Capítulo 4

En la mañana siguiente

Isabel: este será un día menos que estaré a su lado. Debo de dejarlo ir, porque no puedo seguir soñando con su amor y mi vida tiene que continuar sin mirar atrás.

Ella se levanta de su cama y se dirige directamente a tomar una ducha, Isabel no podía evitar pensar en cuantas veces había soñado casarse con él, nada más que se casaba con ella por otras razones diferentes. Tiempo después sale de la ducha, ella se acerca a su tocador y empieza a desenredarse su cabello para hacerse una trenza, lo único que faltaba era cambiarse y así lo hacen, pero cuando termina de arreglarse baja a la cocina a desayunar con su nana para posteriormente tomar asiento

Nana: mi niña espero que el día de hoy no llegues tarde a la casa. No quiero volverme a preocupar por ti, además debes de desayunar, porque siento que no comes en tu trabajo.

Isabel: siempre me alimento a la hora establecida en la empresa. Solamente así, evito enfermarme por esa razón nunca he faltado a mi trabajo.

Nana: nada más que me imagino el tipo de comida que pides a la hora de hacerlo. No se te olvide que para que tengas una buena salud también están los caldos como el de pollo.

Isabel: bien sabes que a mí nunca me ha gustado el caldo de pollo. Porque eso me recuerda que cuando siempre me enfermaba me dabas de comer eso y ahora debemos de desayunar.

Ellas empiezan a desayunar, Isabel suspira de repente y su nana se daba cuenta. Ellas tiempo después terminan y ella se despide de su nana para salir de su casa y así dirigirse a la empresa para convertirse en la señora Hamilton

En la empresa Hamilton

Alejandro: no entiendo, la insistencia de hablar conmigo y más a esta hora. No me digas que tu asistente acepto ser tu esposa.

Sebastián: si, además mi matrimonio durara el tiempo necesario para arreglar todo el asunto de mi herencia y puedo imaginarme que será en un mes y después me divorciare.

Alejandro: has sabido manejarlo perfectamente. Pero, por la manera en que hablas solo puedo imaginarme que tu boda será este día.

Sebastián: exactamente, lo que no me gusta es que ella se quiere ir de mi lado después de que se termine nuestro matrimonio.

Alejandro: sabía que la señorita Hendersen era importante para ti, amigo. Aunque nunca lo reconozcas, sino estuvieras demasiado indiferente y es la única que ha estado a tu lado a pesar de tu mal carácter.

Sebastián: estas equivocado en eso. Porque ella es la única que no conoce mi verdadero carácter, pero cuando estoy con ella siento mucha paz y me gusta verla sonreír, nada más que al fin puedo reconocer ante ti que es verdad todo lo que has dicho.

Alejandro: entonces será algo difícil para ti hacer esto, amigo. Seguramente quieres que ella no sufra por el acuerdo en que llegaron, pero ya es demasiado tarde.

Sebastián: ella no tiene por qué sufrir. Definitivamente en algunas ocasiones, no entiendo lo que me dices y siento que sabes algo de mi futura esposa.

Alejandro: todavía no puedo creer que seas tan ciego. Pero te aconsejo que no pierdas ningún detalle de tu asistente y solamente así las veras con los ojos del alma.

Sebastián: lo que me tratas de decir es que nunca me debe de importar que sea fea. Nada más que lo intentare y la tratare con mucho respeto.

Alejandro: harás siempre lo que querías y espero que no sea demasiado tarde cuando escuches a tu corazón. Ahora si debo de irme.

Él se levanta de su asiento antes de que su amigo le hiciera más pregunta que no le correspondía contestar y así lo hace. Isabel había llegado a la empresa y como siempre todas las mañanas cumplía con la función de ser la asistente personal de su jefe. El tiempo siguió su curso y Sebastián no la necesito, hasta que al fin había llegado la hora del almuerzo, nada más que el cambia de planes y sale de su oficina para ir por ella

Sebastián: menos mal que la encontré en su lugar de trabajo. Eso significa que me ahorro el trabajo de ir a buscar a la cafetería.

Isabel: recuerdo perfectamente que usted me dijo que la boda será a la 1: 00 p.m. pero, falta mucho para que sea la hora. Además si no me necesita, debo irme a la cafetería.

Sebastián: hubo un cambio de planes, solo te estoy avisando. Nuestra boda se realizara en media hora y el juez nos está esperando.

Isabel: está bien, señor Hamilton. Estoy lista para hacer el último trabajo que hare para usted y de esa manera será nuestra despedida.

Sebastián: eso está por verse. Nunca aceptare que se vaya de mi lado y necesito que lo entienda, pero sobre todo que lo tengo presente.

Isabel: hicimos un trato y yo lo voy a cumplir. Aunque sea lo último que haga, nadie me va a impedir que sea feliz, porque después de esto tengo otros planes que quiero realizar.

El decidió guardar silencio y Sebastián sentía que si ella se iba de su lado, no sabría qué hacer. Nada más que de algo estaba seguro y es que la seguiría adonde ella estuviera, además si era posible haría su matrimonio de verdad. Ellos salen de la empresa y se suben a su auto para dirigirse rumbo al registro civil

Sebastián: en unos cuantos minutos serás mi esposa. Ahora, necesito que me veas a los ojos para saber que tome una buena decisión.

Isabel: no es necesario que lo haga. Porque usted sabe perfectamente la respuesta a esa pregunta, mis ojos solo confirmaran que tengo razón.

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