Jefe

Eryildiz había quedado imnotizado por la belleza de Amy, y no podía dejar de mirarla, sentía que no quería desperdiciar ni un segundo de tenerla cerca si apreciarla correctamente, deleitándose la vista con semejante imagen.

No es que él estuviera acostumbrado solo a mujeres árabes, porque en realidad sí había tenido algo con americanas como ella, pero jamás se había topado con una mujer que lo deslumbrara de esa manera.

Amy no estaba muy diferente a él, también estaba algo deslumbrada por el que seria su jefe, temía no poder parar se observarlo en ningún momento.

- Pase por favor. - Dijo él cuando ella llegó a la puerta.

Él no recordaba a quien había como su secretaria ni el curriculum que tenía, así que lo revisaría de nuevo, porque a pesar de que era muy hermosa, le daba algo de miedo que fuera una hueca como por lo general son las mujeres que portan tanta belleza. Para su sorpresa era una mujer muy inteligente y muy bien preparada academicamente y profesionalmente, sin mencionar que tenia muy buenas referencias.

- ¿Porqué le interesó un trabajo al otro lado del mundo de donde vivía?. - Preguntó curioso.

- Su empresa es una de las mejores, una oportunidad como esa no se desaprovecha ni aunque fuera del otro lado del mundo. - Trató de responder segura, no iba a decirle a su jefe que huía de su violento padre y un mafioso.

- ¿Le interesó tanto el puesto que dejo su hogar y vino a un lugar donde hay una cultura tan opuesta a la suya?. - Preguntó sorprendido, pero siempre viéndose profesional.

- Si, yo no veo que eso sea un impedimento, soy muy buena adaptandome, y me gusta conocer lugares nuevos y diferentes.

Lo último que respondió Amy pasó de ser percibido por Eryildiz, ya que se encontraba recorriendo las curvas de la hermosa mujer.

- Su curriculum está perfecto, ya veo porque fue elegida para el cargo.

- Estoy lista para comenzar. - Dijo ella con una sonrisa que hizo estremecer al hombre frente a ella.

- Entonces es cordialmente bienvenida a las empresas Flyadeal señorita Crawford. - Dijo el hombre poniéndose de pié y extendiendo su mano.

- Gracias. - Dijo ella con una enorme sonrisa estrechando su mano.

Mientras estrenaba su mano Eryildiz había decidido que quería saber todo sobre esa enigmática mujer que lo estaba volviendo loco en menos de una hora de haberla visto por primera vez.

- Se dará cuenta que en la empresa hay varios extranjeros trabajando, incluso hay ocho americanos en estas oficinas, a pesar de que estamos en un país con una cultura islámica muy arraigada, me gusta innovar y dar oportunidades a occidentales.

- Le prometo que cumpliré con todas sus expectativas. - Dijo ella segura.

- La recepcionista se llama Zeride, hablaré con ella para que prepare todo para su llegada mañana, espere un momento aquí que enseguida regreso. - Dijo él poniéndose de pié y saliendo de la oficina.

Mientras esperaba sola en la oficina de su jefe, Amy se hacía a la idea de que una vez comencé estará atareada de papeles que ordenar, obedecer órdenes, llevar y traer documentos, usar mucho el árabe, leer y escribir muchos documentos, esperaba tener la capacidad para poder con todo para poder impresionar a su jefe.

Mientras fuera de la oficina Eryildiz había recibido una llamada de su madre, para que últimamente venia insistiendo mucho en que era hora que él se casara, ya que era el único de los siete hermanos que no lo había hecho, e igual que todos sus hermanos menores, él debía hacerlo con una mujer árabe como Cansevem, su madre quería, ya que su los Demir era una familia de las más conservadoras de toda Arabia Saudita. 

- Hace tiempo que no sé nada de ti Eryildiz. - Fue lo primero que dijo su madre al responder la llamada. 

- Es que eh estado muy ocupado en la empresa madre, además de que no tengo secretaria que me ayude, bueno, en realidad no tenía, porque hoy llego quien tendrá el puesto. - Dijo el árabe recordando a la hermosa mujer que lo espera en su oficina.

- Entonces ahora que tendrás más tiempo debes centrar tu tiempo en encontrar una esposa y por fin hacer tu familia hijo. - Que su madre volviera con ese tema lo hacía frustrarse, no quería faltarle el respeto a su madre, pero ya estaba cansado de que se metiera en su vida de esa manera.

Eryildiz estaba bastante cansado de que cada vez que hablaba con su madre acabaran en el mismo tema. Él aún no estaba listo para casarse, no se sentía preparado para tal compromiso, son mencionar que aún no encontraba a la mujer correcta, mientras solo probaba aquí y allí. 

- No lograrás tu cometido madre, puedo encontrar una esposa a su debido tiempo, que puede ser o no árabe. - Su madre tenía un colapso mental cada vez que su hijo mencionaba que se podía casar con una extranjera, pero a pesar de eso; ella seguía pensando en que lo decía solo para que ella dejara el tema del matrimonio.

- No quería estar muerta el día que te cases, estoy segura que si fuera por ti jamás lo harías. - Dijo su madre tratando de pegarle donde más le duele.

- Sabes que si me casaré, pero no quien tu elijas, tú no me mandas. - Dijo serio, porque sino le ponía un límite, ella abusaba de la confianza.

Su madre siempre ignoró todo lo que decía su hijo, y al final de todo hacía lo que quería, siempre organizando cenas de las que su hijo no estaba enterado, lo hacía ir mediante engaños, en un mes; organiza al menos ocho cenas con ocho mujeres diferentes. Y hoy había llamado porque tenía una nueva candidata, una chica egipcia, hija de un gran empresario de la industria automotriz, esperaba que ésta vez su hijo no la tratara mal o desechara como a las otras.

- Bien hijo, no te obligaré a nada y lo sabes, solo a que hoy cenes conmigo. - Eryildiz ya conocía la intención d su madre, no era la primera vez que hacía eso, él ya estaba acostumbrado a los engaños de su madre.

- Hoy no podrá ser madre, tengo una cena de negocios. - Evitaría a toda costa el tener que conocer a una aburrida mujer islan.

Por sugerencia de su padre, él no aceptaba ninguna invitación de su madre, a no ser que sea autorizada por su padre, quien lo entendía y aceptaba tal cual era, y lo apoyaba a huir de los intentos de su madre de casarlo cuanto antes.

- ¿Porqué siempre te niegas?. - Trató de hacerse la víctima su madre, pero él no caía en su juego repetitivo.

- Te prometo que me haré un tiempo en la semana para ir a cenar contigo, solo que por ahora estoy demasiado ocupado y no quiero descuidar las empresas. - Trató de poner la empresa por delante para que ella no insistiera, era lo único que ella valoraba más antes de casarlo. 

- Esta bien hijo, confiaré en ti. - Dijo su madre terminando la llamada.

El empresario ni buen acabo la llamada con su madre se dirigió de re regreso a la oficina donde lo esperaba la Americana.

- Veo que ya te trajeron los papales para que firmes y seas legalmente un miembro de mi compañía. - Dijo el árabe cuando entro y vio a la hermosa chica leyendo unos papeles concentrada.

- Ah si... lo siento señor, suelo... leer detalladamente lo... que voy... a firmar, no... es que no confíe en usted ni nada de eso. - Dijo ella nerviosa, después de todo era una empresa multimillobaria con un gran prestigio y él era uno de los príncipes con más riqueza en toda Arabia Saudita, no tendría porque hacerle un fraude a una empleada ordinaria, pero igual ella tenía la costumbre de leer detenidamente todos los papeles que firmaba.

- No se preocupe, como dueño de una empresa; también leo detenidamente lo voy a firmar, uno nunca sabe cuando puede haber un error en el documento, más cuando no se encuentra en su idioma natal. - Dijo el empresario sentándose de nuevo en su lugar del otro lado del escritorio.

- Tengo algunos conocimientos sobre documentos y esas, como vio en mi curriculum, no puedo evitar llevarlo a cabo, sin que el idioma tenga que ver, manejo el árabe tan bien como el inglés.- Dijo la chica orgullosa, quería comenzar presumiendo sus talentos, después de todo quería mantener ese trabajo que le dio la oportunidad de empezar de cero, pelearía por el con uñas y dientes.

- No sabe cuanto me alegra que para usted sea natural detallar documentos antes de una firma, se todas mis tareas esa es la que más me cansa, usted señorita Crawfor será de mucha ayuda como mi secretaria. - Dijo el empresario con una sonrisa, que en parte era de admiración, porque las extranjeras tenían esa independencia y autoridad que tanto le gustaba en una mujer, cosa que es muy raro en una mujer árabe, o cualquiera que practique el islam.

A Amy se le iluminaron los ojos cuando su nuevo jefe le dio a entender que seria de gran importancia para él, después de todo siempre le gusto destacar en lo que hacía.

- Espero de verdad serle útil señor Demir. - Dijo Amy apoyando los documentos sobre la mesa y comenzando a firmarlos, aunque al principio había leído muy bien los papeles, luego que volvió a la oficina su sexy jefe no pudo concentrarse más y decidió solo firmar.

- Tendremos una estrecha relación laboral, puede decirme Eryildiz. - Dijo el empresario haciendo que inmediatamente una mirada asombrada se dirigiera hacia él por parte de la chica.

- Entonces si a usted no le molesta y no le parece atrevido se mi parte; usted puede llamarme Amy. - Dijo la chica algo sonrojada, no pensó que su guapo jefe la trataría de una manera tan cercana, haciendo aún más difícil el mantenerse cuerdo junto a un hombre de su porte.

- ¿Le fue muy difícil?. - Preguntó el empresario de repente haciendo que Amy lo morirá confundida. - El venir a vivir tan lejos de su familia y amigos. - Explicó el magnate.

- En parte sí, pero me emocionó mucho venir, después de todo en Estados Unidos solo dejé a un amiga que es como mi hermana y a su esposo. - Explicó la chica con amargura, al recordar que también había dejado a un alcohólico y abusivo padre, y a un mafioso Ruso que la compró de alguna manera.

- No se preocupe, le aseguro que su vivencia aquí será amena, yo ayudare a eso. - Dijo el empresario con una sonrisa que Amy no supo descifrar.

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Luego de que le entregara los papales ya firmados a Eryildiz, Amy fue acompañada por una empleada de la empresa a conocer todas y cada una de las instalaciones del edificio que pertenecía completamente a la empresa Flyadeal, sin contar que únicamente en Arabia Saudita tenía tres edificios iguales, y en todo el mundo un total de veintiuno, siendo en el que se encuentra él príncipe Eryildiz la sede central, por eso su aerolínea es una de la más grandes y mejores del mundo, dejando a la familia Demir como una de las más ricas del mundo, son contar su fortuna perteneciente ya a la realeza, y que la aerolínea y toda la empresa que gira entorno a ella, que incluye la fabricación de aviones y aeropuertos privados fue totalmente creada desde cero por Eryildiz Demir, ya que anteriormente él había trabajado junto a su padre en la empresa que sí pertenece a toda la familia Demir; una naviera.

- Casi nunca vienen, pero de vez en cuando verá a los hermanos del señor Eryildiz por aquí, son sus socios, cada uno tiene una empresa propia, pero al del señor es la más grande y la que de alguna manera fusiona a todas, el único que es socio y no viene por aquí es el padre del señor. - Explicaba todas las cosas la empleada a medida que le daba una recorrida por el inmenso lugar.

- Por lo que sé son multimillonarios todos en esa familia, independientemente y conjuntamente también. - Dijo Amy aún asombrada con todo el lugar que desprendía elegancia y seriedad.

- Son la familia que más dinero tiene en toda Arabia, el señor independientemente también es el hombre más rico. Tiene negocios en todo mundo y aumenta el valor del patrimonio de cada uno de los miembros de la familia Demir, incluido su padre que maneja una empresa que fue heredada por generaciones de príncipes.

Con todos lo que ahora sabía sobre ese hombre quedaba fascinada, además de ser un hombre con una belleza y cuerpo extraordinario, es un hombre de negocios que sabe hacer muy bien dinero, es un honor para ella trabajar junto a un magnate tan grande como Eryildiz Demir.

- Y aquí acaba el recorrido, en tu oficina, es la segunda mejor, luego de la del señor Demir, claro, como habrás notado esta junto a la de él. - Le entrego las llaves de la oficina a Amy la empleada .

- Gracias. - Agradeció Amy, la otra chica solo asintió y se retiro de allí dejando sola a la Americana.

Mientras en su oficina, Eryildiz, ya estaba comenzando la investigación de su nueva y bella secretaria, a pesar de que su currículo estaba bastante completo, de su vida privada no había detalles, y eso era lo que más le interesaba a él de esa enigmática chica de mirada diferente. 

- ¿Cómo que no puedes conseguir nada más?, tiene que haber algo, no puede ser. - Hablaba en el teléfono el príncipe de manera desesperada.

- Es un misterio, la vida personal no es fácil de conocer, y lo sabes bien. - Explicaba el dueño de una empresa de seguridad en Estados Unidos que era socio de Eryildiz, y siempre consiguió la información que necesitaba de las personas, pero por primera vez ese hombre no pudo conseguir nada.

- Necesito detalles. - Siguió insistiendo el árabe.

- Veo que esa mujer es diferente a las demás, nunca te vi tan desesperado, pero no puedo mentirte, esa mujer o no tiene un pasado que descubrir aquí, o se ah movido por las sombras.

- Bien, trataré de saber más de ella personalmente. - Dijo el magnate resignado, si su amigo no podía saber nada que tenía vínculos con el gobierno, solo podría conocer más de ella misma.

Amy se encontraba detallando su espaciosa y hermosa oficina, estaba pensando en decorarla a su gusto, así que miraba que necesitaría traer mañana para que quedara aún mejor. Pero se vio interrumpida por su jefe que entraba por la puerta que se encontraba abierta.

- Espero que sea de su agrado. - Dijo el magnate cruzándose de brazos frente a Amy.

- Es hermosa, si no le molesta me gustaría poner algunas cosas para quedara mejor. - Dijo ella de manera tímida, después de todo era su empresa y tal vez no dejaba que le dieran su toque personal y arruinaron el estilo elegante que tenía.

- Para nada, es suya, puede hacer lo que usted guste. - Dijo él penetrandola con la mirada. - Pero ahora vine a pedirle que cene conmigo, me gustaría conocerla más, ya sabe para crear un vínculo, después de todo usted llevas toda mi vida. - Trató de disimular el verdadero motivo por el cual la invitaba a cenar a apenas dos horas de haberla contratado como su secretaria.

Amy quedó descolocada por la sorprendente invitación de un hombre que le movía el piso, pero debía centrarse a lo que realmente había venido a esa empresa, trabajo como su secretaria, no sería bueno mezclar con la vida privada y que por motivos indeseados terminara sin trabajo y teniendo que volver a su horrible pesadilla.

- Entiendo sus... motivos... pero creo que... no se vería... profesional. - Dijo ella titubeante, no quería ofenderlo, ya que no sabía como podría reaccionar, no conocía a ese hombre y quien sabe que mañas tenía.

- Es solo una cena de trabajo. - Insistió el, aún intentando de no verse desesperado por la Americana.

- Si usted quiere nos podemos reunir en su oficina, o aquí, lo veo más profesional. - Trató de rechazarlo sin que se viera como un rechazo, aunque en el fondo de verdad quería ir a cenar un hombre tan majestuoso como Eryildiz Demir, pero debía mantener su trabajo y no quería que un hombre lo arruinara, aunque fuera uno como ese por la que cualquier mujer estaría dispuesta a perder su trabajo contar de una noche en su cama.

- La entiendo, entonces tendra que ser mañana porque me dirigió a irme a cenar. - Dijo el empresario tratando de disimular la mezcla de emociones que el rechazo había ocasionado en su interior, tenía una mezcla de enojo y asombro principalmente, fue la primera vez que lo rechazaron, y encima la primer mujer que lo atrae de una manera tan fuerte.

A pesar de que no le gustaba el rechazo, no estaba dispuesto a dejar ir a una mujer única como ella, con una belleza inigualable. 

El árabe se fue a su casa con la cabeza a punto de explotar de tanto pensar en como acercarse a una mujer que no muestra el interés que todas hacía él, y que encima desea con locura.

En ese momento se puso el objetivo de tener a esa mujer junto a él, de conquistarla y que fuera solo suya, y yo que Eryildiz Demir quería, lo obtenía.

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