Química

Desde lo que ocurrió en la mansión Demir, su jefe estaba tratándola de manera diferente y poco certez, cuando en realidad era ella quien debería estar ofendida por lo que él hizo.

—Hoy otra vez nos reuniremos con el príncipe Ayvas Zorlu —le recordó por quinta vez en dos horas.

—No se preocupe, no se me olvida, ahí estaré sin falta —trató de sonar seria cuando en realidad quería quería insultarlo, pero debía contenerse, ya que tenía que cuidar ese trabajo a pesar de todo.

Se adelanto a la sala de juntas, para que estuviera tranquilo que no faltaría a dicha reunión.

No tardaron más de dos minutos en entrar por la puerta ambos príncipes, el príncipe Eryildiz Demir y el príncipe Ayvas Zorlu, ambos de imponente e intimidante figura.

—Buenos días —saludo cortezmente a Ayvas.

Ayvas al verla tan hermosa y radiante como la primera y última vez que había visto en su anterior junta con Eryildiz, decidió que esta vez la invitaría a salir.

Eryildiz al ser un mujeriego de gran experiencia, se dio cuenta de la intención d la que había venido Ayvas, cosa que no permitiría, ya que él la había visto primero, y no la dejaría ir tan fácil. 

La inocente Amy no tenía idea que frente a ella había dos buitres acechando, ambos ignoraban que ella no tenía interés interés tener contacto con un hombre. Esos dos príncipes se habían topado con una mujer fuerte e independiente que no se deslumbraba por cualquier cosa.

—Podemos reunirnos para trabajar en nuestro futuro proyecto en una semana si le queda bien —sugirió Aydas.

—Una semana será tiempo suficiente para tener un plan listo para ser presentado —respondió Eryildiz. 

Una vez fue finalizada la reunión, Amy salio primero, pero no noto que era seguida de cerca por el príncipe Ayvas, el mismo quería detenerla para tener la oportunidad de ofrecerle una invitación algo reservada.

—Señorita Crawford, ¿cree que podría hablar con usted un momento?, prometo que no le robare mucho tiempo de su horario laboral —el príncipe le había pedido de una manera tan cortez y elegante a Amy un momento, que ella no pudo negarse.

—Por supuesto, dígame —respondió ella observándolo directo a los ojos.

—Yo quería invitarla a cenar. 

Amy no espero ni por un segundo la invitación a cenar del príncipe Ayvas, aunque si jefe era uno, lo tenía más como un empresario que como un príncipe. Ella no sabía que responder, porque ya había tenido un mal momento con la familia Demir, no estaba dispuesta a repetirlo.

—No me parece que sea adecuado —dijo Amy, le había costado encontrar las palabras adecuadas para no ofenderlo, ya que no quería tener de enemigo a un príncipe árabe. Aunque obviamente era un hombre atractivo, ella no pudo evitar compararlo con Eryildiz, quien opacada a Aydas.

—Me gustaría saber la razón de su rechazo si no es molestia, ¿tiene que ver con el señor Demir? —preguntó intrigado el príncipe.

—Para nada, es que usted es un príncipe árabe y yo soy una americana, no se vera bien que lo vinculen conmigo, ya sabes diferencias de culturas, no quiero perjudicarlo —las palabras de ella salieron recordando lo que sucedió en la cena con la señora Zemzem. 

Ayvas era un hombre muy recto, era el orgullo de su familia, además de que tenía cierto poder en la política, involucrarse con una Americana podría perjudicar su imagen.

—Entiendo su punto perfectamente, pero créame que mi vida privada es totalmente privada y jamás a salido la más mínima información en público, además de que a diferencia de Eryildiz yo no tengo mi reputación manchada como para que saquen malas conclusiones de verme con una Americana, le aseguro que cenaremos en santa paz.

Amy consideró lo que Ayvas decía y concluyó que tenía razón, él no tenía porque pagar el precio de lo que hacía su jefe.

Mientras ella pensaba el príncipe la detallaba, embelesado con la hermosa mujer que tenía enfrente, una que lo haría perder la cordura si no se cuidaba de ella.

—¿Entonces acepta? —se atrevió a preguntar el príncipe demostrando un poco la ansiedad que tenia por conocer a la extranjera.

—¿Solo será una cena verdad? —quiso asegurarse ella por si acaso.

—Por supuesto —respondió rápidamente Ayvas.

—Si es solo eso, esta bien —terminó aceptando con una sonrisa, que contagio al príncipe.

—Le aseguro que no se arrepentirá —dijo sonriendo victorioso, porque estaba seguro que Eryildiz no había conseguido una siquiera una cena con ella.

—Estoy segura de que si —respondió la Americana con una sonrisa que hizo retener el aire al príncipe.

—¿Le parece bien que pase a las ocho? —dijo tomando su mano para darle un delicado beso de despedida.

—Lo estaré esperando a las ocho entonces —dijo ella algo sonrojada por el gesto tan caballeroso que había tenido ese hombre, cosa que no tenía su jefe.

Mientras el príncipe Ayvas lograba una cena con Amy, Eryildiz estaba muy preocupado que lo que sucedió en la cena fuera a perjudicar su plan de conquistar a su secretaria, así que debía hacer algo para compensar el mal momento.

Era la primera mujer que le ponía las claras tan difíciles, ella lo seducía sin siquiera intentarlo, estaba desesperado por evitar que alguien más ponga siquiera un dedo sobre ella, porque si eso sucedía se volvería loco, porque esa mujer podía ser solo suya.

El empresario estaba algo de mal humor porque su madre había tenido la osadía de darle su número de teléfono a Bayan, y ahora ella lo acosaba a mensajes y llamadas, las mismas que solo se dedico a ignorar, ya que no le interesaba en los más mínimo la egipcia, además de que parecía una loca psicópata.

Ni loco se casaria con ella, en la cena la trato mal y dejo en claro que no tenía nada de interés en ella, y sin embargo se comportaba como su esposa, sin serlo, es más, ni una posibilidad tendría.

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Amy no sabía como vestir para ir a cenar con él príncipe, ya que seguro iban a un lugar público, así que le pidió ayuda a la recepcionista, la cual no dudó en dejar su puesto para ir a ayudar a la Americana.

—Ese vestido es perfecto, es recatado para ir con un a un lugar donde todos seguro serán árabes, pero mantienes tu toque occidental —dijo Sefer.

—La verdad es que si, es diferente pero con mi toque —dijo Amy mirándose al espejo asombrada por la obra de la chica.

—Si planeas quedarte aquí debes comenzar a saber sobre nuestra cultura y todo lo que tenga relación con la manera de manejarse en este país, te aseguro que así será más fácil tu adaptación. 

—Tú trabajas mucho, yo no quiero molestar, pero admito que tienes razón —dijo dudosa Amy, ya que tenía razón, debía comenzar a adaptarse y conocer.

—Eso es lo bueno, trabajo mucho en el edificio, tenemos todo el día para practicar, eso ayudará a que no me aburra tanto —dijo Sefer divertida, ya que le entusiasmaba mucho la idea de ser amiga de una americana, ya que siempre fue diferente a las árabes, eso lo demostraba claramente en su manera de actuar y vestirse, sin insultar su religión, ya que sino podría ser expulsada de su familia.

—Bueno, entonces tu me ayudas y yo te ayudo. 

—Exacto.

A las ocho en punto Amy estaba en la recepción junto a Sefer cuando el lujoso auto del príncipe aparco, a diferencia de Eryildiz él sí tenía chófer.

—Que puntual —dijo sonriendo Amy cuando llego al auto y estaba el príncipe junto al chófer esperándola.

—No podía dejar a una hermosa dama como usted esperando —dijo dándole un beso en la mano para luego ayudarla a subir al auto.

Como Amy y Sefer habían pensado, el príncipe la llevo a un lugar muy fino y destacado, sin contar que todos que allí estaban eran árabes, pero gracias a la ayuda de Sefer no estaría tan fuera de lugar.

En el camino ella noto que varias camionetas los seguían, seguramente era por seguridad, cosa que también lo diferenciaba de su jefe.

Apenas llegaron y entraron al restaurante les dieron la mejor mesa y más apartada del lugar, para estar fuera de la vista de miradas curiosas que pudieran incomodar.

—¿Ya saben que desean pedir o les doy un momento más? —volvió el mesero que los atenderla luego de que dejara el menú.

—La dama primero —dijo cortez el príncipe.

—No lose, ¿algo que me sugiera? —peguntó dudosa sin reconocer ninguno de las comidas que aparecían en el gran menú.

—La especialidad ¿tal vez? —le preguntó el príncipe a lo que ella asintió— entonces para ambos la especialidad —dijo esta vez dirigiéndose al mesero que solo asintió y se retiro.

Por otro lado, Eryildiz había caído en una sucia trampa que puso su madre, fue tan grande que terminó teniendo que salir a cenar con la acosadora de Bayan. 

Para mala suerte de él, había decidió llevarla justo a donde se encontraban el Amy y Ayvas.

Eryildiz siempre era tratado con gran respeto al ser un príncipe y gran millonario, así que siempre le daban una de las mejores mesas, en un lugar alejado, y justo hoy en unas de esas mesas se encontraba su secretaria y su nuevo socio.

Un manojo de celos comenzaron a ascender por el cuerpo del árabe al ver que ella estaba saliendo con él. 

Ese día definitivamente no era el mejor para él empresario, primero su madre se salió con las suyas, teniendo que soportar cenar con la egipcia que no puede ni ver, y luego descubre que Amy sale con Ayvas, quien subestimo como contrincante en la conquista de la Americana.

La Americana y el príncipe estaban tan concentrados hablando que no notaron que Eryildiz se había sentado en la mesa vacía junto a ellos que no estaba a más de 2 metros de ellos.

—Y dime Amy, ¿hace cuanto que estas en Arabia?—preguntó cambiando de tema el príncipe.

—No, la verdad muy poco —dijo algo nerviosa, pero lo disimuló muy bien, porque en realidad quería que él no preguntara sobre cosas que no quería hablar o siquiera recordar.

—¿Y porque viniste? —el príncipe sin querer había tocado una hebra de Amy muy sensible.

—Por el empleo en la empresa Flyadeal, era muy tentador —en parte lo que decía era verdad, pero él no tenía porque saber la historia completa.

Ayvas aunque notó que Amy no le estaba diciendo todo, decidió no presionarla, se notaba que no le gustaba mucho ese tema.

—Voy al baño, enseguida regreso —Amy trato de salir rápido de la mesa para calmarse un poco en el baño, ese tema la había puesto nerviosa, no era algo que ya hubiera superado.

Ella pasó junto Eryildiz, pero siquiera noto a él hombre, iba muy nerviosa y él lo notó, así que decidió seguirla.

—¿Está todo bien? —preguntó preocupado detrás de ella una vez la alcanzó lejos de la vista de sus respectivos acompañantes.

—Que sorpresa señor —dijo no pudiendo controlar sus nerviosa frente a su jefe.

—¿Sucedió algo malo con Ayvas? —preguntó confundido al ver a la mujer en tan mal estado.

—El problema no es el, la verdad que no tiene nada malo —trató de defender al hombre que no tenía la culpa sobre la vida que tuvo en EE.UU.

—Es millonario, seguro es perfecto para usted —dijo celoso, no pudo medir sus palabras antes de hablar.

—No tengo ganas de discutir con usted —dijo una cansada Amy.

—No es discutir, es una conversación. 

—A no ser que sea en horario laboral y por motivos de trabajo, lo mejor es mantener la distancia señor —dijo Amy apretando los dientes y dirigiéndose de regreso a su mesa, ya no estaba nerviosa sino enojada.

Estaba por llegar cuando recibió una llamada de su amiga desde EE.UU.

—Hola Lindsay. 

—Amy, nose como pero tu padre logró saber a donde te fuiste, estaba desesperado porque o te encontraba o lo matarían, en este momento el mafioso ya debe saber que estas en Arabia —habló una alterada mujer del otro lado haciendo palidecer a la Americana.

—¿Cómo? —fue lo único que pudo responder casi sin voz.

—No lose, solo Kenneth y yo lo sabíamos, tal vez lograron averiguar a donde fuiste en el aeropuerto, ya sabes que el mafioso tiene mucho poder. Amy, irán a por ti.

Cuando las últimas palabras abandonaron la boca de su amiga, Amy sintió que su mundo de desmoronaba, el terror de que le pesadilla que vivió en su país volviera a suceder ahí volvió.

¿Y ahora que haría?. 

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