Capítulo cuarenta y cinco. Tu sexualidad no es un crimen

El cuerpo de Maya Campbell cayó sin vida sobre la tierra.

—¡Maya! ¡Maya! —gritó Ariadne, mientras caía de rodillas frente al cuerpo de su hija—¡Una ambulancia! ¡Por favor, una ambulancia! —sollozó.

La mujer quería tomar a su hija en sus brazos, pero las esposas se lo impidieron.

—Está muerta —dijo la agente que había cometido el error de no asegurar las esposas de la detenida.

—¡¡¡Nooooo!!! ¡¡¡Nooooo!!! —gritó.

Ariadne se rompió en mil pedazos al escuchar la voz de la agente. Su hija no podía estar muerta.

—Es mentira, ella no está muerta. ¡Mi hija no está muerta! —gritó tratando de despertar a Maya.

—¡Llévensela! —ordenó el subjefe de la policía.

—¡Noo! ¡Por favor, llamen una ambulancia! —suplicó, sin embargo, ningún agente le prestó atención. Ella y Robert fueron llevados hacia la patrulla para ser puestos a disposición de la justicia de San Francisco.

Oliver miró horrorizado el cuerpo de su hermana, mas no se acercó. Sebastián no se lo permitió.

—Necesitamos llevarte a la clínica p
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