Capítulo 1

10 de enero 2020  Amy, 21 años de edad

Cuando comencé a caminar a paso rápido por el arbolado bosque en dirección a la cabaña cercana, solo pude pensar en una cosa: ¿Es correcto lo que estoy haciendo?

Realmente no lo sabía, mi valentía se estaba yendo por la borda y no había nada que me ayudara a recuperarla. Pero el hecho de acordarme de sus ojos me hacían parecer una tonta, y a la vez me hicieron repasar el plan por mi cabeza una vez más. Sabía que muy probablemente saldría perjudicada, pero eso no importaba en estos momentos, a mí solo me importaba él.

Sé que estaba siendo un poco impulsiva, bueno.., tal vez mucho, porque a pesar de todo, estoy metiéndome en problemas por intentar ayudar a alguien que tanto daño me hizo. Y no es nada bonito sentirme así, no me gusta sentir esa opresión en el pecho, ese algo que me dice que no por hacer esto mi situación con él cambiará.

Y debo agregar que no es eso lo que me interesa, aunque si hay cosas que me siguen doliendo, cosas que me gustaría cambiar, pero no es esa la razón por la que haré todo este descabellado plan.

Al llegar a la pequeña cabaña situada en la lejanía del bosque, me detuve frente a la puerta y golpeé, con mis manos temblorosas por el nerviosismo.

El rostro serio de Carlos apareció frente a mí cuando se dignó a abrir la puerta luego de unos cuantos minutos. Sus ojos me miraron de arriba abajo y una sonrisa llena de malicia apareció en su rostro.

—Oh, Amy. Eres tú.

Pues claro que soy yo idiota, ¿acaso no me estás viendo?

Fingí una sonrisa amable y pasé por su lado cuando abrió la puerta.

—¿Estás ocupado?— pregunté, intentando ser amable.

—No, tranquila— reaccionó al fin—. Pasa, siéntete como en casa.

Jamás podría sentirme como en casa en este lugar.

Me senté en el sofá y el olor del cigarrillo se impregnó en mis fosas nasales de inmediato, por lo que hice una mueca de disgusto.

Caminó con prisa hasta donde yo estaba, y tambaleándose se sentó a mi lado. Estaba borracho. Sus ojos me dieron una mirada fugaz e intensa, la cual me hizo enterrarme en mi lugar, con incomodidad.

—Aléjate—farfullé molesta, intentando mantener la tranquilidad. Sabía que sus intenciones conmigo no eran buenas, pues desde que me conoció ha intentado tener algo más conmigo. Y eso, solo me causaba asco—.

—Cuando vas a dejar que me acerque a ti—murmuró acercando su boca a mi oreja. Apreté mis manos, con la rabia carcomiendo cada parte de mi ser. Me levanté de sopetón y me alejé lo más posible—.

—Deja de hacer eso—ordené, sintiéndome frustrada y culpable. No debo estar aquí ¿Qué pasa si solo ocasiono problemas y no logro arreglar nada?—.

—Amy, eres demasiado hermosa. Tu único defecto es que seas tan terca que no me das oportunidad alguna.

Se levantó del sofá y comenzó a caminar de manera intimidante hacia mí, así como un depredador que va tras su presa, así como alguien que está dispuesto a hacer daño sin importarle nada.

—Ni te la daré—declaré—. Si estoy aquí no es por ti, ni por estúpidos jueguitos, sino en busca de venganza. Y eso es lo que buscas tú también. Si no estás dispuesto a seguir el plan como corresponde, entonces me alejaré lo más posible de ti—.

Frunció el ceño molesto, y me acorraló contra la puerta, tragué saliva nerviosa y fruncí el ceño también. Su mano apretó mi muñeca con fuerza, causándome dolor, y entonces sentí algo de miedo. No debía jugar con él.

—Estás lastimándome—farfullé con la voz entrecortada—.

—Me sabe a m****a lo que tú quieras, pienses o necesites. Aquí el que está al mando soy yo. Y más te vale que lo vengas teniendo en cuenta—.

Comencé a sentirme más molesta de lo que ya me encontraba. Puse mis manos en su pecho y lo empujé con fuerza, intentando alejarlo de mí, pero mi intento fue en vano, porque no logré moverlo un centímetro y ocasioné que su rostro se contrajera más en molestia.

Sus manos impactaron contra mis hombros, haciéndome chocar con dureza contra la puerta, causándome un fuerte dolor en la parte alta de mi columna vertebral. Solté un jadeo dolorido mientras mi respiración se entrecortaba. Y cuando tomó mi cabello tirando con fuerza de él, quise correr, quise huir y no volver a pisar ese lugar nunca más, pero no podía.

Me estaba ocasionando mucho dolor.

Posó sus manos en mi cuello y a la vez colocó sus dedos en mi mandíbula, manteniendo mi rostro inmóvil, y entonces intentó besarme a la fuerza. Me removí con fuerza intentando librarme de su agarre para evitar el contacto de sus asquerosos labios con los míos.  

Lagrimas comenzaron a caer de mis ojos cuando comencé a sentirme vulnerable, débil, indefensa. Sus ojos me miraban con una lujuria algo aterradora,  yo no quería esa mirada por su parte, y no era él a quien yo quería. Me sentí furiosa, tenía mucha rabia acumulada, la cuál no sabía como sacar, y la idea de golpearle las bolas me parecía tentadora, pero cada persona que se metía con él se llevaba graves consecuencias.

—¡Déjame!—supliqué cuando mi voz pudo salir, desesperada moví mi rostro y cuerpo cuando su mano ascendió por mi muslo sobre el pantalón— ¡No hagas eso!

Y entonces alguien golpeó la puerta con fuerza, rompiendo la cerradura, haciendo que cayéramos con dureza sobre el frio suelo de la sala.

—Te dijo que la dejaras ¿Es que acaso no comprendes? ¿Eres imbécil o que m****a? Saca tus manos de ella ahora mismo, Carlos— la voz de Marc se oyó como mi salvación, y entonces, mientras me levantaba del suelo y me alejaba de Carlos, Marc se acercó tomando de la camisa a Carlos, alzándolo con brusquedad y empotrando su cuerpo en la pared de mi lado— Debes aprender a respetar a una señorita, jodido imbécil. A la próxima te golpearé hasta deformarte el rostro ¿Entendido?

Dios... Marc, juro que te agradeceré mi vida entera por esto.

—No te metas en esto—farfulló Carlos con la mandíbula apretada, a simple vista podía notar cuanto le molestó lo que Marc había hecho— Sabes lo que puede pasar si sigues metiéndote en asuntos que no te incumben—.

—Nada pasará si te mato antes, hijo de puta— farfulló con la voz llena de rabia. Apretó más sus manos sobre su camisa y lo soltó empujándolo a la pared nuevamente con brusquedad—.

Entonces salió a paso rápido por la salida y troté tras de él.

—Quédate aquí— ordenó ente dientes.

Solo lo ignoré y seguí mi camino, intentando encontrar a Marc.

A lo lejos divisé su cuerpo y corrí hasta él. Me acerqué con cautela, mientras el cortaba leña con rudeza, intentando descargar su rabia al parecer. Sus hombros lucían apretados contra su musculosa y esta se pegaba a su cuerpo por la transpiración.

—Marc—hablé con suavidad al llegar. Su rostro se giró hasta el mío y dejó de hacer lo que estaba haciendo. Dejó el hacha en el suelo y se secó el sudor de la frente acercándose a mí—.

—¿Estás bien?—preguntó con la preocupación grabada en su semblante—.

Solo asentí con mi cabeza, no quería hablar de lo sucedido.

—¿Por qué no sales de aquí, Amy? ¿Por qué no te alejas de él de una vez por todas?

—Sabes por qué sigo aquí.

—Amy— suspira pasándose una mano por su cabello rubio—, estoy seguro que ese Alfa puede cuidar su manada por su propia cuenta. Poseen el reino más grande, poderoso y fuerte de todos, ¿en verdad crees que Carlos logrará si quiera tocarles un pelo?

—Él no va a detenerse, Marc. Lo sabes perfectamente. Cuando quiere hacer daño simplemente lo hace y ya está. Para mí, su seguridad está primero— y en verdad era así, él solo quería atacar sin motivo alguno, ser reconocido entre los cazadores por tener un gran récord en la matanza de lobos. Yo solo quería ayudar y salvar a un pueblo de una posible tragedia—.

—Es que en verdad no entiendo su propósito. Hizo lo posible para meterme en esta m****a sin importarle nada solo por ir tras la manada de Blake.

—¿Blake?— pregunté de inmediato— ¿Lo conoces?

—¿Y cómo no? Es demasiado famoso en el mundo sobrenatural. Lo único que escuchaba de él es que era el Alfa más despiadado y frío de todos los tiempos. Aunque luego de un tiempo las cosas cambiaron... bueno, no me sé la historia por completo—.

—¿Quién te comentó sobre él?—hablé, interesándome más en la conversación—.

—Todos hablan sobre él. Desde que los humanos nos enteramos de la existencia de los hombres lobos siempre se habla de él, de su belleza exótica y su inquebrantable poder en el trono— murmuró con simpleza—.

—Ohh, entiendo.

Claro que lo hacía. Ya había conocido a ese frio Alfa del que todos hablaban, había estado frente a frente con él. Ya había presenciado su frialdad y belleza por completo y en varias ocasiones.

—¿Por qué tanto interés? Sé que quieres proteger a esa manada por tu amiga... pero ¿hay algún vinculo que tengas con ese rey, Amy?

—¿Que? ¡No!— farfullé con las palabras saliendo atropelladamente de mis labios— Ni siquiera he estado cerca de él—.

Entrecerró sus ojos en mi dirección, con algo de duda, y luego soltando un suspiro, asintió.

Se sentó en el tronco que se encontraba en el suelo y me lo señaló para que hiciera lo mismo.

—Siéntate.

Me senté a su lado y aclaré la garganta.

—Aun no me has contado como es que llegaste aquí.

—No es una historia que me agrade demasiado— desvió su mirada, evitando la mía—.

Guardé silencio. Él no se sentía cómodo con ese tema, pues cada vez que lo mencionaba su semblante cambiaba y sus ojos perdían brillo.

—Cuando con mi familia llegamos al pueblo noté algo extraño en él— comenzó—. Cada vez que lo veía en bares, restaurantes, fiestas, etcétera, me analizaba detalladamente. Tenía una pequeña agenda, y cada vez que me veía anotaba algo en ella. Lo dejé pasar, pero cuando comenzó a seguirme una noche lo encaré. Le pregunté qué demonios le pasaba y solo me dijo: sé que estuviste en el ejército. Me causó tanta extrañeza que me quedé en silencio, y luego de unos segundos añadió: vas a ayudarme.

» Fue tanto mi desconcierto que me alejé sin más, ignorándolo, solo pensé: es un borracho, seguramente no sabe ni las mierdas que salen de su boca, pero cuando me levanté un día para ir al trabajo, mientras caminaba por las calles desiertas, me golpearon, me amenazaron con quitarle la vida a mi hermana, y entonces me subieron a una furgoneta, entonces me drogaron y me trajeron a este lugar. Cuando notaron que tenía más familia me amenazaron con hacerles daño a ellos también, en ese momento pensé que solo lo decía intentando asustarme, pero cuando me tenía secuestrado y comenzó a mostrarme sus armas, grabaciones macabras de como asesinaba gente, de casos perfectamente analizados de sus crímenes, entendí que no mentía y temí, entonces no tuve más opción que unirme a esto a pesar de todo.

» Desde ahí odio el mundo sobrenatural. Odio su odio a esos lobos. Odio a los lobos. Odio a los cazadores, y es ilógico porque soy uno. Odio a Carlos. Odio el día en que llegué a este lugar. ¿Y sabes? Lo único bueno de esto fue haber conocido a una amiga como tú.

Sonreí y me sentí triste a la vez, él no merecía eso, fue metido en un asunto que no le correspondía y alejado de su familia de una forma nada bonita.

—Saldremos de esto, Marc. Te lo aseguro.

—Espero que eso sea pronto, Amy. Ya no aguanto más.

—Somos fuertes, aguantaremos.

Me da una leve sonrisa y suelta un suspiro mirando al frente.

—Creo que debemos entrar antes de que ese hijo de p**a se disguste.

Asentí y comencé a caminar tras él cuando empezó a caminar a la cabaña.

—Deben dejar de pensar que se mandan solos o que están sobre mí, si no me hacen caso terminarán mal, así que piensen muy bien antes de actuar, porque no tengo mucha paciencia— la voz de Carlos me hizo fruncir el ceño, molesta. Apreté mis puños con fuerza, en un intento de controlar la ira—.

—Debemos comenzar con el plan. Amy ¿Trajiste el mapa con su respectiva ubicación?

Asentí con mi cabeza, algo nerviosa. Si se enteraba que había llevado un mapa falso con una ubicación errónea estaría en problemas.

—Bien— comentó. Extendí el mapa hacia él y lo tomó mirándolo con una sonrisa llena de victoria— Extendió el mapa sobre la mesa y destapando un marcador comenzó a analizar el mapa y a marcar los sitios importantes—.

—Hay algo que no me cuadra— mi corazón se aceleró rápidamente y apreté mis ojos con fuerza—, pero eso lo veremos a medida que comencemos el viaje—.

El alivio inundó mi cuerpo y al fin pude relajarme un poco más. Marc me daba miradas de reojo y luego volvía a centrarse en el mapa que estaba sobre la mesa.

—Tú tienes analizado el terreno, Amy, tú nos dirás cuando partir.

—Creo que todavía no es momento, Carlos— musité sintiéndome nerviosa por su pesada mirada—.

—Espero que te decidas pronto. No tengo toda la vida para esperar.

Quería que se callara, que guardara silencio y no volviera a abrir su estúpida boca nunca más. Maldito idiota, solo Dios sabía cuanto lo odiaba.

—Bien— respondí cortante—.

Si seguía presionándome no tendría tiempo de alertar a la manada del peligro que se les avecinaba.

—Puedes retirarte, Marc.

—¿Y yo?

—Te quedas.

—No. Ella se va conmigo.

Sin siquiera decir alguna palabra salí del lugar, preparándome mentalmente para lo que se venía.

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