Cascittuni

Apolo

Me ajuste el reloj antes de entrar en el despacho del director de seguridad de uno de los cuantiosos negocios que Cavalli me había heredado. Ya hacían seis meses del crimen de mi tío y aún no tenía nada, solo un montón de sospechas y el deseo de venganza removiéndose inquieto en mi interior.  

Luego de aquel terrible suceso, Bonfiglio había acudido a mí nervioso, lo que era por demás extraño, ya que era un hombre imperturbable. Insistió en que Bellomo era quien había dado la orden y que iba por él también. Creía que nuestro rival estaba seguro de que él lo delató con crímenes mayores. Intenté tranquilizarlo, pero fue en vano. 

Entonces me miró a los ojos y me pidió que cuidara de su hija, yo no pude menos que sorprenderme, ni siquiera sabía que tuviese una vida fuera de la organización. Me dijo que no sabía de su existencia hasta hacía unos meses, que no tenía nada en el mundo y que si algo le ocurría necesitaba que la tomara como mi esposa. 

Le dije que estaba totalmente loco, pero dos días después el auto de Bonfiglio fue encontrado envuelto en llamas, sin rastros de él por ningún sitio. 

—¿Ya estás aquí otra vez? —dijo Adrian, mi mejor amigo, poniendo los ojos en blanco mientras yo cerraba la puerta—. ¿Qué se supone que debo hacer por ti ahora? No me quedó demasiado claro por teléfono. ¿Acosar a una mujer mayor, que te aseguro que ya no necesita ningún guardaespaldas? Puedo asegurarte que la chica está mejor sin que nadie la descubra. 

—Yo no acoso a nadie y ese chiste fue de pésimo gusto. Si realmente es hija de Bonfiglio, no está segura. Por lo tanto, no es acoso, es protección. 

—Llámalo como quieras, pero es ilegal. Sin embargo, como, según tú, fue un encargo de un viejo amigo, supongo que puedo hacer una excepción. Puedo hacer la vista gorda para muchos de los negocios que te dejó tu tío, pero esto… Rastrear a una mujer adulta, es otro tema. Espero que no pienses secuestrarla. 

—Para empezar, no es según yo, y, para seguir, no se exactamente su edad, Bonfiglio tenía muy poca información sobre su hija, solo sé que me pidió que la cuidase y eso haré. Cumplirle el último deseo a un viejo amigo, no es un crimen. Cuando me dijo que pensaba que los hombres de Bellomo le estaban siguiendo la pista, no le creí y ya ves lo que ocurrió. 

—Entonces explícame por qué estoy hackeando las imágenes de seguridad del Pacifyc Lounge a las cuatro de la mañana. —Sonrió satisfecho —.Porque no quieres que nadie sepa que estas haciendo algo ilegal…  

Suspiré.

—Porque eres mi mejor amigo y porque trabajas para mí. No me seas mojigato, Adrian, haces cosas mucho peores. Puede que la chica esté en problemas o no lo sé. Lo único que sé es que no podré descansar hasta dar con ella. 

—¿Eso crees? ¿Realmente crees que estaría más a salvo contigo? —Se rio, pero luego se puso serio al ver que no estaba exactamente jugando —. Esta bien, dime en qué intervalo tengo que mirar.

—El día sábado, entre las once y media y una de la madrugada. Ottavio me dijo que bailaba allí, eso es complicado porque está en los límites. No voy a arriesgarme a ir sin saber si la chica está realmente allí. 

Adrian empezó a pulsar el teclado y en las veinte inmensas pantallas que cubrían la pared de su despacho aparecieron números y estadísticas.

—Espera… ¿Tuviste una cena de negocios tan tarde? ¿Desde cuándo te gusta hacer eso? Creí que tenias esos códigos inviolables, no exponerse después de las doce y todo eso. 

—Desde que el cliente vale trescientos millones de dólares. Piensa invertir en nuestros bancos. —Clavé los ojos en las pantallas, que ahora mostraban gente entrando y saliendo del salón, camareras ofreciendo bebidas y tipos como una cuba —. Las fotos que me envió Ottavio la muestran con un vestido rojo, bastante revelador. ¿Sería posible que esa cosa busque imágenes por colores? Es morena. 

Me miró con una ceja arqueada.

—Supongo que con invertir te refieres a lavar dinero, ¿no? —Adrian adoraba provocarme, por lo que me limité a ignorar su comentario. —Me has dicho que es una stripper, ¿verdad? Solo voy a fijarme en las filmaciones de las cámaras que graban esa zona del escenario… Dame un segundo. El software que llevan está anticuado… Y, ¡sorpresa!, no hay audio, solo vídeo.

En las pantallas comenzaron a aparecer imágenes de diferentes chicas que bailaban de forma sensual ante los presentes. Las personas en su mayoría hombres, estaban en los sofás, bebiendo o con alguna chica sobre su regazo. 

—Espera. —Me acerqué a las pantallas—. Es ella. Detén la grabación.

Las imágenes se congelaron de repente, y volví a clavar los ojos en la mujer. No entendía bien cómo lo sabía, pero estaba seguro de que su expresión me hacía recordar a alguien, aunque no estaba seguro de quien. 

Se paseaba cerca del escenario, iba vestida como una diosa griega  y realmente podía pasar por una. Me fijé en que tenía apretados aquellos labios rosados. Desde el ángulo de las cámaras se podía ver cómo la falda  se detenía en la parte superior de sus muslos, donde daba paso a unas piernas bien torneadas. Era muy hermosa y esperaba que no hubiese tenido que hacer favores a los cerdos que le gritaban obscenidades. 

—Probablemente yo también pondría en peligro los recursos de la organización para dar con ella. —Adrian  asintió de forma aprobadora—. ¿Cuántos años dices que tiene? ¿veinticuatro? Esta como un tren. Te lo digo yo…Aunque no es muy joven para ser hija de Bonfiglio, ¿no tenía como unos doscientos años? 

—¿Qué? No sé qué edad tiene, suponía que debía tener unos veinticinco, pero no estaba muy seguro del año en el que había tenido una aventura con su madre, por desgracia no tuvo tiempo de compartir más detalles.  No puede ser mucho mayor que la hija de Marcus, ¿no? 

Adrian puso el vídeo en marcha y lo detuvo cuando ella se inclinó para tomar el caño y bajar. Ambos intentamos disimular que nos removíamos inquietos. La morena giró y se quito la parte superior de la toga que llevaba quedándose solo en sostén. 

—Y lleva una copa D, Jesús … No está nada mal. Es una belleza, otra cosa que me hace dudar sobre la paternidad de ese viejo patán. 

—Es muy joven para ese sitio… Su padre querría haberla visto estudiar… Si solo hubiesen tenido tiempo de conocerse. 

—¿Y por qué no la busco antes? ¿Por qué ahora? No se amigo, esto me huele mal. —Chasqueo la lengua. Entendía por qué tenía sus serias dudas, yo mismo me había preguntado cientos de veces, si eso no sería un plan del viejo zorro. —Yo diría que unos veintitrés o un poco más. Pero algo deberías tener claro. No es una niña, no creo que acceda a tu propuesta así de fácil, creerá que eres uno de esos viejos solitarios que buscan chicas para satisfacer sus fantasías. El otro día vi un artículo sobre eso…

—Por favor, hoy no. —Negué con la cabeza—. Tienes que dejar de leer esa b****a amarillista. Y no soy un viejo, solo tengo treinta y seis años, tres años más que tú, si mal no recuerdo.

—¿En serio? Lo cierto es que esa b****a me tiene al día en tendencias y yo solo tengo treinta y si ella pregunta; veintiocho —Cruzó los brazos y me reí. Luego lo pensó un momento y me dijo :—Esa es otra de las cosas que me huelen a carne podrida…¿Por qué casarte con la chica?

—Bellomo, creía que Bonfiglio lo había denunciado con Crímenes mayores y la omertà no solo alcanza a quien se convirtió en un cascittuni*, si no a toda su familia, pero si es mi esposa, nadie…

Puse los ojos en blanco.

—…Se atrevería a tocarla o eso es lo que crees, porque los códigos se fueron por el caño con tu tío. ¿Sabes qué? —continuó—. Si no estuviera ganando tanto dinero trabajando para ti, estaría ahí fuera, tratando de encontrarla yo mismo. También me ofrecía gustoso a cuidarla. 

Negué con la cabeza. 

—Me alegra saberlo. ¿Existe alguna forma de acceder a las cámaras del aparcamiento? Necesito saber su número de matrícula para… 

—¿Para qué? Vas a acercarte a su casa y decirle «Hola. Soy un viejo amigo de tu padre, uno que no conociste y que lamentablemente está muerto, porque probablemente lo mato nuestro enemigo mafioso. Pero no te preocupes porque vengo a llevarte a mi mansión donde te convertiré en una dama, ah y lo olvidaba,  soy el capo de la última organización criminal decente que maneja  la ciudad. —Dijo enseguida—, así que le dije a un amigo que hackeara las cámaras de seguridad para poder conseguir tu dirección. ¡Ah! Lo olvidaba ¿Te interesaría ser mi esposa? »¿En serio? ¡Va a solicitar un botón anti pánico!

 —No pensaba decírselo precisamente así… Aunque en esencia resume bastante bien la idea. 

—Olvídalo. Todas las cámaras de la calle se gestionan y supervisan a través de tecnología Flynn, y es imposible hackearlas. Créeme, lo he comprobado.

—¿Y qué sugieres que haga?

—Mmm… Seguir adelante. —Apagó las pantallas—. Ni siquiera sabes su apellido, porque aparentemente usa una identificación falsa y su madre era un fantasma al igual que ella. Lo que nos dice que es buena escondiéndose y que sabe cuidarse bastante bien sola. Sí, es preciosa, pero hay muchas jóvenes desvalidas que puedes rescatar y seguramente estarán deseosas de aplacar tus noches de insomnio o pesadillas. Estoy seguro de que  podemos encontrar a otra en un abrir y cerrar de ojos. 

—Ya te dije que no estoy interesado en ella de esa forma…

Puso los ojos en blanco. 

—Sí, ya lo sé: Bonfiglio, pero está muerto y no sabrá que no cumpliste su pedido. 

—Mi tío decía que para conservar el poder, debemos cuidar a la familia y Bonfiglio era mi familia. 

—Tu tío también está en el mismo lugar que Bonfiglio y de haber deseado realmente cuidar a su familia, se hubiera retirado mucho antes de un negocio tan peligroso. Además no está el asunto ese de la hija de Abruzzo, ¿no crees que va a tomar bastante mal que rechaces a su hija?

 

—Le dije muchas veces que no voy a tomar a una mujer en contra de su voluntad, no soy así y ella dejo bastante claro la última vez que nos vimos que había dejado de amarme. 

—Lo dejó claro, eso sin dudas. Sin embargo yo creo que es casi una cuestión política. —Se encogió de hombros —ellos se benefician uniéndose a la cosca más fuerte y tú obtendrías hombres en caso de que se desate una guerra. Pero dudo que puedas tener dos esposas, ¿verdad? 

—En realidad, no pensaba tener ninguna; cuidaré de Brianna, si es que así se llama, porque hice un juramento, pero no me atrevería a robarle su inocencia. Y nunca obligaría a una mujer a ser mi esposa, aunque su padre me la haya prometido. 

Quizás Adrian tenía razón, Brianna ya era una mujer y no sacaría nada intentando acercarme. Era incluso probable que corriese menos peligro pasando desapercibida como hasta el momento. Pero Bonfiglio lo había pedido justo unas horas antes de que perdiéramos toda comunicación y lo apreciaba demasiado para negarme. Iba a encontrarla, a traerla conmigo y protegerla a costa de mi vida. 

* Cascittuni: soplón 

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