Nace una luz II

El viaje era largo, pero Einar tomó un atajo que cruzaba bosques, lagos y montañas.  Nada era capaz de detenerlo, ni a él ni a sus bestias. Los bosques los corrieron, los lagos los surcaron, escalaron hasta las montañas más grandes y empinadas, acamparon entre el frío más duro y el calor de las zonas más áridas no logró detener sus pies. El viaje duró cinco días y la fatiga no duro uno solo.

Nowrtheen era una ciudad impenetrable, estaba protegida por seis enormes murallas y cientos de guardias que la habitaban. Su estructura era hexagonal y contaba con diez torres que vigilaban sus extenciones. A su alrededor habían preciosos bosques ricos en especies de animales, rocas, árboles y plantas.

Los hombres del bosque permanecian encerrados en una prisión dentro de la ciudad cerca de un costado de la muralla.

Einar contemplaba la preciosa ciudad montado en su enorme bestia desde la montaña más cercana, mientras los pies de su bestia se aferraban al suelo de grava que abrazaba sus garras. Su capa hecha con piel de venado no dejaba de bailar con el viento y sus compañeros no podían ocultar la curiosidad que les ocasionaba aquel nuevo y exitante lugar.

Las horas iban transcurriendo y Einar y sus bestias se acercaban cada vez más a su destino. Estando a un kilómetro de distancia de Nowrtheen, Einar ordenó a sus bestias quedarse y esperarlo - utilizando un lenguaje que solo ellos entendian. Excepto por el simio al cual cargo en su hombro junto a un enorme siervo que había cazado por el camino y se dirigió hacia la entrada de la ciudad.

Al cruzar los enormes muros, se dirigió rápidamente a la plaza. Estando allí, negoció con un mercader el venado y habiendo conseguido un buen precio por él, se marchó.

Los ojos de Einar se perdían entre los muros de la cárcel, las grietas eran de tamaño microscópico y los musgos decoraban sus paredes. Tenía pocos días para liberar a los hombres del bosque antes de que los trasladarán.

- ¿entonces se los llevarán en una semana? - preguntó Einar a un hombre en un bar mientras bebían un trago de cerveza.

- sí, se los llevarán al valle de las hadas, servirán para construir una ciudad - respondió el hombre embustero.

- ¿conoces el día exacto?

- en seis noches, amigo.

- ¿y sabes cuál es la ruta que van a tomar?

- tengo toda la información que desees.

El hombre le pidió un mapa a uno de sus servidores y en él trazó la ruta con precisión.

- ¿cómo es que sabes todas estas cosas de memoria? - preguntó Einar.

- la información es mi negocio y no hay nada más confiable que mi memoria, todo lo que sucede en Nowrtheen pasa por mi mente, es lo que me da tanto poder, Einar - dijo el hombre mientras le daba una palmada en el hombro.

- pues que suerte tengo de haberte conocido, Rey rata.

- suerte la que tuve yo al conocer a tu padre. Lo que el hizo por nuestro pueblo hace tantos años... espero poder pagarselo.

- ¿en verdad fue tan epico como lo cuentan?

- en cuanto entró montado sobre su Itjel junto a cien de sus hombres, los soldados de Phindelvanía no sabian si retirarse o hacerse en los pantalones - dijo el rey rata riendo junto a su visitante.

- despues vendré a que me termines de contar esa historia.

- claro, por ahora tienes que enfocarte en salvar a tu gente... Dime ¿hay otra cosa que necesites de mí?

- sí necesitaré armas para cien hombres por lo menos y ayuda de algunos de tus hombres.

- claro, te las conseguiré en dos días.

- gracias. Espero no abusar de tu confianza pero... ¿de casualidad tienes algún lugar donde pueda alojar a mis bestias mientras pongo en marcha mi plan?

- por supuesto, tengo una villa en mitad del bosque, puedes llevar a tus bestias y mis hombres las cuidarán - dijo el rey rata amablemente.

Einar le apretó la mano con agradecimiento despidiéndose de él.

Le tomó un día ocuparse de sus bestias y volver a la ciudad para seguir con el plan, el cual inició en la plaza de Nowrtheen.

El fornido hombre se acercó a un par de guardias. Al más fuerte de ellos le puso el filo de su espada en el cuello y le pidió al otro que soltara su arma, al hacerlo aturdió de un golpe al que amenazaba y procedió de la misma forma con el que se encontraba enfrente. Después los ató a una estatua que se hallaba a unos metros y se sentó a un costado para sumergirse en sus pensamientos.

La gente que estaba cerca se quedó asombrada de lo que el barabaro había hecho. 

Pasaron un par de minutos hasta que llegó una patrulla de centinelas a ver lo ocurrido.

- ¿qué sucedió acá? - le preguntó su líder a Einar.

- no sé - respondió.

- ¿como que no sabe? si estaba al lado. 

- no vi que fue lo que sucedio, acabo de llegar - dijo sin inmutarse.

- ¡usted señora, digame que sucedio!

- este hombre golpeo a los guardias y los ató - respondio la señora que vendia cueros en frente de la plaza. 

- es cierto tambien lo vi - dijo un hombre que se hallaba cerca. 

El ceño del hombre de la ley se frunció y ordenó que apresaran a Einar.

Dos guardias recorrían los pasillos de la prisión dirigiendo al recién encarcelado hacia su hoyo. Ya era tarde y lo único que Einar podía hacer era descansar hasta el día siguiente para buscar a los hombres del bosque.

Por la mañana salieron los reclusos al patio de la prisión y allí el enorme hombre encontró a la tribu que buscaba.

Su líder se encontraba sentado en una banca rodeado de sus hombres. Una larga melena oscura era lo que más resaltaba de él. Era bastante delgado y vestía viejos trapos.

A su lado estaba un hombre calvo y de baja estatura, pero muy fornido.

Los hombres reían y hablaban de la primer ocurrencia que se les cruzara por la cabeza. Pero en cuanto su líder vio que un hombre grande se acercaba firmemente hacia ellos, le pidió a su grupo silencio.

El hombre se acercó y los rostros de todos se llenaron de asombro.

El líder se levantó y lo miró en silencio, después de unos segundos lo rompió con una pregunta.

- ¿cómo es posible que estés acá?

- me pregunto lo mismo - respondió Einar con aires de sarcasmo.

El hombre lo abrazó firmemente dándole palmadas en la espalda y se alegró.

- los dejo de visitar unos días y terminan prisioneros del reino de Dahmar - dijo Einar sonriendo.

- m*****a sea, Einar. Acabaron con todo.

- tranquilo, Aldor. sacaremos a tu pueblo de esta prisión.

- ¿tienes algo planeado? - preguntó mientras sus ojos brillaban de emoción.

- sí, quiero que prepares a tus hombres para pelear. Hagan las armas que puedan en estos cinco días.

- ¿tú iras con nosotros?

- por supuesto que sí.

- ¡qué bien! - exclamó frotándose las manos - ¿y cuál es el plan?

- por el momento hagan lo que les dije. Ahora, mejor cambiemos de tema.

El resto del tiempo estuvieron hablando de puras trivialidades hasta que su descanso terminó. Todos se levantaron y se dirigieron a sus celdas, excepto el hombre que se sentaba junto a Aldor quien sacó una excusa y se marchó a otro lugar. Se llamaba Onir y no era confiable.

- ya decía yo que era extraño que un hombre, se metiera en problemas de esa forma tan inusual - dijo el encargado de dirigir la cárcel después de que el traidor le contará lo que había sucedido.

- exacto, señor.

- ¿no les contó todo su plan?

- no, señor.

- ¿cree que lo logre?

- él... Es muy inteligente, sobrevivió en el bosque desde niño y...

- ¡ese hombre no es nadie! - su respuesta lo irrito tanto que no pudo seguir escuchandolo - espero que cuando tenga más información me la entregué. Ya se puede ir - dijo señalándole la salida.

- oh, sí mi señor - dijo el traidor y se marchó.

Dos días después, Einar reunió a los hombres del bosque en el patio de la cárcel para anunciarles la siguiente parte del plan.

- las navajas que se fabricarán las tendrán los primeros hombres en la fila y los últimos. Quiero que estén lo más cerca de los guardias que les sea posible. En un punto del camino habrán armas escondidas, yo iré a delante con cinco hombres y en cuanto grite, ustedes se dirigirán hacia las armas. Ustedes cinco - dijo señalando a un grupo de hombres - cuidarán de las mujeres y niños apartándolos de la batalla, el resto pelearemos con todas nuestras fuerzas hasta acabar con esos malditos soldados. Hagan llegar el mensaje al resto de la tribu. Lo que queda del plan se los revelaré un día antes de nuestro traslado.

Al terminar Onir volvió a informarle al director de la cárcel lo que había sucedido en la reunión.

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