La seducción del Ceo
La seducción del Ceo
Por: Elika Larrea
Prólogo

KIARA

Cuando lo conocí, todo iba perfecto. Estaba viviendo el llamado idilio del amor. Un paraíso maravilloso sin igual. Un cliché perfecto que nunca pensé experimentar.

Todo comenzó con una propuesta descabellada, pero oportuna para el momento en el cual estaba viviendo y acepte.

Acepté fingir y pensé que todo iba a estar bien, aun cuando era una romántica empedernida que leía toda clase de romances convencionales y otro no tanto, con los cuales vibraba y alucinaba que algún día me sucedieran a mí, pero teniendo esa cuota de realidad que mi subconsciente se empeñaba a recordar que nunca me sucederían.

Romances que me estremecían el corazón, romances con los cuales lloraba cuando los protagonistas se separaban o me hacían reír con sus ocurrencias tan descabelladas.

Un romance perfecto dentro de la gama de la imperfección.

Imperfección que lucía perfecta ante mis ojos, detonando esas melodías susurrantes que hacían explotar ese cumulo de emociones dando la sinfonía armoniosa que querías escuchar.

Un romance que nunca creí tener, hasta que paso, pero no de la forma en que quería. Pero está bien. La vida a veces es así, nos pone dificultades para saber de qué estamos hecho realmente.

El universo les pone pruebas a sus mejores guerreros, y no tengo ninguna duda de que yo soy una.

Soy una guerrera de alma noble por enfrentarme a los baches de la inseguridad, de las humillaciones, de las traiciones y de los prejuicios de las clases sociales.  

Porque si, yo no pertenecía a la alta sociedad de la cual él, Reagan Armstrong Jenkins hacia parte, un hombre inalcanzable con el cual me permití soñar en un cuento de hadas que muy pronto llego a la realidad y esta me aplasto mostrandome mi lugar. 

Sin embargo, tu origen no debería ser un menoscabo para poder ascender, ni mucho menos para vivir ese romance que te hace perder la cabeza y te acelera los latidos del corazón, haciéndote sentir vivo.

Lamentablemente en mi caso, no fue así, porque los prejuicios le ganaron al amor, o por lo menos así lo creí.

Lo creí por mucho tiempo cuando la traición toco a mi puerta y el que creí el amor de mi vida no me creyó juzgándome y exiliando de aquel paraíso que construimos juntos.

Me sentí perdida y más con el secreto que me guarde, pero esa búsqueda de sentido común desencadeno un sueño, un sueño cumplido que anhele por años, pero que vino junto aquella conquista voraz y avasalladora haciéndome creer nuevamente en que podría seguir viviendo un romance perfecto.

¿La verdad?

Yo no lo quería, no quería volver a ilusionarme y mi cerebro se negaba a una segunda oportunidad estando de acuerdo conmigo, pero era mi tonto corazón el que seguía luchando. 

Luchaba y luchaba por ese algo que me cambio la vida.

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