pensaba en todo absolutamente, cubría cada detalle como si de una estratega en un campo de batalla se tratara.

Solo encontré comodidad y confort a mi llegada a esa ciudad. ¡Santo Padre! Amaba a esa mujer, también había reservado una suite presidencial en un hotel en el centro, con Champagne y chocolates como bienvenida para relajarme después de un largo viaje. Solo le falto el chico para cumplir mis fantasías más mundanas y básicas.

Tan pronto el botones dejo mi equipaje en el interior de la habitación, le obsequié  una generosa propina antes de marcharse y me dejé caer en la cama lista para comunicarle a mi familia que estaba en el paraíso por unos días.

Pensaba relajarme del estrés que significaba en mi vida los constantes enfrentamientos de mi novio y de Julie. Estaba harta de peleas y de la actitud de Mark. Si seguíamos así llegaría el momento en que lo odiaría, aunque sospechaba que ya ese momento había llegado.

Tenía que concentrarme en la convección, de eso dependían unos tratos bastante jugosos para mi empresa. Julie había sido bien precisa investigando quiénes serían los invitados, nadie excepto una empresa con sede inscrita en este país, pero sólo la sucursal de New York significaba una amenaza seria para mi equipo.

«Derek Meyer» ese nombre apareció otra vez en mis narices cuando revisé a fondo la investigación de Julie. De él solo sabía dos cosas, la primera: que me producía un dolor de cabeza cada vez que alguien mencionaba su nombre, y dicha molestia podría llegar a convertirse en una fuerte migraña si lo llamaban por su sobrenombre “el camaleón de los negocios”, eso me enervaba; y la segunda: que estaba comprometido con Rocci Drake. ¡Santo Padre! ¿Quién en su sano juicio de comprometería con esa arpia? Solo había una explicación, el tal Meyer era aleman, tenía  que ser algo como “fascista” para aceptar unir su vida con esa mujer insufrible, estirada y llena de estereotipos.

{***}

Luego de dos días de oír presentaciones de toda indole, desde las más interesantes hasta las más aburridas por fin llegó mi turno de presentar dos mega proyectos en los que venía trabajando mi compañía.

Según lo que he escuchado de cada conferencista, no hay nada en el mercado que superé lo que está desarrollando mi equipo. Desde sistemas de seguridad, hasta software y hardware, soy ahora mismo el mejor proveedor, la mejor opción.

Cuando salga de aquí, incluso antes,  estoy segura  que tendré asegurada una cuota de mercado muy superior en toda Europa y Asia.

Mi presentación un éxito rotundo, tal y como preví. Casi todo el auditorio se puso de pie para aplaudir, ni que hubiera pronunciado un discurso político prometiendo lluvias de café y donas. Bajé con cuidado de no pisarme el vestido de gala, y me senté en mi sitio en la primera fila. Luego de unos minutos de receso, por fin llegó el turno de mi rival en los negocios.

Por fin le vería la cara al hombre que constantemente me hacía maldecir su nombre, y lo más divertido de todo esto, es que estaba absolutamente segura de que ese hombre me odiaba más a mi, que lo que yo lo podía odiar a él. A fin de cuentas a mi casi siempre las cosas me salían mucho mejor, aunque tuviera que controlar la injerencia negativa  de ese hombre en todos  mis negocios.

Un presentador pronunció su nombre, y entonces fue que lo vi. Su traje de diseñador y sus zapatos lustrados fue lo primero que note. Comencé a detallarlo como si de una obra maestra se tratara. Ese hombre debía calzar un 44 o un 45. En algún lado leí que el tamaño del pie era proporcional con...

«Enfócate Erika» me regañe por la prisa con la que mis pensamientos se habían vuelto húmedos y calientes.

Lo próximo en observar fueron sus piernas formadas con los cuadriceps marcados que se notaban perfectamente a pesar de la tela del pantalón. La cadera estrecha, un abdomen plano que prometía estar completamente definifido. Los brazos estaban a punto de reventar el saco.

¡Santo Dios! Lo que me dio la estocada final fue su rostro y me remató escuchar su voz.

¿Donde había estado ese hombre toda mi vida? La boca me empezó a salivar con cada gesto que hacía. Sus labios masculinos parecía acariciar cada palabra cuando pronunciaba con soltura su muy coherente conferencia. Los ojos claros se posaron en mi y no pude hacer más que sonreír idiotizada.

Había oído hablar de enamorarse a primera vista, pero nunca de desear de esta manera tan animal, ahora sé que es posible calentarse a niveles comparados con  la superficie solar, solo con que esa vista se pose en mi.

Su aura ejerce fuerza gravitacional, todo él emana  carisma y un magnetismo sobre mi impresionante debo decir. Era evidente que ese hombre siente pasión por lo que hace, y eso le llega a cada uno de los presentes.

Varias de las mujeres del auditorio se han ruborizado, estoy segura que como yo, todas tienen pensamientos obscenos con ese semental alemán como protagonista.

A la vista femenina, su presentación fue absolutamente perfecta y mucho mejor que la mía . No puedo evitar mirarlo incluso cuando ha dejado el estrado. Lo observó como un búho volteándome a ver hacia donde se dirige, lo sigo con la vista, camina hasta la tercera fila y toma asiento acompañado con otro joven bastante guapo, pero que no lo eclipsa. Aunque no creo que exista el hombre que pueda opacar el Sex Appel de mi nueva fantasía sexual.

Tan pronto terminó el tiempo de los cócteles, Julie llamó insistentemente. Camine por todo el local tratando de bajar un lugar tranquilo con el cual conversar con mi asistente y mejor amiga de toda la vida.

—¿Cómo  ha ido todo?— pregunto en tono preocupado. —¿Le pateaste el trasero al tal Derek?

—Más que patearselo, lo que me gustaría hacer es mordérselo. ¿Cómo no se te ocurrió decirme que mi enemigo de negocios era tan jodidamente candente?

—¡Ahhh! Si, olvidé contarte. La verdad es que si,  hoy precisamente vi unas fotos de la cancelación de su boda con Rocci  Drake, y el hombre está como quiere.

—¿Canceló la boda? Eso si es una noticia esperanzadora— comenté y quede en silencio por varios segundos.

—¿Que está pasando por tu cabeza Erika?

—No, nada—musité haciendo una mueca divertida con la boca como si Julie pudiera verme.

—Te conozco Érika Camel, lo que sea que estás pensándolo déjalo, porque no puede ser bueno. Ese hombre debe encender una vela a los santos todos los días para que desaparezcas del mapa. Debe tener una foto tuya tras la puerta de su oficina.

—Eso es bueno, ¿o no?— inquirí con ironía.

—No si la foto es el blanco para sus dardos— explicó con tono de voz preocupado—. No estoy bromeando Erika, ese hombre te humillara tan pronto te acerques a él.

—Eso si llega a saber que soy Erika.

—Por favor no te arriesgues a ser despreciada—hizo una pausa— lo único que me tranquiliza es que él tendría que acercarse a ti primero.

—¿Eso crees Julie? ¿Tu? Me extraña?

—No vayas  a ir tras él, por lo que más quieras.

—No iré tras el, al menos no está noche— él solo vendrá hacia mi, me dije para mis adentros—Solo puedes estar segura que ese hombre cae porque cae.

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