FIESTA EN SANTUARIO

 --¿Fiesta? ¿Dónde? —Observo a Korala y a Lucin y estas me dan una mirada llena de diversión, en lo que se muestran verdaderamente llenas de excitación y alegría, algo que me deja sorprendida, pues no esperaba que estas fuesen de fiesta y mucho menos que vinieran por mí hasta mi casa, cuando queda al otro extremo del lugar al que se supone que irían.

--Santuario... ¿En dónde más...? Si quieres divertirte, debes ir a santuario, es el único lugar al que puedes ir a divertirte y si tienes suerte y Marcus Park te nota y te hace suya en la habitación del placer…-- ¿Habitación del placer? ¿Pero de qué carajos hablan estas chicas? ¿Y quién es Marcus Park? Solo he escuchado en toda mi vida de Daniel Park, jamás había logrado escuchar de un tal Marcus Park.

--¿Quién es Marcus Park y que es la habitación del placer? —Aquellas chicas me observan como si me hubiera crecido otra cabeza, mientras yo aún seguía sin comprender sus palabras en el umbral de mi puerta sin dejarlas pasar.

--Marcus Park es el hermano de Daniel Park, ¿sabes quiénes son los Park cierto? —Asiento a sus palabras, pues la verdad es que claro que se dé lo que hablan, ellas hablan de los delincuentes más grandes de Atenas, los dueños de todo el bajo mundo— Marcus es un delicioso dios griego que según escuche te hace ir hasta el Olimpo y luego de cada orgasmo te hace bajar hasta el mismo inframundo, pero no todas tienen la oportunidad de llamar su atención — Hago una mueca al escucharlas, pues la verdad es que no me interesa mucho ese tal Marcus del que ellas hablan, pero lo de la fiesta si me llama la atención, ya que la verdad es bueno salir de la rutina, puesto que mi vida consiste básicamente en estar en el restaurante y en la casa de mis mejores amigos, hacer esto no creo que cambie mucho mi estilo de vida, pero si me ayudara a distraerme siquiera este día.

--La verdad llevo mucho sin ir a una fiesta, así que me apunto, no por ir a ver al tal Marcus, pero si me interesa bailar hasta reventar...-- Estas hacen un gesto de felicidad para después adentrarse en mi casa para prepararnos para la supuesta fiesta, de la que no me iba a arrepentir, solo espero no cometer un error, pues simplemente iré para bailar nada más, así que no hay nada de qué preocuparse.

 La música entraba por cada poro de mi piel, la sinfonía hacia un compás entre las luces y la vibración de los sonidos que te invitaban a bailar sin parar, en el que tú eras el único en aquel lugar, tú eras la única persona que estabas ahí para lograr demostrar que no hay nadie más que tú, para disfrutar aquella inigualable sensación, me sentí viva, me sentí única, sexi e inigualable, me sentí como toda una sirena encantando a los de mi alrededor al compás de S&M de Rihanna, me sentí como si la misma diosa afrodita había bajado a mi cuerpo para ayudarme a encantar a todos con los movimientos de mis caderas.

Mi vestido ajustado me ayudaba en todo aquel espectáculo que sabía que estaba haciendo, mientras olvidaba en aquel instante que yo era una simple chef de un restaurante montado por sus padres adoptivos y olvidaba que no tenía ningún tipo de desastre por el cual pensar para el día de mañana, hoy la noche era solo mía y los demás se podían ir al carajo, ahora solo importaba yo y nada más que yo, hasta que sentí unas exquisitas manos en mis caderas las cuales me sostuvieron con fuerza y me giraron para encarar a aquel que se atrevía a interrumpir mis movimientos de sensualidad.

Pero entonces lo vi a él allí, tenía unos enormes ojos grises como si el mismo cielo iniciara un día nublado indicando una majestuosa tormenta, aquel era hermoso, sus facciones su piel blanca y tan lechosa y sus labios finos junto a su rostro cincelado, sí, sin duda alguna de él si me dejaría interrumpir, es más no lo haría, más que gustosa le bailaría, para que él supiese que tan buena soy con mis caderas y que tan efectivamente puedo llegar a ser para lograr seducirlo, pues aquello son mis únicos planes justamente en este instante.

Entre aquella sinfonía, pude sentir algo que jamás había logrado sentir en mi vida, pude sentir aquel deseo que estaba completamente convencida que solo existían en los libros o las novelas aquellas que te inventan algo que jamás existía, pero aquí estaba yo, con unas tremendas ganas de comerme la boca de este bombón y de hacer dios quiera saber qué cosa, algo que se logró, pues cuando menos lo espere allí estaba yo comiéndomelo enterito, mientras este me levantaba de la cadera y me hacía presión contra la pared de aquel estrecho pasillo, lo cual no entendía cómo era que nadie venía aquí para lograr ver esa escena que estábamos haciendo, pues la verdad es que este hombre me estaba comiendo enterita la boca sin necesidad de ningún tipo de palabra, simplemente estaba allí, devorándome sin ningún tipo de piedad y yo estaba más que encantada.

--Espera ... Espera ...-- Aquello lo dije entre jadeos de placer, en lo que con un poco de cordura había llegado a mí como si fuera una pequeña luz iluminando mi cabeza — Aquí no ... Nos pueden ver ... Aquí no ...-- Lo dije entre jadeos y juraba que pude escuchar un gruñido de aquel chico, en lo que se separó de mí con sus labios hinchados y su exquisita mirada devoradora y me toma de la mano, mientras me guiaba a una de las puertas del lugar en la que al abrirla, note había algo así como un pasadizo que mostraba hacia un sótano, pero entonces este no me llevo hacia el sótano, me llevó hacia la derecha y allí había otra de las puertas la cual luego de poner un código allí mostraba una espectacular habitación, algo que me dejó sorprendida –Esto sí que me deja sorprendida ... ¿Cómo?

No logre terminar, pues este ya estaba devorando mi boca haciendo que olvidara por completo a aquel atisbo de cordura que me había poseído, pues cuando menos pensé ya estaba en la cama. En la que este me recostó de manera ruda, que me hizo soltar un gimoteo de excitación, juro que jamás en mi vida me imagine algo como esto, juro que jamás pensé que un hombre me lograría hacer llegar al borde del orgasmo sin necesidad de quitarme la ropa este hombre era exquisito, no hay palabras necesarias, ni promesas, solo había sexo y aquello me encantaba.

Su mano se adentró dentro de mi vestido, en lo que rozo con mis pantis completamente húmedas, algo que hizo que diera un gemido lastimero al sentir aquel excitante toque, en lo que cuando menos lo espere y no sé cómo lo había hecho, me había retirado mi vestido por completo y había dejado mis senos al aire, debido a que aquel pedazo de tela no necesitaba de algún tipo de sostén, algo que agradecí, pues al instante mis pezones ya se encontraban erectos, pidiendo a gritos su toque y sus mimos, algo que él más que dichoso hizo mientras sus manos jugaban con el elástico de mis pantis, haciéndome enloquecer de placer y de sollozos cargados de placer.

--Ah ... Por favor ... Hazlo ahora ... Por favor ...— Otro gruñido, no hubo la más mínima muestra de que quisiese hablar, simplemente con sus dedos corrió mis pantis completamente húmedas e introdujo uno de sus dedos haciendo que diera un gemido casi en un grito al sentir aquel excelente contacto, en el que se encargó de bajar entre medio de besos y lamidas, hasta llegar a quitar mis pantis y meter su cabeza entre mis piernas, haciendo que lograra dar un grito al sentir como su lengua recorría mis labios vaginales y me daba corrientes eléctricas desde mis piernas y atravesaba toda mi columna en cada estocada con su dedo, estaba en la gloria, esto era la gloria en lo que di un gran grito, el cual de no se escuchó por la música del lugar, juraría que me escucharían en todo el lugar, pues el placer que me invadió era cosa de otro mundo.

 Y justo cuando estaba logrando estabilizar mi respiración este no sé en qué momento había retirado su ropa y se había posicionado entre mis piernas, mientras me besaba con hambre aunque poseía mi sabor en su boca, algo que me logro prender de inmediato, juro que jamás en mi vida había sentido nada parecido y más al sentir todo su grosor dentro de mí, en lo que di un gemido de sorpresa, y más al sentir que aún no había logrado adentrarse del todo, no puedo creer la gran sorpresa de tenerlo dentro, al unir el exquisito placer de sentirme completamente llena, de sentirme satisfecha con solo tenerlo dentro mi, en lo que en cada estocada me hacía apretarlo más de su exquisita espalda e incluso estoy segura de que logre arañarlo, pues este daba pequeños gruñidos mientras yo clavaba mis uñas en su exquisita piel pálida y gimoteaba y pedía por más, pues este hombre era un dios en la cama, él era todo un sueño, un sueño húmedo y lleno de exquisitez pura.

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