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Era un día soleado, de esos que muy poco hay en Nueva York. Los chicos del colegio se agrupaban en la cafetería durante la hora de receso para tomar su merienda, otros buscaban chicas para molestar y ellas en grupos de amigas para defenderse, pero en el caso de Angeline ella se mantenía con Josephine, su mejor y única amiga.

Angeline y Josephine se conocieron desde el jardín. Sus padres trabajaban juntos. Ambos eran agentes en la DEA mantenía casos similares y algunas veces juntos.

En los últimos dos años el padre de Angeline, Liam Evans, trabajaba encubierto en la organización de Alek Vólkov, mientras que el padre de Josephine, Andrew Hopper, fue reasignado a un escritorio por un pequeño problemita callejero con otros compañeros.

Liam, se desempeñaba como guardaespaldas de Alek Vólkov y también era el encargado de gestionar y verificar la droga que se traficaba en los muelles de Brooklyn, Manhattan o en la misma ciudad.

Liam supervisaba las bodegas clandestinas e informaba cuando la policía iniciaba las revisiones, para así evadirlos. La droga se distribuía en los clubes nocturnos de propiedad de Alek, y otra parte era enviada en carros de comidas y bebidas con distintivos de sus casinos hacia los Ángeles. Esa era la principal razón por la que Alek se mantenía muy ocupado en esa ciudad.

Con el pasar de los meses, Alek se vio obligado a delegar en alguien más la supervisión de sus clubes en Nueva York. Su hijo era muy joven como para hacerse cargo de los clubes, solo tenía 13 años cuando Liam llegó a la organización, razón por la que le delegó el trabajo a su guardaespaldas y ahora su mano derecha, Liam Evans.

Boris se mantenía con los entrenamientos ya que sería el próximo sucesor. Así que Alek solo le encargaba trabajos pequeños de supervisión bajo incógnito. Las personas ajenas a la organización no sabían de su existencia. Era lo mejor para el joven y así debía quedar.

Evans, mantenía informado a Alek de toda la operación que se realizaba a diario como son: fechas, horarios de procedencia y destino de los cargamentos, su precio, calidad del producto y personas finales que visitaban los clubes para recibirlo, eran una lista muy larga de personas importantes de la ciudad involucradas con la organización rusa.

Todo la operación era registrada bajo la supervisión de Liam y se mantenía oculta en un archivo encriptado en una USB de uso personal de Alek y ahora de Liam.

Este último se convirtió en poco tiempo en el mejor hombre que Alek había conseguido, su pulcro y excelente trabajo lo habían colocado en el lugar que ahora tenía. No había duda de que el mérito era bien ganado.

Todo marchaba bien para Liam y su familia. Su esposa, una excelente enfermera del área de cirugía del hospital central y una hermosa niña, Angeline Evans. Su esposa Amanda, conocía muy bien el trabajo de su esposo, por lo que sabía que él estaría por fuera del hogar durante mucho tiempo.

Solo se veían clandestinamente en hoteles que Liam le indicaba, así la visita se vería más como un encuentro casual de una noche con una prostituta, pero en realidad era la manera como Liam informaba a sus superiores de los movimientos que se hacían en la organización, todo a través de su esposa, era la fachada más creíble ante Alek, según Evans.

Por otro lado, para Angeline, la falta de su padre se evidenciaba en su comportamiento, más que agresivo, era ajeno a ella misma, la idea era llamar la atención de sus padres. Pero ¿cómo le explicas a una niña de 14 años que no puede ver a su padre durante más de dos años? Esa era el gran interrogante que Amanda no sabía responder.

—Le diré a mamá que te quedarás esta noche, aunque deberías decirle a tía Amanda que no irás a dormir— decía la pequeña rubia a su amiga.

—A mamá no le importará, ella está en el hospital, total se la pasa más allá que conmigo. Papá ya ni viene a visitarnos, no le importamos— respondió con tristeza en su voz la pelirroja de grandes y bellos ojos verdes.

—Mi papá también duraba mucho tiempo por fuera, pero no por eso dejó de querernos, no pienses así Angel, mis tíos te aman— Josephine siempre trataba de que su amiga entendiera que sus papás estaban ocupados y también preocupados por su bienestar. Solo que eran muy pequeñas para entenderlo.

Josephine era una hermosa rubia de ojos miel con manchas verdes. Dos años mayor que Angeline, tenía 15 y pronto cumpliría los 16. Razón por la que las dos amigas estaban esa noche juntas planeando cómo sería la fiesta.

—Está bien, llamaré a mamá, pero igual no le va a importar— dijo la pelirroja haciendo un puchero y cruzándose de piernas sobre la cama mientras sacaba el móvil para llamar a su madre.

Mientras Angeline llamaba a su madre, Josephine informaba a sus padres que su amiga se quedaría esa noche. Pero como siempre, su madre no contestaba el celular.

—Listo— dijo la rubia a su amiga. —Mis papás dicen que no hay problema, pero que le avises a tía Amanda—.

—Eso intento— respondió con un mohín que fue muy evidente para su amiga. —Pero como siempre, no contesta. Tiene cosas más importantes—.

—No digas eso Angeli, es que su trabajo le quita tiempo, pero tú eres su prioridad— trataba la rubia de dar ánimos. —Ya verás que cuando se dé cuenta de que la llamaste te marcará enseguida—.

—Está bien, no perdamos tiempo y miremos algunos arreglos, tu cumpleaños debe ser la sensación— respondió Angeline para cambiar el tema. Siempre trataba de evadir los temas, no quería mostrarse débil ante su amiga.

Las chicas se mantuvieron ocupadas durante un par de horas de la noche mirando ideas y diseños en la laptop de Angeline para la fiesta. Al día siguiente no tendrían clases por ser fin de semana, por lo que aprovecharían para hacer las tareas y organizar con los padres de Josephine las ideas que tenían para la fiesta de cumpleaños.

Amanda nunca devolvió la llamada a su hija. Nunca había llegado al hospital. Esa noche desapareció de su auto el cual fue encontrado estacionado en una tienda 24/7 a dos cuadras del hospital.

A la mañana siguiente la llamada de alerta no se hizo esperar, el padre de Josephine, Andrew, fue notificado de la desaparición de la mujer. Partió directo hacia su oficina para verificar lo informado y efectivamente Amanda estaba desaparecida.

Debían esperar el tiempo que la ley estipulaba para darla como persona desaparecida, pero al saber que Liam tampoco se había notificado desde hace dos días, los agentes dieron por hecho que algo estaba pasando.

Una semana había pasado desde que ambos padres habían desaparecido. Angeline se sentía culpable por ser distante con su madre y en la agencia no tenían información de Liam.

Angeline sentía que ahora si extrañaba a su madre, antes estaba segura de que de día o de noche ella regresaría a casa y la sermonearía por salir sin su permiso, pero ahora nada de eso pasaría, la chica solo creía que todo era un mal sueño y que pronto despertaría viendo a su madre cruzar la puerta para ir por ella y regresar a casa.

Nada de eso ocurrió, el miedo se asomaba cada vez que el teléfono de la casa de sus tíos, como ellos se hacían llamar para ambas chicas, sonaba. El corazón de la jovencita daba vuelcos y sobresaltos que la aturdían, algunas veces sentía un martilleo en la cabeza por la misma ansiedad de saber algo de su madre.

Dos días después Angeline se encontraba aún en la escuela, era la hora de la salida cuando ambas chicas se encontraron en las puertas del colegio para dirigirse juntas a casa, cuando Andrew fue notificado de un posible asesinato de una mujer con características muy similares a las de Amanda. 

La escuela no quedaba muy lejos de la casa de Josephine, por lo que las chicas iban y venían caminando. Angeline aún permanecía viviendo con sus tíos, los padres de Josephine. No la podían dejar sola, menos en estos momentos en que ninguno de los dos adultos aparecía.

Cuando Andrew llegó a la agencia inmediatamente abordó un carro que lo transportaría al lugar de los hechos, la mujer sin identificar había sido encontrada en una de las calles bajo la variante del puente hacia Brooklyn Heights. Cuando llegó y observó sin temor el cuerpo de la fallecida, confirmó que efectivamente esa era Amanda. No entendía como había ido a parar a ese lugar, estaba muy lejos de su trabajo y sobre todo de su casa, pero para salir de dudas había que investigar.

No h**o mucho que hacer para pensar en cómo decirle a la chica, pues la madre de Josephine, Norma, veía las noticias en cuanto su esposo le informó de la mujer encontrada. Las chicas ya cruzaban por la puerta cuando la voz de la reportera en la tele hablaba de la mujer hallada y de las extrañas circunstancias de su muerte, solo una foto de Amanda se veía en el aparato la cual Angeline reconoció inmediatamente.

A sus oídos llegaron las palabras de muerte, venganza, tortura y mafias de la zona. —Mamá— fueron las únicas palabras pronunciadas por la joven antes de lanzar un grito de dolor seguido de un llanto. La madre de Josephine, Norma, apagó la tele y acogió en sus brazos a la chica. Pero esta solo se soltó como pudo y huyó a la habitación que ocupaba con su amiga.

Madre e hija no sabían que hacer para consolar a la jovencita, así que solo debían aguardar a que Andrew les dijera la verdad y tratar de hablar con Angeline. La chica debía comprender que el trabajo de su padre era muy riesgoso y dentro de esos riesgos estaba lo que acababa de suceder.

En el informe que entregó el forense se explicaba que Amanda había sido torturada y asesinada. Andrew y sus colegas sabían a qué tipo de torturas se hacía referencia, pues Liam que estaba de encubierto en una de las mafias que se peleaban el lugar, las detallaba en sus informes. 

Para la prensa y el público en general el homicidio había sido por un robo y bajo hechos confusos que los agentes y la policía investigaban, pues la mujer no arrojaba antecedentes criminales, ni en su pasado, ni en su familia. Pero todos en la agencia sabían la verdad.

Cuando Andrew tuvo la oportunidad de verificar el cuerpo en el laboratorio del forense, detectaron una marca única en su cuerpo que indicaba la forma de asesinato de la mafia rusa. Tenía una puñalada en forma de cruz en el pecho justo en su corazón. No cabía la menor duda había sido la organización de Alek Vólkov.

El hecho le indicó a Andrew y a todo el equipo de la DEA que llevaban el caso de Alek Vólkov, que Liam había sido descubierto.

*******

Dos meses después...

Angeline en todo el tiempo que estuvo en casa de sus tíos, los escuchaba murmurar y hablar de la forma como mataron a su madre y de que quizás su padre ya estaría muerto, solo que no había sido hallado. 

La chica se mantenía fuerte, sin mostrar un ápice de temor, su padre siempre le decía que ante cualquier circunstancia ella debía mantenerse tranquila para analizar todo lo que sucediera a su alrededor, y eso hacía, guardaba silencio y escuchaba a escondidas. En el sepelio de su madre no lloró, lo hizo a solas en su habitación y sin que la escucharan.

Su padre la había entrenado para defenderse ante cualquier situación que la pusiera en peligro, pero ella lo hacía más como una forma de pasar el tiempo, pero ahora se vería en la obligación de volver a sus antiguos entrenamientos, más que para ella defenderse, para descubrir que había pasado en realidad en todo el tiempo que su padre estuvo por fuera.

—Buenos días, este es un paquete para... Angeline Evans Montgomery— dijo el joven de la mensajería que entregaba un sobre de seguridad.

—Sí claro, si gusta yo lo puedo recibir— respondió Norma al joven.

—Oh no señora, usted disculpe, pero debo hacer la verificación formal con el documento y la firma de esta en persona. Lo siento— respondió el chico con una agradable sonrisa.

—Sí claro, un momento ya le digo—.

Angeline recibió el paquete y firmó todos los documento que el joven le indicaba, no entendía por qué tanta seguridad.

—Gracias, tía Norma— dijo la chica. —Lo revisaré en mi habitación—.

El paquete informaba que iba dirigido a ella. Cuando abrió la bolsa de seguridad había un sobre de carta con la letra de su padre, en él estaba escrito el apodo que le decía desde que era niña.

Mi chiquitita— encabezaba el escrito, esa era la manera cómo la llamaba su padre. —Cuando leas esta carta yo ya estaré muerto y quizás tu madre también— un sollozo escapó de los labios de la pelirroja, ahora se enteraba de que su padre en verdad ya estaría muerto y nadie lo sabía, la carta tenía fecha de tres meses atrás, pero ¿Por qué hasta ahora era entregada? No entendía nada de lo que sucedía. —Ahora no podré decirte las razones, pero debes cuidar con tu vida la memoria adjunta. No te puedo decir más en estos momentos, pero debes prometer que no contarás nada a nadie, ni a tu mejor amiga. Es de vida o muerte la información que allí está. Cuando seas mayor de edad, podrás abrirla y revisar lo que contiene. No lo hagas ahora, porque serás descubierta. Está codificada y la única persona que te puede ayudar llegará a ti sin darte cuenta. Ahora no lo entenderás mi chiquitita, pero debes esperar a que Boris Vólkov llegue a ti, él es el único que te dirá la verdad y que descifrará lo que allí está, para él esa información es vital— ahora entendía menos, quien era ese tal Boris y que relación tenía con sus padres, debía descubrir cuánto antes lo que estaba pasando, pero no debía levantar sospechas.

—Espero que cuando se encuentren le des la oportunidad de que te explique lo que sucedió conmigo y con tu madre. No le creas a nadie más, no creas en nada más, él es el único que sabe la verdad. Te amo mucho mi chiquitita. Siempre te hemos amado y siempre te amaremos—.

La memoria cayó al piso cuando intentó sacarla del sobre. Con rabia la tomo en las manos y la arrojó a la cama haciéndola rebotar, arrugó la carta en sus manos y la tiró al cesto de la b****a. Se tiró de rodillas al piso frente a su cama golpeando con los puños el suave colchón mientras lloraba amargamente la ausencia de sus progenitores por largo rato quedándose así dormida.

Cuando despertó, se levantó del piso y tomo la carta hecha bola, la desdobló y la guardo en un cofre bajo llave junto con el sobre. Por otro lado, por más que las manos le picaban para colar la memoria en la laptop y abrirla no se atrevía, las palabras dichas por su padre en la carta la llenaron de miedo, por lo que solo se arriesgó a guardarla dentro de su muñeca favorita y la que aún conservaba, la señora pequitas.

—Papá ¿cómo encontraré a Boris Vólkov? ¿Cómo sabrá él quien soy?— se preguntaba Angeline mirándose al espejo de su tocador después de cerrar el cofre con llave. —Pero a todas estas ¿Quién es Boris Vólkov?—.

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