¿Estás celoso?

- Disculpe señorita, puedo hacer una llamada desde el teléfono fijo-. Preguntó la inocente Aixa a una de las muchachas que a diario llegan a hacer el aseo.

- Claro que sí puede hacerlo señora. Le respondió la muchacha amablemente, pues como ya saben que en ese hotel solo se hospedan las personas con alto nivel económico entonces ellos tienen la orden de hablar con respeto cuando se dirijan a los huéspedes.

- ¿Podrías ayudarme por favor, es que no sé cómo se maneja eso-. Comentó la joven Aixa y la muchacha creyó que ella se estaba haciendo la que no podía solo para molestarla a ella. Pero de igual forma su deber como empleada de ese lugar era orientarle y así lo hizo.

Aixa llamó a su abuelo y le comentó que aquí la está pasando de lo mejor, aunque lo extraña mucho a él pues nunca se han separado por varios días. Sólo lo hacían durante el día que la chica salía a trabajar pero por la noche siempre regresaba con él a casa.

- Ay hijita, que Dios te bendiga. Yo sé que vas a ser feliz-. Le respondió su abuelo con voz de melancolía, pues a medida que los días pasan a él se le acorta la vida pero tiene la esperanza de ver a su nieta ser feliz.

- ¿Y entonces abuelo cómo estuvo la boda de mi primo Leonardo?

Preguntó Daniel, el nieto menor del señor Miguel Bustamante.

-Todo estuvo de maravilla hijo-. Respondió el abuelo con el teléfono en la oreja.

- Qué bueno abuelo, me alegro mucho por mi primo-. Dijo Daniel al otro lado de la línea.

¡Ay primito! así como me estoy comiendo a la que era tu novia, así mismo me voy a comer a tu esposa ya lo verás. Porque todo lo que tú tienes debe de ser mío, incluyendo bienes materiales y mujeres.

Dijo en voz alta el joven Daniel cuando hubo terminado de hablar con el abuelo.

Hoy le toca regresar a la pareja de recién casados, y el señor Miguel Bustamante le ha llamado al joven Leonardo para advertirle que tiene que presentarle evidencia de que en realidad estuvieron en ese lugar. Por lo tanto él se acercó a la habitación de su esposa y tocó el timbre de la puerta.

- Hola, pasa si quieres-. Dijo la joven Aixa cuando vio al arrogante de su esposo de pie sobre la puerta.

- No pienso entrar, solo vengo a avisarte que te estaré esperando en la playa para que nos tomemos unas fotos como evidencia para el abuelo.

- Está bien enseguida bajo y nos reunimos-. Respondió la joven Aixa.

Se puso bastante nerviosa ya que nunca ha ido al mar y mucho menos con un tipo tan arrogante como el que está frente a ella.

Aixa no sabía que ponerse para ir a la playa y no avergonzar a su esposo, optó por ponerse un short que le quedaba un poco corto, una blusa de tirantes y salió de la habitación.

Al nomás salir de la puerta se encontró con una pareja de jóvenes que también iban saliendo de una de las habitaciones, Aixa como ni siquiera sabía cuál era la salida que conduce a la playa decidió preguntarle a los muchachos si ellos sabían.

- Chica no me digas que vas para la playa a darte un chapuzón y no llevas pero ni traje de baño para que luzcas esas curvas que te cargas-. Le dijo la chica colocándose las manos en la cintura en señal de indignación cuando Aixa le dijo qué va para la playa pero que no conoce.

- Sí con esta ropa voy ¿a caso tiene algo de malo? pregunto Aixa un poco avergonzada porque no esperaba que la chica le dijera tal cosa.

- Mira muñeca, te llevaré a la tienda y te buscaré un bikini que te servirá para matar hombres con solo que te vean, bueno con tal de que no sea a mi marido-. Dijo la chica con una sonrisa dedicada para su hombre.

Cuando Aixa escuchó que la chica le mencionó que la llevaría de compras, ella se preocupó porque recordó que en su habitación no tienen ni un tan solo Lempira (moneda nacional de Honduras) así que no se puede dar el lujo de comprarse nada que no sea lo que ya está incluido en el paquete de vacaciones.

Lo siento, pero no puedo acompañarte a la tienda porque mi esposo es quien tiene el dinero y me espera en la playa.

- No bonita por eso no te preocupes, este hotel es de mi padre y la dueña de la tienda de ropa de baño soy yo. Así que acompáñame que yo te lo obsequiaré por cortesía del Hotel-.

Le dijo la chica y ambas se marcharon mientras que el joven apuesto bajó a la primera planta a esperarlas.

Pero lo cierto es que ese par de muchachos ni siquiera se conocen el uno al otro, son simples visitantes que los guardias de los esposos contrataron para que hicieran eso porque se imaginaron que ella no venía preparada para ello cuando Leonardo dijo que irían a la playa por las fotos y que entonces si necesitaba que ellos dos estuvieron presentes para que el abuelo viera que si les andaban dando seguridad.

La chica desconocida eligió un atrevido y diminuto traje de baño de dos piezas, y le dijo a la chica que le quedaba perfecto y que ese se llevara para que le luciera a su esposo.

Aixa se ponía nerviosa cada vez que la muchacha le mencionaba a su esposo, pues teme por la reacción que él tenga.

Las chicas salieron de la tienda, no sin antes pasar por caja para facturar las prendas que han tomado y la chica desconocida se volvió a hacer pasar como la dueña de la tienda.

Pero la cajera ya sabía cómo era el proceso, pues mientras ellas estaban buscando lo que querían uno de los guardias habló con la cajera y le entregó la tarjeta para que se cobrara lo gastado y le dijo que luego pasaría por su tarjeta, pero que no se lo comentara a la chica.

En la planta de abajo se encontraba el muchacho desconocido, según Aixa él está esperando a su mujer. Pero no es así, en pocas palabras aquí comienza lo bueno.

- Oh,  mira querida por allá está mi marido ve con él para que te dirija al lugar que te dijo tu esposo que te esperaría.

Yo en un momento me les uno a la búsqueda de tu príncipe, porque primero debo de hacer una diligencia. Tu ve con él con toda confianza y yo no tardaré.

Aixa se dirigió hasta donde estaba el joven desconocido y éste le dijo que la siguiera, y cuando ya estaban a punto de llegar donde Leonardo, el chico se acercó más a ella y cuando identificó al joven con las características que ella le dio le pidió a Aixa que se tomara una foto junto con él y tener un recuerdo de este momento para que cuando volvieran de vacaciones nuevamente los buscara a ellos para ser atendidos como amigos.

Aixa con su inocencia aceptó tomarse una fotografía con él y hasta sonrío a la cámara, pero no se había dado cuenta de que su esposo Leonardo les estaba observando de cerca.

Porque cuando vio que ella iba llegando acompañada de ese joven, él de inmediato se levantó de dónde estaba sentado para ir hasta donde ellos estaban tomando fotografías.

- Qué haces con mi esposa imbécil-. Dijo Leonardo furioso plantandole un puñetazo en la cara al pobre chico y de inmediato hizo a la chica a su lado y pasó el brazo por su cintura.

- ¿Estás celoso? Pues cuida a tu esposa porque es demasiado hermosa para que la dejes sola-.

Le dijo el joven y se marchó, aunque dolido de su cachete pero contento porque había logrado lo que los guardias le pidieron, que era darle celos a Leonardo para ver si tal vez así se aviva un poco y valora a su esposa.

También se ganó una cuantiosa suma de dinero por hacer ese gran favor que al final le salió hasta con golpe y eso no se lo esperaba.

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