2. Estúpida supervisora

Abby lavaba sus manos en el baño pensando que tenía mucho trabajo que hacer, y ya casi que era su hora de salida. Sospechaba que tendría que llevarse montones de carpetas y documentos para su casa nuevamente para intentar terminar de revisarlos y entregárselo a la mentecata de Susan.

Mientras que ella se mataba trabajando, la estúpida esa solo se pavoneaba por los pasillos como si fuera la reina de la empresa. Casi no trabajaba, más que nada solo asistía en las cosas personales de Callan, ¡que perra! Pensó la rubia. Y justamente en ese momento la majadera entra en el baño deteniéndose al lado de ella con las manos en las caderas y taconeando sus zapatos contra el suelo. Abby solo pone los ojos en blanco, se seca las manos para girarse hacia ella.

—¿Qué ocurre?

— ¿Qué ocurre? — Pregunta con descredito — Te he visto todo el maldito día echándole ojos a Callan, ¿Qué piensas niñata? ¿Acaso crees que va a voltear a verte? —  Le dice con desprecio.

—¡Yo no he hecho tal cosa! — La chica miente.

—Mira mujercita —  La morena la toma del brazo con fuerza —Como te vea mirando nuevamente a mi hombre, me encargare de que te echen de aquí.

—No puedes hacer eso, yo no he hecho nada malo. He cumplido con mi trabajo al pie de la letra— Le reprocha la rubia.

—No juegues conmigo, m*****a niña. Sé que te gusta Callan pero él es solo mío, ¿eso te queda claro?

—No parece que fuera tuyo, ¿acaso ya tienes fecha de la boda?

La morena pareció enojarse aún más por su comentario. Porque abrió los ojos con gran intensidad y en segundos Abby se encontraba tirada en el suelo. Susan la había aventado contra el piso de mala gana logrando que Abby se lastimara el codo con la caída.

—¿Pero qué te pasa? Estás loca — Le dice poniéndose en pie.

—¡Estas advertida, Abby!

Susan la toma del mentón con mucha fuerza mientras la mira como si fuera un bicho al que debía ser aplastado. Abby sabía que la morena la odiaba, pero no estaba al tanto de cuanto era el odio.

—¡Suéltame! — Esta la empuja — Puedes ser mi supervisora, pero no te voy a permitir que…

Pero la mujer no la dejo terminar sus palabras porque le había propinado una cachetada dejando la mejilla de la rubia marcada con los dedos de Susan.

—A la próxima te va a ir peor — La amenaza —Es mejor que te vayas sacando de la cabeza a Callan, jamás se fijaría en una mujer como tú. Solo mírate — Esta se ríe con burla—  Eres como una niña. Nada comparado con lo que soy yo, una mujer de verdad.

La morena se da la vuelta para salir del baño riéndose a carcajadas de la rubia… Abby quedo perpleja con la cachetada que su jefa le había dado… nunca la había golpeado, pero al parecer ya ese no era el caso. La rubia llevo una mano hasta su mejilla, mientras que una lágrima se deslizaba por su piel.

No creyó que amar a un hombre le fuera tan doloroso. Era como un castigo. Pero Susan tenía razón, Callan jamás la voltearía a ver y menos con ese cuerpo que tenía. Pero ella estaba enamorada de él y lo quería… estaba obsesionada con su jefe. Tan solo si él supiera sus verdaderos sentimientos, quizás obtuviera una oportunidad.

[…]

De camino a casa no dejo de pensar en la forma de lograr que Callan se fijara en ella, una cirugía no le serviría de nada sería mucho dinero el que tendría que invertir, además no lo tenía. Suspiro recostando la cabeza en el asiento del coche, toco su mejilla. Aun le ardía la cachetada que le dio Susan.

—¡Qué m*****a! — Exclama en voz alta.

—Disculpe, ¿Qué? — Le dice el chofer del taxi.

—¡Nada! — Responde mirando por la ventanilla.

La chica guardo silencio todo el camino de regreso a su apartamento. Unas pocas cuadras más, y Abby descendía del coche cuando de la nada un diluvio cayó sobre ella empapándola por completo. Esta corrió hasta el interior del edificio sacudiéndose el agua que tenía encima. Subió pesadamente las escaleras, vivía en el segundo piso así que no hacía falta que tomara el ascensor. En cuanto llego a su piso se topó con su vecina, era una mujer con la que se llevaba bien. Podría decirse que era como su amiga, aunque esta fuera un poco loca.

—Abby, ¿llegando del trabajo? — Le sonríe la pelirroja.

—Hola Denise, ¿Cómo estás?

—Si te contara, el desgraciado de mi novio lo encontré  revolándose con una tía. Casi la dejo sin pe… ¡Abby! ¿Pero qué rayos te paso en la cara? — Le dice la joven tocando su mejilla.

—¡Ah! ¿Esto? No es nada.

—¿No me digas que la idiota de Susan te ha pegado?

Denise estaba al tanto de como era su relación son la supervisora, de vez en cuanto Abby le contaba sus cosas a la pelirroja. Era buena persona, muy linda.  Podía confiar en ella, y desahogar sus penas.

—No, claro que no… — niega mirando hacia otro lado.

—¡Esto es lo último Abby! No lo puedo creer, ¿Cómo permitiste que esa mujer te golpeara? Es una abusiva.

—Denise, por favor no.

La rubia dice dándose la vuelta para dirigirse hasta la puerta de su apartamento. La verdad es que no estaba para sermones, a veces su vecina se portaba como una mamá.

—Abby, debes hablarlo con tu jefe. No puedes dejar eso así, ella es tu supervisora y se está aprovechando de eso. Es que deja que la tenga en frente, la voy a poner en su sitio a la muy perra.

—No Denise, es que no quiero perder mi empleo. Yo… no puedo hacerlo.

—¿Por ese hombre? Amiga, no lo vale… él ni siquiera te pela. Entiende que no te conviene.

Abby lo sabía… lo sabía de sobra. Él no le convenía, porque si al menos albergara algún tipo de sentimientos por ella quizás intentara querer tener algo. Pero solo tenía ojos para esa morena odiosa. Ella solo era un cero a la izquierda para Callan.

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