3

—No debería cabalgar por esta zona es peligrosa—la voz ronca de un hombre la hace voltearse sobresaltada.

Instintivamente, Ariel alcanza su pistola, y coge precavida las riendas de su caballo, quien se alerta levemente ante ese gesto. Lo relaja con una caricia.

Se encontraba en el lago. Había estado observando melancólica, tranquilizada, hipnotizada por la belleza del lugar y de sus dolorosos recuerdos, hasta que ese borracho de casi dos metros le había interrumpido, tenía aspecto sucio y desgastado, tenía moratones en la cara y un par de heridas más, pero lejos de asustarla, le recordaba a alguien como si se conocieran de antes.

—Son mis tierras, puedo hacer lo que me venga en gana. Es usted el que no debería estar aquí—aclaró la castaña con media sonrisa al hombre que tenía en frente, quien arqueó una ceja divertido.

—Tiene razón. De hecho no sé qué hago aquí… —aclaró el moreno observándola con un brillo en los ojos propio de un enamorado, lo cual era imposible porque dos desconocidos no pueden estar enamorados, por lo tanto el no puede ni podía mirarla de ese modo, tal vez era la embriaguez del alcohol, se obligó a recordar la castaña, por el estado de ese hombre era obvio que el alcohol era uno de sus mayores vicios, había visto muchos hombres como el antes pero nadie nunca tan desgastado. Los peores desgastes son aquellos que son provocados por otros humanos.

Hunter sabía que ese lugar era el favorito de Ariel, donde ella y él, se habían entregado a la pasión, siendo tan solo unos críos, prometiendo cosas que jamás debieron prometer. Y le parecía un delirio, un espejismo, que la mujer de su vida estuviese frente a él, con el poco maquillaje que llevaba corrido, por las lagrimas, tal vez por el dolor de los recuerdos, por su culpa.

Ahora es Ariel quien arqueó una ceja sorprendida. Seguía sin entender qué hacía aquel borracho ahí. Pocos sabían llegar, de hecho…Solo Hunter… ¿Dónde estaría? Conociéndolo estaría de fiesta en fiesta, de falda en falda. La rabia en cuestión de segundos se apoderó de cada poro de su piel, así que decidió relajarse, esa rata no se merecía si quiera una venganza. Lo mejor era que las cosas se mantuviesen así.

—Entonces…¿Se ha perdido por el camino? —pregunta ella con malhumor—¿Por qué sino no entien…—ni siquiera pudo terminar la frase, dado que el hombre ya tenía preparada su defensa.

—Está bien… Solo quería hablar con usted sobre un tema…¿Es usted la señorita Ariel Stone, no?

La ojiverde ni siquiera lo dejó terminar, se puso de pie y lo empujó lejos como si así lo pudiese mover, era obvio que en una pelea física, ella saldría perdiendo. No quería tener a ese hombre cerca. Era como si su presencia le resultara familiar.

Logan, que había estado observando la escena desde lejos, de forma prudente, seguía con el entrecejo fruncido. Había salido a cabalgar por sus tierras, ni siquiera sabía cómo había llegado a ese sitio. Sentía como si algo lo empujara a ir por esos caminos, inmediatamente se había quedado enamorado del paisaje. Y para su sorpresa, no estaba solo. Una hermosa mujer lloraba casi en silencio, él, prácticamente hipnotizado se quedó observándola…Hasta que de la nada, su querido hermano pequeño había aparecido, a meter su hocico como siempre, pensó Logan de mala manera. Y entonces se dio cuenta de que era Ariel Stone.

De repente tuvo ganas de ir a hablar con ella, por lo que le había pedido su madre, pero haber visto a su hermano entrar en escena, lo cambiaba todo, a saber lo que iban a hacer esos dos. Ya habían compartido cama una vez y si Ariel había sido tan tonta de caer en los brazos de su hermano la primera vez, caería tres más, conocía ese tipo de mujeres. Eran simples. Caían como moscas en los brazos de Hunter. Logan tan solo permaneció quieto entre la sombra de la noche observando.

➔ ➔ ➔

Hunter, observaba a Ariel, estaba mucho más hermosa, ahora ya era una mujer.

Debía buscar una excusa para quedarse más tiempo con ella. Para poder tenerla. Para conseguir su perdón…¿Pero cómo? Entonces le vino a la cabeza una idea que más tarde lamentaría pero que ahora borracho y cegado por la felicidad de tener a Ariel enfrente suyo le parecía obra de los dioses.

Ariel suspiró cansada lo último que necesitaba era a un acosador borracho pobre. Lo miró de abajo arriba, había algo en aquel hombre que hacía vibrar una parte de ella, por más que ella intentase negarlo.

—He venido a buscar trabajo en su finca. Me han dicho que al irse su tía, el capataz y los trabajadores de campo se han ido también. Sólo queda la ama de llaves y el jardinero… ¿Me equivoco?—recordó con astucia Hunter las palabras de unos trabajadores en la taberna comentando lo jodida que estaría Ariel después de haber cabreado a la bruja de Patricia, palabras textuales. Hunter era un borracho sin remedio, o al menos su remedio era prácticamente imposible de conseguir, hasta que apareció delante suyo. De tanto acostumbrarse al alcohol, sus sentidos funcionaban mucho mejor cuando este estaba bajo sus efectos.

Ariel al oír sus palabras sonrío.

—¿Por qué debería aceptar su ayuda señor…?—hizo un gesto con la cabeza esperando su respuesta.

—…Brad Bentley—respondió con una rapidez sorprendente el castaño.

La ojiverde asintió mordiéndose el labio inferior intentando llevar la situación lo mejor posible. Era una buena oferta después de todo.

—Lo que decía, señor Bentley…¿Por qué debería aceptar a alguien borracho y sucio como usted, como un capataz y jefe de las caballerizas y asuntos de la hacienda? ¿Por qué debería confiar un puesto de importancia a un desconocido borracho que ni siquiera sabe cómo ha llegado aquí y que está buscando una excusa para quedarse más tiempo conmigo?—preguntó con una sonrisa malvada Ariel al adivinar exactamente lo que le estaba ocurriendo a ese hombre.

Así era ella, calculadora y astuta. Se sabía atractiva, el mundo se lo había dicho de mil formas. Era una mujer bonita.

Para los hermanos Lambros no pasó desapercibido la inteligencia y la fuerza de esa mujer, tan hermosa como atenta. Logan seguía sin creer que estuviese viendo todo esto. Su hermano estaba a punto de cometer una locura, una locura por amor. Se sonrío amargo a si mismo, Hunter estaba loco, su hermano odiaba los trabajos poco cualificados, de hecho odiaba trabajar. No aguantaría ni una semana siendo un burdo capataz por mucho amor que le tuviera a esa mujer.

—Porque a pesar de estar sucio y borracho, usted no me teme. Sino…¿Por qué ha soltado las riendas y dejado su pistola en su lugar? —sonrió con sinceridad Hunter sorprendiendo a Ariel con su respuesta.

—Buen punto. ¿Entonces no le importaría estar las veinte y cuatro horas del día disponible para la hacienda? No tengo ni idea de cómo se manejan esas cosas…¿Sabe? Yo misma le puedo dar una habitación en la casa. Pero antes tendría que jurar dejar la bebida, afeitarse un poco y cortarse el pelo, ese look de borracho bohemio no le traerá más que problemas—aclaró la castaña provocando una mirada llena de admiración por parte de Hunter.

—Gracias, ni lo dude, es usted un ángel, mi ángel. Mañana a primera hora me tendrá disponible para usted, para todo lo que quiera—respondió Hunter con agilidad alejándose de ese lugar, juraría poder tocar el cielo de la alegría que sentía, había sido el golpe del destino, un giro positivo, la oportunidad que siempre deseó. Debía marcharse ahora. Lo último que quería era hacer algo de lo que pudiese lamentarse luego.

Ariel estaba con una camiseta de tirantes con un escote en uve y unos pantalones tejanos que se ajustaban perfectamente a sus piernas. Se veía tremendamente bien. Pero Hunter no era idiota no caería en errores de nuevo, debía aprender que las mujeres eran más que un cuerpo. Miró al cielo estrellado agradeciendo esta nueva oportunidad. Se alertó por unos instantes al darse cuenta de que había alguien observando. Y por un momento quiso ir a investigar.

Pero Ariel poco antes ya le había susurrado, que se fuese tranquilo, que ella sabía cuidarse sola. Ella también se había dado cuenta de que tenían compañía. Su temporada fuera le había enseñado muchas cosas, se dijo a si mismo Hunter, aunque en ese instante nuestro protagonista no se imaginaba ni la mitad del horror que había padecido en el proceso.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo