IV. No hay peor lucha que la que no se intenta

— De acuerdo, pero falta el otro corazón para que resulte la ecuación. Le contesta Naty.

— Claro, ni pensar que exista un tercero porque sería discordia. La vida es como el amor, una pelea permanente, del cual todos queremos salir bien librados, pero si no hemos perdido varias batallas, no disfrutaremos del sabor de la victoria. Dijo Natalia.

 — Muy convincente sus palabras, más allá de la teoría, ¿lo expresa con conocimiento de causa? Le responde Agustín.

Un leve silencio provocado por ambos, fue la atmósfera vivida, luego retoma la conversación respondiéndole al joven.

 — Será una tarea de su parte deducir y averiguar. Le dijo Natalia.

 — Muy claro he quedado y en esos menesteres estaré ocupado, verificaré con plena certeza que sea de muy buena fuente. Ripostó Agustín.

Se despiden de mano, cada uno por su lado a seguir con su rutina, pero Andrés se quedó con un sabor de boca… agridulce por lo acontecido del día. La venta se realizó por un monto de $16,000.00 (dieciséis) mil dólares era una yegua cruzada con percherón y purasangre. Los caballos que adiestraban en la hacienda eran de raza, trata-ban mantenerlos siempre al cuidado según la raza que lo demandaba porque cada uno era de un costo bien elevado, además tenían cierto problema, en la zona no tenían a un buen entrenador de caballos, tampoco alguien con la experiencia para la nutrición de ese tipo de raza animal. La yegua era propiedad de Natalia, es por ello que su hermano le entrega un cheque certificado por el banco. El alboroto en los gallineros era obligado escucharlos cuando las mucamas ingresaban para recoger los huevos, estos eran recolectados y luego    distribuidos en varias pulperías y mini supermercados de la zona, Paquita era la encargada de esa labor diariamente, la difunta esposa de don Ricardo la había adoptado en vida, es por ello que le tenían confianza.

Una de las tantas mañanas en el gallinero, se le aproximó un joven y le pregunta:

 —disculpe señorita, ¿conoce a la señorita Natalia?

—Sí joven. — ¿Por qué la pregunta? Respondió aquella mujer.

—¿Sería tan gentil de entregarle esta carta a la joven?

— ¿Quién se la envía?  Volvió a replicar la mucama.

—Disculpe usted, solo soy un mensajero, me pidieron hacer llegar esta encomienda y como no se puede personalmente, acudo a usted.  Le respondió el mensajero.

— Está bien joven. Dijo la mucama. Ya en la casa Paquita se dirige a la habitación de Natalia, toca su puerta y esta ingresa;

— ¡buenos días mi niña! Era evidente que Paquita le tuviera mucho cariño a Naty, la cuidó desde que era una bebé, su madre murió cuando apenas cumplía los siete años de edad.

 —Me han entregado esta carta hoy para usted.

—¿Quién se la entregó? Le pregunta Natalia.

 —No me lo dijo, era solo un mensajero, fue lo que me dijo. El mensajero tenía nombre. Replica de nuevo.

—Tampoco me lo dijo, igual no se lo pregunté. Le respondió Paquita.

—¿De qué trata la carta? Pregunta Naty.

—Perdone usted, pero eso no lo acostumbro, la encomienda es para usted y esta fue doblada de una forma, que el que la abra, no podría después hacerlo para que quede de la misma manera.  Replicó Paquita muy convincente.

—¿Significa que si lo intentó? Le responde Naty.

 —Que descuidada soy con mis palabras, me he puesto en evidencia, el exceso de información trae complicación, trataré de no ahondar en los detalles, aunque estos son los que hacen grandes diferencias, pero con prudencia se tiene siempre que hablar. Fue la introspección de Paquita.

 —Bien que lo ha reconocido, sí fue un consejo que me ha dado, pero no se quede sin él. Le contestó Naty a Paquita. Esta abandonó su habitación. Naty sola en su aposento, observa que, si es cierto la forma en que esta doblada la carta, esta no puede ser forzada para que no termine estropeada.

Hacienda San Cristóbal

Noviembre 25 de 199…

       

Distinguida señorita Natalia

Hay tantas situaciones enigmáticas que suceden en nuestra vida, que por lo general estas se vuelven inexplicables, soy el creyente de que somos producto de las circunstancias, estas tienen de alguna manera su razón de ser, y cuando llegan; si son para uno, aunque se quite, y si no lo son, aunque nos pongamos. Le expreso mi sentir, y me atrevo sin ser de usted del todo conocido, pero es la más bella de las circunstancias que he tenido en mi vida haberla fugazmente conocido, aunque fue un momento, este ha sido recurrente en mi mente y de este, me he vuelto esclavo, porque deseo se vuelva a repetir, es por ello mi insistir y no me pretendo rendir. No pido lo que no creo merecer, aunque pedir es fuerza y dar es voluntad, su amistad es suficiente para empezar. No pretendo ser un romántico cursi ante usted para demostrar mis pretensiones, me basta un poco de sus atenciones porque deduzco sin ser pretencioso por su ponderado y poco común pensar. Le expreso con certeza que mi filosofía de vida es nunca cometer el peor error de hacer lo correcto con la persona equivocada, o hacer lo equivocado con la persona correcta. Quien la admira no solo por su valiosa e ingeniosa forma de pensar, sino también por su manera de ser.

A de la Fuente

En el fondo de todo esto, empezó a ocupar espacio en la mente de Naty, ese chico un tanto misterioso que le provocaba pensamientos de los que hacía mucho tiempo no le daba cabida, por la experiencia amorosa que hacía siete años había vivido y sufrido. Fue de un joven de 25 años de edad proveniente de una familia pudiente de la ciudad que conoció cuando cursaban la clase de Psicología General en la universidad, durante esta, se enfrascaron en una discusión de si el amor es un sentimiento o una decisión, llegándose armar un preludio de un debate inesperado con puntos de vistas diversos, más por los intrépidos jóvenes interesados en defender desde sus extremos sus ideologías con respecto a esa temática, pero terminando sus ponencias en otra tesis más controvertida entre “Amar o Querer”.  El tiempo resultó insuficiente para el abordaje completo, fue por ello que el catedrático les dejó de tarea a sus dos evidentes contendientes: un ensayo para que expongan sus criterios con relación a lo que debatieron el día de hoy. A la bella joven le asignó: “¿El amor es un sentimiento o una decisión?” y para el joven “¿Amar o Querer?” tienen hasta la próxima semana para que lo entreguen y leamos sus conclusiones en plenaria muchachos. Acotó el maestro. A la salida del aula, ambos coincidieron, se saludaron y se dieron sus nombres, en donde de manera temprana se entremezclaron la intelectualidad y las emociones, esa fuerza que los impulsó entre el corazón y la razón. Anteriormente se habían comunicado bajo furtivas miradas en clase, de las que no nos queremos exponer ante el ojo público, no demostrar ante la vista del otro esa combinación entre lo que gusta y me asusta. Llegado el momento de la entrega de la tarea, el profesor tenía una pizarra pequeña dentro del aula, como especie de boletín, para divulgar contenido académico, quitó todo lo que antes habían expuesto en aquella pizarra para exhibir los dos ensayos de aquellos inusitados jóvenes, y que estos puedan ser leídos por los que asisten a esa clase, después de darles varios minutos para que estos sean analizados posteriormente. ¡He aquí! los escritos:

¿El amor es un sentimiento o una decisión?

¿Toda decisión es motivada por un sentimiento y todo sentimiento es impulsado por el amor? Si bien la palabra amor es la razón por la cual el mundo es impulsado, esta palabra no ha sido bien entendida, está muy gastada y saturada y nada definida, ni teórica ni práctica, existen miles de definiciones y pocas concluyentes, aunque en nombre de esta bella palabra el hombre ha realizado proezas inimaginables. El amor de pareja en sí, es esa búsqueda de intimar y ser amado, ese verdadero amor irreemplazable por ningún bien u objeto material. El primer paso que experimentamos en materia del amor es el enamoramiento, ese primer impulso energético que necesitamos para que se active esa alarma la cual llamamos amor. A veces somos estremecidos desde nuestro interior, una fuerza que no es fácil de explicar, es una sensación desconocida, es rechazada, resulta que lo enigmático es atrayente, luego provocamos volver a sentir esa misma sensación interna agradable, pronto el nivel de intensidad está en su máxima expresión, y armamos: “¿estoy enamorado?” y cuando se enfría un poco, redoblamos esfuerzos para volver estar en sintonía, esa ilusión desbordada que desequilibra hasta el más cuerdo, resulta ser un espejismo, porque dura poco, el enamoramiento es un estado inconsciente que no tenemos la intención, ni buscamos para que esto suceda, se da sin previo aviso. Agarrándonos desprevenidos, al inicio es un derroche de nuestra imaginación que solo cabe la palabra perfección, un trance de enajenación mental, como traspasar a otra dimensión del cual no tenemos ni la más mínima noción en que realidad estamos y tampoco nadie en lo absoluto nos hará regresar. Estar enamorados es una sensación eufórica, obsesionados emocionalmente el uno del otro, desde que despertamos el primer pensamiento que viene a la mente es por el otro, anhelando pasar el mayor tiempo juntos, en donde el tiempo es demasiado poco y transcurre demasiado rápido; un preludio de entrada al cielo, que jamás se piensa que estamos a pocos centímetros de sentir el infierno.

Durante el acto de los besos y caricias, deseamos que el tiempo se detenga y que el mundo solo exista para los dos, sin ninguna interrupción; llevándonos al éxtasis del matrimonio. Bajo los efectos de esa droga de arrebatamiento emocional, ambos y de manera sincronizada, sus pensamientos creen que son perfectos, no existe imperfección alguna. De hecho, aunque nos digan los amigos de los defectos que arrastramos, desoímos toda crítica de advertencia, justificándonos que el amor es lo más importante cuando este se tiene, ante cualquier obstáculo con amor todo se perdona. Nadie se interpondrá a lo nuestro, porque este sí es amor verdadero, no como el de otros, que han fracasado. Desafortunadamente esa experiencia del enamoramiento es fugaz, es aquí que la realidad supera la ficción, es precisa-mente por tener esa idea de que el enamoramiento es eterno, es la razón que nos impulsa al matrimonio, cuando producto de las circunstancias nos hace volver a esa realidad que nos negábamos aceptar, viene la etapa crítica, que hasta lo más sencillo de la personalidad del otro nos incomoda y molesta, lo que antes no se veía ni se sentía como tal, sobresalta una pregunta: ¿Qué estaba pensando cuando me casé? Fui un tonto, lo sublime que fue al inicio, ahora todo es trivialidad, enfrascados en detalles insignificantes como: pleitos por el papel higiénico, como se deja la tapa del inodoro, que la toalla no se dejó extendida, etc.

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