Caminando hacia las fauces de la muerte.

Luego de un rato. Y mientras se encontraban reunidos a orillas de la piscina, vigilando a los hijos de Valentina que estaban jugando con una pelota fuera de la cerca.

—¿Julián?—preguntó Catalina a Bastián.

—Llevó a Mariposa a pastar y también para aclarar la cabeza—Respondió Bastián.

—Se está preparando para cortar las nuestras—sugirió otro guardia—todos nos descuidamos está mañana.

En la distancia, debajo de un pino se divisó una figura. Catalina reconoció a Julián.

Era el mediodía cuando apareció Bastián en la puerta de la habitación de Catalina que se encontraba abierta.

—¿Puedo entrar?

—Por supuesto.

—No se como pasó la niña sin ser detectadas por los guardias.

—No se deben culpar, y no creo que Julián tome represalias.

—Entiendes lo grave del asunto, que hubiera pasado si Mariposa la golpea con sus patas. Hubiera sido una tragedia que Julián jamás se lo perdonaría. Iré a relevar a Mar

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