Incluso cuando Liz sabía que en si no era a ella a la que miraba con esos ojos tan intensos podía sentir la mirada, se sentía tímida y al mismo tiempo atraída a él.

—Disculpeme enseguida me visto y la ayudo a comer— le dijo tomando la ropa.

Él se comenzó a vestir con el uniforme de soldado del ejército que dirige el padre de Yeva, cuando terminó se ocupó en preparar sus alimentos y ayudarle a sostenerse pues seguía muy débil.

—Debe tener hambre, lamento mucho que le halla pasado todo esto— se dirigió a ella ofreciéndole la cuchara.

—Oh muchas gracias— respondió abriendo la boca para comer.

Lizbeth sentía tanta familiaridad con Simeón pero aún así él no era Lukyan, así como ella no era Yeva.

—Debe descansar señorita, no se preocupe yo la cuídare— le propuso mientras la ayudaba a regresar a la cama.

Volvió a recostarse para descansar pues sabía que el viaje sería largo, él se quedó a su lado cuidándola toda la noche.

Luego de unas horas el sol volvió a iluminar el cielo, Simeón la des