Capítulo 5

El alma se le cayó a los pies al observar que estaba subiendo los peldaños de su casa, a esa hora los vigilantes estaban en descanso, por esa razón nadie lo había detenido, solo quedaban diez minutos para que los hombres contratados por su padre regresaran a sus puestos y lo vieran, desatando un problema con el que no quiere lidiar hoy. 

—¡Ni se te ocurra hacer una idiotez, Stevenson! —con una mirada se comunicó con Emma, quien entendió lo que quería, y era vigilar a su padre para que no saliera de su habitación y si lo hacía, retenerlo. 

—Muy tarde, estoy a punto de…

—¡Voy a bajar, quédate quieto, hablemos, si tocas el timbre juro que voy a destruirte! 

Everly colgó enfadada, salió de su habitación echando chispas por los ojos, si había algo que detestaba Everly Hilton, era que la manipularan de cierto modo, por lo que abriendo la puerta principal de su casa, jaló del brazo a Bruno y lo arrastró hacia la cocina, donde no había nadie, cerró las puertas con cerrojo y se aseguró de que las ventanas tuvieran las persianas cerradas del mismo modo. 

Arrugó la nariz al percibir el olor a Vodka de Bruno, mientras este no dejaba de mirarla de pies a cabeza con la lujuria emanando de cada poro de su piel. 

—¿Estás loco? ¿Qué pasaría nos descubren? 

—Creí que eso era lo que querías —se burló él. 

—No hoy, sabes cuánto he esperado este día, no me lo jodas. 

—Yo también he esperado este día —Bruno mermó el espacio tan corto que los separaba y rodeando su cintura la acercó a su cuerpo—. Te deseo, prometiste que hoy serías mía por completo. 

El deseo se formó en ella como flecha disparada, lo amaba pese a su actitud de hijo de p**a, y rápido mojó las bragas.

—Pero no vine a eso —soltó un enorme suspiro Bruno, se apartó de ella y sacó de su blaze oscuro, una cajita larga—. Quería darte algo de graduación. 

Los ojos de Everly se ampliaron al ver el regalo, le encantaba que le regalaran cosas, en especial cuando estas eran costosas, por lo que ladeando una media sonrisa en los labios, Bruno lo abrió por ella sacando un costoso collar de diamantes y al centro uno en forma de corazón, Everly detalló la joya, giro y se recogió el cabello para que él la ayudase a ponérselo. 

—Es hermoso —dijo ella con emoción. 

Bruno sonrío. 

—Lo sé, conozco tus gustos, es por eso que pensé que antes de tu estúpida fiesta de graduación, podías darme a cambio lo que tanto quiero —le susurró al oído y casi se atraganta de la decepción al escucharlo hablar así. 

El problema era que a Everly reaccionó lento, y cuando menos se lo esperó, las manos de Bruno la ya estaban acorralando contra la encimera, dejando su culo en pompa, el frío se coló en su pecho y dio un respingo, intentó moverse para soltarse de su agarre, sin embargo, fue imposible, Bruno era más fuerte. 

—¡Suéltame! —exclamó Everly llena de adrenalina. 

No obstante, Bruno ignoró las súplicas y levantó su vestido, su polla ardió al ver su perfecto trasero en forma de corazón, estrecho, rosado, firme, no dudó en darle un par de nalgadas, no era un violador, solo buscaba darle una lección a su caprichosa novia y eso es lo que estaba haciendo. 

—Eve, tienes que dejar de ser una niña mimada, nadie quiere una p**a novia mojigata.

Le dio una nueva zurra, las lágrimas se acumulaban en los ojos de Everly Hilton, pero se negaba a derramarlas, su orgullo la estaba aplastando. 

—Eres un maldito, te odio, te odio —chilló Everly haciendo que Bruno detuviera la siguiente palmada y se alejó como si la piel de su chica le estuviera quemando. 

Observó la escena y cayó en la realidad de lo que había hecho. 

—Everly… yo… no quería…

Estaba arrepentido, pero ya era demasiado tarde, Bruno debió saber que es de las chicas que no perdonan y siempre se vengan de quienes les hacen daño, por lo que ella, aún reteniendo las lágrimas, llena de rabia, levantó el mentón quitándose el collar y lanzándoselo en el rostro. 

—Se acabó. 

—¿Qué? —Bruno frunció el ceño. 

—Lo que oíste, imbécil, se acabó, hemos terminado, ya no quiero estar un solo día más a tu lado, esto —ella los señaló a ambos con sorna—. No somos nada, ¿entiendes? Nada. Vete de mi casa, Stevenson. 

Y diciendo esto giró sobre sus talones, salió de la cocina y subió dejando al chico que creía especial, atrás. Mientras al mismo tiempo a unos cuantos kilómetros de distancia, Kavan hablaba con su madre en la estancia principal de su amplio y lujoso departamento. 

—Entiendo lo que intentas decirme, y está bien, sabes que eres mi madre, te apoyo, pero irme a vivir contigo y con tu nueva familia, es una locura —replicó Kavan con un sabor amargo en la boca.

—No es mi nueva familia, es nuestra, tú eres parte de ella y Zaid y yo hemos pensado que eso nos ayudaría a que nos conozcamos más, solo será un año —insistió su madre con mirada suave. 

—Soy un hombre, tengo mi vida, mi departamento, aquí está mi empresa —refutó Kavan—. No puedo hacerlo, ni siquiera me has dicho el nombre completo de ese tipo. 

—Es porque quiero que sea sorpresa, hoy es la fiesta de graduación de Everly, y me gustaría que vinieras conmigo, es tu hermana…

—No, no lo es, seríamos hermanastros, no tenemos la misma sangre y hasta el momento seguirá siendo una desconocida para mí. 

Su madre, cansada de seguir discutiendo con su hijo, se puso de pie mirando la hora que marcaba su reloj de mano. 

—Solamente piénsalo, me haría muy feliz, es decir, yo sacrifiqué mucho en el pasado, no te reclamo, pero por lo menos me puedes regalar esto como compensación.

Kavan enfureció, amaba a su madre, sin embargo, esta podía llegar a ser una mujer manipuladora, no respondió, recibió el dulce beso de su madre en la cien y luego se marchó, al tiempo que sonaba su móvil en la mano y el número de su novia parpadeaba, ignoró la llamada, se sirvió otro tragó y asomándose a la ventana bebió. 

—Con que Everly, interesante nombre. 

La noche no estaba yendo bien para el resto del mundo, Bruno conducía su cámaro a gran velocidad, maldiciendo y bebiendo, Zaid permanecía nervioso recibiendo a Analy para buscar a su hija y presentarlas por fin, Emma bailaba como zorra con uno de sus compañeros y Everly, luego de haber llegado hace un par de horas, bailaba con sus compañeras, había bebido tratando de olvidar el mal momento que le dejó Bruno, cuando a lo lejos localizó a su padre. 

Levantó la mano para saludarlo y casi muere de la emoción al ver a la mujer que hace unos días estaba sentada sobre sus piernas. 

—Cariño, te quiero presentar a Analy Griffin —habla su padre señalando a la pelinegra de ojos azules que se colgaba de su brazo con una elegante y sincera sonrisa. 

—¡Oh, carajo! —exclamó Everly al verla, la mujer había estirado su mano para estrecharla con la de ella, en cambio, lo que recibió fue un fuerte abrazo que le encogió el corazón, ya que siempre quiso tener una hija—. ¡Eres hermosa! Soy la hija de este señor apuesto, pero no te dejes engañar, ronca como animal suelto en la selva.   

Analy se relajó y soltó una risa que estaba lejos de ser nerviosa. 

—Lo sé. 

Zaid no podía estar más feliz, tenía a su hija y a la mujer con la que pensaba pasar el resto de sus días, feliz, y mientras los tres se dirigían a una mesa para hablar cómodamente, Kavan salía de su apartamento habiendo tomado una decisión final, decidió no usar alguno de sus carros, tomó un taxi y terminó de m****r un texto.

—¿A dónde lo llevo, señor? —le preguntó el sujeto, extrañado de que un hombre millonario como él, decidiera utilizar un taxi. 

En cambio, Kavan tenía sus razones, jamás hacía algo sin meditarlo y pensar en todas las posibilidades de fracaso, así como en las soluciones. Por lo que alzando la mirada, respondió:

—Lléveme al salón imperial en Cambridge, es la graduación de mi querida hermanastra. 

Y sonriendo maliciosamente, se relajó, estando seguro de que se encontraría con una mocosa mimada e incluso fea, sin saber que estaba a punto de llevarse una gran sorpresa, ya que si algo tenía Everly Hilton, es que siempre robaba las miradas y atención de los hombres, y eso estaba a punto de averiguarlo el destino.

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