Capítulo 4. Organizar

Sarah miró el reloj de nuevo, su esposo Arnold ya había llegado de la mina y en ese momento estaban cenando.

—Ya mujer, deja de mirar ese reloj que me pones más nervioso. —se quejó el hombre, pero esta vez Sarah, lo ignoró. — ¿Qué es lo que pasa?

—Frank debía de haber llegado desde hace media hora. —el tono de preocupación de la mujer era evidente. Arnold, dejó la cuchara a un lado del plato y se limpió los labios con la servilleta, luego miró a su esposa.

—Frank ya es un hombre, deja de estar detrás de él. Quizás se encontró con el grupo de jóvenes con los que se juntan.

—Esos son jóvenes no los conocemos, ¿No crees que podrían ser malas influencias? Frank nunca llega tarde, cariño.

—Bueno, si no llega en media hora, yo mismo iré a buscarlo.

—Iremos. —lo corrigió Sarah.

—Nunca fuiste así con Eli. —se quejó Arnold.

—Eli era muy independiente a la edad de Frank, ya vez que a muy temprana edad se mudó de la casa, que por cierto... —La mujer arrugó su ceño. —Es la primera vez que llama en lunes. ¿Qué tanto habrá hecho en domingo como para olvidarse en llamarnos? —Arnold resopló.

—Quizás realmente estaba agotada y durmió durante todo el día. No hay que desconfiar de nuestra Ava, amor. —dijo Arnold con un deje de nostalgia. —La extraño, no la hemos visto durante estos dos años, ¿Cuándo es que vendrá a visitarnos? —Sarah se encogió de hombros en señal de que no tenía una respuesta a su pregunta.

— ¿Y qué tal si nosotros mismos la visitamos? —dijo Frank al asomarse a la cocina. Sarah y Arnold sonrieron aliviados al ver a su hijo menor en casa finalmente.

— ¿Nosotros? —preguntó Sarah.

—Sí, ¿Por qué no vamos el próximo fin de semana antes de que me vaya a la universidad? —Frank había pensado una y miles de veces en ir a visitarla y cerciorarse que realmente estaba bien y que podría apoyarlo con los pagos de las matriculas de la universidad.

—Tengo los ahorros de fin de año, podríamos escaparnos y así conocer la ciudad, ¿Qué dices, amor? —Arnold preguntó a Sarah quien estaba algo inquieta de gastar el dinero que tanto habían ahorrado durante los meses anteriores ya que la mina dónde trabajaba su esposo, cerrarían indefinidamente.

— ¿Crees que deberíamos de gastar todo ese dinero solo para ir dos días a ver a nuestra hija? Es pagar el tren para tres personas, tres ticket de avión y faltan los de regreso…—Arnold bajó la mirada, su esposa tenía razón, no tardaba en quedarse en casa a falta de trabajo y tenían con más razón, ahorrar.

—No es todo los días madre. —dijo Frank al ver que su padre con la mirada baja.

—Frank, tú te irás, nosotros nos quedaremos, nosotros seremos quienes tendremos que estirar el dinero para sobrevivir. La mina cerrará y…—Arnold la interrumpió.

—Quiero ver a nuestra hija. —la voz se le quebró por un momento y Sarah se conmovió.

—Bien, ¿Qué tal si sacamos cuentas para ver cuánto es lo que tenemos y así saber si nos conviene ir?

— ¿Y si le pedimos a Ava que nos adelante lo que envía a fin de mes? —Arnold y Sarah miraron a Frank.

— ¿Cómo quieres que le pidamos eso? Debemos de esperar a que ella nos diga, no podemos solo decirle que nos adelante lo que ella manda así por así…—dijo Sarah.

—Yo tengo para el boleto de avión de ida y el de los trenes…

—Es el dinero para la mudanza a la universidad, no voy a permitir que toques ese dinero. ¿No ves lo que la familia hace para que puedas ir? No, no, no. No lo voy a permitir.

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