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Capítulo 4

No entendía que demonios había sido esa estúpida miradita que el rubio me lanzó, pero sin duda, se traía algo entre manos, y yo estaba dentro de esos planes.

Lo peor era que nunca había tenido contacto con él, ni siquiera sabía su nombre, y tampoco recuerdo haber hecho algo malo contra él.

Unas perfectas uñas pintadas de un intenso color rojo aparecieron en mi visión cuando mi amiga chasqueó los dedos frente mi rostro; intentando atraer mi atención, parpadeé quitando los pensamientos de duda de mi mente y la observé. Su rostro mirándome con confusión y su semblante enseriándose a medida que me inspeccionaba con sus llamativos ojos.

- ¿Dónde tienes la mente, Alex?

- Oh, eh yo...

- De seguro te acordaste de alguno de tus crush literarios y andas en las nubes soñando algún día conseguir uno como ellos- rio dándome una mirada divertida y arrastrando su silla un poco más cerca-. Lamento decepcionarte, peque, pero todos para mí son unos cretinos que solo piensan con la otra cabeza-.

Solté una fuerte carcajada llamando la atención de algunos estudiantes que deambulaban por la cafetería.

-Y lo sé, Max, es por eso que nunca logro encariñarme en un chico por completo, y no es que tenga las expectativas muy altas en el amor, pero... todos hoy en día buscan algo pasajero y sin compromiso-.

Al menos eso era lo que yo creía. Algunos después de terminar con su pareja, que tanto decían amar, a la semana ya estaban con alguien más, como si todo fuera tan fácil. Es todo de una manera tan monótona.

-Lo entiendo completamente amiga mía, créeme- palmeó mi hombro en un gesto de comprensión y peinó mi cabello con sus dedos- es por eso que prefiero el sexo sin compromiso-.

Comencé a toser con exasperación al haberme atorado con mi batido, Maxine no tenía escrúpulos, ¿Cómo se le ocurría comentar semejante cosa con tanta gente a nuestro alrededor?

Vale, tal vez yo era un poquito dramática y amargada, yo era la parte tranquila en esta amistad, y creo que eso estaba claro.

La castaña palmeó mi espalda haciendo una leve mueca.

-Lo siento- rio y terminó de beber su jugo de frutilla, limpió la comisura de sus labios con delicadeza y arregló su cabello levantándose del asiento con toda la elegancia y estilo que ella poseía-. Nos vemos en un rato-.

Ni siquiera iba a preguntarle donde, y a que iba, ya estaba hecho una costumbre y lo tenía claro.

Cuando salí de la cafetería me dirigí hasta el gimnasio, entré con sigilo comprobando que estuviera solo y subí hasta sentarme en las gradas, era mi lugar de descanso y soledad, y a cada hora que estaba libre, venía a sentarme aquí para leer un poco.

Aún ensimismada en mi libro, oí leves pasos acercándose y luego el retumbante sonido de una pelota rebotar una y otra vez en el suelo.

- ¡Eh, Williams! - la voz de Noah gritando mi apellido causó que levantara mi rostro para mirarlo; su cabello negro moviéndose con estilo a medida que él caminaba, acercándose a mí, la musculosa negra que se pegaba a sus brazos fuertes y fornidos y un chándal del mismo color. Con pasos grandes subió hasta donde yo estaba y soltó un suspiro-. Veo que este es tu lugar favorito-.

Él era muy simpático, agradable con un aura encantadora que podría hacer derretir a cualquier chica, menos a a que él quería lamentablemente.

-Es donde puedo estar en paz un momento- respondí dejando mi libro a un lado- ¿Tú no deberías estar en receso? Siempre que debes descansar te veo entrenando o corriendo de un lado a otro-.

- Puede ser que así sea, pero tengo mis razones- esperé en silencio para que terminara de contarme-. Mi sueño es que algún día alguien venga, me vea jugar, y me haga un famoso jugador de baloncesto-.

- Quisiera tener la misma decisión que tienes, yo ni siquiera sé que haré cuando salgamos de aquí- farfullé mirándolo con una sonrisa- ¿Ahora quién será el que lance pelotazos a mi cabeza cuando tú no estés? -.

- Créeme que, aunque ya no esté aquí seguirán llegándote pelotas- me dio una sonrisa de lado y abrí mis ojos como platos al entender a lo que se refería. Golpeé su hombro soltando una carcajada-.

-Eres un tonto- murmuré divertida-.

- ¿Sabes?... Hoy saldré con alguien- comentó pasando la pelota de baloncesto de una mano a la otra-.

- Me alegra oír eso... pero no sé si la manera de sacarla de tu cabeza sea saliendo con alguien más.

- No, no me entiendes- sonrió y sus ojos se iluminaron- ella vino a mí, desde esa fiesta no he parado de buscarla y hoy fue ella quien me buscó, justo cuando me había dado por vencido y había dejado de perseguirla- hizo una leve pausa y suspiró con profundidad-. Es extraño, como si solo se estuviese haciendo de rogar. Y estoy feliz de al fin poder salir con ella, pero me confunde demasiado. ¿Qué pasa si solo quiere que esté detrás de ella como un perro faldero?

- No lo sé, Noah. No creo que ella sea de ese tipo de gente, y aunque las apariencias a veces engañan, creo que le gustas en verdad... tal vez tenía miedo de darte una oportunidad, tal vez temía que le hagas daño- sonreí intentando darle un poco de ánimo, desde que lo conozco siempre ha estado en los momentos difíciles, quiero intentar devolverle eso y que cuente conmigo para lo que sea-.

- Joder. ¿Por qué siento tanto miedo? ¿Por qué quiero que todo con ella sea perfecto y mutuo?- preguntó con frustración pasando las manos por su rostro.

Tomé sus manos alejándolas de su rostro y entregándole una leve sonrisa. Noah debía saber que no estaba solo, que le daría todos los consejos que pudiera y le brindaría todos los abrazos y pañuelos que fuesen necesarios si es que llegaban a hacerle daño. Porque lo había entendido, él se había enamorado.

- Tengo una sola respuesta para eso.

- ¿Y cuál es esa respuesta? - me observó con atención y posó sus manos debajo de su mentón-.

- La respuesta es, querido amigo, que estás enamorado- golpeé su hombro levemente aún sonriendo-.

- No estoy seguro de eso... yo, no sé cómo eso se siente.

Estaba demasiado frustrado con él mismo con esta situación, y no entendía por qué, enamorarse no era algo malo, lo malo era el daño que esto hacía. A pesar de las consecuencias, el dolor es algo que todos experimentamos, queramos o no queramos.

- Tarde o temprano tenía que enamorarte, para todo hay una primera vez y esta no es la excepción. Y... quédate tranquilo, pase lo que pase estaré aquí- sus brazos me rodearon en un fuerte abrazo mientras dejaba la pelota rodar escaleras abajo-.

- No sabes lo genial que eres, Alex- susurró contra mi hombro y yo bufé divertida-.

-¿Quién te dijo que no lo sé?- bromeé mientras él se separaba-.

- Pfff, egocéntrica- se levantó y giró para comenzar a bajar las escaleras, pero se detuvo abruptamente-.

Mi vista curiosa volteó a la dirección en la que él estaba mirando e hice una mueca sintiendo un mal presentimiento en seguida.

-¡Jess!- exclamó con rapidez, bajó a la velocidad de un rayo e incluso temí por su vida. Sus pasos se dirigieron corriendo hasta la entrada del gimnasio mientras perseguía a la chica de la cual estaba enamorado- ¡¿Qué demonios estás pensando?!-.

Ya me lo imaginaba. Ella no me conocía, probablemente nos vio abrazados y pensó que teníamos algo.

Decidí irme de aquí, así que bajé las escaleras poniendo mi libro debajo de mi brazo, y comencé a caminar hasta la salida. Al ver la oficina del director me acordé de inmediato de el pedido de Matt.

Ingresé a la oficina con algo de nerviosismo, a este señor no le caigo bien en absoluto.

- Director- sus ojos se desviaron con reproche hasta mi dirección-.

- ¿Acaso tu madre no te enseñó modales? - maldito viejo de m****a ¿Cómo se atrevía a meterse con eso? -.

- ¿Este no es un lugar al que todos pueden venir? - carraspeó y se acomodó en su silla de escritorio-.

- ¿Qué necesitas?

—Quiero consultar sobre las becas y cupos que tienen disponibles—comenté sentándome frente a el

— ¿Y para que sería eso, señorita Alexia? —preguntó entrecerrando sus ojos hacia mí, mientras se inclinaba poniendo sus codos sobre la mesa y acomodando sus anteojos—.

—El primo de Maxine quiere asistir aquí, me pidió que consultara sobre esto con usted-sus ojos se fruncieron más y me entregó una mirada de disgusto—.

—Oh no— exclamó en seguida agitando sus manos a modo de negación—no queremos otro como Maxine aquí—.

—Oh, un momento, ¿está generalizando? No porque Maxine sea un poco desordenada significa que él también lo sea— espeté algo molesta, ni siquiera lo conocía y ya estaba insinuando que era un mal chico-.

«Tú tampoco lo conoces, no puedes asegurar que no lo es»

Cierto, y aun así lo defendía como si de un amigo de toda la vida se tratase.

—No es eso lo que hago, señorita, pero... ¿Qué podemos esperar si provienen de una misma familia? -.

—¿Qué? ¡¿Es que usted está loco?! Puedo acusarlo por esto e involucrar este lugar por el hecho de que está juzgando y excluyendo a alguien de su instituto por que a usted no le gusta la familia de la que proviene- exclamé nuevamente, exaltada. No era justo que alguien quedara sin donde estudiar por sus estúpidos pensamientos sin sentido-.

—Señorita, me baja ese tono de voz ahora mismo o aumentaré su castigo— ugh ¡Maldito director amargado! -.

—Pues entonces póngase a pensar, aunque sea un segundo en las cosas que dice- refunfuñé intentando mantener la calma, luego me levanté de mi asiento con algo de ímpetu y me preparé para girarme e irme-.

—Un segundo, Alexia, no te recomiendo tener ese tipo de comportamientos con el director de este establecimiento. Quien debería pensar en lo que dice es usted, no queremos que se vea influenciada por las malas actitudes que tiene Maxine, le recomendaría que se aleje de ella lo antes posible-.

Mi expresión se enserió a la velocidad de la luz. ¿Quién era él para venir aquí y darme consejos? Él era solo el director y no tenía derecho alguno de meterse con mis amistades ni con mi vida.

—No tiene derecho a venir y decirme eso, Maxine es mi amiga, tenga cuidado de como habla de ella—.

—Otra semana de castigo- espetó de improviso y abrí mi boca dispuesta a discutir—, basta de replicas y ahí pensaré en darle una oportunidad al chico-.

Volví a cerrar mi boca, con algo de enojo, pareciendo un pez fuera del agua. Guardé silencio y salí de la oficina de un portazo.

Estaba tan comprometida con ayudar a Matt que no estuve dispuesta a replicar una sola palabra, esperaba que al menos sirviera de algo y ese amargado sentara pronto cabeza.

Iba caminando tan ensimismada, metida en mis pensamientos, que me tomó completamente por sorpresa sentir un jalón en mi brazo metiéndome en la sala del conserje. Abrí mis ojos con impresión, intentando ver algo, pero solo encontré oscuridad, y de pronto, la luz se encendió dejándome ver unos extravagantes ojos grises que me parecieron conocidos.

—Hasta que al fin te encuentro— comentó mientras se recargaba en la pared que había frente a mí-, estaba buscándote-. Fruncí el ceño sintiéndome intrigada y a la vez desconfiada, no había razón para que él necesitara de mi ayuda, a menos que...

—Eh, rubio, no estoy entendiendo. Dame una buena explicación para lo que acabas de hacer-musité cruzándome de brazos, mirándolo interrogante-.

—Necesito de tu ayuda, eres mi única esperanza, así que espero que aceptes mi propuesta- habló dejándome aún más confundida, hice una mueca algo extraña a la vez que mi ceño se frunció-.

—No puedo ayudarte en nada, ni siquiera te conozco, así que dame permiso. Me iré, no estoy para ninguna de tus idioteces- sostuve, aún convencida de que en verdad no debía ayudarlo. Comencé a caminar por el pequeño lugar y tomé el pomo de la puerta, pero su voz llamándome me detuvo-.

—Alexia, es sobre Maxine, así que creo que te concierne— espetó con seguridad, haciéndome cambiar de opinión, me volteé nuevamente para observarlo, él me dio una sonrisa arrogante y se cruzó de brazos despegándose de la pared-.

—¿Qué pasa con ella? —pregunté de inmediato, apretando mis puños a mis costados, aún a la defensiva-.

—Ayúdame a conquistarla— sus palabras me hicieron mirarlo con incredulidad, bufé mientras lo miraba con burla-.

—¿No se supone que consigues todo lo que quieres y eres conocido por eso, también por tu arrogancia, prepotencia y tu don para tener a las chicas en tu poder?—pregunté con burla-, no haré nada, este asunto debes arreglarlo con ella, no conmigo-.

—Estoy seguro de que le gusto- espetó entre dientes. Me quedé en silencio porque en parte tenía razón, y aparte, no tenía idea de que decir o como negarlo-. Solo necesito que me ayudes, por favor, te pagaré lo que sea- abrí mi boca incrédula, dispuesta a negarme rotundamente, pero cuando avanzó un paso hasta mí me paralicé y tragué saliva por el nerviosismo-, es en serio, lo que sea, te daré todo lo que necesites. Solo necesito una oportunidad con ella, me prometes eso y juro que te dejaré en paz-.

—¿Qué? ¡No! Estás muy jodido si crees que te ayudaré con esto, no me meteré en su vida sentimental, y menos la presionaré para que esté contigo- exclamé algo exaltada. Ni en mil años aceptaría algo como esto, si Maxine llegaba a enterarse se armaría un gran malentendido-.

—Mira- me apuntó con su dedo en un signo de advertencia-, no hagas que me arrepienta de ser gentil contigo, niñita- abrí mi boca con asombro frunciendo mis cejas lo más que pude—.

—¡¿Es una p**a amenaza?!— alcé la voz con rabia, quería meter su cabeza en un baño público y tirar de la cadena todas las veces que fuesen posibles, pero si lo hacía, mi amiga se quedaría sin crush-.

—¡No, joder, lo siento, pero estoy desesperado, esa loca cabezota solo escapa de mí! — su mirada se relajó e incluso pareció un poco arrepentido-.

—¿Por qué razón será? —espeté con ironía—.

—¿Qué quieres decir con eso?—preguntó, viéndose algo ofendido por mis palabras—.

—Que eres un idiota, Dexter. Por eso huye de ti cada vez que puede. Dime... ¿no tendrías miedo de comenzar a tener encuentros... llamémoslo, extraños, con una persona que se la pasa de chica en chica, de fiesta en fiesta?-y esto no es lo malo, si no lo que haces en estas fiestas, y aparte, solo se te conoce por cosas que no están ni cerca de estar a tu favor—comenté cruzándome de brazos, mientras veía como él parecía analizar mis palabras—.

Después de un largo rato en silencio, en el que estuvo con la cabeza gacha y la mirada perdida, al fin se dignó a mirarme y responderme.

—Con ella... creo que es distinto—expresó con algo de cautela soltando un leve suspiro-.

—¿Crees que es distinto? — bufé y elevé una ceja-, si vienes con esa típica frase Maxine no va a creerte. La misma típica frase siempre, ahora vendrás con el discurso de que ella es la única persona que te interesa de verdad, que las otras fueron solo un pasatiempo, que por ella cambiarías. Pero dime... ¿estarías dispuesto a dejar todo lo que tienes ahora por ella?, porque si es así, tal vez... puedas tener alguna oportunidad-.

—Hablo en serio- musitó con seriedad en su semblante, como si quisiera que le creyera, como si estuviese furioso conmigo por no hacerlo y necesitase desesperadamente que lo ayudara-, ella me gusta de verdad, y estoy seguro de que no me crees, pero voy a demostrarlo- declaró con decisión-.

Sonreí levemente, era un chico decidido. Lástima que mi amiga era una terca, y por más que le gustara, ella no se lo dejaría nada fácil.

—Bien, si es que ella te gusta, debes saber que no se deja llevar por solo palabras vacías, si en verdad quieres algo con ella, demuéstralo con hechos. Eso es lo que toda persona necesita, así que toma mi consejo en cuenta, y no seas...

—Un idiota—aseveró dándome la razón-. Lo tomaré en cuenta, gracias, Alexia-.

—Los méritos debes hacerlos tú, solo estoy dándote un empujoncito porque sé que los dos la necesitan. Si la cagas, no vuelvas a molestarla—planteé, me volteé volviendo a tomar el pomo-.

—Piensa en mi propuesta— sostuvo—. Te daré lo que sea necesario si es que decides ayudarme—.

Negué con mi cabeza, no estaba dispuesta a recibir dinero ni recompensas, eso no se vería bien, y si los ayudaba, sería de manera honesta y desinteresada.

—No aceptaré. Hasta pronto.

—Espera, te dejaré mi número— de pronto mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo y lo saqué con prisa, un número desconocido apareció en la pantalla y abrí la boca algo atontada  —,agrégame como Dexter—.

—¿Cómo...? — no terminé de formular mi pregunta, porque al voltear, el rubio ya estaba saliendo a paso rápido por la puerta de la sala del conserje. Por cierto, debía salir de aquí antes de que me atraparan y aumentaran mi castigo—.

Salí a paso rápido de aquella sala, sintiéndome algo frustrada con aquel chico de ojos penetrantes por haberme dejado con la palabra en la boca.

Caminé hasta mi próxima clase a paso apresurado, ya iba algo atrasada, así que no quería atrasarme aún más.

—Señorita Williams—espetó el profesor, con una mueca de desagrado al verme llegar—. Viene con atraso, ¿algo que deba decir?—.

—Estaba en la oficia del director— y en parte era verdad, omitiendo la parte en que me quedaba en la sala del conserje conversando con un rubio de ojos grises, sobre mi amiga—.

—Siéntese, por favor— asentí con la cabeza y rápidamente busqué un lugar vacío. Me senté allí, esperando con ansias que la clase terminara pronto, por alguna razón, tenía unas inmensas ganas de salir de aquí ya—.

Pasadas las dos de la tarde, con Maxine nos encontramos en la cafetería.

—¡Ohh!—exclamó sentándose de sopetón en uno de los asientos cercanos- Estoy tan cansada, al fin terminamos las clases—.

—Imagínate cuando trabajes, Maxine, será aún más agotador— comenté sentándome frente a ella—. Vete acostumbrando—.

—Jamás será agotador para mí. Si hago algo que me guste, entonces lo disfrutaré— aseguró dándome una leve sonrisa—.

—Como digas— reí y me levanté para ir en busca de la comida—. ¿Qué deseas comer?—.

—Carne con un poco de ensalada, y un jugo de fresa, por favor.

Me dirigí a buscar comida para ambas y volví a la mesa, entregándole su bandeja. Comenzamos a comer mientras conversábamos temas no especificados.

Fruncí el ceño a ver varias miradas dirigidas a la entrada de la cafetería, y cuando unos contundentes pasos resonaron, me giré y lo vi.

Entrando a la cafetería con esa aura imponente que lo rodeaba, con su chaqueta de cuero y lentes de sol oscuros, en compañía del director.

—¿Qué hace Matt aquí?— preguntó confundida, mientras se levantaba de su asiento.

Me mantuve en mi lugar, aún confundida, a la espera de aclarar mis dudas.

—Señoritas, necesito que me acompañen— habló el director—. Los espero en mi oficina— continuó para luego marcharse—.

—Hola— su profunda voz se impregnó en mis oídos y volteé a mirarlo, una sonrisa encantadora apareció en su rostro cuando nos saludó.

Los ojos de Dexter fulminantes en la espalda de Matt, sus puños apretados al ver como Matt saludaba de abrazo a Maxine, con tanta confianza. Él no había logrado más que palabras indiferentes por parte de Maxine, y seguramente, al creer que alguien más quería algo con ella, se había enojado sin disimulo alguno.

Mi respiración se cortó de repente, y me quedé paralizada cuando las manos del castaño me rodearon en un cálido abrazo.

—Hola— musitó nuevamente en un susurro ronco, solo para mí. Sentí como si mis piernas se debilitaran por tal contacto, tan de improvisto, tan inesperado. Al parecer Maxine también lo notó, porque abrió los ojos sorprendida, y al instante, frunció el ceño con confusión. No fue capaz de responder al saludo, al contacto físico.

Solo pude susurrar muy bajito un:

—Hola.

Se separó dándome una sonrisa victoriosa, como si se sintiera satisfecho. Pero ¿de qué? No lo sé.

El chirrido estridente de una silla nos sobresaltó a los tres, y a la mayoría de estudiantes que había en el interior de la cafetería. Dexter se levantó con prisa y salió caminando a paso rápido y fuerte hasta la salida del lugar.

Maxine no pareció afectada en absoluto, pero quiso hacer algo al respecto.

—En seguida vuelvo— comentó yéndose en busca del rubio, mientras sus tacones resonaban por todo el lugar—.

—Creo que deberíamos ir con el director, nos estaba esperando—comentó Matt, sacando la mochila de mis hombros y poniéndola en su espalda. Yo que no podía musitar palabra alguna, reaccioné—.

—Oye mi mochila— estiré mi mano hasta él, intentando quitársela, pero me esquivo caminando con rapidez fuera del lugar. Troté detrás de él intentando alcanzarlo, sintiendo varias miradas sobre mi espalda—.

—Solo intento alivianarte el peso, pareciera que tuvieras piedras aquí atrás— rio señalando la mochila—.

—No te pedí que hicieras eso, pero gracias.

—Yo no te pedí que me tiraras un auto encima y lo hiciste, gracias— se burló—.

El calor subió a mis mejillas de inmediato, me avergoncé tanto que ya imaginaba lo rojas que se encontraban mis mejillas.

—Por favor, no me recuerdes eso.

—Solo estoy bromeando— levantó las manos en son de paz—, nada de rencores.

—Bien, ya deja de hacer eso— murmuré avergonzada—.

Seguimos caminando hasta entrar a la oficina del director, el malhumorado y ceñudo hombre nos miraba de mala manera, así que preferí no decir nada.

—Se demoraron demasiado—espetó cruzándose de brazos—, no es una ventaja para el caballero aquí presente— señaló a Matt con la cabeza—.

—Lo siento— respondió él entre dientes—.

—¿Dónde está la señorita Maxine?— no supe que responder, sé que probablemente se pondría odioso y aumentaría su castigo—.

—Oh, fue al baño—Matt salió al rescate—, ya sabe, problemas de mujeres—.

—Bien— carraspeó algo incómodo el director—.

El resonar de unos tacones me avisó de que Maxine había llegado.

—Como siempre llegando tarde— habló con desagrado el docente frente a nosotros—. Siéntense—.

Nos sentamos en la banca que había en la oficina mientras el director nos empezaba a relatar una serie de cosas.

—Bueno, señorita Williams, como es usted quien me recomendó al señor Davis, usted se hará responsable de sus comportamientos.

¿Que acaso creía que yo era una niñera?

Claramente solo lo pensé, y sin decir más asentí con la cabeza. Matt me dedicó una leve sonrisa y comenzó a leer el reglamento de la institución.

—Maxine, Alexia, recuerden que desde hoy comienzan su castigo. 

—¿Y si lo dejamos para mañana?

—¿Me ve la cara de que soy de ese tipo de gente? No señorita, si digo algo se cumple.

—Bien— resopló Max cruzándose de brazos—.

—Otra cosa más, si tu primo llega a hacer algo indebido, l0 primero que haré será llamar a tus padres, ellos se encargarán de él. ¿Está claro?

—Está claro.

—Bien. Pueden irse. Bienvenido a la institución joven Davis.

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