tiempos de guerra
tiempos de guerra
Por: Joseph R
Nace una luz

El último rayo de luz, se escondía en el firmamento.

Una carroza custodiada por veinte hombres armados con espadas y arcos recorrían un angosto camino por el bosque de las bestias. En la carroza se encontraban siete hombres encadenados. Los barrotes absorbían las almas de seis de estos hombres, el restante no podía sacar de su mente los pensamientos que la invadían. Miró por la ventanilla y en un par de tranquilos movimientos se quitó las cadenas, se aproximó hacia la puerta y la abrió con facilidad.

Unos minutos después; diez soldados con un perro de rastro se hallaban buscando a Nemo.

Nemo era un hombre de mediana edad, cabello cano, barba corta y desordenada. Vestido con trapos viejos corría entre la maleza del bosque. De repente vio una roca, miró a su al rededor y se detuvo a descansar.

Dos minutos después los soldados finalizaron su búsqueda. El sujeto al verlos levantó tranquilamente sus manos acompañado de una sonrisa y fue arrestado.

Once hombres avanzaban por las profundidades del mismo bosque acompañados por la melancólica atmósfera del anochecer y guiados por el viento. Eran soldados dahmarianos, el imperio más poderoso y grande que el mundo haya conocido. Sus armaduras eran de hierro, tenían cascos que dejaban ver sus rostros y una pequeña cresta corta en la parte superior, en sus yelmos se veía la bandera de Dahmar. Era de un color azul intenso, tenía una D con una espada arriba y otra abajo de forma lateral y su color secundario era el blanco. Los pantalones eran gruesos y sus botas también para abrigarlos, sus colores eran los mismos de su bandera.

- Señor en la noche despiertan varios tipos de bestias muy letales y en la última fase de la noche se libera en el aire el viento mortífero, creo que deberíamos buscar un lugar y acampar - dijo el guía del capitán.

Viento mortífero... Era una niebla que mataba en segundos a cualquier persona que no habitará en el bosque, ya que las bestias y hombres que lo habitaban; nacían con una inmunidad hacia este veneno en forma de gas.

- mmm... tú eres el único que conoce este lugar, haremos lo que dices - respondió el capitán.

- yo vi una cabaña hacia el norte - dijo el prisionero.

- nadie pidió su opinión, recluso - gruño con enojo el capitán.

-disculpe señor, pero creo que sería una buena idea - dijo el soldado a su capitán con una mirada sumisa.

- ¿y le crees a este hombre?

El soldado asintió con la cabeza.

- ¿por dónde vio esa cabaña? - le preguntó al recluso.

- está a unos metros de acá... Sí justo allá - dijo señalando una pequeña casa de madera a lo lejos.

Se acercaron con precaución a dicho lugar y al llegar encontraron a un hombre en frente de la casa partiendo leña. Su hacha caía con veracidad sobre los troncos cortándolos con la facilidad que un cuchillo corta la mantequilla. El hombre era enorme, tenía el cabello rapado a los lados y arriba nacía una melena castaña a la que cedía una larga trenza que llegaba hasta su espalda baja. Una barba gruesa y muy poblada del mismo color del cabello le cubría el rostro y sus ojos verdes al ver que un grupo de soldados se acercaban, buscó al líder de ellos y lo clavó con la mirada.

A su lado aguardaban dos fieras que miraban a los hombres fijamente como un depredador mira a su presa. La primera era un animal de cuerpo alargado y musculoso de estructura felina, su espalda era ancha, sus patas fuertes y tenía unas garras filosas como navajas. Un rostro cuadrado, la boca profunda y llena de afilados y largos dientes. En la cien tenía dos cuernos filosos como si de un bisonte se tratara. Su pelo era poco largo, aunque grueso y en el cuello llevaba una pequeña melena - ni la mitad de larga comparada con la de un león - que se desvanecía al llegar a su musculado torso, en cuanto al color era: atigrado negro con gris.

La segunda bestia era de aspecto lobezno. Orejas paradas y en punta, hocico en uve, tamaño medio y cuerpo fuerte, ojos almendrados, su cabello formaba un collar y en el resto del cuerpo era medianamente largo y de color negro.

Ante la amenaza de estos soldados Einar avanzo dos pasos y se les quedó viendo.

- Señor, venimos en nombre de la corona de Dahmar y le exigimos que se aparte de esta cabaña para que podamos pasar la noche en ella, al amanecer se la devolveremos - dijo el guía del grupo.

Einar avanzó dos pasos más con movimientos tranquilos y lentos como un poderoso león sin quitarle la vista de encima al capitán.

El capitán susurró algo en el oído de su acompañante mientras miraba a Einar con intriga.

- señor, si no se aparta tendremos que utilizar la fuer...

El hacha de Einar no dejo que el hombre terminará su oración. Se clavó en su rostro acabando con su vida al instante. Al verlo, el rostro del capitán fue invadido por el asombro.

- ¡mátenlo! - gritó.

Los hombres del capitán se lanzaron a él, tres de ellos fueron abatidos por la bestia felina, uno de ellos por el perro quien le mordió el brazo inmovilizándolo y de los cuatro restantes se encargó Einar - A pesar de su tamaño sus movimientos eran rápidos y mortales como los de un puma - esquivó el primer golpe y lo devolvió asesinando al soldado, al segundo le quito la espada y en dos movimientos acabó con su vida y la de su compañero. Al cuarto hombre, le dio un golpe en la espada tirándola de su mano, después lo tomó del cuello y lo arrojó hacia su bestia más grande la cual de un golpe con sus garras lo mató.

Entonces su profunda mirada salvaje se enfocó en el capitán quien con la última gota de valor se abalanzó contra él intentando herirlo. Fue en vano.

Diez cuerpos yacieron muertos en aquel lugar.

Einar miró al sujeto restante.

- yo solo soy su prisionero - dijo Nemo un poco intimidado.

- tendrá que ayudarme a sacar estos cuerpos de mi jardín - dijo Einar con autoridad.

- sí señor.

Al terminar de recoger los cuerpos, los hombres entraron en la cabaña y las dos bestias en el granero. Ambos se sentaron en dos cómodas sillas de cuero que Einar había hecho con piel de varias bestias. Bebieron té y conversaron.

- asesinaste a esos hombres como cortar pan... ¿debo preocuparme por mi integridad? - preguntó el huésped.

- no le hago daño a quienes no me intentan dañar - respondió el Bárbaro.

- nunca había visto pelear a un hombre así... y esas bestias... bueno, no me sorprende tratandose del ultimo Haitboor.

Einar se asombro al oirlo. Pero era evidente que su invitado solo queria mostrarle que no era un hombre común. 

- ¿cómo sabe que soy el último?

- porque todos murieron. Eres Einar, tu padre era knut el poderoso - dijo mientras sonreía de alegría.

Einar lo miró con dureza.

- ¿quién es usted? - pregunto con tono severo.

- eso no importa Einar… solo vine a decirte que los soldados de Dahmar capturaron a los hombres del bosque y los tienen prisioneros al oeste de Nowrtheen, pero no los tendrán por mucho tiempo allí, así que debes apresurarte si quieres salvarlos.

- ¿Porque me dice esto?

- porque debes tomar tu esa espada y liberar a los hombres del bosque, tienes razones de sobra para hacerlo - dijo el viejo con mucha convicción.

Einar llamó a un pequeño simio y le pidió que le sirviera más té. Se quedó pensando por unos segundos y habló:

- ¿porque sabe estas cosas? - preguntó.

- salva a tus hombres Einar - dijo ignorando su pregunta.

El hombre se levantó y se dirigió hacia la puerta.

- ¿qué hace? Si sale de acá no podrá sobrevivir la noche

- no me importa si muero, tengo obligaciones y no me puedo quedar en esta cómoda cabaña a evadirlas - al finalizar esta oración, el hombre misterioso se marchó dejando a Einar inundado de dudas.

- ¿qué acaba de pasar...?

El simio miró a Einar y levantó las palmas de sus manos.

La semilla de intriga que plantó Nemo en Einar dio sus frutos muy rápido.

A la mañana siguiente, Einar tomó la montura de su gigante mejor amigo, la ocupó con todo lo que necesitaría para un largo viaje y alistando al perro, al simio y a un ave de caza - que era su última compañera - partió hacia Nowrtheen no sin antes visitar el pequeño pueblo de los hombres del bosque, para asegurarse de que su visitante no le hubiese mentido.

El pueblo estaba inhóspito, en el aire se respiraba la desesperación y el miedo por el que habían pasado sus habitantes unos días atrás. Los cuerpos putrefactos adornaban las calles del pequeño pueblo y las casas se veían manchadas con la sangre de los heridos que apenas alcanzaron a sobrevivir.

Einar recorrió todo el pueblo en busca de indicios que le revelaran exactamente lo que había sucedido en este precioso lugar que ahora estaba manchado con la desgracia ocasionada por la avaricia del reino que gobernaba la mayor parte del continente.

Sin más que ver, el poderoso hombre junto a sus bestias partió a rescatar a los hombres del bosque.

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