-¿QUIÉN ERA FLORA?-

Una última mirada fue dada por Valentinne hacia aquel hombre que había quedado cabizbajo al escuchar las palabras de aquella bestia, sin duda alguna ese hombre era terrible una persona maligna que podía hacer mucho daño con aquella venenosa boca que solo demostraba fastidio, Valentinne quien recién lo había conocido y veía que lo que acababa de experimentar era terrible, jamás imaginó que podría llegar a apagar tan lamentablemente a aquella persona tan bella y luminosa que era su caballero de brillante armadura, ella deseaba consolarlo, pero también sabía que no era lo mejor, no era más que una desconocida, tanto como para aquella casa como para el castaño, por esa razón, al ver que este levantaba su cabeza frunciendo sus cejas y se dirigía por el camino por el que acabó desaparecido aquella bestia, ella decidió simplemente seguir de cerca al mayordomo y esperaba que las cosas no se fueran a convertir en algo peor de lo que había sido aquella horrible noche tan caótica.

De hecho durante unos momentos ella llegó a pensar en el hecho de decir la verdad y solo marcharse. Su tío se la pasara como pudiese, y que todo siguiese su camino. Pero la empresa de su padre estaba en riesgo, además de que tenía la posibilidad de recuperar lo que con tantos esfuerzos su padre había trabajado cuando estuvo con vida. Ella no podía abandonar su herencia, por eso hacía todo aquello. Al final tal vez si tenía razón el hombre malvado y ella no era más que una mujer interesada, al final quizás ella lograba comprenderlo.

No era tan fácil poder saber que se casan contigo solamente por dinero, por un acuerdo en el que los únicos beneficiados son aquellos, era de entender que estuviese un poco renuente a siquiera tener cerca su presencia. Pero Valentinne estaba más que segura que si aquel tuviese siquiera un pequeño ápice de personalidad de la que poseía su caballero de brillante armadura, ella estaba segura de que tuviese tantas pretendientes que incluso él pudiese escoger entre grandes filas, pero comprendía perfectamente que con su personalidad tan cruel, fría y demandante, era posible que las mujeres aunque estuviese atraídas por su belleza correrían lejos de él siquiera al tenerlo cerca después de ver su fría mirada.

--Le pido mil disculpas por todo lo ocurrido mi señora. Es que yo... Yo le pido disculpas de esto que está ocurriendo, y yo me encargaré de que toda la servidumbre se entere de su posición... --Valentinne detuvo a aquel hombre que no dejaba de balbucear una y otras frases sin terminar. Ella entendía de cierto modo todo lo que ocurría, su nana había sufrido incontablemente de todo por estar en contra de su tío cuando se trataba de ella y sabía que aquel hombre anciano solo temía a los enojos de su jefe, quien era más que sabido que no lo toleraría de una manera sutil.

--No debes preocuparte y por favor no digas nada de quien soy. La verdad es que si paso un año aquí sin ser notada sería maravilloso. Ve a descansar o lo que sea que estés por hacer, yo me quedaré aquí tranquilo... Lo único que te agradecería sería poder encontrar mi maleta... Necesito con urgencias quitarme este vestido... --una mueca surco de los labios del mayordomo al ver el horrible vestido de novia tan inmenso. Había logrado apenar demasiado a Valentinne, y el hombre sin decir nada más solo asintió. A los pocos segundos trajo consigo su maleta, para dejarla en la puerta de una pequeña habitación de la chica.

Para Valentinne nada de esto era nuevo. Ella dormía con su nana en su habitación. Ella tenía una enorme habitación cuando era niña en la mansión, de hecho era la segunda más grande del lugar. Pero su prima un día llena de enojo porque según ella no cabían todas sus muñecas junto a su madre la echaron del lugar. Estas malicias la enviaron al segundo piso, donde dormía la servidumbre. 

Valentinne recordaba haberse sentido como la cenicienta en aquel entonces y creía que algún día llegaría un príncipe y la rescataría. Los sueños se habían acabado con el pasar de los años y se había percatado que si ella no hacía nada por ella, nadie vendría a rescatarla, que si ella no lograba vencer a esas personas nadie lo haría por ella. 

Por eso se había convertido en alguien trabajadora y completamente alerta con su familia. Cuando llegaba el momento de discutir lo hacía, cuando llegaba el momento de defenderse así lo hacía. Pronto su familia se había percatado que por mucho que lo intentaran no podrían y con ello logró comprender que algún día ella conseguiría lo que le habían arrebatado.

Pero ahora no sabía cuál sería su próximo paso. Ese hombre era claro que no la deseaba ver en lo más mínimo cerca y ella tenía más que claro que no deseaba estar cerca de él. De hecho entre más pudiese tenerlo en un mínimo radio de cinco metros era lo mejor, por eso ella había decido que solo estaba en aquel lugar durante la noche. Llegaría a dormir muy tarde después de salir del bar y saldría muy temprano en la mañana para ir a trabajar en el hotel. No había fallas, le quedaba bastante lejos, por lo que caminaría cada día para ahorrar algunos centavos. Todo era un plan perfecto, justamente como lo hacía cuando vivía con sus tíos. No había manera en la que pudiera cruzarlo, sus pensamientos y sus planes estaban decididos.

Después de un baño y de estar completamente cambiada, en lo que su vestido de bodas lo empaco en una bolsa de basura y lo dejo a un lado para al día siguiente deshacerse de él y olvidarse de aquella experiencia tan traumática de su vida.

--Oh... No sabía que tendría una nueva compañera, de hecho, no sabía que vendría alguien nuevo... --una hermosa chica de cabello tan rubio que parecían hilos dorados se mostró ante Valentinne. Tenía una expresión completamente tranquila y hasta podría llegar a decir que era pacífica ya que en su rostro era lo que demostraba. Valentinne se levantó apresuradamente para poder presentarse con el afán de no parecer asocial ante su nueva compañera de habitación, después de todo pasarían un año juntas según sus planes.

--Mucho gusto soy Va... Chantal Rossel... Espero que nos podamos llevar muy bien... --la chica sonrió con tranquilidad y le hizo un gesto lleno de armonía, no había duda que era alguien que se mostraba muy pacífica y aquello era algo que a Valentinne le agradaba demasiado, pues tenía lo que ella decía una energía muy positiva.

--Soy Anais Marrim, espero que nos podamos llevar bien... --las chicas no pudieron evitar sonreír ante sus palabras en lo que esta sonrió y observó a la chica que aún asumió que estaba terminado de desempacar. Era extraño, su jefe no contrataba a nadie de la nada. Era un hombre que entre menos personas a su alrededor hubiese era mucho mejor y por esa razón ella estaba envuelta en miles de preguntas

--No sabía que el señor Leroux contrataría a alguien nuevo... Es decir... No te ofendas, pero él no es alguien que contrata de la nada, el mayordomo y el ama de llaves no nos habían contado nada... --Valentinne había detenido sus acciones para observar a la chica, esta parecía intrigada, y la verdad es que esa curiosidad a ella podría llegar a servirle en ese momento.

--¿Llevas mucho tiempo trabajando en este lugar? --la chica asintió de inmediato con la cabeza y con ello. Valentinne se alentó a poder hacer la pregunta que tenía en su cabeza desde que se había topado con aquella hermosa bestia --¿Él siempre es así? Digo... Siempre está...

--¿Crudo, frío y malvado? Sí... Siempre lo ha sido desde que lo conozco es así... Aunque yo llegué después de la muerte de la señorita Flora. La verdad es que no lo conocí antes, pero los sirvientes más antiguos dicen que ese hombre era demasiado bondadoso y que era mejor incluso que el señor Cedrik...--¿Flora? ¿Muerte? Valentinne no comprendía nada de lo que acaba de decir la chica. Parecía estar muy ocupada sacando su ropa para darse un baño que no noto la mirada llena de preguntas de la chica, quien luego de dar un leve sonido con la garganta aminora su excitación por saber más y hablar con voz calmada.

--¿Quién era Flora? ¿Por qué el señor cambió? --Anais levantó la mirada y observó a Valentinne como si fuese una tonta. Ella no comprendía por qué preguntaba algo tan tonto cuando todos sabían que había pasado con la bestia Leroux, no por nada lo apodaban así, no por nada le decían el hombre maldito, incluso los que no vivían en aquellas paredes.

--¿No lo sabes? Es extraño que no lo sepas, ¿Dónde vivías bajo una piedra? --Valentinne hizo una mueca llena de pena y sus mejillas de nuevo se tiñeron de rojo, algo que divirtió a la rubia, pues le pareció terriblemente tierno aquel gesto de la inocente chica. Sin pensarlo ella contestó dejando a la chica completamente cruda con su respuesta 

--La señorita Flora era su prometida, ella murió el día de la boda, lo dejo en el altar y murió camino a la iglesia... El señor Adrien cambio drásticamente después de aquello, después de eso él se convierto en la bestia de Leroux...

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo