Jugando a enamorarme
Jugando a enamorarme
Por: Dirzze
Capítulo 1. Nuevo empleo.

A penas consigo sostener mi vaso de café de Starbucks cuando tropiezo en la acera a solo unos pasos de mi nuevo empleo. Mis rodillas no llegan a tocar el suelo, no obstante, siento que todas las personas a mi alrededor han notado mi accidente y me observan detenidamente.

Decido continuar mi camino mientras observo la hora en el reloj en mi muñeca. Todavía tengo diez minutos para llegar y ya me encuentro a una cuadra de “D & H” una famosa revista que trata temas sobre belleza, moda y accesorios, no exclusivamente para mujeres sino también para hombres jóvenes y adultos.

Hace apenas una semana que envié mi curriculum y hace dos días recibí la llamada de una mujer que me informó que había sido contratada como asistente del jefe de marketing. Recuerdo que me emocioné tanto que grité al teléfono provocando que la mujer se escandalizara. Me pidió que esa misma tarde me acercara a la oficina a leer y firmar el contrato, y ahora finalmente, me encuentro a solamente unos pasos de empezar en mi primer empleo.

Ingreso al edificio con una gran sonrisa en el rostro mientras observo todo a mi alrededor. La mujer en la recepción me recibe con un semblante serio, pero cordial.

-         Buen día. Bienvenida, ¿en qué puedo ayudarla?

No puedo evitar observar sus impactantes ojos azules y las largas pestañas que provocan que su mirada sea admirable.

-         Si… buen día. Soy Ayzel Brewster.

-         Oh, sí. Me informaron acerca de ti.

La mujer empieza a buscar algo en uno de los cajones junto a su silla mientras la observo detenidamente. Su cabello se encuentra perfectamente peinado a recogido a la altura de su nuca y lleva puesto un hermoso vestido de color flamenco. Tiene un pequeño gafete colgado del bolsillo de su chaqueta de color blanco en donde puedo observar una foto de su rostro junto al nombre “Eliza Moreau”.

Parece que finalmente encuentra lo que estaba buscando y saca un gafete con una foto de mi rostro de uno de los cajones en los que se encontraba buscando hace unos segundos.

Extiende su mano para que tome el gafete y lo observo por unos segundos. Todavía recuerdo la manera en la que papá se enojó cuando le informé que usaría el apellido de mamá para buscar empleo. Al principio no le agradó la idea de que utilizara un apellido distinto, sin embargo, con el pasar de los días lo aceptó.

-        Esta es tu identificación, no la pierdas. Para subir en el ascensor debes colocar el gafete sobre el escáner bajo los botones y presionar el botón con el número de piso al que quieras ir. No podrás elegir ningún piso sin que antes escanees tu identificación. ¿Has entendido?

Realizo una nota mental con sus instrucciones y asiento para darle a entender que he comprendido sus palabras.

-         Bien… te esperan en el tercer piso.

Sonríe amablemente mostrando sus blancos dientes y señala con su dedo índice hacia un lugar a su derecha.

-        Por ahí está el ascensor, mucha suerte en tu primer día. José Reyes te espera para darte instrucciones.

-        Gracias.

Devuelvo la sonrisa y camino en la dirección que Eliza señaló. A penas he dado unos veinte pasos cuando ya visualizo las puertas del ascensor. Camino rápidamente hacía allí y presiono el botón junto a las puertas. Treinta segundos más tarde me encuentro dentro del ascensor buscando el escáner del que habló Eliza. Sigo sus instrucciones y coloco mi identificación sobre la pantalla de donde proviene una pequeña luz roja similar a los escáneres de productos en los supermercados. Presiono el botón con el número tres y de inmediato las puertas se cierran.

Al volver abrirse las puertas me encuentro con varias personas caminando de un sitio a otro, algunos llevan portafolios en las manos, mientras que otros parecen concentrados en sus teléfonos celulares.

Frente a mí se encuentra una sala con varios sofás de color azul y en medio una pequeña mesa de vidrio con un florero lleno de flores artificiales, pero hermosas, sobre él. Todo el piso se encuentra cubierto por porcelanato y las paredes son de un tono beige. Un par de plantas en los extremos del gran ventanal con vistas a la calle, le dan el último toque de modernidad al piso.

Al salir del ascensor puedo observar el resto del piso y lo primero que llama mi atención son las pinturas colgadas a lo largo del pasillo a mi derecha. Se tratan de seis cuadros con varios paisajes pintados en óleo, todas con el mismo marco hecho de madera.

A mi izquierda se encuentra otro pasillo, que, a diferencia del otro, no tienen ningún cuadro colgando, sino que se observan varias puertas de cristal semi opaco.

Me acerco a una mujer de cabello rojizo que se encuentra observando su teléfono celular mientras sostiene un vaso similar al mío.

-         Hola, disculpa. ¿Sabes dónde puedo encontrar a José Reyes?

La mujer no despega su mirada de su dispositivo móvil, sin embargo, extiende el dedo índice de la mano con la que sostiene el vaso y señala hacia un hombre de unos veinte cinco años sentado en uno de los sofás. Sostiene una Tablet en la que parece que anota algo.

-         Gracias.

Camino directo al hombre de cabello castaño y una gran barba de unos cuatro centímetros. Me coloco frente a él, sin embargo, parece que se encuentra concentrado en su Tablet por lo que decido llamar su atención.

-         ¿José Reyes?

El hombre parece finalmente notar mi presencia y levanta la mirada en mi dirección.

-         Oh. Tú debes ser la nueva.

Muestra una sonrisa cordial, aunque en su tono percibo una pizca de burla al momento de llamarme “la nueva”.

Asiento a pesar de que no haya sido una pregunta y el José se levanta del sofá para estrechar su mano en mi dirección. Lo saludo amablemente y trato de sonreír mientras empiezo a detallar sus facciones.

Por su nombre deduzco que se trata de un hombre latino, aparenta tener unos veinticinco años, aunque la barba usualmente te hace ver más viejo de lo que realmente eres, por lo que supongo que tendrá alrededor de veintidós años. Lleva puesto una camiseta sencilla de color blanco y unos pantalones de gabardina de color caqui.

-         Bienvenida. Ven, te mostraré la oficina.

José camina hacia el pasillo con los cuadros colgados en las paredes mientras trato de seguirle el paso y camino un paso detrás de él.

-        Esta es la oficina del señor Frederick. Serás su asistente, así que tienes que seguir sus órdenes.

Al final del pasillo se encuentran dos puertas similares a las del otro pasillo, sin embargo, la diferencia radica en que en una de estas puertas se encuentra el nombre “Frederick Wright” en letras negras.

José abre la puerta y lo primero que observo es el gran escritorio curvo hecho de madera y pintado de blanco; Detrás de este se encuentra un gran ventanal similar al que se encuentra en el salón. Varios papeles se encuentran esparcidos por todo el escritorio, así como lápices y una laptop con unas cuantas carpetas sobre ella.

-         El señor Frederick es un poco desorganizado, por lo que tienes que encargarte de ordenar todos esos papeles.

José se adentra en la oficina y al hacerlo yo también, me encuentro con una estantería llena de libros de lo que parece ser libros de Marketing digital, o al menos ese es el título de dos libros que alcanzo a distinguir.

-         Al señor Frederick no le gusta que lo interrumpan mientras trabaja, así que no entres a esta oficina al menos que sea importante, ¿de acuerdo?

Asiento como respuesta a su pregunta y José sale de la oficina. Sigo sus pasos y al salir de la oficina cierro la puerta mientras observo que José se adentra en la oficina junto a la del Señor Frederick.

-         Esta es tu oficina. Sí el señor Frederick te necesita para algo utilizará el intercomunicador para llamarte o te enviará un mensaje de texto, él ya tiene tu número.

La oficina es pequeña, sin embargo, es hermosa y parece acogedora. En el centro se encuentra un escritorio de color blanco sencillo, pero moderno. Sobre él se encuentra una carpeta de color amarillo y varios bolígrafos y lápices. Detrás del escritorio se encuentra una silla giratoria de color negro que a simple vista parece cómoda. Finalmente, encuentro un gran armario de roble lleno de cajones en donde seguramente se encuentran archivos.

-        Al señor le gusta mantener registros físicos de todos sus proyectos, así que podría pedirte uno de alguna fecha en específico para usarlo como guía para su próxima campaña de publicidad de la revista.

No puedo evitar sentir curiosidad por todos los registros de las campañas de publicidad que puedan encontrarse en ese archivero. No hay duda de que D & H ha crecido mucho en los últimos años y esto se debe a las campañas de publicidad que ha lanzado en todo el país, sin contar sus artículos sobre temas interesantes.

-         Ven, es hora de presentarte al equipo de marketing.

Sigo a José hasta el otro pasillo en donde se coloca frente a la primera puerta y golpea el vidrio con sus nudillos.

-         Adelante.

La voz de una mujer nos permite entrar y José es quien se acerca hacia la mujer de alrededor de cuarenta años que se encuentra sentada detrás del escritorio. Tiene un cabello rubio hasta la altura de sus hombros y parece ser una mujer amigable. Al ver a José entrar muestra una sonrisa de genuina alegría y se levanta a abrazarlo en forma de saludo.

-         José, hola. ¿Cómo estuvo tu fin de semana?

-         Buen día, Alessia. Mi fin de semana fue aburrido ¿y el tuyo?

-         Ya sabes, pasé en casa con mis hijos y mi esposo.

Por el acento de la mujer deduzco que es italiana. Viste una blusa de un color azul de Prusia y un pantalón de poliéster de color blanco. No hay duda de la mujer es elegante y tiene buen gusto.

-         ¿Cómo están los niños?

-         Bien, Ale persigue a su hermano mayor todo el tiempo y eso irrita a Dante.

José sonríe por la respuesta de Alessia y en ese momento parece recordar el motivo que lo trajo a esta oficina y regresa a verme.

No hay duda de que ambos tienen una relación de amistad con una gran cantidad de confianza y cariño.

-         Alessia, quería presentarte a la nueva asistente del señor Frederick. Ella es Ayzel.

Camino hacia la mujer y estiro mi mano para saludarla cordialmente, sin embargo, la mujer se acerca a mí y me abraza por el cuello.

-         Es un placer, Ayzel. – Dice con una gran sonrisa al momento en que se aleja de mi cuerpo.

-         Lo mismo digo, señora Alessia.

-         Ay, por favor, no me digas señora. Todos aquí me llaman simplemente Alessia.

No me esperaba tanta cordialidad por todos en esta oficina, por lo que me resulta extraño. Papá dijo que debía concentrarme en el trabajo y no socialice en horas de oficina, es por eso por lo que venía enfocada en mis labores y no en hacer amigos, sin embargo, parece que papá se equivocó.

Muestro la sonrisa más grande que mis labios me lo permiten para demostrar mi alegría por estar en este lugar y trabajar con este tipo de personas.

-         Bueno… te veo luego Alessia, debo seguir mostrándole la oficina a Ayzel.

José vuelve a abrazar a Alessia, en esta ocasión para despedirse y salimos de la oficina, aunque antes de que cierre la puerta tras de mí, escucho unas últimas palabras de Alessia.

-         Que tengas un buen día, Ayzel.

José me lleva a la siguiente puerta, la cual se encuentra abierta y donde de inmediato todo a un hombre de cabello rubio caminando de un extremo al otro con su teléfono celular en el oído.

-         Al parecer, Alex está ocupado, continuemos, te lo presentaré después.

Observo por última vez al hombre dentro de la oficina, parece enojado, aunque no puedo observar a la perfección sus expresiones, ya que se encuentra en movimiento constante.

-         Ven, ella es Charlotte.

José se adentra en la oficina junto a la de Alex por lo que camino rápidamente para alcanzarlo.

-         Charlotte, ella es Ayzel.

Junto a José se encuentra una mujer de unos treinta años que fácilmente podría ser modelo. Tiene una estatura de alrededor de un metro ochenta, es unos cinco centímetros más alta que José y unos diez centímetros más alta que yo. Lleva puesto un vestido de color azul y unos zapatos de tacón bajo. Su cabello cae en cascada hasta la altura de su pecho y me observa detenidamente por varios segundos.

-         Es la nueva asistente del Señor Ayzel.

La mujer no muestra expresión alguna en su rostro, sin embargo, extiende su mano, la cual tomo y nos dirigimos un rápido saludo cordial, sin sonrisas ni abrazos como lo fue con Alessia.

-         Mucho gusto.

Su voz es delicada, aunque un poco más aguda de lo normal.

José continua con las presentaciones y nos dirigimos a la última puerta del pasillo. Esta también se encuentra abierta y por ella observo un pequeño comedor con cuatro sillas en medio, una larga mesa de roble con varios cajones en el costado izquierdo de la habitación, un ventanal similar a la del salón o al de la oficina del señor Frederick y varias plantas de distintos tamaños decorando todo el espacio.

-         Aquí es donde puedes preparar el café o almorzar si gustas, aunque también hay un restaurante en la acera de enfrente.

José se adentra en lo que deduzco que se trata del comedor de empleados y se coloca frente a la larga mesa que había visto hace un momento.

-         Puedes preparar el café simplemente seleccionando el dibujo en la pantalla.

José señala una gran cafetera de color negro con una ranura que sirve para colocar el vaso o la taza y junto a ella se encuentra una pantalla de unos quince centímetros cuadrados en donde se muestran seis tipos de cafés.

-         Siempre suelo ser yo quien mantiene la máquina llena de agua, café o leche así que, si aparece un mensaje en la pantalla diciendo que no hay suficiente de algún ingrediente, solo llámame y me encargaré.

Tomo apuntes mentales para recordarme que no debo manipular la máquina excepto para presionar en el dibujo del tipo de café que quiero.

-         Los vasos están aquí abajo.

José se coloca de cuclillas y abre el cajón bajo la cafetera en donde señala varios vasos hechos de material reciclable.

-         El azúcar está por acá.

José vuelve a cerrar el cajón y se incorpora para mostrarme en pequeño envase lleno de sobres de azúcar en la parte trasera de la cafetera.

-         El señor Frederick debe estar a punto de llegar y le gusta que le reciban con su café de todas las mañanas. Es el de aquí.

José señala en el dibujo de un café expreso y repito en mi mente el café preferido del jefe para no olvidarlo.

-         Únicamente añádele un sobre de azúcar, nada más.

Asiento y repito en mi cabeza su instrucción.

-         Eso es todo. La agenda del señor la encontrarás en la Tablet dentro del cajón de tu escritorio. Tienes que repasar su agenda cada mañana mientras le entregas el café. El resto de las instrucciones se encuentra en la carpeta sobre su escritorio. Su antigua asistente te dejó una lista con todas tus tareas.

Supongo que debo agradecerle a su antigua asistente por facilitar mi trabajo.

-         ¿Puedo preguntar por qué fui la última en llegar esta mañana?

-         Como podrás notar el jefe no llega hasta las diez y media de la mañana, por eso tu contrato dice que debes estar aquí a las diez. El resto trabajamos de nueve a seis de la tarde y, ya que tu trabajo termina a las siete significa que por una hora del día solo estarán en este pido tú y el señor Frederick.

No puedo evitar sentir miedo al enterarme de que estaré a solas por una hora del día con el jefe, sin embargo, trato de tranquilizar mi mente al recordarme que es un hombre casado, o al menos eso es lo que investigué sobre él en internet.

-         El señor Frederick es un hombre un poco… ¿Cómo decirlo?... digamos que no le gusta despertarse temprano y, ya que es el primo del gran jefe, nadie le puede decir nada, pero su asistente tiene que estar para él en todo momento, así que tu turno termina después que el de los demás.

No sabía que mi jefe era primo del dueño de la revista, aunque supongo que debí haberlo deducido. Sabía que eran familiares, aunque no imaginé que resultaran primos. Comparten el mismo apellido, Wright, pero en un principio pensé que se trataba de hermanos.

-         Bien… es momento de ir a tu oficina. Empieza con tu trabajo antes de que el jefe llegue.

Asiento y me alejo caminando en dirección a mi nueva oficina.

Dejo mi vaso de café sobre el escritorio para seguido colocar mi pequeño bolso, en donde solamente guardé mi celular y las llaves del departamento, sobre el asiento.

Busco la Tablet de la que hablaba José y al encontrarla la enciendo. La pantalla muestra un fondo con el logo de la revista y encuentro varias aplicaciones, entre ellas Skype, G****e calendar Evernote, entre otras.

Dejo a un lado la Tablet y abro la carpeta con las instrucciones de la que me habló José. Se trata de una lista enumerada con todas las tareas que se supone que debo hacer durante el día. Al leer el primer punto de la lista noto que se trata de las instrucciones para preparar el café del jefe y la hora en la que tiene que estar en su escritorio, supongo que José se adelantó al explicarme ese punto.

El siguiente punto habla de que debo retirar todos los papeles que deje el jefe en su escritorio el día anterior y organizarlos por fecha en el armario junto a mi escritorio, aunque también debo escanearlos y adjuntarlos en la base de datos de la revista.

Decido empezar con ese punto y salgo de mi oficina para adentrarme en la oficina del jefe y tomar todos los papeles esparcidos en el escritorio para después volver a mi oficina y empezar a organizarlos.

Cuando noto que son las diez y veinticinco de la mañana me apresuro en caminar al comedor y preparar el café del jefe antes de que llegue.

Justo en el momento en que tomo el vaso lleno de café y el sobre de azúcar escucho que las puertas del ascensor se abren y deduzco que se trata del señor Frederick. Al salir al pasillo me percato del hombre caminando hacia la oficina del Señor Frederick y acelero mi paso con el café en las manos.

El señor Frederick deja la puerta de su oficina abierta, por lo que me adentro sin avisar, aunque rápidamente el jefe nota mi presencia y levanta la mirada de su celular.

Es un hombre bastante atractivo de alrededor de unos treinta y cinco años con un aspecto pulcro y un cabello perfectamente acomodado.

-         Buen día, señor. Soy Ayzel Brewster, su nueva asistente.

El hombre no me saluda, simplemente se acomoda en su asiento y me observo directamente a los ojos por varios segundos.

-         ¿Ese es mi café?

Decido ignorar su falta de cortesía y asiento en respuesta a su pregunta. Dejo el café sobre su escritorio y retrocedo rápidamente.

-         Si está de acuerdo, podemos repasar su agenda del día.

El señor Frederick deja de observarme y bebé del vaso que acabo de entregarle.

-         Quiero que quede claro antes de repasar mi agenda….

Estoy lista para soportar palabras hirientes o lo que sea que quiera decirme el hombre frente a mí.

-         No me gusta que me interrumpan mientras trabajo, así que, si tengo alguna reunión, recuérdamelo media hora antes. Tocas a la puerta y cuando te permita entrar me informas del lugar de la reunión y con quien, y te retiras a tu oficina, ¿has entendido?

No puedo decir que sea una persona arrogante, supongo que a nadie le gusta ser interrumpido.

-         Si, señor.

-         Bien, entonces trae la agenda.

Salgo rápidamente de su oficina para dirigirme a la mía y empezar el primer día de mi nuevo empleo.

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