Capítulo 5. Inquietante

Jackson Johnson

Había pasado una semana desde la disputa con mi madre en el despacho. Desde entonces, no había ninguna llamada, ni mensaje, ni nada de ella.

― ¿No crees que fuiste muy cruel? ―Jacob me preguntó después de contarle lo sucedido.

―No. ―dije seguro de mí. ―Ella debe de entender que no puede disponer de mi vida privada por qué solo quiere nietos. No quiero una mujer a mi lado, una boda, un matrimonio e hijos. No es mi futuro. No es lo que quiero.

―Bien, lo bueno que le has dejado muy claro. Entonces me marcho, iba a invitarte ir a un bar por unas cervezas, pero veo que no tienes humor.

―Para la cervezas sí, pero para ligar como sueles hacerlo cada vez que me invitas, no. ―Jacob soltó una carcajada a mis palabras.

―Tranquilo, solo serán unas cervezas.

―Entonces, ¿En el lugar de siempre? ―él negó.

―Tengo un nuevo lugar, se llama “SalsaBeer” podemos escuchar música y beber, te envío la dirección por mensaje. ―se levantó―Me marcho, tengo unas entrevistas que hacer a las tres de la tarde y así finalmente empezar el proyecto.

― ¿Más entrevistas? ―pregunté intrigado. ―Pensé que ya tenías tu planilla completa para el nuevo proyecto.

―No sé cómo explicarte que las nuevas generaciones son algo…quejosas. Ya el querer ser un arquitecto, es algo del pasado, los de ahora solo quieren estar cómodas en casa y no salir al mundo. Solo necesito contratar a una persona y arrancaré con el proyecto.

―Espero encuentres a alguien como tú. Que le guste andar de arriba y hacia abajo.

―Lo sé. ―se despidió y se acercó a la salida, luego miró en mi dirección. ―No seas cruel con nuestra madre, ella solo quiere que encuentres y tengas lo que ella tiene con nuestro padre, un amor...

―No necesito ese tipo de amor para vivir mi vida como quiero, JJ. ―él solo asintió, luego se retiró, dejándome a solas en mi oficina.

***

Por la noche, a las nueve para ser exactos, bajé de mi Bentley. Richard y el resto del equipo, estaban en otro auto. Crucé la calle, para llegar al local donde Jacob ya me esperaba. Al entrar, la música salsa se escuchó por todos lados. Mi hermano levantó la mano y la agitó, estaba al final de la barra alejado de la pista de baile y lo agradecí. No me gustaba rozar mi cuerpo con nadie, apenas toleraba dar la mano.

― ¡Ya era hora! ―dijo cuándo me senté a su lado.

―He llegado a la hora de siempre, ¿Ya has empezado sin mí? ―él sonrió levantando el tarro a medias.

―He venido un poco antes, ―pareció demasiado contento.

―Deberías de comer algo antes de que se te siga subiendo el alcohol.

―No, no, no estoy alcoholizado como piensas.

― ¿Entonces por qué te veo tan…contento? ―pregunté.

―Ya contraté a la persona que me hacía falta para empezar el proyecto.

―Oh, eso es lo que te tiene feliz. ―le hice una seña al hombre del otro lado de la barra y le señalé el tarro de mi hermano, este asintió.

―Bastante. ―confesó con una gran sonrisa. ―Creo que es esa persona que dijiste, pues creo que la he encontrado. ―Alcé mis cejas con sorpresa, el bartender me entregó mi tarro de cerveza y le agradecí con un gesto. Luego miré a mi hermano.

― ¿En serio? Entonces te felicito. ―alzamos los tarros y los chocamos. Dimos un trago antes de regresar a la conversación. ―Debe de ser un hombre preparado como tú.

Negó.

―Es una mujer. Es joven. Bueno, no tanto, pero si se ve que le apasiona la arquitectura, cuando le dije de…―levanté mi mano para que se detuviera.

― ¿Una mujer? ―él asintió con una gran sonrisa.

―Tenemos tantas cosas en común, incluso…―detuvo sus palabras al ver mi reacción. Sabía que era un error. No solía involucrarse con sus empleados ya había pasado por una, así que ahora el personal que contrataba estos eran hombres, por lo mismo, evitar caer en la tentación.

―Tienes una regla muy estricta de no tener nada con tus empleados.

―Lo sé, no estoy diciendo que…

―Estás hablando con emoción de esta mujer. Y eso me huele a problemas. ―su rostro de felicidad, cambió a uno serio. ― ¿Estás seguro de haber tomado este decisión de contratar a una mujer?

―Estaba todo bien hasta que lo has arruinado con tus comentarios. ―alcé mis cejas.

― ¿Qué? ―solté sorprendido.

―Eso, ―hizo una pausa―es la primera vez que contrato a una mujer desde el accidente, no la contraté como lo hice anteriormente, lo hice por qué está realmente capacitada.

―Bien, lo siento, no quise recordarte lo que ha pasado, pero fui testigo de lo que pasaste, y no quiero que lo vuelvas a pasar.

―Lo sé, estoy consciente de eso.

― ¿Y dices que le apasiona la arquitectura? ―pregunté intentando romper la tensión que yo mismo formé entre los dos.

―Sí, ―la sonrisa apareció de nuevo. ―Tiene unos días que ha llegado a la ciudad. ―arrugó su nariz, algo extraño de ver. ―Tiene un acento extraño, pero agradable de escuchar.

―Vaya, es una extranjera. ―él asintió dando un trago a su tarro y terminándolo para pedir después otro. Comenzamos a platicar de algo trivial, cuando necesité ir al servicio de caballeros. Pregunté al bartender y me dio indicaciones. Empujé la puerta para entrar, había dos hombres que luego salieron cuando me acerqué al orinal. Ya no había nadie. Empecé a hacer mi necesidad cuando la puerta se abrió y apareció una mujer, pareció estar algo ebria.

― ¿Qué te pasa? ¡Es un servicio de caballeros! ―maldije al no poder detenerme, evité salpicarme, ella soltó una risa avergonzada.

―Lo siento, lo siento, pero el baño de damas está lleno, solo entraré al cubículo. ―y entró, escuché el sonido de lo que estaba haciendo y me apuré para salir de ahí, terminé y me lavé las manos, cuando tiré de las servilletas de papel para secarme, ella salió, su cabello castaño cubrió una parte de su rostro.

―Lo siento, solo me lavaré las manos y listo. No me has visto. ―el acento extraño, me irritó de alguna manera. “Estos extranjeros haciendo sus cosas”

―Es una falta de respeto que entres a un servicio de caballeros.

―No iba a hacerme pis en mis bragas. Por eso es que entré…―se lavó las manos, su vestido azul eléctrico se alzó un poco más mostrando gran parte de sus piernas, sus tacones eran altos. ― ¿No te ibas ya? ―me dijo, la miré en el reflejo del espejo, me sentí incomodo al imaginar que me había pillado mirando lo que no debía de mirar. 

Lo más inquietante fue...que quería volver a mirar a esa mujer.

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