CAPITULO 3

ARIEL

No tengo mucho que pensar,  lo único que me interesa ya está plasmado en el papel y firmo el documento con las sensaciones alteradas, la mirada profundo de Michael me escruta mientras nerviosa dejo mi nombre completo en el pliego.

—Sera divertido y espero te ayude Ariel—asiento sin poder mirarlo a los ojos—mírame.

—¿Para que? —la presión arterial se me sube

—Te atreves a llamarme por mi nombre, pero no eres capaz de verme a los ojos—dice—¿me tienes miedo?

—Tengo vergüenza de ti—confieso—no debí decirte algo tan personal, así de esa manera y creo que me contratas por lastima.

—Tienes una idea por errónea de mi personalidad Ariel y mírame a los ojos porque sabes que no me gusta repetir las cosas.

Me obligo hacerlo presenciando la misma tormenta la cual te acerca al precipicio.

—Contento.

—Mejor—responde sonriendo—ahora te llevare a casa, mañana comienzas con tus labores y te quiero cumpliendo tus labores antes de las 6 AM que debes arreglar a los niños.

—Es navidad, escuela no tienen.

—Pero si deportes que deben asistir.

Me da la espalda y puedo apreciar su físico intimidante enfundado en un traje que le queda a la medida alterándome los nervios. Busca algo en las cajones, saca algo de ese lugar y se gira anclando su vista a la mia. Esquivo a mirada mordiéndome el labio y se queda mirando como animal a la presa desencadenado un torbellino en mi interior.

—Toma, estas son las tareas que realizan mis hijos y estarás entrando y saliendo de la oficina porque lo único que debes hacer es llevarlos y traerlos.

—De acuerdo.

—Bien, te llevare a casa.

—Y tu trabajo—sigo tuteándolo y parece que no le importa—tienes el dia libre.

—Nunca estoy libre, pero siempre me hago espacio para todo, como por ejemplo ayudar a una suicida.

—Vas a recordármelo toda la vida.

Salimos de su oficina alcanzando la salida.

—Claro que si—deja su mano en mi espalda baja desencadenando tantas cosquillas que me ponen a sudar las manos—voy a restregártelo hasta que lo olvides.

—Eso se ve contradictorio, como olvidar si me lo vives recordando.

—Métodos Ariel—abre la puerta—también debo recordarte que cuando sea necesario, me acompañaras a citas especiales.

—Vino gratis, me interesa.

—No me gusta alcohólicas—lo miro cuando terminan la frase y abre la puerta del auto disimulando su error—para trabajar conmigo.

Dejamos a un lado las palabras, dándole paso al silencio que se toma la camioneta, solo hablo cuando el conductor pide que lo oriente y llegamos dos horas después debido al tráfico que se forma a la hora pico. Donde vivo no es de lujo, es una zona menos peligrosa dentro de lo peligroso de este país y la fachada da pena, pero es un buen lugar para una mujer que deseaba morir.

Abre la puerta del edificio como un caballero y pienso que hasta aquí , me sale con algo que me desestabiliza.

—Tengo curiosidad de conocer tu espacio personal.

—Es personal por alguna razón no crees—digo presionando el ascensor después de saludar al guardia.

—Esta malo señorita.

Maldigo para mis adentros.

—Gracias George—bufo—nos tocara subir escaleras entonces.

—Tengo buen físico y tú.

—Pésimo.

Tomo la iniciativa de ir primero.

—Tienes una figura delgada—se me atasca la saliva—te cuidas con la alimentación o no estas comiendo nada en lo absoluto.

—Mi alimentación es casi nula, excepto cuando deseo atiborrarme de gasolina, veneno o algún líquido que pueda matarme.

Me giro para verlo y tiene las expresiones serias.

—Estoy bromeando—continuo subiendo las infernales escaleras—realmente he perdido el apetito, la comida no me sabe bien y si desayuno es de milagro.

—¿Has sentido mareos?

—¿También eres doctor? —su sonrisa me aliviana la saliva—que otra profesión tienes Michael.

—Ni te imaginas

Rebusco las llaves cuando caminamos por el pasillo y rezo al altísimo que las piernas no se me traben, viene detrás de mí y camino con pie de plomo para no pasar una vergüenza. Llegamos a mi puerta y meto la llave, abro la puerta y me hago a un lado para que continue.

Pasa por mi lado y su perfume me contrae toda y debo sacudirme mi mente que lanza imágenes calientes de él y yo. Al lado de la puerta esta el interruptor, lo presiono iluminando mi humilde morada que repara y menos mal pese a todo no soy una desordenada.

—Pensaste que deseaba morir rodeada de pura basura—hablo de detrás de el—no hay que perder el estilo para algunas cosas.

—No he dicho nada, aunque me sorprende lo limpio que esta el lugar.

—¿Café?

—¿Algo de beber tienes?

—No me gustan alcohólicos—aplico la misma, pero no se tensa consiguiendo que me avergüence.

—Entonces estoy dentro tu lista—responde—no pienso beber nada, muchas gracias por el ofrecimiento.

—Solo quería ser amable contigo Michael—me encojo de hombros—si ya terminaste de investigarme y sacar conclusiones si tenía o no el apartamento desordenado, nos vemos mañana.

—Hasta mañana.

—Hasta mañana Michael.

Deja su perfume enloquecedor en el espacio y cierra la puerta no sin antes dedicarme una mirada cargada de poder. No solo su aspecto físico, estatura le da presencia y dominio, tiene una mirada violenta que me pone floja las piernas.

No hago nada para comer, sin embargo utilizo el tiempo para arreglar y empacar mis cosas personales, tendré los fines de semana para mí y es por eso que trata de organizar todo para estar de vuelta.

Llevo ropa para varios días, voy al baño por mis cosas personales que empaco en una bolsa y guardo en la parte delantera de la maleta.

—Tienes el trabajo—es mi hermana.

—Si, mañana comienzo—me tiro a la cama—creo que me gustara, los niños son un amor.

—Ahora que firmaste y como sé que ya conociste a los niños debido a tus palabras, debo ponerte sobre aviso.

—¿De que? —me asusta.

—Cuídate de Sofia, esa niña es una terrorista—parpadeo varias veces para asimilar sus palabras—tiene una apariencia encantadora pero es el demonio en piel de ángel hermana.

—Eres una exagerada, a niña me pareció lo más de tierna—de la nada pienso en sus ojos y un calor inexplicable se me sube.

—Hermana por favor hazme caso y presta atención a las advertencias, el niño no tiene tanta maldad, pero esa jovencita es la hija de satán.

Logra provocar una carcajada que hace más de un año no se dibujaba en mi rosto. Es muy cómico lo que me dice y no puedo creer que ese angelito sea lo que ella dice.

—Te quiero hermana.

Intento dormir, pero sus ojos se me vienen a la mente y como un zombi me levanto al día siguiente muy temprano, me organizo rápido sacando mis cosas personales y me sorprendo al notar  un auto esperándome, lo reconozco porque es el mismo hombre que condice para Michael.

—Buenos días señorita—vienen por mis dos maletas—el señor me envió a recogerla.

—Gracias.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo