A la Deriva 31

A La Deriva 31

Inmediatamente Theo fue a su habitación y sin pensarlo se tiró en la inmensa cama la cual era muy cómoda.

Quedó mirando por un momento el techo pero sus párpados le pesaban demasiado. Así al instante se quedó profundamente dormido…

Despertó abruptamente al sentir una sensación extraña en sus piernas y una especie de susurro y leves ráfagas de aire…

Inmediatamente se sentó en la cama y prestando mucha atención observaba atento en la penumbra…

Afuera escuchaba a los demás hablar y esas cosas.

Le sorprendió no oír a Laurine pero recordó que su familia estaba también y entonces era lógico que se encontraba con ellos en algún lugar de la inmensa mansión.

Cuan equivocado estaba Theo, ya que ella se encontraba teniendo sexo muy intenso con Edgar en alguna de las muchas habitaciones…

A lo que Sigmund no podía ocultar su disconformidad y entonces estaba muy serio y callado.

Esa actitud llamó mucho la atención de Leo, Francis, Osvaldo y Joseph.

—y mirá que parecemos boludos pero no somos tanto— dijo Osvaldo serio.

—pues yo ya le dije al capi que aquí hay algo raro— dijo Leo un poco molesto mirando disimuladamente a Sigmund.

—a todo esto ¿dónde está el capitán?— preguntó Francis mirando a todos lados.

—angaú se fue a dormir hace rato ya— dijo Milton pensativo.

Al oír eso Francis y Leo se levantaron al mismo tiempo del sillón donde estaban.

Pero para su sorpresa en ese momento Theo entró desperezándose.

Está vez Leo y Francis suspiraron aliviados al mismo tiempo.

—¿qué onda?— preguntó Theo inquieto.

—y acá estamos— dijo Joseph serio.

—tranquilos, mañana temprano ya nos vamos a la mierda— dijo Theo en un susurro mirándolos seriamente.

—pero ¿y su mujer? Que acaba de reencontrarse con su familia— preguntó Osvaldo.

—que se yo, vendrán con nosotros o no sé— dijo Theo molesto.

—bien Edgar¡suficiente!

Ordenó Sigmund molesto dando unos golpecitos en una de las paredes.

Obviamente Theo, Leo y sus compañeros observaron extrañados eso.

Cruzaron miradas nerviosos.

Yo le dije capi que acá hay cosas raras—

¡Ya sé boludo! Pero tenemos que disimular y hacer como que no nos dimos cuenta— contestó Theo más molesto aún.

Lo sabemos, pero la verdad es que estamos muy nerviosos.Es todo tan extraño…

Y se pondría más extraño aún…

En ese momento Edgar entró al salón y sonriendo dijo:

Bueno ya está todo listo para la cena, así que pasaremos al comedor—

Así todos siguieron a Edgar.

Laurine ya estaba sentada con su familia.

Theo se acercó y abrazándola preguntó:

¿qué onda? ¿todo bien?—

Si, si estábamos tomando un té en el jardín— dijo ella sonriendo.

Su familia también sonrió.

Theo solo les devolvió una sonrisa forzada…

Rápidamente todos se acomodaron en la inmensa mesa, Sigmund estaba en una de las puntas y Edgar en la otra.

—bien, solo falta que lleguen unos amigos y entonces cenaremos—dijo Sigmund tranquilo mirando a todos.

—está bien señor, no hay apuro—dijo Theo sonriendo y viendo fijamente a sus camaradas como advirtiendo con su mirada. A esto todos asintieron en silencio.

Así estuvieron todos callados por unos 10 minutos más o menos hasta que de repente las puertas se abrieron de par en par dejando entrar a un joven de unos diecisiete años, alto delgado cabellos negros rizados largos pasando los hombros; tez blanca; lentes de media luna y ropa negra de cuero.

—¡buenas, buenas! ¡Llegó el mago negro más putas de Pereira!

Mateo Gargaelmon para servirles—exclamó con una amplia sonrisa mirando a todos.

La tripulación de Theo no hizo más que sonreír y saludar con las manos. Estaban sorprendidos ante la llegada de semejante sujeto...

Theo por su parte ya había armado la cara.

—adelante Mateo siéntate donde quieras—dijo Sigmund sonriendo. Su actitud había cambiado radicalmente, obviamente Theo y los demás lo habían notado.

Así Mateo se sentó para molestia de Theo frente a él.

Rápidamente una sirvienta le sirvió una taza de café bien negro como la noche.

Mateo le devolvió una cálida sonrisa a lo que ella asintió con la cabeza saliendo rápidamente del salón.

De un trago Mateo se bebió toda la taza de café.

—ahh! Este tintico estuvo delicioso— exclamó él relamiéndose.

—Sabía que te gustaría, pues un buen amigo de Milán decidió lanzarse en la industria cafetera y le está yendo muy bien—explicó Sigmund.

—pues si, estuvo muy rico este tintico.

pero bueno y ¿Dónde está mi querida Santina?—preguntó impaciente Mateo.

—salió a hacer unos recados, ya debería estar aquí— contestó Edgar un poco nervioso.

—Mateo es amigo de la familia hace bastante tiempo—

Explicó tranquilo Sigmund a Theo y compañía.

—de acuerdo, y por lo que pude notar vos— observando a Mateo fijamente con su mirada gélida a lo cual este no se inmutó y solo le sostuvo la mirada con sus penetrantes ojos marrones— vos sos colombiano—

Mateo solo esbozó una sonrisa forzada.

en ese momento las puertas volvieron a abrirse de mano del mayordomo.

—oh ya están aquí— dijo Sigmund entusiasmado.

Así el mayordomo dio paso a una joven de alto porte, mirada severa, cabellos ondulados color caramelo y profundos ojos azules. Lucía un finísimo y extravagante vestido en tonos violeta y negro.

Las mujeres quedaron anonadadas ante semejante vestido...

Rápidamente un jovencito de piel tan blanca como la nieve y larga cabellera negra como la noche, también muy bien vestido con una larga galera entró prendido del brazo de la mujer.

En ese momento todas las lamparillas del salón titilaron y el ambiente se puso muy denso.

—sean bienvenidos a mi humilde morada Baronesa Mercy Spencer y joven Valentín Querubini— exclamó Sigmund besando una de las manos de la mujer.

Ella sonrió haciendo una reverencia y el joven solo sonrió forzadamente.

le estoy muy agradecida mi Lord por la invitación y por aceptar ayudarnos, se que usted será capaz—

eso espero, haremos todo lo posible con mi equipo para disipar de sus vidas el mal que tanto los aqueja— dijo él muy serio.

—pero ahora cenaremos con unos invitados de mi hijo—

—si mi Lord, por supuesto, vamos a sentarnos Valentín— dijo ella amablemente y sentándose junto a Mateo, por un momento su expresión severa había desaparecido.

Sin decir nada el jovencito se sentó junto a ella, ante esto Mateo suspiró profundamente, Theo sentía que la cabeza le iba a estallar...

—¡ijolé! Me van a disculpar un momento, pero necesito tomar un poco de aire— dijo Leo levantándose abruptamente.

Inmediatamente Mateo también se levantó.

si no te molesta te acompaño papi, necesito fumar un poco—

—de una mi carnalito, vamos pues—

—yo, yo también voy a aprovechar para fumar un poco antes de cenar—dijo Theo levantándose también.

—claro mi capi, vamos pues—

—vamos entonces, tengo tabaco del mejor — dijo Mateo y así los 3 se dirigieron rápidamente hacia el balcón…

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