Capítulo 3 Momento agridulce

Claramente debía quedarme aquí, y no era el hecho de quedame a dormir en este inmenso lugar que no era mi casa, sin mencionar que el palacio estaba rodeado de lobos, lo que me tenía incómoda, sorprendentemente, era el hecho de que me quedaría con Blake en un mismo sitio, que pasaría una noche aquí y no sabía sus intenciones.

Por las dudas tomé mi teléfono y comencé a marcar el número de mi amiga.

—Camila, por favor responde— murmuré exasperada mientras Blake me observaba desde la distancia—.

—Te he dicho que no está ¿Estás desconfiando de mi palabra, Amy?— su voz llenó el lugar mientras reposaba en su trono con mirada desafiante hacia mí—.

—Solo quiero asegurarme.

Me molestaba el hecho de que cuestionara mis acciones, no tenía derecho alguno.

Se levantó de su asiento con los brazos cruzados sobre su pecho y se acercó a mí a paso lento.

—¿Asegurarte de qué, Amy?— soltó una risa amarga, mientras me daba una mirada de disgusto—. Entiendo que no quieras quedarte aquí, pero a estas horas de la noche no dejaré que vayas a cualquier parte. Es la única opción que tienes—.

—No. No intentes pretender preocuparte por mí. Me cuidé lo suficientemente bien allí afuera…

—Ah, claro que sí, poniéndote en peligro al aliarte con un maldito cazador.

 —Eso es diferente, y si, tengo otra opción y esa es llamar a Camila y asegurarme de que lo que me dices es cierto—.

—¿Estás llamándome mentiroso?

—Es lo que me has demostrado ser. Dime ¿Qué me puedo esperar de ti?

Su mandíbula se tensó al escuchar mis palabras y se giró de nuevo, dándome la espalda y avanzando unos pasos.

—Bien. Haz lo que quieras, pero si te pierdes allí afuera quien tendrá que ir a buscarte soy yo, y de igual forma tendremos que encontrarnos.

Sé perfectamente que si me perdía tendría problemas, y más si los guardias civiles de Reino o de la ciudad me atrapaban.

—¿Hay posibilidad de que Shane me acompañe?

—No le daré la autorización para que lo haga. Por lo tanto, si eres atrapada tendrás que pasar tres días en la celda— habló pasando las manos por su espalda. ¿Desde cuando su traje se veía así tan ajustado y su espalda tan atracti…

Su cuerpo entero se tensó mientras giró nuevamente y me frunció el ceño.

—¿Por qué estás mirándome de esa forma?

—No estaba mirándote— respondí rápidamente mientras desviaba mis ojos de su cuerpo—.

—Si lo hacías.

—¿Y si fuera así como podrías saberlo?—hablé intentando convencerlo de mis argumentos—.

Dio unos cuantos pasos más hasta mí, dejándome petrificada cuando encorvó su cuerpo hacía mí dejando algo de distancia entre nuestros rostros.

—Sentí tus ojos taladrándome la espalda ¿Cómo pretendes que no lo sepa?

Eché mi cabeza hacia atrás, mi espalda se curvó de a poco, y de pronto, demasiado para mi gusto y mis piernas iban doblándose de a poco mientras me alejaba de la vista de sus ojos azul zafiro.

—Vas a caerte—aseguró—.

—No lo haré.

Pero de pronto como si el mundo estuviese en mi contra, mis rodillas se doblaron por completo y mi espalda se curvó todavía más haciéndome perder la estabilidad, entonces cuando creí que caería de la forma más patética vista antes, sus brazos tomaron mi cintura con fuerza y me devolvió con algo de rapidez a nuestra posición normal.

—Te lo dije.

Sonrió con superioridad, y no sé si fue eso o sus cálidas manos sobre mi cuerpo lo que aceleró mi corazón, haciéndolo latir con fuerza. Estoy segura de que pudo sentirlo, pues mi pecho estaba pegado al suyo.

—Cállate.

—¿Por qué no te atreves a callarme tú?

Mis mejillas se sonrojaron de inmediato cuando caí en cuenta de lo que hablaba. Estúpido y sexy Blake, algún día te haré sufrir como tú lo haces conmigo.

—Suéltame.

Sus manos abandonaron mi cuerpo y me alejé dando un paso atrás inmediatamente.

Tomé mi teléfono, volví a marcarle a Camila y obtuve el mismo resultado que hace un rato. Tendría que quedarme aquí, no iba a arriesgarme a dormir en una celda.

Apreté los labios exhalando con fuerza por la nariz. Debí haber venido más temprano.

—Entonces… ¿puedes mostrame donde dormiré?

—Tu habitación está intacta, puedes dormir ahí.

La idea no era muy grata, pues tenía recuerdos bastante desagradables en ese cuarto que no quería recordar.

Blake pareció notar mi disgusto porque enseguida quiso hacer algo al respecto.

—Si te incómoda puedes escoger otro lugar, no hay…

—No— interrumpí—, no deseo molestar.

—Bien, sígueme— estiró su mano hacia mí, como si quisiera que la tomara, pero al darse cuenta la bajo rápidamente mientras comenzaba a caminar a paso rápido—.

Me quedé ahí parada, media confundida.

—Vamos— musitó nuevamente, pero esta vez pareciendo más serio—.

—Si.

Troté tras él mientras comenzábamos a subir las escaleras, al alcanzarlo me puse a su lado mientras merodeábamos los amplios pasillos del lugar.

Al llegar a la amplia puerta de color blanco con mi maleta en su mano, Blake abrió esperando a que entrara, y justo en ese momento los recuerdos llegaron a mi mente, uno tras otro.

Mientras me sentaba en la cama dejando mi maleta sobre ella, una amable mujer terminaba de preparar la habitación para mí.

—Disculpe las molestias, señorita, salgo en un momento.

—¿Cuándo podré presentarme ante el rey?

—Aun no ha llegado— contestó girándose hacia mí, mientras me brindaba una sonrisa cortés—, pero le aseguro que apenas llegue vendrá a verla y se pondrá muy feliz—.

—¿Feliz? ¿Han esperado a un ayudante por mucho tiempo?

—¿Ayudante?

—Si, un ayudante de cocina, estoy aquí por eso.

—Oh— abrió los ojos con impresión y me pareció que se puso nerviosa porque salió a paso apresurado y con torpeza por la puerta de mi habitación—.

No alcancé ni siquiera a agradecerle de manera correcta por haber organizado lo que sería mi habitación porque salió de manera muy extraña.

Fruncí el ceño extrañada mientras comencé a sacar mis pertenencias de la maleta y a doblarlas de manera ordenada.

Mi teléfono vibró y lo tome dispuesta a revisar de que se trataba.

Era Amice, una amiga de mi instituto, la misma que me había recomendado este trabajo, pues sabía que necesitaba uno.

Amice: ¿Has llegado al palacio?

Yo: Si, debo admitir que estoy impresionada, jamás pensé que los lobos viviesen en palacios, sobre todo en este tiempo y además tuvieran tanto poder.

Amice: ¿Ya conociste al rey?

Yo: No, tampoco sé si estoy preparada, tengo muchísimo miedo.

Amice: No te pasará nada, estarás a salvo ahí, te lo aseguro.

Yo: ¿Cómo estás tan segura? ¿Qué pasa si de pronto les dan ganas de comerme?

Amice: JAJAJA no lo harán, son bestias civilizadas.

Una minúscula sonrisa apareció en mi rostro por sus palabras, estaba acostumbrada a cada una de sus locuras, pues la conocía hace mucho y su forma de ser era increíble.

La puerta se abrió nuevamente sobresaltándome. Alcé la vista y me encontré a una chica joven de cabellos castaños largos.

—Disculpe que haya entrado de esa forma, venía a preguntarle si necesitaba algo— murmuró con la mirada gacha—.

—No te preocupes, solo me asustaste un poquito— sonreí con amabilidad intentando que se relajara un poco. No había razón para que me tomaran tal importancia, eran muy gentiles, pero me parecía extraño—.

—Es hora de cenar, ¿desea bajar o que le traigamos la cena hasta aquí?

—Oh no, no hace falta— me levanté dispuesta a acompañarla al comedor, pero olvidé que el teléfono se encontraba en mi regazo y este cayó al suelo, me volteé hasta el lugar en el que estaba y lo tomé, de inmediato escuché pasos acelerados saliendo del lugar—.

—Espera— murmuré apresurada levantándome y caminando con velocidad hasta la puerta para alcanzarla—, no me sé el camino y me gustaría que…

Una fragancia deliciosa inundó mis fosas nasales mientras parecía ver todo en cámara lenta. Unas manos tomaron mi cintura con posesividad e impacté contra un firme pecho compuesto de una musculatura asombrosa. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, de pies a cabeza mientras mi respiración se atoraba dentro de mi pecho.

—¿A dónde te diriges con tanta prisa?— oh no, esa voz tan varonil no sabía de quien era y ya casi me mata de un infarto—.

Golpeé su pecho con fuerza, empujándolo lejos de mí.

—Mierda, me has asustado.

—¿Tienes algún problema?— preguntó cruzándose de brazos. No tenía por que ser tan odioso y verse de esa manera tan... imponente—.

—¡Claro que tengo un problema! Casi me botas de trasero al piso.

Su mirada se paseaba de arriba abajo por mi cuerpo, detallando cada cosa que había en mí.  Algo en su mirada me brindaba una especie de... electricidad.

Sus ojos chispeantes se encontraron con los míos y nuevamente ese escalofrío y esa sensación tan cálida recorriendo mi cuerpo. Me estremecí ligeramente cuando dio un paso hasta mí, sin quitarme la mirada de encima.

-¿Sabes acaso con quién estás hablando?

-Oh no señor disculpe- comenté irónica— ¿con quién hablo?

—Soy el Rey Blake, líder supremo de Forvik— abrí la boca, anonadada mientras el estiraba su mano y la posaba en mi mejilla. Lo más extraño, era que no me sentí incómoda a pesar de que era un desconocido, al contrario, una sensación bastante agradable me recorrió— y tú, la futura reina.

Me separé de sopetón frunciendo el ceño y me alejé lo más posible de él.

—¡¿Qué demonios te sucede?!

—Solo dije la verdad— con una velocidad sorprendente dio unos pasos hacia mí y tomó un mechón de mi cabello, jugueteando con él, y luego volviendo a mirarme con esa mirada intensa que parecía poseer—.

—Suelta mi cabello ahora mismo— ordené, molesta—.

—Estoy dispuesto a darte lo que quieras por hoy, porque es tu bienvenida, pero aquí— tomó mi mentón con toda confianza elevándolo hacia él para que lo observara— quien da las ordenes soy yo—.

Tragué saliva nerviosa y retrocedí un paso.

—Desearía poder cenar, tengo hambre— pasé por su lado con prisa, intentando escapar, pero me cogió la muñeca y con suavidad me devolvió hasta su lado y habló sobre mi oído, rozando el lóbulo de mi oreja.

—No tienes idea de qué te espera, Amy.

—Amy— una voz a mi lado me sacó de mis pensamientos—.

—¿Uhm?

—Te has quedado ahí parada— murmuró Blake, escudriñándome con la mirada— ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?—.

Si me hubiesen dicho que Blake cambió de esta manera jamás lo hubiese creído, pues la mayoría de las veces mostraba una actitud egocéntrica y arrogante.

—No— sacudí la cabeza e ingresé a la habitación—.

Me paré en seco cuando vi la habitación completamente decorada, renovada. Blake pareció no alcanzar a reaccionar ante mi brusca parada porque simplemente avanzó con su particular caminata y chocó con mi espalda casi llevándome al suelo si no me hubiese agarrado.

—Lo siento.

—¿Sabías que vendría?— pregunté confundida y exaltada, mientras me volteaba hacia él—.

—No que sería pronto— susurró—, pero lo que sabía es que no podríamos estar separados por mucho tiempo, entonces quise cambiar todo esto, intentar borrar todos los malos recuerdos para cuando volvieras—.

—Esto no va a borrar ni cambiar nada, Blake, pues me hiciste mucho daño y no se va a esfumar de mi mente por un color de pintura, unas cuantas decoraciones y un cambio de cortinas.

—Amy…

—No, no necesito nada de esto. Si volví aquí fue para poder ayudarlos, nada más que eso, si fuera por mí ni siquiera querría volver a verte.

«Mentirosa, mentirosa, mentirosa.»

—¿Tanto me odias?— sus ojos azules se apagaron cuando realizó la pregunta, sentí mi corazón quebrarse en ese momento, pero fingí que no me importaba—.

—Quisiera odiarte, Blake— susurré bajito—. No sabes cuanto lo deseo, pero no puedo—.

—Te… te dejaré descansar— su cuerpo tenso se alejó por el largo pasillo—.

Cerré las puertas con las manos hechas puños y solté un largo suspiro mientras me lanzaba a la cama, no sería fácil estar aquí.

***

El molesto sonido de mi teléfono me despertó, claramente de mal humor, lo tomé con los ojos entrecerrados mientras intentaba ver algo.

Contesté el teléfono y la voz adormilada de Camila me despertó.

—Hola— hablé—.

—Hola— un bostezo se oyó a través de la línea—. Disculpa por no haberte respondido, a esa hora estaba durmiendo y tenía el teléfono en silencio ¿Pasó algo?

—No tiene que pasar algo para que llame a mi amiga.

—No sueles llamarme muy seguido— rio—, entonces supuse que…

—Bien, tienes razón. Pasó algo.

—¿Qué es? ¿Estás bien?— su voz sonó preocupada—.

—Estoy bien, y estoy aquí.

—¿Aquí donde?

—Donde… Blake.

—¡¿Qué?!— alejé el teléfono de mi oído cuando dejó escapar un fuerte chillido—.

—Lo que has oído— respondí regresando el teléfono a mi oreja—.

—¡Oh por Dios!— chilló emocionada— ¿Y pasó algo?

—¿Por qué debería pasar algo?

—Oh, porque… ¡Ya sabes! Se gustan, son compañeros, y los dos son unos guapetones, ¿Cuál es el impedimento?

—¿Qué no me soporta ni yo a él?

—No creo que sea así.

—Sabes cuanto odia Blake mi especie, jamás podría funcionar.

—Amy… no creo que el siga con esa tonta idea de odiar a los humanos en su cabeza. Cuando te fuiste fue como si su mundo se hubiese venido abajo, todo cambió y pareció perder todas sus fuerzas, como si… no sé… como si no pudiese más.

—Ya basta de tonterías, Camila. Eso solo pasa en historias cliché que solo ilusionan, ya está, con Blake no nos llevamos, jamás lograremos estar juntos.

—Ahora están juntos.

—No de esa manera.

—Pero te has quedado en el palacio, eso es un avance.

—Porque no tenía donde ir.

—Sabes que puedes venir aquí cuando quieras.

—Pero si anoche no estabas cómo iba a quedarme en tu casa.

—¿Qué no estaba? ¿Quién te dijo eso? He estado aquí toda la semana porque estoy con unos cólicos de los mil demonios.

—Blake me dijo que…

—¿Blake dijo que yo no estaba?

—Eso es lo que estaba diciendo.

—Creo que te mintió y solo lo hizo para que te quedaras con él.

—Maldito mentiroso.

—Ese mentiroso te agrada— canturreó—.

—Ya callate, por favor.

—Bien, pasa a verme a la tarde.

—Okey, adiós.

Colgué la llamada y solté un suspiro mientras me acomodaba en la cama.

—Luna— un suave susurro se escuchó detrás de la puerta y mi corazón saltó de la emoción—.

Corrí hasta la puerta y la abrí con rapidez encontrándome a aquella chica de aspecto amigable que tanto extrañé.

—Kendra— la rodeé con mis brazos con fuerza, haciéndole saber cuanto la había echado de menos—.

—Luna—ella rio con sus ojos iluminados— me alegra tanto que haya vuelto—.

—Dios…— me separé y la miré con una sonrisa— Cuanto has crecido—.

—Creo que todos aquí hemos cambiado un poco— formó una leve mueca y luego negó con la cabeza, como si quisiese esfumar sus pensamientos—. Bueno, cuéntame cómo fue tu viaje—.

—No fue muy agradable, a decir verdad, mi trasero se hizo más plano de tanto estar sentada.

Sonrió divertida mientras negaba con su cabeza.

—Amy, debes bajar a desayunar, Blake está esperándote— habló mientras me daba una mirada preocupada—. Ayer oímos la discusión, no quiero meterte en problemas—.

—No tengo ni las más mínimas ganas de encontrarme con él. Se ha portado cómo un grandísimo idiota— me crucé de brazos, totalmente negada—.

—Eso es tu decisión, Luna— sonrió levemente intentando disimular su expresión preocupada—, pero yo sólo recibo órdenes—.

Entonces sin decir más, se retiró a paso rápido. Yo me quedé ahí plantada, totalmente ajena a lo que sea que iba a ocurrir.

 Mientras seguía ahí parada mirando hacia afuera cómo una estúpida, una sombra grande que se venía acercando captó mi atención. Fue ahí cuando don intimidante y guapo ingresó con paso pesado a la habitación haciéndome retroceder.

—No empieces con tus berrinchitos tontos y baja a comer— se cruzó de brazos mientras me clavaba la mirada encima—.

Abrí la boca y la volví a cerrar mientras le dedicaba un gesto amargo.

—¿Ah sí? ¿Y por qué debería hacerte caso?

—Amy— gruñó con lentitud—.

—Eres un mentiroso— musité en seguida con los dientes apretados, desviando el tema de conversación—.

—¿Me puedes decir por qué me llamas mentiroso?— pareció sorprendido mientras fruncía el ceño—.

—Dijiste que Camila no estaba— su rostro volvió a la normalidad, ni siquiera se dignó a negar mis acusaciones—.

—No te puse una pistola en la cabeza para que me creyeras.

Oh, no podía ser tan imbécil. Maldito y sensual Blake.

Sacudí mi cabeza borrando esos pensamientos y concentré mi mente nuevamente en los asuntos importantes.

—Eres un idiota, ¿y sabes qué? Me iré ya mismo.

Tomé mi maleta y la subí a la cama con prisa.

—¡No! Espera. Perdón, perdón por haberte mentido.

Tomó mi mano y me giró hacia él.

—¿Qué?— contesté de forma cortante—.

—No te vayas— murmuró, su voz se oyó bajo, creí oír su voz incluso un poquito quebrada—.

Tragué saliva desviando la mirada de sus ojos, pues ese azul intenso era capaz de causar un temblor en mis piernas imposible de parar, cada vez que Blake me miraba era cómo si miles de mariposas revolotearan en mi estómago y no era capaz de parar cada sensación que recorría mi cuerpo de pies a cabeza.

—No hagas eso.

—Quédate— pidió—.

—No.

Seguía mirándome de esa forma, cómo si supiese todo lo que causaba, y no paraba, no tenía intenciones de hacerlo.

—¿Y si te pido por favor?

—¡Ya! Para, deja de ser tan malditamente falso, Blake.

—¡Te necesito!

—¡Y una m****a! Nunca me has necesitado, jamás te he hecho falta, jamás me has querido cerca de ti.

—Tú no sabes nada, no tienes p**a idea de lo que he sentido desde que te fuiste.

Su mandíbula permanecía apretada, al igual que sus puños, su respiración estaba agitada. Sé que está enojado, y aunque pueda sonar egoísta, en este momento ni siquiera me interesa lo que sienta, pues sé cómo es, intenta manipular con acciones y palabras vacías.

—¡Desde que me fui! Óyete— lo apunté con mi dedo y me acerqué a él, furiosa—, tuviste que perderme para al fin darte cuenta de tus emociones hacia mí—.

Se quedó callado, era obvio que no sabía que decir, siempre se quedaba en silencio en vez de solucionar las cosas. No le gustaban las discusiones, no le agradaba hablar sobre lo que sentía, y no sólo respecto a mí, siempre solía guardarse todo para él, podía entender que llevaba una carga emocional enorme, que tenía miles de problemas sobre su espalda, que había veces que él no podía más, que se sentía derrotado, vulnerable, y claro que lo entendía, pero habían tantas cosas aparte de esas que no podía entender, y una de esas, era el profundo odio que sintió por mí.

—Sé que nada de lo que pasó entre nosotros fue bonito, que te hice daño por una estupidez en la que jamás fuiste responsable— soltó un suspiro y se preparó para continuar—, pero necesito otra oportunidad, Amy— tomó mi cara entre sus manos, los latidos de mi corazón se aceleraron y estoy segura de que pudo oírlo—.

Oh genial, maldito sea mi sistema que reacciona ridículamente por su presencia.

—Tuviste una oportunidad y la desperdiciaste— susurré, mirando hacia arriba para ver su rostro—.

—Si, y por alguna razón sigo aquí, frente a ti, rogándote una oportunidad, rogando por tu cariño, queriendo, aunque sea una mirada furtiva de tu parte— posó sus manos en mi cintura acariciando con lentitud y mi cuerpo se tensó—, sólo una simple mirada que acelere mi corazón, haciéndome parecer un idiota, pero queriéndote junto a mí, así, tan cerca cómo estamos ahora, aunque sea unos putos minutos y luego este sueño se acabe, pero que cada maldito momento que pase contigo valga la pena.

Mi corazón estaba en un punto en el que no podía recuperar su ritmo normal. Mis mejillas se sentían calientes mientras sus ojos centelleantes seguían fijos en los míos. Tragué saliva, y juro que quería dejar de mirarlo, dejar de sentir esto, pero no podía, todo junto a él era imposible de parar.

—Por favor suéltame— pedí cuando por fin pude encontrar mi voz, bajando mi cabeza, poniendo toda mi fuerza de voluntad para cortar la conexión de nuestras miradas. Bajé mis manos hasta las suyas, dispuesta a sacarlas de mi cintura, pero cuando rocé su piel un escalofrío me recorrió por completo haciéndome incapaz de reaccionar—.

Acercó su rostro hacia el mío, cómo si hubiese sido un acto reflejo, tragué saliva y posé mis manos en su pecho, y cuando su nariz rozó la mía se separó con brusquedad y se pasó las manos por el rostro, frustrado.

—Perdón—soltó, emprendió camino a la puerta y salió disparado, cómo escapando de mí—.

Fruncí el ceño cómo comúnmente lo hacía, pues me molestó que me hiciera reaccionar de esa manera, que me dejara con el corazón acelerado y la respiración acelerada. Blake era cómo un acertijo imposible de descifrar, sus reacciones me dejaban dudando del por qué de cada una de ellas. Si bien sabía que Blake no era un chico común y corriente, que tenía una especie de instinto salvaje que creo jamás llegaré a entender del todo, cada cosa que él hacía me descolocaba. Aunque intentaba ponerme en su lugar no conseguía nada, seguía confundida y con la cabeza revuelta de emociones inentendibles.

Me quedé nuevamente sin movimientos, plantada ahí, mirand0 a la nada.

—Con permiso— musitó Kendra, le eché una mirada y la divisé parada en el umbral de la puerta con una bandeja plateada en sus manos—. Ha cambiado de opinión, dijo que desayunara donde se sintiera cómoda—.

—Oh, ahora es donde se preocupa de que me sienta cómoda— resoplé girando mis ojos—.

—Amy, no tengo intenciones de faltarte el respeto ni meterme en asuntos de ustedes— comentó dejando la bandeja sobre mi cama y se acercó un poco más quedando frente a mí—, pero lo mejor para ustedes sería que dejaran el rencor y los problemas del pasado ahí, en el pasado. Sé que no tengo derecho alguno a decirte esto, pero eres a la única a quién puedo decírselo. Creeme, le digo esto a nuestro rey me manda volando fuera de aquí—.

Reí levemente mientras ladeaba la cabeza y ponía una mueca.

—¿Crees que el cambio de Blake es verdadero o…?

—Sí— musitó en seguida, absolutamente convencida—.

Me senté en la cama, palmeando a mi lado, ella se sentó a mi lado mirándome con confusión.

—Kend— apreté los labios y jugueteé con mis dedos—, yo tengo… tengo miedo—.

—¿Miedo de qué exactamente?

—De que nada haya cambiado y él siga siendo cómo antes, y no…— tragué saliva intentando aliviar el nudo en mi garganta— no sé si pueda aguantarlo—.

—Te aseguro que eso no es ni será así— me dio una leve sonrisa—. Desde que te fuiste hasta ahora he notado muchos cambios en él, y no solo yo. Todos.

—Cuando llegué no quería ni verme. Se portó cómo un idiota.

—Un hombre herido y enamorado a la vez no es bonita combinación, Amy, ya deberías saberlo. Una persona en una situación así es capaz de cualquier idiotez.

Bajé mi cabeza hacia mis manos y solté un suspiro largo.

—Sólo dale un poco de tiempo.

—Le di mucho tiempo— respondí—.

—A veces hay que dejar todo lo malo atrás, entregar un poco más de tu tiempo no es malo, no significa que estés perdiendo tu dignidad y orgullo, hay que saber dejar eso de lado, y entonces se dará cuenta de la gran persona que tiene, de lo mucho que ha pasado y aún así se quedó junto a él, y se arrepentirá de todo lo que hizo y al fin te valorará, y espero estar ahí cuando pase, cuando ese rey frívolo y de mente cerrada caiga y deje fluir todo lo que siente por ti, y todos los que los rodeamos sabemos que eso es lo que ustedes necesitan. Se necesitan el uno al otro para poder sanar sus almas heridas.

Me quedé asimilando sus palabras por un momento, y es que todo lo que dijo sonaba tan simple, pero claramente actuar no lo era, era complicado, complicados éramos Blake y yo juntos, representábamos cada letra de esa palabra perfectamente bien.

—Sé que es difícil— añadió, cómo si comprendiera cómo me sentía—, sé que hay veces en que el miedo y las dudas no nos dejan avanzar, pero ya pasó mucho tiempo, Amy ¿Qué pasa si los dos cambiaron y están desperdiciando oportunidades por culpa de rencores y malos recuerdos del pasado? ¿Sabes cuanto me gustaría tener a mi pareja a mi lado? ¿Sabes cuanto deseo encontrar ese amor tan fuerte, tan potente que es capaz de calar en lo más profundo de tu ser? ¿Tienes una idea de lo mucho que anhelo sentir lo que tú y Blake sienten el uno por el otro?

—¿En serio deseas sentir algo cómo lo de Blake y yo? ¿Deseas sentir por tanto tiempo el asco que el siente por mí y el odio que siento yo por él?— negué con mi cabeza sintiendo mis ojos escocer—. No es bonito Kend, cada día mi pecho duele por tener sentimientos que no quiero tener, por emociones que me revuelven la cabeza y me hacen llorar cada p**a noche.

Se quedó callada durante unos segundos, y luego volvió a mirarme.

—¿Aún te duele?— preguntó—.

—Cada maldito segundo— respondí—.

—Ya he dicho que no quiero entrometerme, pero siento que ustedes quieren disfrazar lo que sienten por el otro con ese supuesto odio, y la verdad es que si siguen así jamás podrán ser felices— comentó—.

—Yo no quiero ser feliz con él, yo solo quiero mi paz, no pido más que eso.

De repente se levanta de golpe, sobresaltada, algo así cómo si se hubiese clavado una espina en el trasero.

—¿Kendra? ¿Qué pasa?

—Es Blake, está afuera. Debo irme.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo