Andrey Montoya

—Por favor sabes que es malo para ti —dije riéndome. —Me encantas así, siempre me encantaras así como eres.

Me acerqué a él y lo besé con ternura, luego me habló.

—Creo que ya debemos de hablar, tenía que ya llegar el día. ¿No? —Dijo triste.

—¿Qué pasa? —Dije confundida.

—Como sabes, mi cuerpo va decayendo, ya no soy nada de lo que era antes, apenas se puede rescatar mi voz porque está no se ha ido —dijo riéndose. —Pero la verdad es, que ya me toca retirarme de hacer los vuelos, el doctor dice que soy propenso a ataques del corazón y necesito reposo. Ya al parecer no quiero servir.

—Oh José, lamento tanto eso. —dije lamentándolo. —Esto es de lo que te hablaba. Lo nuestro no iba a ser para siempre, soy una vampiro. Por eso quería que vivieras tu vida normal. Pero te enamoraste de mi.

—Entiendo que me ames tanto al punto de haber tomado esa decisión Danna. Pero no me arrepiento de haberte conocido, de haber recorrido tu piel, de haberte amado tanto. No me arrepiento de eso. Y tú tampoco al parecer.

—Me niego a aceptar de que tú algún día vas a morir y yo seguiré aquí, por cientos de años, siendo la misma chica de 23 años, con la dicha de no morir —dije triste. —fue una buena vida, amor. Pero justamente este momento era que quería evitar, sabía que me dolería mucho.

—Solamente considérame como un excelente recuerdo, así no dolerá. —dijo sonriendo. —Te amo, Danna Caicedo.

—Yo también te amo. —Le respondí.

Después de un tierno beso, nos fundimos ambos en una sección de caricias y amor, que claramente, podría ser nuestra última.

Al terminar, ya estaba a punto de amanecer, aunque estaba nublado. Es normal de Santo Domingo. Busqué a Scarlette y cuando salimos los tres, paré a José.

—Mira, esto es para ti —dije pasándoselo cuidadosamente. —Con esto varios años tu familia estará bien si se sabe administrar. Te servirá para tus medicinas y para que estés bien. Te visitaré en otoño del año que viene, para ese tiempo sé que aún me estarás esperando.

Lo que le estaba pasando eran 100mil dólares. Él los necesitaba más que yo.

—Gracias Danna y ahí estaré esperándote, cumpliré esa promesa —me sonrío.

En medio de eso, nos despedimos con un último beso y Scarlette y yo nos fuimos.

Ambas tomamos la ruta que en mi opinión, es la más fácil. Mediante los matorrales y aprovechando que todo aún está oscuro, ya que son las 6am, empezamos a correr a nuestra velocidad, mientras cuidaba de que las maletas lleguen en buen estado.

Cómo nuestra velocidad era ala velocidad de la luz, no se cómo nuestras maletas aguantaron. Creo que Scarlette las reforzó bastante bien.

Tuve que parar de golpe, porque casi no estaba reconociendo la casa de taita, Jhosep les hizo unas increíbles remodelaciones.

Ya habíamos recorrido el sur en menos de 3 minutos, y no era primera vez. Ya sabíamos todo de memoria.

—Espera —dije agarrando a Scarlette—¿Esta es la casa?

La mire bien y más que una casa tradicional, era una casa bien hecha, sencilla y de color gris. Se veía bien pero como estaba acostumbrada a la choza de madera antigua no pensé que Jhosep le haría cambios drásticos.

Ahora era un cubo de 4 paredes gris, que cambios.

—La verdad se ve bien ¿Entramos? —dijo Scarlette.

Verifique que los vecinos no estén levantados y en efecto, no había tantos. Estábamos en la provincia independencia, en el municipio de duverge específicamente. Aquí es de donde soy.

—Pues vamos, a ver si la señora Martha está despierta —dije sin más.

Cómo la puerta estaba cerrada, empezamos a tocar para ver si ella abría la puerta y bueno, a los tres toques salió la tan dichosa señora Martha, está era una mujer que parecía de 60 años y tantos, estaba con sus batas así de señora y pues, parecía una abuelita normal que más le puedo decir.

—¿Quiénes son ustedes? —dijo ella sorprendida —¿Por qué interrumpen mi sueño?

—De seguro Roy, mi hermano, le dijo sobre mi llegada, soy Rebeca Rodríguez. La otra dueña de la casa.

—Oh Disculpa, el sí me llamo a las 8 de la noche, pasé chica, yo soy la que cuida la casa en la noche.

—Gracias, vinimos a instalarnos aquí. —dije riéndome.

—Bien, sus cuartos están a la derecha. —dijo ella guiándonos.

—Gracias —dijo Scarlette.

La casa en verdad era un preciosidad. Por dentro, tenía bastante lujo, era hermosisimaaaa. Y era de color blanco celestial. La decoración era estilo barroco y más que en una casa normal, me sentía en un palacio del siglo 15.

Es sumamente hermosa.

En la sala está la pintura hecha al óleo de un retrato de taita y nuestra madre. Ambas de pelo liso negro, con una sonrisa bondadosas y sus rasgos finos eran dignos de admirar.

Nuestras dos mujeres más preciosas que amábamos.

Estaba a punto de llorar, me encantaba todo esto.

—¿Quiénes son? —Pregunto Scarlette.

—Mi mamá y mi abuela. Las mujeres más buenas que he podido conocer y las que forjaron mis valores y principios. Las amo tanto. —dije emocionada.

—Vaya, que bueno —dijo impresionada. —pero ya estoy cansada, quiero jugar a la play.

La mire raro mientras ella se reía.

—No jodas, dañaste un momento emotivo. —la miré mal.

—¿Lo siento? —se rio más.

—Que pendeja eres —dije indignada

Y con esto, sin tanto rodeo, empezamos a instalarnos en la casa. Habían 4 habitaciones y teníamos varios vecinos alrededor.

Yo estaba mirando a todos los lados mal, ya que se estaban levantando algunos de esos vecinos para m****r a sus hijos a la escuela y lo hacían subiendo su música a todo volumen.

¿Es en serio? ¡Mi oído es súper sensible y hacen eso!

Cómo sea, ignore que quería agarrar un b**e y b**ear a todos y seguí instalándome en una habitación, era amplia a mi gusto y me encantaba el dinamismo. Martha se fue en cuanto fue las 8, ya que como estamos aquí, ella no cuidará la casa en un buen rato.

Scarlette de una vez se adaptó ¡Yupiii! Al menos ella sabe cómo gozarlo.

En el día la rutina fue algo normal. Bebimos un poco de la sangre que nos trajimos para así evitar hacer un desmadre acá. En lo que bebíamos la sangre, recibí una llamada de James.

—¿Hola? —dije sorprendida.

—¿No me esperabas? —dijo riéndose.

—No tan rápido, dime qué pasó.

—Solo era para decirte que logramos ponerle un rastreador al auto del mafioso, ahora te mando las coordenadas para que lo sigas en tiempo real. Si logras ponerle un rastreador a él mismo antes del mes sería perfecto, ya que no queremos que se aceleren las cosas.

—Muchas gracias James. —dije riéndome. —Me ahorrarte mucho.

Y colgué.

Eso definitivamente fue un gran empujón en la misión. Espere que me mande las coordenadas y empecé a rastrearlo en mi laptop. Me di cuenta que estaba cerca, estaba en jimani. Y su ruta era para pararse cada 10 minutos. Vaya. Si llegamos a tiempo, podría encontrarlo en la zurza, un balneario de libre tránsito al que considero un balneario mágico.

Ya se acercaba la noche, así que sería perfecto.

—Scarlette, ¿trajiste un bikini? —dije riéndome.

—¿Iremos a la misión tan rápido? —dijo sorprendida. —Estaba tan cerca de ganar en el Mario kart.

—Callate, tenemos que ir, no seas haragana. —bufe.

Después de esperar a que Scarlette se levantará, yo me vestí con unos pantalones que mas que pantalones, eran simples boxers de jeans. Porque no me cubría absolutamente nada. Todas mis piernas estaban expuestas y apenas usaba una corta blusa que dejaba ver mi ombligo. Solté mi pelo corto y lo peine un poco, me veía bonita y de calle, es un excelente recurso que usaré para pasar como una chica de barrio de aquí, del sur.

—¿Cómo me veo? —me pregunto Scarlette.

—bastante decente  —dije mirando que llevaba un atuendo de playa, un vestido y su bañador. Estaba más cubierta que yo.

—No jodas, me siento expuesta. —se río.

—Si, si, cómo no —dije irónica. —vamos a tratar de cautivar la mente de Andrey. —dije mirando su foto antes de irnos.

Era un hombre muy lindo, a pesar de que se veía de 40 años.

—¿Iremos a la zurza? ¡Me encanta ese lugar! —dijo Scarlette.

—Si, iremos caminando desde ahora y cuando no haya personas vamos a correr, ¿okay?

—esta bien —asintio.

Salimos a la calle y lo que esperaba, los vecinos nos miraban como presas. En lo que nos miraba algunos se susurraban cosas y algunas mujeres adultas nos miraban juzgandonos.

La gente no cambia, ni con el tiempo ni las épocas.

Algo que si noté es que siempre habrá chico que quiere siempre sexo y ligar. Eso nunca se acaba.

La zurza para mí era de eso lugares mágicos y divinos, en nuestro tiempo era un gran río que se dividía en dos cauces enormes y era un manantial que refrescaba y muchos decían que era agua bendita. No debieron de exagerar tanto pero si, el agua se siente con muchas buenas vibras, son de esas aguas en las que te bañas y nunca quieres salir.

Caminamos a buen paso y después de pasar el pueblo de vengan a ver, llegamos en un abrir y cerrar de ojos a la zurza.

Eran ya las 7pm, estaba oscuro pero aún así, se podía ver debido a varias lámparas que habían en la zona. Solo habían pocas personas, eran 5. Entre ellas ví que salía un sexto de un Jeep. Este era muy parecido a Andrey Montoya, tenía su barba, sus rasgos faciales, sus ojos. En efecto, era el.

Sus rasgos rusos se notaban a leguas.

Estaba rodeado por 5 hombres más al parecer celebran algo, Scarlette y yo éramos las dos únicas chicas de la zona. Pasamos cerca de su lado para ir a la piscina más grande. Con solo esto, estoy aplicando mi método de seducción.

En la cual aprovecho mi belleza para engatuzar a los hombres.

Hice contacto visual con el solo dos segundos y me dedico una pequeña sonrisa.

Yo me hice la desentendida y me tire con todo y ropa para la piscina.

Scarlette me siguió el paso y se tiró a la piscina también. Ahí, estuvimos jugueteando un rato en el agua mientras notaba como Andrey me ponía cada vez más atención. Me miraba mas seguido.

—¿Cuándo comenzamos con el plan?

—Falta poco —le susurré a Scarlette de manera sensual —solo falta que él se acerqué.

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