Blanca Nieves

Derek Meyer

Mi Nombre es Derek Meyer, CEO de una de las empresas más importantes en el rublo de la tecnología con cedé en Manhattan, New York. Mi fama de prepotente, arrogante y dominante me antecede. Soy implacable a la hora de hacer negocios, y mantengo lejos mi vida sentimental de mi organizada y exitosa vida laboral.

Tengo 33 años y actualmente soy soltero, después que mi prometida decidió romper nuestro compromiso. O más bien me presionó a llevar a cabo una boda a pocos días de haber muerto mi madre. Eso detonó mi mal genio, pues me negué este sentado en un banquete de bodas sabiendo que ese mismo mes enterré a mi madre. 

No ha nacido la mujer que juegue conmigo, o me ponga un ultimátum. Ella sabia ese día que jugó su última carta, me perdería para siempre. 

Casi enloqueció cuando mi hermano comentó que debería viajar a Alemania a arreglar asuntos urgentes sobre el futuro del patrimonio que habíamos heredado, pero eso no justifica su terrible actitud.

Ademas, en este viaje al fin le veré la cara a mi competencia. Erika Camel al fin se llenará de valor para aparecer ante mi. Esa mujer juega sucio, pero tengo que decir que como competidora empresarial es un dolor en la entrepierna. 

Ambos estamos invitados a una convención importante... no... Importantisisma. Me dejo de llamar Derek si no consigo arrasar con el mercado durante ese evento. 

No quería venir, pero la sola mención del nombre de mi enemiga empresarial bastó para que decidiera quedarme por ms tiempo en Alemania.

Ya tendré tiempo de regresar a New York y arreglar la cosas con mi prometida o finalizar de una buena vez con esa relación, peor al menos estar presente a las habladurías y a la prensa que no ha dejado de molestar desde que se supo que nuestra boda no se realizaría en la fech prevista.

¿Que no me dolió la actitud  de Rocci?, me pregunto a mi mismo mirando el techo de mi habitación en Múnich, pues «es una mentira». No quería romper esa relación.

En el fondo soy un hombre conservador, y no me gusta salir a experimentar un nuevo romance hasta darme cuenta que una mujer cumple medianamente mis requisitos. No es que Rocci los cumpliera del todo, pero me daba la estabilidad necesaria para enfocarme en mi carrera. Mi edad de estar de bar en bar y de cacería en cacería ya pasó.

Rocci es una chica dulce, de buena familia, y será una excelente madre para nuestros hijos.

Me costó adaptarme a ella, incluso desde que la conocí a que empezamos a salir cambio como de la noche al día. Al principio me resultaba chocante que pusiera  tantos remilgos a la hora de tener sexo, pero finalmente acabamos por acoplarnos, o más bien siendo sinceros fui yo el que   me acople a ella.

Según sus propias palabras, yo me había acostado con puras zorras en el pasado, por eso mis modos bruscos en la cama.

A ella no le gusta experimentar, tampoco tomar la iniciativa, y no me queda más que ceder a sus deseos. O mejor dicho,  tener que cumplir mis deseos con su poca participación. 

La última vez que trate de hacer algo diferente tuve que consolarla durante mucho tiempo por mi excesiva rudeza. Creo que llego el momento que me sentí tan culpable al punto de querer compensarle por dejarme hacerle el amor.

Desde que llegué a Alemania me he enfrentado a puros problemas. La casa de Berlín fue ocupada por el hijo de mi tío, creyéndose con derecho sobre la vivienda. Varias de las propiedades de mi madre están en mano de su hermano materno que les ha dado un uso indebido, como si fueran suyas.

No me siento con ánimos de enfrentarme en un litigio interminable por recuperar lo que es mío. Dominico está tan frustrado y molesto como yo.

En dos días comienza la convención en Francfort, y yo estoy anclado aquí, estancado con cientos de problemas que llegan de todas partes a donde miro. Solo el humor de mi hermano me saca un poco de tantos problemas, y de la tristeza que me causa el recuerdo de mi madre por todas partes.

Hubo un tiempo que hubiera dado todo por ser el CEO de todo esto. Ahora no me parece más que un cementerio de objetos y una empresa poco eficiente de la cual no deseo ocuparme aunque sea el legado de mi familia.

Mi hermano no respeta nada, por eso se aferra aún menos.

Sin mucho más por hacer que enfrentarnos legalmente al hermano de mi madre, contratamos una abogada experta en la rama de derecho mercantil.

La mujer estaba decidida por hacerme caer en cuenta de sus encantos, mas yo estaba sumido en mis turbios pensamientos con lo que ocurrió con Rocci antes de marcharme de New York.

Katrina, que así se llamaba la abogada, no era el tipo de mujer que llamara mi atención. Demasiado flaca, en eso me recordaba a mi prometida, pero estaba acostumbrado a los regímenes que se imponía ella con tal de usar una talla cero.

Asqueado de su actitud, preferí dejar en manos de mi hermano el trato con ella. Aún así nos mantuvo en la ciudad dos días completos. Lo que ocasionó que llegara tarde a la convención.

—Erika acaba de dar su discurso.

—¿Qué? — pregunté interrumpiendo lo que me decía mi hermano que continuaba hablando con alguien por celular. Tapó con su mano el micrófono del dispositivo móvil y me habló en un susurro.

—Me acaba de contar un contacto que recibió  ovación de pie por parte del publico asistente. Es un éxito esa mujer.

—¿Tienes un contacto en la convención? ¡No me jodas ahora Dominico!. Todo en este viaje parece ser una jodida burla.

Mi carácter se ensombrecía a cada segundo que pasaba. El taxi en que viajamos aparco en el sitio donde se suponía que se estaba llevando a cabo la reunión. Entré prácticamente a la carrera, transpirando con en el tiempo justo para dar mi discurso.

La vida parecía odiarme, mientras que la titular de las empresas de la competencia había tenido el tiempo del mundo de prepararse, yo estaba sudado, con la camisa estrujada, y transpirando como un maldito cerdo.

¿Cómo podría impresionar al mercado en este estado tan deplorable? Simulaba ser más un improvisado que una personalidad del giro. Odiaba improvisar y llegar tarde. Si algo me habían inculcado era disciplina, años en una escuela militar eran suficiente para mantener un régimen en todas mis actividades.

—Deja de pensar en tanta mierda— gruñó mi hermano— ¡Estás perfecto así!. ¡Arrasarás con esta gente!

—¿Ahora eres telépata o que carajos?— pregunté empezando a exacerbarme.

—Te conozco Derek Meyer, sé lo perfeccionista y quisquilloso que puedes llegar a ser. ¡Eres un maldito viejo quisquilloso!.

—Deja de molestar Dominico. Por una vez en la vida trata de comportarte como un adulto. Si no fuera por tu trato tardío con la tal Katrina hubiéramos llegado a tiempo.

Leí una vez más mis notas, y le entregué mis anotaciones a Dominico.

—Espero que si se me olvida algo, te las arregles para indicarme— dije alisándome el saco— Esta conferencia será un absoluto desastre. Ojalá no pase factura más tarde

—No te preocupes jefe, aunque sea con señales de humo, pero te cubro desde aquí.  ¡Tu dices rana y yo salto, bro!. Algo así como Bony y Clay— rodé los ojos ante su entusiasmo —¡Ahora vete y patéale el trasero a toda esta gente, y a la tal Érica Camel si aún está aquí.

—Esa mujer esta todo el tiempo jodiendo, y hoy que vería al fin su rostro, llegó tarde.

Un moderador finalmente presentó el tema de mi conferencia. Subí al estrado aparentando seguridad, y calma. Tenía un volcán erupcionando en mi interior, pero parecía el más frío de los seres.

Respire profundo y me concentre en dictar mi conferencia. Estaba intranquilo hasta que la vi a ella.

«¡Dios! ¡Que mujer!»

Estaba concentrada mirándome como si estuviera explicándole a detalle  solo a ella el misterio más oculto del universo. Mordisqueaba un lápiz, y sus labios rojos perfectamente delineados se veían como una fruta deliciosa y prohibida. Era una Blanca Nieves de este siglo, la piel blanca como porcelana fina, los labios rojos como la sangre y aquel cabello negro azabache tal ébano más puro.

¿De dónde habían sacado a esa tentación de pechos exuberantes y cintura angosta? Concentrado en ella, hablando como si no hubiera nadie más mirándome, se me fueron acabando los temas y recité como un loro lo que tenía que decir. Ella no dejaba de observarme, extasiada con el tema. Aunque no me miraba provocativamente, quería pensar que yo también  la había impresionado.

Baje del estrado y mi hermano me abordó rápidamente aplaudiendo como el resto de los presentes.

—¡Estuviste regio, Bro!— expresó palmeándome el hombro. — Suerte que no olvidaste ni una palabra, porque no me miraste ni una sola vez.

—Deja tus bromas para más tarde hermanito. Ahora sentémonos— camine hacia la tercera fila que tenia asientos libres y desde allí observaba el sedoso y negro cabello azabache de aquella sensual y enigmática mujer.

—Estas muy distraído— murmuró  Dominico—¿ Ya viste a Erika?

—No he visto a la tal Erika, tampoco estoy distraído. Guarda silencio— en ese momento aquella chica de pelo azabache se volteó a mirarme y me sonrió.

¡Santo Dios!, podía jurar que me había sonreído en cámara lenta. Jugó con su pelo y se volvió hacia al frente.

Para este momento,  estaba sumamente feliz de que  Rocci me hubiera terminado, así al menos me ahorraba   el mal momento sentirme culpable de coquetear con esa dama estando comprometido.

Tan pronto como acabó el evento de las conferencias pasamos directamente al cóctel. Yo observaba a todas partes buscando a esa mujer que tanto me había impresionado, pero de ella no había ni rastro.

Maldecí por lo bajo, y Dominico se me acerco curioso.

—¿Ahora que te ocurre? ¿Ya te llamo Drama Queen?

—¿De que hablas?

—Es que esa cara de culo que tienes, sólo puede ser porque tu ex prometida te llamo, y para variar, estaba llorando— me explicó alzándose de hombros.

—No hermano. No tiene nada que ver con ella— dije sinceramente. Mi actual estado estaba más relacionado con la decepción, quería encontrar a la mujer de los labios rojos, y parecía que se la había tragado la tierra.

—Entonces disfruta la noche. La conferencia fue un éxito. Lograste igualar el buen sabor de boca que había dejado tu competencia.

—¿Sabes si esa mujer sigue aquí?— pregunté haciendo una mueca.

—No, me acaban decir que se marcho— Dominico confirmó observando a los alrededores. —Eres dueño y señor del mercado hermanito. Derek - un punto , Erika- cero.

—No cantemos victoria, con esa dama en cuestión, uno no sabe a qué atenerse.

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