Mi feroz protector
Mi feroz protector
Por: Joana Guzman
Prólogo

Isabella observó a los dos hombres que se estaban enfrentando en la lona. Estaba casi segura de cuál de los dos sería el vencedor. No sabía su nombre porque ni siquiera tenía su ficha de presentación. Era alto, de cabellos castaños, pómulos marcados y parecía estar construido como el acero.  

No tenía duda de que el hombre sabía lo que hacía y era uno de los mejores. Sin embargo, no estaba convencida de querer contratarlo como su guardaespaldas. Él irradiaba una energía que la hacía sentirse inquieta.

Sacudió la cabeza. Seguro se sentía así porque no había sido su elección tener un guardaespaldas. No sabía en qué momento las cosas habían cambiado tanto que ahora necesitaba de uno para mantenerse segura.

Su nuevo álbum se estaba vendiendo mucho más de lo esperado y sus canciones sonaban en las emisoras de radio más importantes. En pocas palabras estaba en la cima del éxito y su agente había insistido que su seguridad era lo más importante. No tenía más opción que aceptar, pero había insistido en ser ella en persona quién eligiera a su guardaespaldas.

Antes de ir al lugar había revisado las fichas de cada hombre sugerido por Giovanni, el dueño de B Security. No le ayudó mucho, todos tenían las cualidades necesarias. Había creído que tendría una mejor idea al conocerlos en persona y, de hecho, casi había elegido a alguien cuando Mia apareció. Aquella mujer la había convencido, con una sonrisa y cuantas palabras, que una demostración de pelea era una buena idea. Ya no estaba tan segura.

Isabella vio como el hombre llevaba a su oponente al suelo, derrotándolo al igual que a sus anteriores contrincantes. Los aplausos no se hicieron esperar.

—¿Qué piensas? —preguntó su agente.

Si decía que quería otro que no fuera el hombre que acaba a derrotar a todos sus oponentes, todos la mirarían como si no estuviera actuando con lógica. No era una diva y no iba a empezar a comportarse como tal.

—Él está bien —se limitó a responder.

—Gané —le dijo Mia acercándose y tendiendo su mano.

Esa mujer le agradaba, parecía una dulce hada de esas historias para niños. Además, la trataba con total naturalidad, incluso después de que le había confesado de que era una de sus grandes admiradoras.

—Deja de estafar a mis clientes —regañó Giovanni acercándose a ella.

Isabella pensó que Mia estaría metida en un lío si no aclaraba las cosas.

Giovanni era intimidante, lo había pensado cuando lo conoció por primera vez y lo seguía creyendo en ese momento. Parecía el tipo que podría matar a alguien, si le daban los motivos necesarios.

—No se preocupe, fue un juego limpio. Ella trató de convencerme de que él ganaría, pero me resistí a creerle.

Si ella habría estado en el lugar de Mia tal vez habría tenido algo de miedo, pero la mujer incluso le dio una sonrisa a Giovanni y permaneció con la mano extendida.

Él le dio una mirada de advertencia a Mia y luego miró en dirección del que sería su guardaespaldas.

Sacó de su cartera su billetera y le extendió un billete a Mia quien le agradeció y se lo guardó.

—Luka, acércate —llamó Giovanni.

Luka. Así que ese era su nombre.

—Señor Vitale, fue un espectáculo interesante —dijo su representante—. Es solo que no vimos el archivo del señor…

—Benedetti, Luka Benedetti —se presentó él acercándose.

Luka les tendió la mano por turnos. Cuando Isabella tomó su mano sintió que esa sensación de antes crecía.

Dejó de escuchar lo que el resto decía y sus pensamientos se perdieron mientras miraba a Luka con más atención de la que tal vez era considerada educada. Después de un rato él pareció darse cuenta de su evaluación y sus ojos se encontraron. Una sonrisa de lado se extendió por su rostro mientras sus ojos brillaban con diversión. Casi se sintió como una niña que era atrapada en alguna travesura, pero no desvió la mirada.

Siempre era alguien cautelosa, pero se encontró queriendo saber más sobre aquel sujeto. Una voz en el fondo de su cabeza le dijo que lo mejor era pedir que alguien más trabajara para ella; sin embargo, la ignoró.

Isabella decidió concentrarse en lo que los demás estaban hablando.

—Lo siento, me temo que tendré que rechazar —le dijo Mia a su agente. Él debía de haberla invitado a una cita o algo así—. Giovanni no es mi jefe, es mi novio.

Eso último la tomó por sorpresa. Los miró a los dos sin ser demasiado obvia. Cuando Mia se había acercado pensó que trabajaba para Giovanni. Que fueran novios le resultó algo extraño. Donde ella parecía toda dulzura y encanto, Giovanni apenas y sonreía.

—Deberíamos irnos ya —dijo su madre con su voz siempre indiferente. Isabella ni siquiera sabía porque se había molestado en venir. Todo el tiempo se la había pasado en su celular. seguro revisando que nuevas prendas adquirir durante su salida del fin de semana.

—Está bien —dijo.

Su agente envió un mensaje, de seguro al conductor para que viniera a la puerta a recogerlos.

Isabella se despidió de todos, le dio un último vistazo a Luka y se alejó de allí.

—Eso estuvo interesante —comentó su agente cuando estuvieron todos dentro del auto—. Me gusta él, quiero decir que parece saber lo que hace.

—No está mal —dijo sin mostrarse demasiado interesada—. Envíame su ficha en cuanto el señor Giovanni te lo mandé.

—Está bien.   

Su agente pasó a hablarle sobre lo que tenía en su agenda para el resto del día y el tema de su nuevo guardaespaldas quedó en el olvido. Aunque sabía que volvería a pensar en él una vez estuviera a solas.

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