8. Boda

La figura de un hombre alto y fornido se pasea inquieta como si en lugar de un hombre fuera una bestia, y como si en lugar de encontrarse en lo que era su hogar, estuviera en una jaula. Así se sentía Adriano en la casa de los Caruso, como una bestia enjaulada.

—Bienvenido a casa, soy Sasha, la mano derecha de Dominik —sonrió el rubio con su clásico encanto, extendiendo su mano para luego estrecharse a sí mismo, al ver que el castaño no estaba para la labor.

Adriano lo escanea de arriba a abajo con indiferencia.

—¿Dónde has estado la última semana?—pregunta Adriano fulminando con la mirada a Ezra.

—¿Perdón?—preguntó Ezra sin poder camuflar su sorpresa.

—Sé quien eres—espetó Adriano con su clásico tono de voz tenue y apagado—Por eso mismo sé que desapareciste justo después de la boda de mi hermano, y no has vuelto a aparecer hasta hoy, verás no tengo mucho tiempo, en mi mundo el tiempo vale dinero—añadió—Así que será mejor que evitemos conversaciones vacías y vayamos al grano, ¿Dónde estabas en la hora del funeral ayer?

Los ojos de Adriano centraron tanto la vista en Ezra que este se sorprendió ante el hijo rebelde de la mafia, sin lugar a dudas era un tipo mucho más inteligente que toda la b****a que había por ahí.

—Tienes razón, me fui fuera por un tiempo—afirmó—Tu hermano ya lo sabía—se defendió serio, no le dejaría ver que lo había tomado por sorpresa. Debía mantenerse sereno para poder descubrir hasta qué punto había investigado Adriano—No podía asistir a su funeral porque era demasiado duro afrontar la muerte de Dominik—mintió con naturalidad Ezra.

—Supongo que estarás al tanto de que la asesina es su esposa, ¿No?—pregunta Adriano buscando analizar la reacción del joven ayudante, haciendo que una leve alarma dentro del rubio se active, este asiente sin emoción sabiendo las intenciones de Adriano.

—Por desgracia, pero me he encargado de que la vergüenza quede sellada hasta que tú decidas ponerle remedio. Solo lo sabe tu madre, yo, y tú. Es mejor así, de cara al resto la señora María Caruso no ha tenido fuerza para asistir al funeral—afirmó con una sonrisa amarga al recordar la escena de una Meredith que hacía su mejor esfuerzo por luchar en el ring contra él, y lo que fue peor aún, verla caminar con tacones.

—Bien hecho eso nos da margen—afirma más para sí mismo que para su acompañante—Seguro que ya sabes que he mandado a buscarla y que ahora mismo partiré en su busca para que esta tarde, esa zorra esté aquí—añade cambiando su expresión a una mucho más agresiva.

Ezra tragó saliva con fuerza, le había dado su palabra a Meredith que no saldría dañada al menos físicamente.

—Sí, señor, por eso me gustaría convertirme en su mano derecha…—afirma él con una sonrisa de lado a lado.

Adriano frunce sus pobladas y oscuras cejas para afirmar indiferente.

—No pienso quedarme mucho aquí. Lo suficiente como para sentir su cuello crujir entre mis manos—afirma convencido, sus ojos pierden toda luz, habló con tanta fuerza que a nadie le cabría duda que Adriano era capaz de hacer eso y más.

En ese mismo instante, Paige Caruso interrumpe con una sonrisa encantadora en el rostro. Lleva su pelo recogido en un elegante moño y los labios pintados con un rojo carmesí que hacía contraste con su color de piel, estaba hermosa y radiante como siempre, como si no se hubiera pasado la última semana llorando a moco tendido.

—Aquí estás…—afirmó ella mirándolo incrédula

—¿Sucede algo madre?

—Sucede mío caro, que esta tarde se anunciará tu compromiso con Bianca Lombardo—afirma ella triunfante al ver la expresión de horror dibujada en el rostro de Adriano y el esfuerzo titánico que hace Ezra por no soltar una carcajada.

—¿La hija de nuestros peores enemigos? ¿La mocosa de los brackets?—pregunta incrédulo Adriano a lo que su madre afirma de forma efusiva.

—Han asesinado a tu hermano—afirma ella seria—Han ido muy lejos está vez.

—¿Qué diría papá de esto?—pregunta él serio recordando el evidente hecho de que fue él quién asesinó al padre de los Lombardo—O lo que es peor…¿Qué diría el suyo al verme casándome con su hija?—añadió serio.

—Ambos están muertos—espetó la mujer con fuerza.

—¿No será esto un plan tuyo para mantenerme aquí?—preguntó arqueando una ceja con una sonrisa ladina su hijo mayor.

—¡Cómo crees!—afirmó ella defendiéndose—Aunque ese sería el mejor de los regalos para mi, además de que tu hagas algo tan positivo para nuestro clan hará que seas un legitimo sucesor de Dominik—añadió.

—El único detalle es que a mi no me importa esta mierda—afirmó con una mueca burlona Adriano.

—¿A caso quieras que sigan ardiendo personas inocentes por una guerra milenaria cuyo origen desconocemos? La otra vez, la hija de nuestras sirvientas fue violada por el chofer de los Lombardo, y esto que te parece tan poca cosa es un horror para una madre…—declaró dura ella.

—Lo sé madre no he dicho nada. Ese miserable merece un castigo—le respondió con fuerza Adriano—Pero…

Su madre lo interrumpe haciendo que sus ojos se salgan de órbita sorprendidos ante tal hecho, jamás alguien en los últimos años había osado a hacer tanto.

—Esta tarde irás como buen Caruso y te casaras con esa muchacha, si quieres llévatela a Nueva York o yo que sé…Pero el derramamiento de sangre inocente debe cesar—afirmó tajante seria como si de repente Adriano volviese a tener diez años y no los casi 27 que tenía.

—Pero tenía pensado ir a buscar a la tal Malak…—respondió Adriano incrédulo.

—Pues la llevas contigo, es por la tarde no por la mañana—le atacó Paige poco después giró sobre sus talones para salir disparada del salón.

Ezra, quien por su parte se había mantenido quieto viendo la escena pasar, agradeció ese golpe de suerte. Esto le daría más margen de maniobra a Meredith de sobrevivir pues al menos hoy no podría empezar con las torturas.

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