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- ¿A dónde te llevo?-.

- Donde tú quieras, podrías secuestrarme y no tendría problema alguno- comentó juguetón- .

Giré mis ojos por sus palabras y lo miré con una ceja elevada.

- Hablo en serio, Matt- oculto una sonrisa y golpeo el volante con mis dedos-.

- Llévame a la plaza de aquí cerca, me juntaré con alguien ahí- mi sonrisa disminuye y aclaro mi garganta-.

- Está bien- respondí. M****a, de alguna estúpida forma no quería que se fuera, sabía que muy probablemente no lo vería otra vez, y aunque me daba desconfianza, una extraña sensación comenzaba a surgir-.

- ¿Te pasó algo? - pregunta, lo miro de reojo y niego con mi cabeza- te pusiste seria de repente, pensé que algo había ocurrido-.

- No pasa nada, tranquilo, solo estoy algo cansada, hoy no fue un buen día en el instituto-.

- Instituto... ya veo- sonríe y mira por la ventana- pronto tengo que inscribirme en uno-.

- Espero te vaya bien-.

- Gracias- dice mientras me mira, frunzo el ceño y levanto una ceja-.

- ¿Es por aquí? - interrogo y el asiente-.

Detengo el auto y él se acerca a mi obligándome a enterrarme prácticamente en mi asiento, deja un beso sobre mi mejilla y puedo sentir su delicioso olor llenando mis fosas nasales. Es un confianzudo.

- Hasta luego, Alex- se baja del auto y se marcha dejándome desconcertada-.

Dios mío, este chico es un caso. Pongo en marcha el motor y comienzo a acelerar. El cuerpo de Matt llega corriendo hasta ponerse al frente de mi auto deteniéndome abruptamente.

- ¡Matt! - suelto un chillido horrorizado al casi haberlo arrollado por segunda vez en el día- ¿Por qué demonios hiciste eso? - suelto un suspiro enfurruñada-.

Se dirige hasta mi ventana y la señala haciendo un gesto hacia abajo indicándome que baje el vidrio. Bajo el vidrio y lo observo con el ceño fruncido, él sonríe y luego se pone serio al observar mi expresión.

- Lo siento, yo...- balbucea mientras se pone de costado y recuesta su codo sobre el marco de la ventana del auto-.

- ¿Es que quieres morir acaso? ¿Por qué hiciste eso? -.

- Tu número-.

- ¿Eh?- pregunté confundida al no entender completamente a lo que se refería-.

- Dame tu número, no lo tomé-.

- ¿Para eso corriste el riesgo de que casi te atropellara nuevamente? Si es así es que estás demente- resoplé-.

- No es un riesgo para mí, además, valdría la pena porque sé que ya podría volver a comunicarme contigo- me entregó su teléfono y su fondo de pantalla me recibió con el chico frente a mi sin polera frente un espejo-.

Deslicé mi dedo y fui hasta la opción de agregar contactos e ingresé mi número.

- Listo- le devolví su teléfono y sonrío al tomarlo rozando su mano con la mía a propósito-.

- Fue un gusto ser casi atropellado por ti- bajé mi cabeza avergonzada y de reojo vi como se iba por la calle desierta hasta el parque donde esperaría por alguien-.

Suspiré, pensando en lo divertida y alocada que fue para mí esta situación y comencé a conducir por las calles que a esta hora ya se encontraban sin ni un peatón deambulando. Pensar que hace un rato estaban repletas. Estacioné en mi edificio y me bajé poniéndole el seguro al auto.

Caminé hasta el ascensor e ingresé en él apretando el número de mi piso, al llegar dejé mis cosas sobre el sofá y comencé a prepararme la cena. Mi teléfono vibró sobre la encimera de madera de mi cocina, bajé el fuego y me giré para tomarlo. Un mensaje de Maxine apareció en la pantalla, mi mejor amiga desde que llegué a esta ciudad.

Maxine era así, ella planificaba todo para que la pasáramos bien, así que mi noche estaría más entretenida

Maxine era así, ella planificaba todo para que la pasáramos bien, así que mi noche estaría más entretenida. En vez de quedarme acostada y viendo videos de YouTube, estaré con Maxine viendo películas y comiendo chucherías.

Apagué la cocina y comencé a servir mi comida. Me senté en la mesa a comer lo que había cocinado, había tendido un día agitado, sonreí al recordar a ese loco chico de cabello castaño.

Me había pedido mi número, sin embargo, no me había hablado.

No tenía que darle importancia, me repetí, es un chico que conocí hoy y quizás nunca volveré a ver, no tendrá mayor relevancia en mi vida.

Fui a mi habitación y quité mi ropa para luego ingresar al baño a ducharme.

Luego de ducharme me vestí y miré mi celular de pasada. Tomé las llaves de la casa de Maxine, las cuales ella misma me había entregado por si tenía algún problema o quería ir. Nos teníamos confianza.

Me dirigí al frente, al departamento de Maxine, metí la llave en la cerradura mientras con mi brazo apretaba las botellas a mi cuerpo para que no se me cayeran.

Ingresé a su departamento encontrándome a mi amiga con un moño desordenado en lo alto de su cabeza, un delantal de cocina y con audífonos mientras meneaba sus caderas de un lado a otro.

- ¡Maxine!- hablé elevando la voz divertida y ella se sobresaltó, puso una mano en su pecho y quitó sus audífonos-.

- Demonios, Alex- suspiró y se dirigió a abrazarme- un día vas a matarme de un susto-.

- Lo siento, pero te veías bastante concentrada en lo que hacías que no te percataste de mi presencia- reí y ella resopló-.

- Si, es que estaba intentando hacer un pastel para mi primo, pero me está saliendo del asco. Necesito tu ayuda, tu cocinas mejor que yo. Así que vamos a la cocina- tomó mi mano y comenzó a arrastrarme consigo hasta la siguiente habitación donde se encontraba todo desparramado sobre la encimera y había olor a quemado-.

- Diablos, debes ordenar esto, parece una explosión que causaste haciendo experimentos- reí y ella me fulminó con la mirada-.

- No debes restregarme en la cara lo mala que soy para todo- secó una lágrima imaginaria y tocó su corazón, dramatizando-.

- No te preocupes, Max. Te ayudaré.

- Ash, por eso te amo- pasó su brazo sobre mi hombro mientras mirábamos el tutorial-.

Puse un delantal en mi cuerpo mientras me hacía un moño.

- Bueno, empecemos.

Después de un rato habíamos metido el pastel al horno, lavé mis manos y miré a Max metida en su celular con una sonrisa tonta en su rostro.

- Max- exclamé mirándola con los ojos entre cerrados- ¿algo que debas contarme?-.

- Oh, Alex... no es nada seguro, ni yo debería ilusionarme con esto, así que prefiero no decir nada aún, ¿me entiendes?.

- Lo hago- respondí con sinceridad- Tómate tu tiempo, pero debes saber que cualquier cosa, lo que sea, puedes hablarlo conmigo-.

Ella sonrió y asintió con la cabeza. La comprendía, Max era algo cerrada, le habían hecho daño, por lo tanto, le costaba hablar sobre sus sentimientos, es por eso que cuando le atraía alguien, ella prefería no decirlo.

- ¿A qué hora llegará tu primo?- pregunté cambiando de tema- se hará tarde y aún no se ha comunicado contigo-.

- Mi tía me dijo que el me avisaría cuando estuviera cerca, lo bueno es que conseguí tener contacto con él, me había costado conseguir su número o alguna red social-.

- Aja, entiendo- quite el delantal y fui a sentarme al sofá- ¿Qué película veremos? -.

- Depende, ¿para llorar? -.

- No tengo ganas de llorar. Con el libro que terminé el otro día ya fue suficiente- exclamé recordando el triste final de aquel libro que me dejó sin estabilidad emocional-.

-Entonces vemos algo de comedia-.

-Bien- repliqué y ella llegó a sentarse a mi lado, puse el tazón de palomitas en la mesita frente a nosotras y recostó su espalda sobre el respaldo del sofá mientras la película comenzaba-.

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