1- Parias y fiesta.

 Arturo

— Eres muy débil Arturo, tienes que apretar más la espada para poder golpear con más fuerza. Si no lo haces de esa forma, nunca te podrás convertir en un guerrero a mi altura— me dice Artemisa con su cara sarcástica. 

— No te equivoques, sabes bien que si lo deseara fuera un guerrero más fuerte que tú— le respondo con altura. 

— ¡Si como no! Eso solo puede pasar en tus sueños, porque soy las más sobresalientes de los nuevos guerreros chirü — en esta ocasión se ríe y prácticamente se nota como si se estuviera burlando de mí, así es Artemisa.

— Eso se va a determinar muy pronto, no me subestimes— es lo único que se me ocurre decirle. 

Continuamos entrenando muy fuerte, pero mi hermana mayor, es mucho mejor guerrera que yo porque lo ha demostrado. Sin embargo, a pesar de que no me gusta mucho usar la violencia o usar a mi favor que soy un príncipe de los chirü, para demostrarle a todos que tengo poder. 

Siempre me ha gustado ser humilde y no creerme por encima de los demás. Ese no soy yo, ese no es Arturo el hijo menor de Isabel. Pero mi hermana y yo pensamos muy diferente. 

—¿Qué es lo que tanto piensas? Sigamos entrenando, es tiempo de que te identifiques como un guerrero élite en el campo de batalla, eres el heredero al trono no lo olvides— las palabras de Artemisa me sirven de aliento y me inspiran a dar lo mejor de mí. 

—¡Sigamos, no hay tiempo que perder!— de forma rápida y concisa le respondo. 

Una hora después terminamos con el entrenamiento, el comandante Mauricio y mi padre el gran rey Fernando llegaron al campo de entrenamiento para asignarnos una misión. Dicha misión consiste en hacer un poco de guardia en la frontera con la tribu Moky.

Aceptamos la misión y de inmediato salimos a prepararnos, tomamos lo más necesario y nos marchamos del lugar porque cuando el rey y el comandante hablan, se debe obedecer de inmediato.

Durante todo el trayecto me quedo observando el bello paisaje, nada más lindo que nuestra tierra, hermosos árboles que hacen al bosque relucir aún más sobre cualquier otro ambiente. 

Nos detenemos por provisiones en uno de los campamentos, Artemisa siempre ha sido muy cuidadosa con lo que hace, así que decide coger un rato para descansar. 

— ¿Le asignaron alguna misión? — Sonia nos hace la pregunta. 

— Sí, el rey al junto con el comandante decidieron que vayamos a patrullar cerca de la frontera, pero me gustaría llegar un poco más allá— le respondo. 

— Créeme que también me gustaría, no obstante, sabes muy bien que no podemos hacer eso porque es una de las de reglas prohibidas— mi hermana como siempre tan elocuente le responde a Sonia. 

— Mucha suerte con su  misión, cuidate Arturo, sabes que eres de los buenos.

— Muchas gracias, guerrera. 

— Arturo, es hora de irnos, ya hemos pedido bastante tiempo. 

Mientras estamos vigilando, vienen  dos entes que se acercan, se me hacen conocidos, pero no los distingo bien. Poco a poco nos acercamos y vemos que son los parias, ellos mismos. 

— Dante y Marte, los dos desterrados de la tribu chirü ¿Qué los trae por estos senderos? — les pregunta mi hermana, ella siempre ha tenido el valor de enfrentar cualquier situación a la que se atenga. 

— ¿De dónde salieron estos pequeños? — le pregunta Dante a Marte.

— Creo que son los...

— Somos los hijos del gran rey chirü, Fernando ¿Hay algún problema? — Artemisa no deja que Marte termine de hablar y le dice a Dante quienes somos. 

— Con que ustedes son los hijos del gran rey Fernando  con la hermosa reina Isabel, han crecido mucho desde la última vez que los vi — dice Dante inclinando una ceja.

— Desde que ustedes fueron desterrados de la tribu, vivimos mucho mejor. Gracias a nuestro padre— les digo y en realidad no sé cuál fue el motivo.

— Una injusticia fue cometida con nosotros, fuimos inculpados de algo que no cometimos. Nosotros nunca les dimos información al rey de la tribu moky antes de aquella batalla— responde Marte y al mirarlo a los ojos parece que no miente.

— Estamos protegiendo la frontera de cualquier persona que no sea bienvenido, así que es mejor que se vayan de aquí o habrá problemas para ambos— Artemisa no pararse al decirles eso, no sé cómo no le tiene miedo a esos tipos; acabarían con ambos de un solo golpe.

— ¿A qué no te atreves? — dice Dante. 

— A que si me atrevo— responde Artemisa. 

— Lo que mi hermana quiere decir es que... 

— ¡Cállate, Arturo! Déjame hablar con los caballeros— Artemisa no me deja terminar hablar. 

— Dante, creo que lo mejor es irnos, al menos por ahora. No sería bueno tener problemas con Fernando, no ahora— le dice Marte y se marcharon del lugar sin decir otra palabra. 

Muchas veces llego a pensar que no fue muy bueno que sea Artemisa la que saque al carácter de nuestra madre, me hizo lucir como un bueno para nada y eso que soy el heredero al trono de los chirü. Me alegra mucho que los parias se hayan ido, de no ser así aquí iba a correr sangre porque mi hermana es muy determinada en lo que hace. Nunca ha fallado en una misión y esta no será la excepción. 

— jajajajaja ¡Que miedo le tenías a los parias! Te temblaban las piernas hermanito — Artemisa se burla de mí, aún sabiendo que no me gusta. De todos modos tiene razón porque estaba a punto de huir de este lugar. 

— ¡Estás loca, déjame en paz! — le digo para hacerle saber que no me agradó en lo más mínimo su comentario. 

— Sigamos patrullando, porque este lugar te aterra— otra vez se burla de mí, ya me está volviendo loco y por esa misma razón no me gusta que me asignen misiones con ella.

A medida que vamos avanzando por la frontera, todo está muy inhóspito. Al parecer nadie se atreve a pasar por nuestro territorio sin autorización. No sabiendo que el rey es un descendiente directo del guerrero legendario, Samuel. 

Son muchas las cosas por las cuales estamos viviendo en un momento próspero. Nadie se queja de la forma en que reina el gran Fernando, porque verdaderamente lo hace de manera envidiable.

Cae la noche y nos toca dormir en uno de los campamentos, algunos guerreros hacen guardia y después nos tocará a nosotros hasta que amanezca. Pero antes de dormir me quedo pensando en lo que pudo haber pasado si Marte no le pedía a Dante que se marchen, aún no puedo dejar de pensarlo.

Son muchas las razones que me inspiran a ser un mejor guerrero, y proteger a mi familia es una de ellas. No quiero fallarle nunca a los que en mí creen, así que tendré que entrenar lo más fuerte que pueda y no rendirme jamás. 

Alma

No tengo ni la menor idea de porqué mi madre me llama con tanta prisa, pero tengo que ir. Ella no siempre actúa de esa manera y por esa razón es conveniente que vaya.

- Pensé que no vendrías, ya Norma iba a por ti ¿por qué duraste tanto en venir? - sin perder el tiempo mi madre me hace la pregunta más famosa de su entrevista.

- Solo estaba ocupada entrenando un poco, por eso me tardé- le digo para que no vaya a insinuar ciertas cosas.

- Así es mamá, eso fue lo que pensé porque Alma no deja de entrenar- y sale Norma con esta locura.

- Bueno, lo importante es que estamos aquí reunidas, vayamos para donde tu padre que él desea decirte algo- de inmediato la paranoia se apodera de mí, nunca me ha gustado eso de que el gran rey Roberto quiera hablar conmigo, como si fuéramos la mejor familia entre todos los leónidos.

Llegamos al salón del trono, sin perder tiempo mi padre toma posesión de la palabra.

- Elsa, gracias por traer a mis hijas aquí conmigo. Hoy es un día muy especial, Saba al parecer olvidó que su padre cumple años- no tenía ni la menor idea de que me llamó para esto, es cierto que lo olvidé. Pero no es para tanto.

- ¡Muchas felicidades y bendiciones para ti! Eres el mejor papá del mundo, te amo- dicho esto le doy un fuerte abrazo y Norma hace lo mismo. Con razón tanta intriga, pensó que no lo íbamos a felicitar en su día tan especial y por eso actuó de esa manera.

- Gracias hijas, yo también las amo muchísimo. Me siento mucho mejor, pueden irse si así lo desean, pero no olviden asistir al banqueta- mi padre insiste que en vayamos y no podemos negarnos, no en esta ocasión.

Salgo corriendo para mi habitación, necesito algo que ponerme, no puedo ir mal vestida al banquete de esta noche. Norma me ayuda a buscar ropa y encontramos unos vestidos rojos, siempre hemos tenido ropa muy parecida y eso ayuda con los intercambios a la hora de salir.

Desde que teníamos todo preparado, guardé mi uniforme y me quedé descansando un rato.

Llega la hora de asistir a la fiesta para celebrar el cumpleaños de mi padre, cuando entro al lugar. Veo a lo lejos a mi mejor amiga Samira, también están Colmillo blanco y Rafael. Si me pongo a decir todos los que vinieron, pues no terminaría de mencionar.

Para mi buena suerte, mi padre está muy ocupado con mi madre y sus amigos, y lo mejor es que el comandante Ernesto lo está acompañando. Debido a que es el único que lo puede controlar cuando está ebrio.

A Samira le encanta mi vestido y me dice que debo vestirme así más a menudo. Solo me quedó reírme de su comentario.

La fiesta avanza y no me dan ganas de comer mucho, en realidad nunca suelo hacerlo y esta no será la excepción. Así que comí moderadamente.

- Te noto más fuerte en estos últimos días ¿qué has hecho últimamente? - Samira se pone curiosa y me pregunta.

- Lo único que hago es entrenar y lo sabes, no tengo más nada que hacer en estos días- le respondo con calma, mientras me arreglo el cabello porque el viento hacía lo que deseaba con él.

- Ah, pensé que estabas embarazada o algo así, jajaja - sabía que algo estúpido tenía que decirme, ella y sus ocurrencias como siempre.

- No me vengas con eso, sabes que ni siquiera tengo novio ¿cómo saldré embarazada? Solo a ti se te ocurre semejante pregunta, espero que no se repita, jajaja- no tuve más opción que reírme junto con ella, porque no iba a parar hasta que logre hacerme reír.

- Solo estaba bromeando y lo sabes bien, así que deja las rabietas para otra ocasión y continúa riendo de los chistes que te hago, al menos finge que te gustan- Samira prácticamente se desahoga conmigo, sin embargo, no me queda más opción que cumplir su gran deseo.

Seguimos en la fiesta, intercambiamos palabras, Norma solo observa a lo lejos. Siempre actúa así de rara, y mis padres siguen sentados en la mesa principal. Seguro hablando cosas de adultos, así que mejor me quedo tranquila aquí conversando con mi mejor amiga.

Las horas pasan muy rápido, no me percaté en el momento en que me fui para mi habitación. Solo me quité el gran vestido y me quedé dormida.

Fernando

Me pone melancólico pensar en aquellos días en que Isabel, Roberto y yo éramos los mejores amigos. Esos tiempos en que apenas podíamos rugir al transformarnos en un leónido, creo que en mi vida fueron de las mejores cosas que me pudieron haber pasado. Después que mis hijos nacieron porque en realidad eso es lo mejor que me puso pasar, e incluso más que llegar al trono de los chirü.

Hubo un día en que Roberto decidió trepar a un árbol, pero Isabel le decía que se podía caer y que no era buena idea hacerlo. Sin embargo, él siempre ha sido desobediente y no le hizo caso. 

Luego de estar prácticamente en la cima del árbol, Roberto resbaló y cayó al suelo. De esa caída se fracturó una pierna y se le hizo una cicatriz que jamás se le borró. La última vez que se le vio, fue en aquel día que le ganamos la guerra y fue desterrado.

Isabel no paraba de gritar al ver que Roberto se cayó, lo único que se me ocurrió fue romperle un pedazo de ropa y amarrar la herida que se le hizo. Minutos después fuimos a la casa de su padre y lo castigaron. 

Durante los días de su castigo, Isabel y yo nos mantuvimos jugando todo ese tiempo. Siempre estuve enamorado de ella, pero nunca me hacía caso. Porque en esos tiempos su corazón le pertenecía a mi mejor amigo, el estúpido de Roberto. Ella solo me consideraba como su amigo, pero después no le quedó de otra que venir a mis brazos. 

Ser el hijo del rey fue conveniente, al parecer sus padres vieron en mí un gran potencial que Isabel no veía y todo por estar enamorado de Roberto.

Años después nos casamos y luego nació Artemisa, la luz de mi vida. Una de las mejores guerreras de la tribu y mi gran orgullo, pero junto con ella nació Arturo mi hijo menor y el futuro heredero al trono. No es tan buen guerrero como Artemisa, bueno no sé si hice mal al llamarlo guerrero. 

Volviendo atrás, a esos tiempos en que jugaba con la que en un futuro se convirtió en mi mujer y con la que después se convirtió en mi archienemigo. Recordé lo maravilloso que fueron aquellos tiempos que jamás volverán a repetirse, pero que nunca olvidaré a pesar de todo lo que sucedió. 

Roberto se volvió ambicioso con el paso de los años, a tal punto que atentó en contra de mi reinado. Y todo porque no quería seguir mis órdenes, ya que cuando éramos cachorros de leónidos él era el que daba las órdenes. 

Me arrepiento de aquel día, ese día nunca lo olvidaré, tuve que ir al campo de batalla y dejar a mis hijos escondidos. Sin embargo, mi esposa no toleró dejarme luchar sin estar a mi lado y esa noche murió en mis brazos. Recuerdo que me quedé sin fuerzas y fue gracias a Mauricio que pude regresar a casa porque de no ser así estaría muerto. 

—¿Qué es lo que tanto piensas, rey chirü? — me interrumpe Mauricio y ve que tengo una lágrima en los ojos. 

— Amigo mío, debes dejar de seguir atormentado tu ser con algo que pasó hace bastante tiempo. Déjala ir, ella está en un buen lugar junto a Samuel y te dejó dos maravillosos hijos ¿Qué más puedes pedir? — Mauricio trata de hacerme sentir mejor, pero su pregunta me deja pensativo por un momento. 

— Lo único que quiero es estar a su lado — respondo nostálgico. 

— No te puedes ir así como si nada, sabes que Arturo no está preparado para asumir el trono, así que deja de pensar en tonterías y vámonos de este lugar a dar un pequeño paseo, hace mucho tiempo que no salimos de aquí— las palabras de Mauricio me convencen y nos vamos.

Arturo

De camino a casa me encuentro con mi gran amigo Apolo, y le pido a Artemisa que se adelante. No quería seguir con ese aburrimiento que ella me hace sentir. 

— No regreses tarde, sabes que debemos enterrar— es lo único que me dice la odiosa de mi hermana mayor.

— Está bien, regreso pronto— con esto me despido de ella.

Salgo corriendo hacia donde mi amigo y le doy un fuerte abrazo. 

— ¿Qué te sucede? Deja de apretar tan fuerte, me vas a asfixiar — comenta Apolo. 

— Es que me hacía falta, estaba muy aburrido patrullando con Artemisa. Ella quiere hacer todo muy correcto, no es muy chévere salir con ella — sujetando mi barbilla hago el comentario y noto que mi amigo intenta contener la risa, pero le digo que lo haga.

Pasó casi un minuto completo y Apolo no paraba de reír, le dije que no mentí con el comentario acerca de Artemisa y que él sabe que es así. 

— ¿Has pensado en tener una novia? Porque un rey necesita a una reina en su reinado — la pregunta me deja un poco pensativo, pero le respondo. 

— Sí, me gustaría porque así mi padre sabrá que voy en serio. Pero la única a la que le gusto es a tu amiga Sonia y no puedo ser el novio del amor de tu vida — trato de colocar cada palabra en un lugar correspondiente para así no equivocarme. 

— Más te vale porque sería capaz hasta de acabar con tu miserable vida, bueno no tan miserable, pero de todos modos acabaría contigo si tan solo tocas el cabello de mi futura esposa ¡Idiota! — le hierve la sangre al escuchar lo que dije, pero sabía que se pondría de esa forma y por eso se lo mencioné. 

— ¡Deja de decir estupideces! Sabes que nunca estaría con Sonia, no sabiendo que te tiene loco. Yo conseguiré mi propia novia sin tu ayuda, por eso no te preocupes— respondo ante sus insultos, mencionarla lo hace perder el control de sus palabras. 

— Por eso eres mi mejor amigo, nadie más que tú puede comprender mis repentinos cambios de humor, solo el futuro rey de la tribu chirü, uno de los descendientes de Samuel— es casi un discurso lo que pronuncia Apolo, hay  ocasiones en que eso lo hace ser un digno candidato a vocero del rey.

— Gracias por el cumplido, eres un gran amigo y te mereces una buena mujer a tu lado. Aunque estabas a punto de transformarte solo por escucharme hablar de Sonia, jajajaja ¿A qué no puedes negarlo? — con tono de burla le dije.

— Bueno, todos tenemos un punto débil y ella es el mío. Pero te pasaste al hablar de que me iba a transformar, sabes bien que soy el leónido más hermoso — arrogante y todo fue la respuesta que me dio Apolo. 

— Ya es hora de irme, no quiero tener que escuchar los sermones de Artemisa, hablamos después— me despido de Apolo mi único destino es el palacio. 

ÉSTE ES EL PRIMER CAPÍTULO. ESPERO ATRAPAR SU ATENCIÓN DESDE AHORA. 

EL REY ROBERTO ESTA DE CUMPLEAÑOS, SUS HIJAS LO ACOMPAÑAN.

ARTURO EL FUTURO REY.

LA HISTORIA EMPIEZA A TOMAR SU RUMBO, ESTO CADA VEZ SE PONE MEJOR. 

CONTINÚEN LEYENDO LA HISTORIA, GRACIAS A TODOS LOS LECTORES..♤

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