Capítulo 59. Un lo siento no basta

Grecia sintió su corazón latir fuerte dentro de su pecho y sin pensarlo corrió hasta la habitación de su hijo, abrió la puerta y ver los ojitos de su pequeño le inundó de felicidad.

—¡Mi bebé! —gimoteo acercándose a él.

—Mami —susurró estirando sus manitos para que ella pudiera cogerlo, pero los cables no se lo permitían.

—Tranquilo mi amor, aquí estoy contigo, no te dejaré mi tesoro. Por ahora debemos esperar —le susurró acariciando su cabecita con ternura.

Guillermo observó la escena con el corazón apretado, su hijo estaba a salvo, su familia estaba completa, pero…

—¡Papi! —llamó el niño al verlo parado en la puerta.

—Hola campeón —dijo acercándose por el otro lado para no incomodar a Grecia.

—Papá

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