La fuente Milagrosa

Mirian solo pensaba en que su hija actuaba muy extraña, sin embargo, tampoco era para preocuparse. En silencio miro hacia donde su hija le indico que había visto a un lobo, pero ella no vio nada, no por eso iba a pensar mal de su adorada hija.

Madre e hija bajaron del autobús y regresaron a sus habitaciones bajo la atenta mirada de un hombre que se paseaba por la recepción. Era muy normal para las turistas que este hombres vigilara, ellas asumían que era para la seguridad.

—Mamá te juro que vi un lobo— dijo la joven que aún no podía entender porque se negaban a aceptar lo que ella había visto— un enorme lobo negro con ojos rojos.

La madre pasó su brazo por los hombros de su adorada hija y sonriendo le dijo.

—Lástima que no le tomaste una foto para que nos quedara de evidencia y así nadie dudaría de lo que dice— le dijo con cierta burla.

—No me crees ¿verdad? — dijo Laura desanimada.

Ambas subieron hasta la habitación y se dieron un baño comenzaron a recoger todos sus implementos, porque al día siguiente viajaría muy temprano y regresarían a su ciudad de origen Nebraska, en América del norte.

— ¿Ya tienes todo listo? — le preguntó la madre a su hija.

La hermosa morena que estaba en el balcón mirando hacia la espesura del bosque simplemente le respondió con un asentamiento de cabeza.

—Bueno, voy a bajar por unos emparedados para la cena o prefieres ¿Que bajemos y comamos algo en el restaurante? — le preguntó amorosamente Mirian a su hija.

—No mamá. No quiero salir. Con unos emparedados estaremos bien — dijo la joven algo triste por su partida.

Mirian dejó sola a su hija mientras que ella observaba por el balcón. Allá afuera había algo que la llamaba de manera poderosa, no sabía que era, pero llevaba días soñando con una enorme fuente. Que en la parte de arriba había una hermosa mujer, sobre sus manos estaba la luna y a sus pies había un enorme lobo que miraba a la mujer que sostenía la luna.

Llevaba años soñando con esas figuras, y al llegar a ese bosque esas imágenes se hicieron más fuertes y ahora sentía un gran vacío por tener que dejar ese lugar.

Rápidamente llegó hasta el computador y empezó a investigar sobre Green Forest.

Mucha información sobre el bosque y los maravillosos secretos que se tejían sobre él. Todos eran místicos y llenos de fabulosas leyendas entre ellas sobre una hermosa fuente llamada La Milagrosa.

—Fuente La Milagrosa— dijo ella en voz alta a leer aquellas palabras sentía que se acoplaban con ella— Dios qué es esto que siento— dijo nerviosa, sin embargo, siguió leyendo.

“La leyenda cuenta sobre la diosa Luna al ver que el pueblo estaba herido y enfermo decidió bajar de los cielos una fuente, aquel que bebiera de las aguas de la fuente sanaría tanto física como emocionalmente. Para evitar que la fuente cayera en manos perversas sólo dos seres especiales la cuidarían.

Dos almas que serían como una. Una mujer humana y un hombre lobo. La fuente sólo sería visible cuando estos dos seres estuvieran cerca y juntos.

— ¡Vaya! Que leyenda tan extraña —dijo la joven al cerrar la computadora.

Volvió al balcón y se abrazó porque estaba haciendo algo de frío. Era extraño por qué rara la vez ella sentía frío, es más su madre decía que ella era un fenómeno, porque cuando hacía mucho frío ella se quejaba de calor.

Desde que llegó a las tierras de Gran Bretaña se ha sentido diferente. Es como si ella perteneciera a ese lugar y la estuviera reclamando para volver y quedarse. Dejó escapar el aire de sus pulmones mientras que sus ojos miraban más allá de la oscuridad.

Tampoco puede entender la extraña sensación que sintió cuando tuvo delante de ella a ese enorme lobo negro de ojos rojos, podría jurar que el lobo le hablaba. Aun sentía el palpitar del corazón de él en el suyo propio. Se sintió nueva, diferente y aún hasta con una nueva energía que nunca tuvo.

Por lo menos su estadía en Gran Bretaña le había quitado las extrañas pesadillas que siempre la han acompañado desde que ella tiene uso de razón.

Sus ojos miran fijamente hacia un punto, era como si en ese punto algo o alguien la llamara de manera enérgica. Luego miro el cielo y vio la luna, estaba redonda brillante y resplandecía de una manera poderosa.

Era tan fuerte el brillo que ella emanaba que mostraba un camino. Un camino que se notaba en medio del bosque, que la traía, que la llamaba.

Sus ojos vislumbraron como los árboles se abrían dándole a ver aquel camino sinuoso e iluminado por los rayos de la luna. Ella trago nerviosa por lo que sus ojos vieron. Cerró sus ojos para ver si aquella ilusión óptica de la noche desaparecía, pero al momento de abrirlo un centenar de lucecillas brillantes comenzaron a iluminarle aquel sendero de luz brillante de luna.

— ¡La diosa Luna! — exclamó al recordar lo que había leído momentos antes— Ella me está guiando a la fuente Milagrosa.

Respiro profundo y sin pensarlo dos veces bajo y no vio a su madre así que siguió caminando hacia ese punto que misteriosamente la llamaba.

Aunque su corazón palpitaba en su pecho como si se quisiera desbocar no dejó de caminar. Sentía que algo imperioso la llamaba, la seducía a buscar algo que ella no sabía que encontraría.

—Ya voy — dijo como si una voz la estuviera llamando.

Desde donde ella estaba pudo ver en la distancia una figura de mujer que levantaba las manos hacia el cielo. No era clara la imagen sólo tenía penumbras poco iluminadas con los rayos de la luz de la luna. Su corazón siguió palpitando fuerte y frenético, se había acelerado más cuando de repente un fuerte olor golpeó sus sentidos haciéndola estremecer de placer.

Ahí delante de ella estaba la fuente mágica. La fuente Milagrosa.

— ¡Si existe! — exclamó llena de júbilo.

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