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Maximiliano Brown

–¿Por qué te lanzaste a la piscina? Pudiste haberte matado.

–¿Qué crees que quería hacer?, ¿nadar con ropa? –habla con ironía.

–No sé lo que te esté pasando, pero no puede ser tan malo como para terminar con tu vida.

–Ese es el problema, mi vida no puede ser peor, ya no la soporto–sus ojos ya no solo están rojos por el agua, veo como algunas lágrimas resbalan por sus mejillas.

Es primera vez que veo a una mujer que expresa tanto dolor, sin saber que hacer y tampoco sé si es lo correcto de un extraño, me acerco a ella y la abrazo.

Ella no se niega y solamente llora en mi pecho, que ganas de saber que es lo que le ha pasado y decirle “animo la vida sigue”, no eso no, que estúpido soy. No soy el adecuado para animar a alguien, pero al menos quiero acompañarla hasta que esté con su familia o su novio, ¿tendrá novio?, con lo linda que es seguramente lo tiene, ¿quizás termino con él y por eso...?, no, no creo que sea el tipo de mujer que hace nada más eso por terminar con un hombre. ¿Qué diantres estoy pensando?, no la conozco e inicio a hacer especulaciones.

Me perdí tanto en mis pensamientos que ya no la siento llorar, la mira, sus ojos están cerrados, inmediatamente me fijo en su pulso y respiración, me tranquilizó al encontrarla dentro de lo estable. Necesita con urgencia un cambio de ropa, necesitamos.

Me pongo de pie con ella en brazos. Ella refleja que necesita tanta ayuda, con solo mirar su expresión demuestra que ha sufrido mucho. De reojo veo la hora en mi reloj, son las dos y veinte minutos, lo que me va a impedir pedirle ropa a mi hermana, ya se tuvo que haber ido.

Luego de cinco minutos con ella en brazos un taxi se detiene, es un hombre mayor. Por un momento duda al ver que vamos mojados.

–Pagaré extra por los daños–me subo de inmediato.

–Sé que en este lugar vienen a hacer locuras, pero su novia no se ve nada bien– me mira por el retrovisor, su mirada es completamente reprobatoria.

–No es mi novia–no quiero responderle serio, pero me sale así.

–¿Debo llamar a la policía?, lleva a una mujer inconsciente y su estado– me observa de arriba abajo.

–No, no se preocupe, soy doctor ¿si quiere le muestro mi identificación para que se quede más tranquilo, la verdad no sé quién sea esta joven, solo sé que si la dejo sola puede cometer algún error?

–Comprendo ¿Dónde quiere que los lleve? –hasta que se digna a conducir.

Le doy la dirección del hotel, el cual está bastante lejos, tuve que haber caminado mucho, ni recuerdo haber pasado por estas calles. Es delgada, su rostro es delicado, tiene algunas pecas, su nariz es fina, sus pestañas son largas, pero no muy onduladas, sus delgados labios están temblando. Al notarlo la abrazo con un poco más de fuerza .

¿No comerá?, por sus manos puedo notar que le hacen falta algunas vitaminas, sus uñas están quebradizas, la polera de manga larga que lleva y con la humedad acentúa su delgada figura, su pantalón es del mismo color, deja en claro que es una mujer alta.

La tengo sobre mis piernas, yo tengo frío, pero ella debe estar peor, su delgadez no le facilita las cosas, seguramente termina resfriada. Al ver que nos estamos acercando al hotel busco en mi bolsillo mi billetera, saco algunos dólares suficientes para cubrir los daños que causamos por mojar el vehículo y el trasporte, están mojados, pero aún sirven solo es dejarlos secar. Él los recibe a regañadientes, pero es obvio que le pasaría los billetes de esa forma, antes de bajar nos da una última mirada.

–Lo que une Las Vegas jamás lo separa–termina de decirlo y me sonríe.

Solo asiento, porque no comprendí lo que dijo, al menos uno de los porteros del hotel se dignó a ayudarme con la puerta. Al verme en tal estado no se sorprendió, sí que este es un lugar loco, así que deben estar acostumbrados.

–Necesita ayuda, señor– me pregunta uno de los asesores al interior, viste de traje completamente negro.

–Por favor dos sopas de pollo, té de limón y medicina para la temperatura al 272– camino al ascensor que está a punto de cerrarse.

En el interior pido ayuda a una pareja para que presione el cuarto piso, se ve alegues que lleva apuro para llegar al cuarto, ni les interesa lo que pasa a su alrededor, pero al menos me ayudan. Aunque se me dificulta sacar la tarjeta de la puerta lo logro, al estar en el cuarto la dejo sobre la cama, me saco la ropa de la parte de arriba y luego inicio a sacarle los zapatos a ella. Son unas zapatillas blancas, se ven desgastadas, lleva unos calcetines a rayas de colores, igual se los saco, sus pies están muy fríos.

Camino al baño, comienzo a llenar la tina con agua tibia, vuelvo al cuarto. Por un momento creo que lo mejor habría sido ir a un hospital, pero yo siendo médico le puedo prestar los cuidados, no creo que piense que me quiero aprovechar de ella.

Le saco su pantalón y por encima dejo una toalla, no quiero ser un pervertido, tengo cuidado al sacarle su pantalón, lo tiene muy apegado a su piel debido a que está mojado, cuando finalmente lo saco lo dejo a un lado. Prosigo con su polera, solo esperando a que lleve sujetador, empiezo a sacarla, me alegra al ver que lleva una especie de sostén deportivo, trato de no centrarme en sus senos.

La vuelvo a tomar en brazos y la llevo hasta la tina y la dejo en el agua tibia, apago la llave, porque el nivel del agua es perfecto.

–Oye..., oye– trató de llamarla, no sé su nombre así que únicamente con mi mano en su brazo trato de despertarla. Presiono su brazo y aún no reacciona.

Con la mirada busco algo que me pueda servir y bingo, un botiquín, voy a el, saco un poco de algodón y vierto alcohol sobre este, lo llevo hasta ella, lo dejo a una distancia propia de su nariz.

Ella comienza a fruncir el ceño y aprieta sus ojos, retiro el algodón, tan solo un par de segundos después abre los ojos. Recorre el lugar desconcertada hasta que llega a mis ojos, se asusta, lo sé porque da un salto en el agua y parece darse cuenta de que está en el agua porque trata ponerse de pie.

–Tranquila, soy Maximiliano, soy doctor y estoy ayudándote, estas en un hotel–hablo tranquilamente para que no se altere. No parece calmarse y al fijarse que está semidesnuda en la bañera y que yo tengo el torso desnudo, no se ve de una forma correcta.

–¿Qué hago aquí? –su voz demuestra miedo.

Me pongo de pie al ver que está aferrada a los bordes de la bañera y no se caerá por completo al agua.

–No quise llevarte al hospital porque necesitas un baño para subirte la temperatura, tuve que sacarte tu ropa, pero te juro que no hice nada indebido, si te encuentras segura que puedes estar sola por unos minutos en el agua me retiraré, yo me quité mi ropa hacia arriba porque igual estoy mojado.

Mi explicación parece calmarla, al menos ya no me mira asustada, solo con un poco de desconfianza.

–¿Entonces te dejo sola? Ella nada más hace un movimiento con su cabeza afirmando, salgo de inmediato y cierro la puerta.

Llamo al servicio y pido ropa para mujer, sin importar el costo, pero que sea rápido, me fijo en sus tallas y les indico que también necesito el servicio de lavandería. Por mi parte decido esperar que ella salga para darme un baño.

Al pasar diez minutos tocan la puerta, abro y son el primer pedido que hice. Agradezco a la mujer que lo trajo todo.

Toco la puerta del baño– Señorita ya es hora de que salga del agua, a su lado hay batas, tome alguna mientras que llega ropa seca.

Logro escuchar unos movimientos, al cabo de dos minutos sale del baño.

Su temple es mejor, me acerco a ella y toco su frente, al parecer no tiene temperatura, pero me sorprendí un poco de que al momento que me acerqué se alejara un poco. Pareciera que tuviera miedo a mi cercanía, lo que es probable porque la tengo en un cuarto y no en el hospital, otro punto es que aún tengo el torso desnudo.

–Señorita... –no me sé nombre y trato de que me lo diga, pero es imposible– pedí sopa, para que pueda calentar el cuerpo, si quiere puede tomar los dos, yo me iré a dar un baño por el momento. Puede estar tranquila que no soy ningún pervertido– siempre le hablo con amabilidad y calma.

Tomo mi equipaje he ingreso al baño, espero que al salir aun esté aquí, me causa mucha curiosidad.

Franchesca

Cuando me desperté y vi a mi alrededor sin conocer nada a mi alrededor me asuste mucho, lo peor fue encontrarme con esos ojos azules, no entendía donde estaba, pero cuando me di cuenta de que estaba en una tina, semi desnuda, me asuste más.

Con la suerte que me cargo seguramente estaba secuestrada, aunque el pareció identificar mi miedo y me dijera que era un supuesto doctor y que me estaba ayudando, que me dejaría sola si es que me encontraba bien, solo asentí y me dejo sola. No creo que deba confiar en él, apenas salió mire a mi alrededor y realmente parecía el baño de un hotel, uno lujoso, por cierto, no era ni la mitad de lo que era en el que estaba trabajando, comparando el baño el cual esta mañana limpie esta mañana con este, el que deje muy bien limpio no es nada con esta obra de arte.

Me calme un poco al confirmar que, si estaba en un hotel, pero de él nada más sé que es doctor y su nombre, lo cual quizás solo sea una completa mentira, pero al menos me salvo mi vida y me tiene calentando mi cuerpo. Me sumerjo por completo en la tina, esta vez no por un acto suicida, sino para limpiar un poco mi cabello. No sé si agradecer a ese tal Maximiliano por salvarme la vida o alegarle por no dejarme morir en paz.

Después de unos minutos escucho que llega alguien más, lo que me pone alerta, esa segunda voz creo que es de una mujer, por mi mente pasa “debe ser una de las que este a cargo de alguna asociación de trata de mujeres”, no escucho más esa voz, pero si escucho los toque en la puerta y luego la voz de aquel hombre, el cual me pide que salga.

Termino de sacar mi ropa interior y me seco un poco con la toalla, aún me siento débil, pero al menos puedo hacerlo, cuando ya estoy lista con la suave bata salgo.

Me encuentro nuevamente con esos ojos que parecen de un ángel, y tiene el torso desnudo, deja ver el trabajo que hace en su cuerpo, es un hombre de yo opino un metro noventa, su cabello es castaño oscuro, tiene una sutil barba, es... guapo. Miro a mi alrededor y ahora entiendo la voz de esa mujer, era alguien del hotel porque trajo comida, lo bien que huele... trago saliva porque se me acaba de hacer agua la boca.

Cuando me deja sola en el cuarto por un momento voy a la puerta, solo quiero asegurarme de que es verdad que es un buen hombre, mi mano tiembla un poco al poner la mano en la manilla, por temor de que llegue y me impida comprobar esto o que simplemente esta no habrá.

Para mi sorpresa la puerta se abre de inmediato, lo que me desconcierta, sé que no soy la gran cosa, pero... niego mentalmente para despejar mi mente de los peores escenarios que hasta incluye tráfico de órganos. Me dijo que me sirviera de esa comida, ya segura de que este hombre no es malo y quizás dijera la verdad de ser un doctor me dispongo a comer. Tomo asiento en el borde de esta cama que fácilmente pueden entrar cuatro personas, es muy cómoda, con mi brazo que aún tiembla un poco acerco el carro.

Definitivamente, no puedo negarme a este plato de comida, privarme de comida nunca ha sido algo que me guste, pero lamentablemente me ha tocado vivir. A mi mente la invaden recuerdos del monstruo que estuvo en mi vida, cuando gentilmente se ofreció a que viviría con él para que así no trabaje y yo por burra creí que era para que pasemos más tiempo juntos. ¿Cómo pude estar tan ciega?, simplemente era para ejercer aún más control sobre mí, él pagaba por mis cosas, aunque no quisiera, cuando quise volver a trabajar él me lo prohibió, ese fue el momento en que iniciaron las peleas, los castigos, los golpes en lugares que nadie veía y lo peor... cierro los ojos y reprimo esos recuerdos que son los que más me hieren.

Me doy cuenta de que mis mejillas están mojadas por mis lágrimas, las limpio de inmediato y comienzo a comer, mentiría si dijera que esto es insípido, es una deliciosa sopa de pollo, especial para recomponer el cuerpo luego de... bueno de mi intento fallido de suicidio.

Tan solo espero que el hombre que tengo a metros de mí no sea alguien de corazón oscuro y que me lastime.

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