Capítulo 9

No sé cuánto tiempo he pasado tirada en el suelo. No tengo la suficiente fuerza para ponerme de pie, y es que siento como si me hubieran dado una paliza y apenas puedo caminar. 

Hace tiempo que no escucho a Aquiles ni a nadie fuera de este lugar. Me pongo de pie con trabajo para después caminar hasta donde está la tina, me desnudo y cubro mi cuerpo con agua caliente. Solo quiero que el dolor disminuya. 

Cubro mi rostro con agua. Me siento estúpida al haberle confesado mi amor, un amor que apenas y yo entiendo, siento una extraña atracción hacia él eso no hay duda pero él también lo ha sentido y lo dice un sin fin de veces y cuando me animo a hablar me doy cuenta de que él solo dice… no. No sé qué es lo que me llevó a hacerlo, y de una manera tan abrupta, tan desesperada y estúpida. 

El desorden de Aquiles ya ha pasado, creo que se ha ido porque no he escuchado nada desde hace bastante tiempo. 

Esas palabras, sus palabras hacen que mi pecho duela. Su rechazo me hace sentir avergonzada y es que la verdad yo no entiendo en que momento es que he perdido la cabeza. 

Tengo que convencerme de lo que en realidad es él y lo que en realidad soy yo para esta gente. Al salir del baño puedo ver que ya está amaneciendo. Tomo un camisón casi transparente y cubro mi cuerpo con él.

Camino por el pasillo sin asomar mi cabeza a la habitación de Aquiles, sigo hasta llegar a las escaleras y comienzo a bajarlas con trabajo. Cuando por fin termino voy hacia la cocina y comienzo a buscar algo para comer.

Tomo un pan casero y le coloco una extraña mermelada, o eso es lo que creo que es. Justo en ese momento escucho voces, es Aquiles y otros hombres más. La pesada puerta se abre y alzo la mirada hasta encontrarme con él. Luce desarreglado, su cabello está alborotado y tiene el rostro extraño, es como si fuera más salvaje. Cierra la puerta de una patada dejando al resto de los hombres afuera. 

—Margot… —bajo la mirada y me concentro en el trozo de pan—. ¿Tienes hambre?, debiste de haber pedido a alguien que te trajese comida. 

No le vuelvo a mirar, su ronca voz hace que mi piel se estremezca y también que duela un poco más. Ahora solo me concentro en que tengo que mantenerme lejos, lo más lejos posible. Llevo el pan a mi boca.

—Debes de utilizar más ropa, pudieron verte y… —me pongo de pie de la extraña banca que hay en el lugar cortando el resto de la oración. 

No me parece verlo, ni escucharle, ni hablarle, no después de todo lo sucedido. Camino hacia las escaleras cuando escucho sus pasos acercándose a mí.

—Déjame ayu…

—¡Suéltame! —digo liberando mi brazo de su agarre y él lo hace. 

—Margot —dice de mala gana pero le doy la espalda de inmediato y comienzo a subir las escaleras de forma lenta. 

Y aún más lenta debido al dolor que me invade el pecho, y lo pero es que si esta conexión es real, él debe de saber lo que siente y aún así actúa como un idiota oportunista. 

Duele rechazarlo, no sé cómo pudo hacerlo él tan fácilmente. Escucho como la pesada puerta se abre. Y un par de pasos inundan el espacio. 

—¿Está todo bien? —escucho la voz del padre de Aquiles.

—Sí, adelante —dice Aquiles—. Quiero que encuentren al que está detrás de estos levantamientos, sé que mucho tiene que ver con la llegada de Margot, pero también quiero que entiendan que no pienso dejarla ni un solo momento, la quiero conmigo, es mi alma y… solo eso. 

—Claro —dice un hombre—. Pero no pensarás en ceder el puesto de verdad. 

—Quiero conocer las razones por las que está inconforme, si quiere ser Alpha puede pedirlo, yo estoy en este lugar por… orden de descendencia sin embargo si la comunidad piensa que existe uno de nosotros que pueda ser mejor Alpha que yo, con gusto puedo ceder mi puesto, pero tiene que ser algo mucho más que la llegada de Margot—tomo un largo suspiro y ordeno a mi corazón que se tranquilice, no porque hable así significa que esto… importe realmente, en realidad eso ya está más que dicho. 

—¿Y solo vas a ignorar que esa mujer es una bruja y te ha lanzado un hechizo?—yo niego, no puedo creer lo que está diciendo. 

—No tengo porque darte explicaciones, ahora si me lo permites tengo bastantes cosas que aclarar en mi mente y hacerte caso no es una de ellas—continúo subiendo las escaleras hasta llegar al largo pasillo y dirigirme de nuevo a mi habitación. Dejo caer mi cuerpo cansado en la cama y tardo un poco en relajar mis músculos hasta lograr quedarme dormida. 

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—Margot —siento como sacuden mi cuerpo haciendo que me duela, ese estúpido sentimiento. 

—¿Qué? —al abrir los ojos está Aquiles, mi mal humor crece, me libero de su toque y retiro su mano de inmediato, entre más lejos mejor—. Vete, déjame dormir. 

—Lo siento… pensé que tu…

—Vete, Aquiles —y me giro hacia el lugar donde no puedo verlo, tenerlo cerca y tener la certeza de que me ha rechazado es muy doloroso, es como si me hubieran roto cada hueso. 

—No me trates así—bufo y el enojo aparece, la furia aparece y el rencor. 

—Bueno, creo que teniendo en cuenta que estoy viva solo para mantenerte vivo y a cargo de este lugar, puedo tratarte como se me antoje, además soy una bruja ¿no?—sostengo la mirada en la suya—. Trate de hacerlo bien, pero alguien fue muy cobarde, que va… un idiota. 

Vuelvo a recostarme mientras escucho su fuerte respiración.

—Lo sé, fui cobarde pero… yo también siento cosas por ti y eres.. mi alma—el silencio se hace y yo suspiro, no puede estar jugando conmigo de nuevo. 

—Basta Aquiles —escucho sus pasos y sé que se está acercando. Me levanta de la cama con demasiada facilidad y me pega a él. 

—Margot perdóname, pero estoy bajo mucha presión, no quise rechazarte, sé que es doloroso, es solo que… tengo a mucha gente sobre mí, gente estúpida e inconforme… tú eres mi alma —aprieto mis dientes y un fuerte dolor hace que las lágrimas broten, el pecho, la espalda, todo mi cuerpo. 

—¡Déjame ya! por favor, me dices eso y mañana vas a rechazarme de nuevo y no sé si esto tenga que ver con esa conexión Aquiles, pero duele, y duele mucho —digo luchando inútilmente por liberarme de él. 

—No te dejaré, eres mía ahora —bufo y niego con dolor.

—Eres muy egoísta, solo piensas en ti en lo que te conviene y te funciona a ti—niega y pega su frente con la mía, mi cuerpo ha abandonado por completo la fuerza, ya no obedece a mi cabeza. 

—Perdóname, Margot —su aliento me embriaga. Estoy mareada, no puedo caer, no debo. 

—No puedo —comienza a caminar hasta su habitación conmigo en brazos—. Aquiles, no.

—Por favor… te necesito —niego y pega sus labios en los míos haciendo con un beso me que deshabilitada, es como si se tratara de una droga para mi que hace que mi corazón y mi mente se nublen. Siento una creciente necesidad en mí, no puedo pararle, no puedo solo mantenerlo lejos y eso jamás me había pasado con nadie. 

Siento como me recuesta de a poco entre las pieles. Su mano recorre mi espalda, sus labios siguen prendidos a los míos. Siento el calor recorriéndome de arriba abajo. No puedo luchar contra esto, de verdad no puedo por más que le ordeno a mi cabeza que no lo haga.

Mis manos recorren su ancha espalda, veo como se libera de las extrañas pieles que lo cubre y luego se centra en mí. Vuelve a besarme y mis manos viajan por sus piernas, puedo sentir cada músculo bien definido, al igual que en su espalda. 

—Te necesito Margot, te necesito —dice entre mis labios y mis piernas se aferran a su cadera. Trato de controlarme pero me es imposible, no puedo luchar contra esto, es la conexión, soy yo, es mi cuerpo quien no logra mantenerse quieto ni tranquilo. Puedo notar que en sus brazos las venas se marcan aún más, es como si se estuviera 

Sus labios siguen recorriéndome de arriba a abajo. Mi piel en contacto con la suya quema.

—No sabes cuánto te deseo Margot, no sabes lo que te necesito —me besa de nuevo y es cuando siento la fuerte presión abriéndose paso en mi vientre. Grito porque en verdad duele, quema. 

—Tranquila —más presión y me sostengo de su espalda, el dolor es… 

—Me duele, me duele mucho —confieso y él niega besando mi cuello.

—Relájate —besa mis labios pero no puedo y grito aún más fuerte. M****a ¿qué está pasando?

—Esto… Aquiles no —siento como quema mi vientre. Aquiles se retira de mi intimidad y la presión se hace más leve. Su intenso y embriagante beso hace que me relaje un poco, cuando con una embestida vuelve a sorprenderme y desgarro mi garganta con un grito.

—Margot —las lágrimas caen por mi rostro—. Estás muy apretada. 

Sollozo y muerdo mi labio inferior hasta hacerlo sangrar. Él hace lo mismo mientras se adentra una, dos, tres… y sigue haciéndolo a pesar de que por mi rostro corren lágrimas de dolor. 

Escucho su respiración entrecortada en mi oído. Estoy embelesada, me siento mareada y escucho mis gemidos cada que se adentra en mí. No se detiene y me cuesta creer que pueda seguir haciéndolo. 

—Ahora eres mía, desde ahora y para siempre mía —dice entre cada embestida y mi cuerpo se queda más inerte. Está exhausto y yo… 

—Basta, por favor —digo con voz apenas audible, Aquiles sigue adentrándose fuertemente en mí—. Basta, por favor Aquiles. 

Y es cuando siento su líquido derramarse dentro de mí. Su pesado y musculoso cuerpo cae sobre mí obligándome a gritar del dolor. 

—¿Te ha gustado? —pregunta jadeando y no sé qué decir. Nunca imagine que mi primera vez fuera… de esta manera. 

Después de que mi avión se estrellara en el océano, fuera capturada por salvajes en una isla afrodisiaca y terminar teniendo relaciones con un hombre que parece más un animal

—Eres mía ahora, Margot —Mi cuerpo se estremece, mi entrepierna palpita. Siento como me libera de su peso recostándose a un lado y es cuando puedo mirar hacia abajo y me doy cuenta que aún estoy vestida… ni siquiera me ha desvestido. Ni siquiera ha visto mi cuerpo. 

El camisón transparente está cubierto de sangre. Muerdo mi labio mientras las lágrimas siguen saliendo. Con trabajo me recompongo en la cama hasta lograr sentarme, esto es vergonzoso, es realmente un… un asco. Él ni siquiera ha querido verme desnuda. 

Siento un nudo en la garganta. Me aferro a un mueble cercano para poder ponerme de pie. Mis piernas tiemblan antes de que pueda dar el primer paso. 

Camino con trabajo y escucho la pesada respiración de Aquiles, se ha dormido. Trago saliva y un grito de dolor mientras camino en dirección a mi habitación. Trato de silenciar mis pensamientos, trato de convencerme de no pensar en lo que acaba de suceder, que he sido usada para calmar los deseos de un salvaje y que esta ha sido… mi primera vez.

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