Capitulo 5

A pesar de que él deseara pensar que Antonella lo perdonaría, estaba muy equivocado y pronto comenzaría a darse cuenta de que todo lo que él deseaba que pasara nada sucedería. 

Para comenzar Antonella no dejo verle a la criatura, mucho menos cargarla, se lo negó durante dos semana, aún seguía tan molesta como el primer día en que Josef la dejara sola dar a luz y ni siquiera se molestaba en preguntar por él, comenzó a ignorarlo, sabía que esto le sería tan doloroso a Josef así como le había dolido a ella su ausencia durante el momento más importante de sus vidas.

Sin embargo pasado las dos semanas de castigo para Josef, Antonella le dejo cargar a su primogénita, él se acerco a la cuna, la saco de allí con cuidado y la sostuvo en brazos, era hermosa, pero él seguía prefiriendo un varón, él no podría hacer cosas de hombre con ella, el problema de Josef fue que había crecido rodeado de mujeres y casi creció repudiando lo que conllevaba ser una mujer, sin embargo al llegar a ser un hombre las cosas cambiaron un poco en la forma de ver a una mujer, pero aún así de niño deseo tener a otro compañero para hacer travesuras y cuando ansiaba un hijo varón, Dios le mandaba a otra mujer, eso Josef lo consideró injusto.

-Se parece a ti – dijo Josef al tenerla en sus brazos – ¿De que color son sus ojos?

-Aun no los ha abierto, es bastante quisquillosa. En eso se parece a ti.

-Bueno, veamos de quién saca el carácter – la volvió a dejar en la cuna para enseguida acercarse a Antonella e intentar darle un beso en los labios que ella rechazo.

-Que te haya dejado ver a tu hija y cargarla, no significa que yo te haya perdonado Josef.

-¿Hasta cuándo vas a seguir con lo mismo? – pregunto aparentemente calmado.

-No lo sé ¿Qué hubieras hecho tú, si yo me hubiera estado fuera toda la noche con alguien mas y tú hubieras tenido algún problema? ¿Qué sentirías después de haber pasado tu solo por ese problema? ¿Qué sentirías por mi?

-No es lo mismo.

-¡Perdón!

-No es lo mismo Antonella.

-¿Por qué no es lo mismo? ¿Por qué soy mujer?

-Si, porque tu eres mujer y yo soy un hombre. Las mujeres nunca serán iguales a los hombres.

-Por supuesto que no, nunca seremos iguales y similares a la a vez. Porque hay cosas en que las mujeres no se pueden comparar con ustedes, la fuerza por ejemplo, es una de esas diferencias entre hombre y mujeres. Sin embargo una mujer tiene relaciones con hombres antes de casarse al igual que un hombre y le llaman cualquiera, mientras que al hombre le festejan ¿te parece justo eso? Acaso ¿somos menos que ustedes? ¿crees que soy una estúpida para perdonarte Josef? Si yo hubiera hecho lo que tú, estuviera firmando el divorcio justo ahora y no dejarías de estarme tratando como una b****a.

-Las mujeres nunca podrán compararse con nosotros.

-No, gracias a Dios nosotras somos mucho más que ustedes.

Josef no dijo nada mas y salió molesto de la habitación, desde ese día se marcó totalmente el definitivo distanciamiento de Antonella y Josef, ella siguió en la habitación principal con la pequeña, mientras que él seguía en una de huéspedes. Por habitaciones no iban a parar.

 

El nombre de la pequeña lo eligió Antonella, Josef no opino nada, dejo que su mujer se hiciera cargo de todo para el bautizo de Gretel Sandino Sáenz, h**o una gran fiesta y todos los invitados felicitaban a Josef como si de verdad él fuera el hombre más contento de que Gretel hubiera nacido, este hecho hizo enojar a Antonella quien se había opuesto en un principio en hacer una gran fiesta para una bebé que no sabía aún nada de lo que le rodeaba, Gretel sólo sabía de los brazos de mamá y de los de las dos empleadas de la casa, Josef casi era un desconocido para su propia hija.

Cuándo Gretel cumplía casi un año de edad Antonella pidió el divorcio a Josef quién se negó a dárselo. El motivo del divorcio había salido a la luz una tarde de té en casa de Antonella, ya que algunas amigas y conocidas de ella se reunieron allí para echar la plática y hablar de sus esposos e hijos, era como una reunión de desahogó para todas las reunidas allí, era la manera que tenían de desahogarse, cada fin de semana tocaba en una casa de las allí congregadas y ese fin de semana le había tocado a Antonella, quién recibió la confirmación del engaño de Josef por medio de una de las mujeres que se encontraba en casa.

-Sé que no debiera decirte esto – le dijo Belén una de las congregadas allí cuando se disponía a marcharse – pero te conozco y sé que eres una buena mujer y persona. Además de que me molesta mucho que la mayoría de las personas te oculten la verdad. Sé que no somos muy allegadas pero no me gusta lo que él te está haciendo.

-¿De que hablas?

-Todo el mundo lo sabe Antonella, al parecer menos tú.

-¿Qué es lo que sabe todo el mundo?

-Josef te engaña con una mujer y ella está embarazada de unos ocho meses y él está feliz porque dice que será al fin un niño.

La sangre de Antonella comenzó a hervir por todo su cuerpo de la ira y la indignación, ella era la burla, comidilla y hazme reír de toda la sociedad, todos sabían que era una mujer cornuda y engañada metida en casa, como la mujer perfecta.

-Gracias por decírmelo – le dijo Antonella mirándola a los ojos azules que comenzaban a llenarse de lágrimas por la ira.

-Antonella de verdad lo siento mucho, te lo cuento porque me molesta mucho la manera en que él te lo ha ocultado y la manera en la que todos saben y se burlan. Sé que no es algo que me incumba, que he corrido el riesgo de que no me creyeras y me corrieras de tu casa, pero sentí que debía decírtelo.

-Te creo Belén, te creó.

-Aunque me veas así – dijo señalándose así misma con su bonito vestido de marca  y cuidadoso corte de cabello – soy abogada y desde hace un tiempo trabajo.

-¿De verdad? ¿él te permite trabajar? – pregunto Antonella asombrada.

-Si, es raro para muchos hombres. Pero él me lo permite, claro que no se ha salvado de que le hagan comentarios estúpidos y cosas parecidas, pero es un buen hombre que confía en mí y yo en él, nunca le he dado motivos para que desconfíe de mi.

-Algunos simplemente están locos sin que les den motivos – le comento Antonella.

-Lo sé, lo sé Antonella. He defendido a mujeres golpeadas por hombres descontrolados por su furia irracional.

-Entonces, espera mi llamada en algunos días.

-¡Tan pronto lo has decidido!

-Hace mucho que Josef y yo no nos vemos cómo marido y mujer. Desde que el doctor me recomendara reposo casi absoluto cuando esperaba a Gretel, él se fue a dormir a otra habitación y para colmo cuando iba a dar a luz, no estuvo conmigo, no llego hasta al otro día pasado el medio día y con resaca, yo volví a casa con Gretel antes que él llegara, para mí suerte estaban las chicas que me ayudan en la casa, sino ¿Qué hubiera hecho yo sola? Desde ese día no he podido perdonarlo y sobre todo, lo aborrezco ahora, porque no quiere a Gretel.

Sin que Antonella se lo esperara Belén la abrazó y por primera vez se permitió llorar ante otra mujer que no era su madre y a la cuál no le había contado nada sobre lo que pasaba en su matrimonio, qué ahora más bien se había convertido en un martirio, un martimonio unido solo por el que dirán de la gente, por los comentarios estúpidos de las personas que ya de por sí hablaban a sus espaldas, era peor seguir casada y ser la estúpida mujer de su casa con ornamenta en la cabeza como un alce.

-Tenemos que hablar – le dijo Antonella a Josef una noche en la que lo espero llegar, para así ella no tener que estar al pendiente de Gretel.

-¿De que quieres hablar? – le pregunto con aburrimiento en la voz.

-Quiero el divorcio.

-Creí que sabías que no te lo daría.

-Si, pero resulta que sé algunas cosas de ti que me ayudarán a facilitar el divorcio quieras o no quieras.

-¡Así! ¿Qué cosas? – pregunto él ahora curioso.

-Como el hecho de que estés esperando un hijo fuera del matrimonio – dijo Antonella dándole un sobre en el cuál se le veía caminando de la mano con una mujer con el vientre abultado saliendo de un hospital privado. 

Cuándo Josef vio las imágenes sintió que las quijadas le caían al suelo, después levantaba la vista hacia su esposa que lo miraba con seguridad, sus ojos azules parecían ahora mirar a un  hombre totalmente desconocido.

-¿Cómo has obtenido está fotos?

-Esta claro que pague a alguien para que te siguiera. Alguien me lo dijo y no lo dude, hace mucho que sé que estás con alguien más y no te lo reprochó, tú así lo has decidido Josef. Así que me parece justo que me des el divorcio, me dejes libre de verte diariamente y me hagas dejar de ver cómo una estúpida – estas últimas palabras le salieron llenas de coraje – ¡crees que me gusta sentirme como una idiota cuando sé que toda la gente sabe de tu aventura y de tu futuro hijo! Mientras que yo, aquí, en casa como si nada pasara ¡Es suficiente Josef!

-¡No te lo daré! – alzó la voz

-¡Lo harás! Lo harás sino quieres que todos se enteren que me dejaste sola durante el parto, que te la pasaste con otra mujer, que me eres infiel desde hace mucho y que sobre todo, no has cumplido tu deber como esposo en nuestra cama. 

La cara de Josef se puso de mil colores hasta terminar de nuevo en rojo, Antonella no podía burlarse de él y sin pensarlo dos veces se lanzó en contra de ella y comenzó a golpearla, le asesto tres golpes en el rostro, el último la envío al suelo inconsciente, fue entonces que Josef se asustó y salió corriendo de la casa.

Cuándo Antonella despertó se encontraba acostada sobre el sillón de la sala de estar, las empleadas la habían llevado hasta allí y habían llamado a Belén, quien fue la primera persona que Antonella vio de pie junto a ella y cuando Belén la vio abrir los ojos se acercó a ella y le acarició la frente con afecto.

-¿Dónde está Gretel? – pregunto Antonella con angustia mientras se enderezaba para quedar sentada y al hacerlo sintió que le dolía la cabeza, al tiempo que le costaba ver por su ojo derecho.

-Tranquila, Gretel está bien – le dijo Belén sentándose a su lado y le frotaba la espalda con cariño.

-Nunca me había golpeado – dijo Antonella poniéndose a llorar.

-No, pero ahora lo ha hecho y es una prueba más para que te dé el divorcio y si no quiere, esto ayuda bastante. No lo creí capaz de llegar a los golpes.

-Yo tampoco. Lo desconozco ahora.

-¿Quieres algo para el dolor? – le pregunto Belén.

-Si, por favor y disculpa por haberte hecho venir a esta hora.

-No hay problema, para eso son las amigas. Además tus chicas estaban muy preocupadas y asustadas por ti, así que no dude en venir.

-Muchas gracias – dijo Antonella a las tres mujeres que estaban allí.

-No tienes nada que agradecer. Somos mujeres y hay que apoyarnos entre nosotras mismas – recalcó Belén.

Mientras que Josef no volvió a casa durante tres días, se refugio en el lujoso apartamento que le había comprado a su amante, ahora estaba más que preocupado por su arrebatado ataque en contra de su esposa, nunca se le había cruzado por la cabeza hacerle semejante cosa ¿ahora como podría verla de nuevo a la cara? Lo que había hecho no tenía excusa y se sintió como un idiota por primera vez.

-¿A qué vienes? – le pregunto Antonella cuando le dejaron pasar a la casa.

-A disculparme contigo.

-Tus disculpas no me sirven de nada ya Josef. Nunca creí que fueras hacer algo como aquello, te creí mejor que eso.

-Me cegó la ira.

-¡Esa no es excusa! Solo dame el divorcio y estaremos todos en paz, no tendrás más que ver a esta vieja y regordeta mujer. Podrás vivir con tu amante sin esconderte y tener ese hijo varón que tanto has deseado. No te pediré nada solo firma el divorcio.

-Esta bien – dijo Josef claudicando.

-¿Qué?

-Que firmaré el divorcio y te daré lo que te corresponde como mi mujer que fuiste.

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