Capítulo 2

Danielle llegó a su casa y fue directo a la habitación tirándose en la cama, no se sacaba de la cabeza lo que tenía que hacer para ayudar a su madre, ella sabía que no sería capaz de darle todos los cuidados que necesitaba si la llevaba con ella a vivir, Isabela ya no se acordaba de su hija, y ella tendría que trabajar para mantener a las dos, para darle alimentos y un techo donde vivir, ¿qué haría Isabela si se quedaba sola y no reconocía el lugar? Podría perderse. Danielle pensó en la oferta que acababa de recibir, era tentadora, pero una gran locura, descartó la idea con una mueca, primero buscaría un trabajo, otro que no fuera ese, ella tenía esperanza de encontrar algo aunque no hubiera terminado sus estudios universitarios, sabía que podía dar para algo más que no fuera pasarse por otra persona y engañar a alguien por la ambición de alguien sin escrúpulos, que además quería faltar al trato que habían hecho, si querían jugar un juego tan sucio que encontrarán a otra persona, ella no creía tener la suficiente malicia para jugar con ellos. Con un suspiro Danielle se puso de pie y fue hasta el baño para darse una ducha, la necesitaba para quitar el cansancio que invadía su cuerpo, luego revisaría las facturas que recogió del buzón y se iría a la cama a dormir un rato hasta que fuera la hora de la cena.

💗💗💗💗

Saltando en la cama desorientada cuando sonó la alarma del despertador, Danielle miró hacia todos lados de la habitación, hasta que pudo orientarse y relajarse porque reconoció la habitación en la que estaba, su antigua habitación, la que tuvo desde que era pequeña cuando vivía junto con sus padres antes de irse a la universidad. Pasándose una mano por el rostro, cogió el reloj que estaba en la mesita de noche para comprobar que hora de la noche era, abrió los ojos grandes cuando vio que ya era la mañana, se había perdido la cena, el cansancio hizo que cayera en la cama y no se despertara.

Antes de entrar al baño y darse una ducha llamó a la clínica donde estaba su mamá, suspiró aliviada al saber que su madre había tenido una buena noche y había despertado con mucha alegría, despertó en el pasado, pero para Danielle fue una bendición que no estuviese confundida llorando sin saber dónde estaba.

Estaba saliendo del edificio cuando escuchó al casero llamarla, él venía bajando el último tramo de escaleras; Danielle no miró hacia atrás, siguió caminando como si no lo hubiera escuchado, sabía por qué la llamaba, el alquiler estaba pago y no había ningún problema de desperfecto en el apartamento, solo quedaba el desalojo del mismo, no quería enfrentarse a ese problema en este momento, si no se iría a buscar trabajo con los ánimos por el piso.

Pasó un taxi y paro a la señal de Danielle para suerte de ella, escapando por los pelos del casero que ya estaba fuera del edificio. No dio ni una mirada hacia atrás en ningún momento, ya se haría la desentendida cuando lo viera otro día, negaría haberlo escuchado.

Danielle levantó el periódico que traía en las manos, poniendo frente a ella la parte donde estaba el anuncio de un trabajo en una floristería, era, a tiempo parcial, bueno para ella que podría buscar otro trabajo que no interfiriera con este. Le dio la dirección al chófer y recostó la cabeza en espaldar del asiento del taxi.

💗💗💗💗

—Lo siento, en la tarde contraté a una chica, se me olvidó cancelar el anuncio. —dijo una señora mayor, dueña de la floristería, para decepción de Danielle, que contaba con ese trabajo.

Danielle sonrió para no hacer sentir mal a la señora, que se veía compungida porque fuera y no hubiera trabajado alguno. Ella se había levantado bien temprano para ser una de las primeras en solicitar el puesto de trabajo, se desilusionó por no conseguirlo, pero la señora se veía tan adorable y angustiada que Danielle le dio un poco de pena.

—No se preocupe, a cualquiera le pasa. —La tranquilizó para no verla llorar, casi le veía las lágrimas fuera.

—Toma, te lo doy de regalo, como una compensación por el tiempo perdido al venir aquí —dijo la dueña de la floristería tomando un ramo de orquídeas.

Danielle se negó, no creía que fuera bueno, que abusara de la congoja de la señora, de todas formas ella tenía que ir por esa zona para ver otro trabajo. Al final tuvo que irse con las flores, Azucena insistió tanto que no pudo negarse. Llevando las flores a la nariz y oliéndolas, sonrió al encontrar gracioso que la señora se llamara como una flor y tuviera una tienda de vender flores.

«Que lástima, en ese lugar se sentía mucha paz.» Pensó antes de entrar en el restaurante que solicitaba personal.

En el restaurante solo había una mujer limpiando, que al escuchar entrar a Danielle levantó la vista, gritó llamado a alguien llamado Alberto diciéndole que lo buscaban y siguió en lo que estaba sin hacer caso de nada más.

Un hombre con un gorro blanco en la cabeza salió por una puerta que Danielle supuso era la cocina.

—Eres la chef que viene a ayudarme por unos días, ¿verdad? —preguntó él sonando esperanzado.

—No, vine por el trabajo que están ofertando. —respondió ella costeando el periódico.

Los hombros del hombre cayeron, y regresó a la cocina, dejando a Danielle allí en el medio del salón del restaurante.

—¿Disculpe? ¿Quién me hará la entrevista? —interrogó Danielle en voz alta para que la escuchara el hombre llamado Alberto.

—Si no eres quien esperaba, te puedes ir, solo buscan chefs, ¿eres chef? —preguntó la mujer de limpieza con curiosidad.

—No, no lo soy —contestó con desgana y con más ánimos comentó —; pero puedo aprender lo que él necesite.

—Él únicamente contrata a profesionales, no pierdas el tiempo si no lo eres. —Indicó la chica.

—El anuncio no decía que solicitaban un chef, decía que contrataban camareras. —protestó Danielle sacudiendo el periódico hacia la chica.

—¿Puedo verlo? —preguntó la mujer dejando un paño que traía en las manos, acercándose a ella.

Danielle se lo tendió y esperó que le dijera que tenía razón y el trabajo era el que ella decía y ellos se habían equivocado.

—No, el trabajo que quieres no es aquí —dijo la mujer devolviéndole el periódico, Danielle casi llora porque sentía otra esperanza, hacerse añicos, respiró aliviada cuando la mujer siguió hablando—, el restaurante que buscas es ese que está frente a este, pero no es muy bueno, no te lo recomiendo.

Danielle le dio las gracias y salió, agradecía el consejo, pero ella buscaba un trabajo, no que el lugar fuera de cinco estrellas. Cruzó la calle e iba a empujar la puerta para entrar al local cuando una mujer salió vociferando maldiciones a alguien que estaba dentro del edificio. Casi se dan de bruces, tuvo que poner una mano para detener a la mujer de chocar con ella.

—No entres ahí, solo hay pervertidos —la provino la mujer y siguió caminando, hablando sola, diciendo que ya no había respeto a la hora de contratar a alguien.

Danielle empujó la puerta y miró dentro sin entrar, lo que vio fue a un hombre poniendo una servilleta en la nariz y con la bragueta del pantalón abierta. Con la misma cerró la puerta y se fue a su casa, por nada entraría allí, buscaría en otro sitio, donde no le pidieran hacer nada que no fuera su trabajo.

💗💗💗💗

Cuatro días después

Danielle se limpiaba el sudor que rodaba de su frente hasta la barbilla, lleva cuatro días intentando encontrar trabajo y no lo lograba, si no llegaba y habían dado el trabajo, le decían que no estaba cualificada para el puesto, estaba al tirar la toalla, solamente el recuerdo de su madre le daba fuerzas para seguir.

Iba a seguir buscando cuando recibió una llamada de la clínica donde estaban cuidando a Isabela. Su alma cayó al piso cuando escuchó que le decían que su madre había tenido un ataque de ansiedad al no reconocer el lugar donde estaba y había intentado dañarse, habían tenido que llevarla de urgencias a un hospital.

Danielle tomó un taxi con el poco dinero que le quedaba y fue hasta el hospital que le dijeron, entró a la sala de urgencias con las lágrimas corriéndole por las mejillas, su madre era lo único que le quedaba, no podía perderla. Se acercó a la recepción para preguntar por Isabela, pero no llegó a formular ninguna pregunta, la cuidadora de su madre estaba allí y la detuvo para darle los pormenores. Su madre había roto un espejo al mirarse en este y ver una mujer de cincuenta años, con él se había hecho daño. Danielle llegó desconsolada, casi pierde a su madre ese día, que ahora estuviera estable y bien, no quería decir que no podía ocurrir de nuevo. Después de ver a su madre, que la mantenían sedado, regresó a la casa, nada más poner un pie en el primer escalón de la escalera, el casero estaba allí.

—Señorita Humphrey, debemos hablar.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo